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Viernes, 19 de Abril de 2024
Transmitido por CNN Chile y CHV

Debate presidencial: Boric mantiene posiciones y Sichel retrocede frente a interpelaciones de Kast

Lissette Fossa

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Foto: CNN Chile.
Foto: CNN Chile.

En tanto, Yasna Provoste no logró transformarse en 'la' tercera incumbente, mientras que Eduardo Artés apareció, apelando al flanco izquierdo de Boric.

Admision UDEC

Durante la noche de este miércoles se desarrolló el primer debate televisivo, organizado por CNN Chile y Chilevisión, ya con los candidatos que estarán definitivamente en la pelea en noviembre para las elecciones presidenciales. El programa tuvo un peak de rating de 17 puntos, menos que en debates anteriores, pero aún así una cifra exitosa para la televisión, al ser emitido por tan solo un canal. 

El formato del debate fue novedoso. Esta vez, los periodistas actuaron más bien como moderadores, siendo menos protagonistas que en jornadas anteriores, generando más interacciones entre los candidatos, lo que facilitó el debate y la contraposición de ideas. 

Esto generó ver claramente las diferentes posturas de los candidatos y provocó miles de reacciones en redes sociales, especialmente en Twitter, donde el debate fue trendic topic.

Mientras que Boric se mantuvo en sus posiciones y se mostró con un "look" presidenciable, Sichel perdió fuerza ante un Kast que apeló a la emocionalidad de la derecha y que logró ponerle la mochila de haber sido parte del gobierno de Piñera. 

“Este debate es a la vez un acto cívico y un evento televisivo y periodístico. Desde la perspectiva cívica, se logró escucharlos a todos y contrastar sus ideas. El problema es que desapareció el periodismo, los conductores funcionaron como moderadores solamente y cuesta ver cual es la función de tener dos conductores, porque el aporte o el valor agregado de tener dos periodistas, es no solo ordenar la conversación, sino hacer contrapunto con los datos o precisión de los datos”, opina Enrique Núñez, magister del Hamburg University, investigador de un Fondecyt en debates presidenciales, y estudiante del doctorado en Información y Medios de Michigan State University.

Para Núñez, los canales  y los periodistas tienen como desafío buscar el equilibrio entre el periodismo y el moderar el debate, en especial cuando los candidatos hagan referencia a datos y se puedan corregir éstos en pantalla. 

“Hay que entender que esto es un evento televisivo, la comparación y el contraste no solo se puede dar desde las respuestas, por ejemplo, aquí se puede ver lo atrasado que estamos todavía en cuanto a pensar y mejorar estos formatos, cuando vemos que fue innovador que se les pidiera levantar la mano para sus respuestas. Eso podría mejorarse con algún elemento electrónico o elemento visual. Eso dice algo al público, se puede ver la cara de los candidatos, los gestos, se evalúa su carisma y cómo se enfrenta ante la incertidumbre”, agrega Núñez. 

INTERFERENCIA analizó las intervenciones de los candidatos presentes en el debate de este miércoles, los puntos fuertes y débiles de sus presentaciones frente a los objetivos de cada quien, y por orden alfabético. Y aunque aún queda mucha carrera presidencial en el camino, lo cierto es que los grandes perdedores de este debate fueron los que no estuvieron: Franco Parisi (Partido de la Gente) y Marco Enríquez-Ominami (Pro).

Eduardo Artés, de Unión Patriótica

Eduado Artés llegó al debate con la ventaja de quien no es favorito, pero no tiene nada que perder. Un desafío al que se enfrentaba era salir de la caricatura del candidato de izquierda y atraer a un público de izquierda real, que duda por votar por Gabriel Boric.

Artés buscó el voto hacia flanco izquierdo de Boric y fue uno de los que más lo increpó, aunque solo en noviembre quedará claro si esta estrategia se traducirá en votos.

De alguna manera, Artés parece haber logrado su cometido. Se mostró como el candidato que primero aludió a los presos políticos del estallido social, hizo referencia a las manifestaciones como un evento político que marcó un antes y un después, y fue insistente en preguntar a sus adversarios sobre temas como las violaciones a los derechos humanos durante la revuelta social o "levantamiento", como prefirió usar. En ese sentido, buscó el voto hacia flanco izquierdo de Boric y fue uno de los que más lo increpó, aunque solo en noviembre quedará claro si esta estrategia se traducirá en votos.

A la vez, Artés se permitió ser más efusivo con José Antonio Kast, enfocando así sus intervenciones más enérgicas ante la extrema derecha que representa el candidato del partido Republicano, siendo un factor que podría atraer al votante de izquierda.

Así, entró como un contrincante un poco más robusto que en su candidatura anterior en el mapa político, buscando un voto de aquellos huérfanos del estallido social y mostrándose más moderado en su discurso en comparación con su campaña anterior, sin caer en la caricatura.

Gabriel Boric, de Apruebo Dignidad

El candidato de la coalición Apruebo Dignidad llegó con la ventaja de ser el candidato con más votos en las primarias de julio y considerado como quien encabeza la carrera presidencial en las encuestas. Sin embargo, también era quien tenía más que perder, en especial si es que no lograba mostrarse presidenciable supliendo su juventud y poca experiencia en cargos públicos. 

De alguna manera Boric logró mostrarse presidenciable, comenzado por algo que puede parecer superficial, pero es clave en televisión: su look. Con nuevos lentes, que lo hacen parecer un poco mayor, y una chaqueta que le daba un poco más de formalidad a su presentación, transmitió seguridad en el debate y cierto aire de estadista.

De alguna manera lo logró, comenzado por algo que puede parecer superficial, pero es clave en televisión: su look. Con nuevos lentes, que lo hacen parecer un poco mayor, y una chaqueta que le daba un poco más de formalidad a su presentación, transmitió seguridad en el debate y cierto aire de estadista, sorteando el peligro que había de verse aún como el líder estudiantil de hace diez años.

Boric, además, logró mantenerse en sus posiciones e incluso darse el tiempo de aprovechar algunas preguntas para hablar de su programa, como cuando aludió a su intención de terminar con las Isapres, cuando habló de un plan de salud mental y cuando se debatió sobre la eliminación del sistema de AFP. 

También fue astuto para sortear las preguntas de sus adversarios, que intentaron atacar en sus puntos débiles. José Antonio Kast, por ejemplo, aludió a su encuentro con el ex frentista Palma Salamanca en Francia, a lo que Boric respondió con las disculpas que dio en su momento e intentó mostrar estos cambios de opinión como fortalezas y aprendizajes, algo que Sebastián Sichel no logró sortear.

Yasna Provoste también lo interpeló en una pregunta sobre gobernabilidad, aludiendo al Partido Comunista (PC), intentando un ataque a la colación más que a Boric, lo que terminó por beneficiar al candidato al enrostrarle que el PC fue parte del gobierno de Michelle Bachelet, del cual la DC, el partido de Provoste, fue parte.

De algún modo, el performance de Boric contó con que ningún candidato salió a golpearlo con fuerza y seriedad en su flanco más débil; su falta de experiencia y formación para ser presidente, siendo probablemente la oportunidad desperdiciada de Provoste,  

José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano

Al igual que Eduardo Artés, José Antonio Kast fue un candidato que aprovechó su desventaja para avanzar y atraer a un votante más duro o -en este caso- tradicionalmente de derecha. Con ese objetivo en mente, aprovechó sus oportunidades para interpelar a Sebastián Sichel y mostrar lo que él consideraba son debilidades y pocas claridades de su rival, mientras que también buscó mostrar a Gabriel Boric como una amenaza de extrema izquierda y a él mismo como un freno para dicha amenaza. Algo, que Sichel no intentó, cediendo dicha bandera 

Kast intentó mostrarse como la opción de verdadera derecha frente a un Sichel que no tiene su origen político ahí y aprovechó cada momento para recordarle su paso por la Democracia Cristiana y la ex Concertación. Así, congregó el estado emocional de una derecha conmocionada tras el estallido social, que ve el avance de Boric como un peligro. Kast no solo fue mucho más interpelativo con Boric, sino que logró dejar a Sichel como el candidato de Sebastián Piñera. Incluso, logró desmarcarse del gobierno de Piñera, manifestando sus diferencias con respecto a temas “valóricos” y de seguridad, como su propuesta de reforzar la labor de Carabineros y “respetar” su trabajo.

Kast llegó a complicar a Sichel en el debate y logró representar el voto del “Rechazo”, conservador y de derecha, sin la mochila del gobierno de Piñera con la que carga Sichel.

Kast llegó a complicar a Sichel en el debate y logró representar el voto del Rechazo, conservador y de derecha, sin la mochila del gobierno de Piñera con la que carga Sichel. Para ello, aprovechó cada intervención, aún citando datos falsos, como la acusación a Provoste del robo de dinero en el Ministerio de Educación y cifras falsas respecto al aumento de  mortalidad de mujeres en gestación en países donde se permite el aborto, tras afirmar que “son datos que están publicamente en todas partes, usted puede busca distintas instituciones, donde se señala en universidades y estudios, ahí cada uno puede revisar libremente”.

Yasna Provoste, de Nuevo Pacto Social

Yasna Provoste logró verse como la única mujer en la papeleta presidencial de noviembre, y lució segura, pero no logró trascender en el debate. La candidata aún no parece encontrar el tono correcto ni tener claro a qué tipo de votante interpelar. 

Provoste parece haberse inclinado por interpelar a Gabriel Boric y a Sebastián Sichel por igual, pero en ese intento sus posturas no quedaron tan claramente definidas y su perfil desdibujado, pues no logró irrumpir en el debate con propuestas que los votantes puedan recordar e identificarlas claramente a ella.

Así y todo, le resultó cómodo cuestionar al candidato de la derecha y terminó complicándolo con el lapsus, preparado o no, de confundirlo con Sebastián Piñera.

Tuvo puntos fuertes en sus respuesta a Kast, donde se vio molesta frente a lo que consideró como mentiras de su adversario. Y aunque pudo haber complicado a Sebastián Sichel en su pregunta con respecto a su trabajo en una empresa de lobby, Sichel desvió la atención a la fuente de Provoste, que supuestamente había sido Wikipedia, a pesar de que el dato también aparece en el información proporcionada por el mismo Sichel en su LinkedIn, donde informa que trabajó en la empresa Burson-Marsteller. 

Tampoco se mostró sustantivamente distinta a las propuestas de Boric y aunque intentó apelar a la gobernabilidad que da su coalición frente Apruebo Dignidad, enfocó su crítica al Partido Comunista más que al candidato, lo que terminó por perjudicarla, ya que el PC fue parte de la misma coalición que la DC en el segundo gobierno de Bachelet.

Tras su desempeño en el debate, Provoste aún proyecta una campaña desorientada en sus lineamientos generales.

Provoste tampoco logró sacarle lustre a su biografía ni al hecho de ser mujer. No tomó la iniciativa ni enfrentó al resto de los candidatos a temas que reivindica el feminismo, como la igualdad de salarios, el aborto, el cuidado de niños y enfermos, entre otros. Tampoco apeló a su origen indígena ni a su trayectoria como profesora, para tocar temas como la plurinacionalidad o la educación. 

Tras su desempeño en el debate, Provoste aún proyecta una campaña desorientada en sus lineamientos generales, y también a una coalición y un partido desorientados tras el estallido de octubre del 2019.

Sebastián Sichel, Chile Podemos Más

El candidato del oficialismo en este debate cargó con el peso de ser el candidato del gobierno de Sebastián Piñera y no logró sacarse esa pesada mochila.

Esto, en parte, se debió a que el resto de los candidatos insistieron en cargarle los errores del ejecutivo, gobierno del que fue parte Sichel. Todos los candidatos insistieron en recordarle temas como el financiamiento de su campaña, apoyada por grandes empresarios; su celebración cuando se aprobó el IFE de 65 mil pesos por persona en medio de la crisis económica provocada por la pandemia; su paso como presidente del Banco Estado en medio de masivas quiebras de pymes; las violaciones a derechos humanos durante el estallido; y su paso por distintos partidos políticos del centro y la derecha.

Probablemente es el candidato que más retrocedió ante el avance de Kast, quien apeló mucho más al votante de derecha. 

Sichel fue por lana y salió trasquilado cuando interpeló a Kast por su cercanía al gobierno de Bolsonaro, pues el candidato de ultra derecha logró contraatacar con el pasado concertacionista de su rival. 

Sichel intentó mostrar un discurso moderado, quizás con la intención de atraer a un votante más de centro, con un mensaje “despolitizado”, buscando evitar la polarización, en un momento del país altamente politizado. Se enfocó en apelar al optimismo, cuando su lenguaje corporal se veía más rígido, tenso y en ocasiones se le vio ofuscado y molesto, lo que generó una contradicción entre el dicho y el hecho.

A la carta de la derecha se vio incómodo frente a la mochila del gobierno de Piñera, que no pudo sacarse de encima, y su apelación al centro político terminó por dejar abierto su “flanco derecho” frente a un Kast que se mostró seguro y que tocó temas cómodos para su sector, como la seguridad, Fuerzas Armadas e inflación, temas que Sichel no pudo aprovechar.

Sichel, al igual de Provoste, tampoco pudo sacar provecho de su biografía, historia a la que apeló en las primarias, quizás porque el formato del debate presionaba a los candidatos a ser más concretos en sus propuestas y posiciones políticas, en desmedro de mensajes largos o reflexivos.

Tal vez la imagen que muestra mejor la frustración de Sichel ante Kast fue cuando le tocó preguntarle, y lo hizo por su cercanía con Jair Bolsonaro, el ultra derechista presidente brasileño, a lo que Kast retrucó con la cercanía que Sichel tuvo con Michelle Bachelet, Ricardo Lagos y Eduardo Frei, en los tiempos en que el candidato se apellidaba Iglesias y estaba en la otra vereda política, logrando pegar el golpe que indica a su rival como una veleta y como alguien que no pertenece al sector que disputan.



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Que rasca la política chilena, cortoplacista, sin mística, sin visión de futuro, un frío ejercicio de marketing, son todos los candidatos re pencas.

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