“Nunca fue por la razón” se lee en distintas calles de Santiago cuestionando el actual lema del escudo nacional, “Por la razón o la fuerza”, que este año cumple 100 años. En las cercanías de la Plaza Dignidad, la frase está acompañada de una bandera chilena negra con los nombres de algunos de los muertos en contexto del estadillo social.
“En particular este lema en su origen no tiene el significado que hoy día se le atribuye, que suena violento 'por la razón o la fuerza'. Cualquier cosa que hoy día parezca fuerza, o violencia es rechazado por diferentes razones, que tiene que ver con los derechos humanos, la conciencia democrática y una serie de cosas. Porque estamos en una sociedad donde supuestamente debería prevalecer la ley y la razón, y no la violencia”, indica Rafael Sagredo, académico del Instituto de Historia de la Universidad Católica.
El también director del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la DIBAM explica a INTERFERENCIA que entiende que hayan personas que quieran cambiar el lema del escudo nacional, “aún cuando en su origen se le asignaba otro significado, asociado con lo republicano, en un época de lucha por la Independencia, entonces por la razón o al fuerza decía ‘vamos a ser libres’”.
Para Sagredo, “según eso, y de acuerdo a lo que vivimos actualmente, uno podría pensar perfectamente que se puede cambiar el lema del escudo y evitar cualquier alusión o interpretación en donde pareciera ser que quisiéramos recurrir a la fuerza o a la violencia”.
El 8 de septiembre de 1920, por el decreto 2.271 del Ministerio de Guerra y Marina, se oficializó la inclusión del lema Por la razón o la fuerza en el escudo nacional. Con anterioridad, existen antecedentes del uso oficial de frase, la que fue utilizada en monedas desde 1818.
Entendido como parte del ejercicio independentista, la frase se atribuye a una versión moderna del lema en latín aut consilio aut ense, cuya traducción se entiende como o por consejo o por espada.
A juicio del historiador Claudio Rolle, autor de Historia del siglo XX chileno, “dicho lema tiene distintas lecturas". Según Rolle "hay toda una tradición de personas que justifican esta frase diciendo que estaba presente desde los tiempos de la Independencia, cuando se usaba la expresión ‘o por consejo o por espada’, pero evidentemente es una traducción muy inexacta, porque no es lo mismo homologar espada con fuerza necesariamente, pues la espada tiene un significado simbólico mucho más rico; está vinculada a una cierta tradición, a la imagen de la justicia y el honor. Lo mismo pasa con la idea del consejo y de la razón, donde puede haber algunos aspectos comparables pero no son lo mismo".
Este año se cumple el centenario desde la inclusión del lema de forma oficial en el escudo chileno. A juicio de Rolle, es importante para poder comprender esta decisión, entender el contexto en el que se promulgó este decreto.
“Esto tiene que ver con un año muy intenso, con una elección que fue particularmente disputada y tuvo características inéditas en su momento, con la elección de Jorge Alessandri, en la que hay toda una mitología en torno a ese proceso electoral. No sólo por sus características diferentes a las que la precedieron, sino porque está lleno de referentes nuevos”, explica.
A su vez, apunta que “también es un año de gran agitación estudiantil, con la Fech militante, la muerte del poeta José Domingo Gómez Rojas, con un conflicto de carácter bélico en el norte. Entonces todo eso lleva a que el contexto en el cual se establezca esta frase no sea inocuo. Hay alguna información de por qué en ese momento se opta por un lema tan fuerte”.
El autor juzga que “en lo personal, creo que es un lema que tiene fuertes limitaciones, porque no veo cuánto aporta, no veo que sirva para congregar. Uno lo podría pensar en las circunstancias de la Independencia, en la lucha por liberarse de la corona española podría haber tenido una suerte de justificación, pero ya en un régimen consolidado como republicano me parece que no tiene mucho sentido. Creo que se adoptó en un momento donde se quería mostrar una posición de cierta seguridad y enviar un mensaje un a los contrincantes”.
Por su parte, el historiador Rafael Sagredo refuerza la idea de que los símbolos nacionales son “creaciones de una época en particular, normalmente de la primera mitad del siglo XIX, tanto la canción nacional, el escudo nacional, como la bandera. Por lo tanto la historia nos enseña que son creaciones culturales, representaciones que una determinada generación, en este caso de chilenos, hizo sobre lo que creía que era Chile y representaba mejor a Chile, por lo tanto pueden cambiar. Entonces cuando hoy día se habla del lema de la frase del escudo nacional y aparecen sectores que se oponen a toda discusión sobre si es pertinente cambiarlo, alegando que esto forma parte de una identidad, de una esencia están equivocados, porque esto puede cambiar”, reflexiona.
La frase en el contexto actual y la oposición al cambio
“Yo no tengo temor a que haya un cambio en estas cosas. Alguna vez escribí Héroes o Fósiles, a propósito de un 18 de septiembre diciendo ‘hasta cuándo vamos a mantener un modelo social, que son los héroes, que representan solo una forma de mirar las cosas. ¿Dónde están por ejemplo, los luchadores de los derechos humanos, por los derechos sociales? Entonces heredamos una historia muy asociada al desarrollo de la nación, en donde se privilegiaron a los militares que lucharon por la Independencia. Pero Chile de hace rato es otro y exige, de una alguna manera, que en el panteón de héroes, de las representaciones de lo nacional, entre otras formas de mirar y entre esas nueva formas, no está la violencia, ni la fuerza, aunque eso parezca paradójico con el contexto actual”, dice Rafael Sagredo.
Chile ha tenido tres heraldos o blasones republicanos. Primero estuvo el Escudo Carrerino o de la Patria Vieja (1812), luego El Escudo de la Transición (1819) y, finalmente, el Escudo de la Patria Nueva (1834), correspondiente al actual.
El origen de este último, el Escudo de la Patria Nueva, se remonta a 1832 cuando el gobierno de José Joaquín Prieto manifestó interés por usar un nuevo emblema distinto al Escudo de la Transición, “que había sido concebido bajo la euforia de la unidad americanista contra un enemigo común y con la aspiración romántica de una alianza confederada en el continente”, explica en el texto Breve estudio sobre la historia y el sentido original del lema del escudo patrio chileno, con relación a los argumentos generales ofrecidos para su modificación, de Cristian Salazar, minuta que fue confeccionada para ser presentada a los senadores de la República miembros de la Comisión de Defensa del Senado en agosto de 2009.
En dicho texto se argumenta que el escudo anterior “no era alusivo a Chile propiamente, sino más bien a la comunidad regional y la enérgica causa independentista americana. A la sazón, además, y quizás por esta misma falta de poder de representatividad como símbolo nacional, el Escudo de la Transición había caído en franco desuso, por lo que la autoridad optó por crear un nuevo y definitivo emblema”.
Ratificado a través de un decreto supremo por parte del presidente Eduardo Frei Montalva el 12 de diciembre de 1967, lo cierto es que con el pasar de los años el lema fue generando distintos cuestionamientos hasta llegar a una instancia legislativa. En 2004, el entonces senador Nelson Ávila (PRSD) presentó una moción tendiente a reemplazar el lema que aparece en el Escudo Nacional. Así, la discusión comenzó en agosto de 2005, con la motivación del congresista de modificar la frase por considerarla agresiva y poco adecuada al contexto actual.
En diálogo con INTERFERENCIA, Ávila recordó que el lema “me parece arrogante, más propio de un matón de barrio que de un país con vocación integradora. En los hechos proclama ‘sl no estás de acuerdo con lo que pienso te someto aún contra tu voluntad’. Un lema cómo ése resulta contrario al espíritu de la ONU y no sirve para la búsqueda de la paz y la colaboración entre las naciones”.
En relación al rechazo que finalmente sufrió la iniciativa por falta de quórum, el ex senador dijo que “no prosperó la iniciativa de cambiarlo por la fuerza de la razón, debido a sentimientos atávicos que cuesta remover. Los patroterismos de viejo cuño serán siempre un obstáculo para iniciativas cómo esa”.
Por su parte, con motivo de los 100 años desde la oficialización de la fecha, el historiador Claudio Rolle apuntó que “pensando en la actualidad y en el futuro, creo que los efectos de crecer bajo la idea de que las cosas se hacen por la razón o la fuerza son muy negativos. Y pienso que hoy por hoy, vivimos esto, probablemente de forma inconsciente. Un centenario es una ocasión de balance, de reflexión sobre lo que se ha hecho, sobre los logros y las falencias, donde me parece que puede ser interesante no dejar pasar esto, porque creo que hoy, a la luz de los hechos, tiene una cierta urgencia particular”.
Rafael Sagredo plantea que la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) hizo “uso y abuso de los símbolos patrios”. “La gente asocia el lema con el autoritarismo y con la dictadura en el sentido en el uso de la fuerza y la violencia, con todo lo que significa un régimen totalitario”.
Además, sobre un posible cambio cree que lo relevante es “la comunidad, es la historia, es Chile. Una frase si no la vivimos en la cotidianidad, francamente da lo mismo. Pero como el escudo nacional es enseñado a los niños, uno podría pensar que en términos de lo que queremos proyectar, de lo que queremos enseñar, del tipo de ciudadano que queremos formar, es mejor tener algo que aluda a la razón, a la educación, a la convivencia y no a la fuerza”.
Sobre las estatuas de militares han sido decapitadas o destruidas, Sagredo plantea, que “la violencia me parece mal, al igual que violencia de la desigualdad también me parece muy mal”:
“Yo creo que la mayoría de los monumentos no representan al chileno medio de hoy, porque están asociados a personajes del siglo XIX que tenían otra forma de mirar, donde lo esencial era crear una nación homogénea donde se castigaba la diversidad. El Chile de hoy es diverso, respeta se supone la diferencia, entonces se debería pensar que la simbología nacional debería dar cuenta de la heterogeneidad y claramente no lo da. También se siguen promoviendo modelos sociales como si no hubiese existido el siglo XX, el Chile que luchó contra la dictadura. En Chile todo cuesta cambiarlo, porque hay una valoración excesiva de la estabilidad y el orden, más que libertad, y eso desde todos los sectores porque a larga prevalece esa mirada. El cambio se ve como riesgo, algo que puede provocar inestabilidad, no como oportunidad y yo lo veo como oportunidad por supuesto. Los pueblos tienen derecho al cambio a transformar, previo a discusión, racionalidad y acuerdo”, concluye el investigador.
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