Una tarde de fines de octubre de 1982, Yasser Arafat, uno de los hombres más importantes en la historia de Palestina, había despegado en un avión desde Atenas.
El Mossad, servicio de inteligencia israelí, se enteró un día antes del itinerario del líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). La información fue traspasada de inmediato a las autoridades, porque se trataba de una oportunidad que no se podía desperdiciar. Había que matarlo.
Pero Ivry dudó. Arafat había sido identificado solo de manera visual en Grecia, y necesitaba más datos para confirmar si en esa nave iba efectivamente el líder palestino.
Varios aviones F-15 comenzaron a seguir al DHC-5 Buffalo que volaba sobre el mar Mediterráneo. Los pilotos militares estaban atentos a la orden del entonces jefe de la Fuerza Aérea, David Ivry, quien ya contaba con la aprobación del ministro de Defensa, Ariel Sharon, para echarlo abajo.
Pero Ivry dudó. Arafat había sido identificado solo de manera visual en Grecia, y necesitaba más datos para confirmar si en esa nave iba efectivamente el líder palestino. Eran segundos decisivos para el comandante, por lo que le solicitó al Mossad que hiciera una nueva verificación.
Múltiples atentados
Esta historia forma parte del libro Rise and Kill First: The Secret History of Israel’s Targeted Assassinations (Random House, 2018), escrito por Ronen Bergman. El autor publicó un extracto en la revista dominical de The New York Times. Este artículo está basado en ese texto. Bergman es periodista y corresponsal de asuntos militares de Yedioth Ahronoth, uno de los periódicos más grandes de Israel.
El episodio de 1982 no fue ni el primero ni el último intento de eliminar al líder palestino.
Una de las primeras oportunidades se dio en 1965, cuando Yasser Arafat fundó Fatah y comenzó una lucha de guerrillas. En ese entonces, Rafi Eitan, jefe de operaciones de Mossad en Europa, solicitó a su superior una autorización para matarlo en un departamento en Frankfurt, que usaba como su base de operaciones.
La carrera de Arafat recién comenzaba, y quizás por esa razón terminaron por no llevar a cabo la operación. En esa época el Mossad consideraba que ese grupo de activistas no era más que un puñado de “matones”.
“Lástima que no me escucharon (…) Podríamos habernos ahorrado mucho esfuerzo, angustia y dolor”, le dijo Eitan a Bergman años después.
Según Bergman, hubo un político que se obsesionó con ultimar a Arafat. Ese fue Ariel Sharon.
Esa instancia debe haber sido una de las más accesibles para el objetivo de Mossad. Después, con la popularidad y mayor seguridad en torno a Arafat, las cosas se pusieron más difíciles a la hora de concretar esta misión. La guardia del líder palestino siempre se adelantaba a los agentes israelíes.
El servicio de inteligencia también trató reclutar a palestinos para delatarlo o incluso matarlo. Un ejemplo de aquello sucedió en 1968, cuando el Mossad aplicó un programa de control mental a un prisionero palestino. Inspirados en la película The Manchurian Candidate (1962), durante tres meses lo prepararon para ser un “asesino”, cuenta Bergman. Sin embargo, cuando fue liberado para asesinar a Arafat, no tardó más de cinco horas en entregarse a la policía y delatar el plan.
La obsesión de Sharon
Según Bergman, hubo un político que se obsesionó con ultimar a Arafat. Ese fue Ariel Sharon, ministro de Defensa a inicios de los años 80 y primer ministro de Israel entre 2001 y 2006.
Tan personal se tomaba Sharon su objetivo, y lograr también la desarticulación de la OLP, que llegó a considerar como objetivos válidos algunos vuelos comerciales. Y es que en la década del 80 Arafat comenzó -para su mayor seguridad- a trasladarse de esa manera. Ronen Bergman relata que la instrucción principal era la siguiente: derribar el avión en mar abierto.
Entre noviembre de 1982 y enero de 1983 hubo cuatro operativos aéreos que siguieron a las máquinas en que se transportaba a Yasser Arafat. Sin embargo, existía oposición interna a este tipo de plan, pues se consideraba que mucha gente inocente perdería la vida. Así es como los jefes de la Fuerza Aérea boicotearon los planes de Sharon en varias oportunidades. Y una de ellas ocurrió aquella tarde de octubre de 1982.
Cuando los cazas israelíes ya tenían en la mira el avión que había despegado de Atenas, David Ivry recibió la verificación que había pedido minutos antes. El hombre a bordo era Fathi Arafat, hermano del líder. No iba solo en el avión. Las autoridades de Israel estuvieron muy cerca de asesinar, además del familiar de Arafat, a 30 niños palestinos que recibirían tratamiento en El Cairo, Egipto, luego de haber sobrevivido a una masacre perpetrada por fuerzas libanesas.
La muerte de Arafat, acontecida el 11 de noviembre de 2004, todavía es un misterio. Ariel Sharon ya era primer ministro de Israel en esa época, y se sospecha de la participación de Mossad en este hecho. Algo que, de todas formas, no ha podido ser confirmado.
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