Arrival es una película dirigida por Denis Villeneuve y escrita por Eric Heisser que fue estrenada en todo el mundo en septiembre de 2016 en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Esta historia, basada en la novela Story of your life de Ted Chiang, promete ser, según muchos lingüistas, la causa de un aumento de ingreso a dicha carrera. Más allá de sus evidentes logros cinematográficos, el film encierra una tesis que, para quienes son especialistas en ciencias cognitivas, resulta muy actual y provocadora.
Comunicándose con los aliens
Había dos colecciones de textos de divulgación científica que fueron sumamente populares en la década de los ochenta y que, en apariencia, parecen estar bastante desconectadas entre sí: las de Carl Sagan y las de Paul Watzlawick, dedicadas a la astronomía y psicología respectivamente. Sin embargo, entre ellas había un tema que resultaba común: la comunicación con seres extraterrestres. De la lectura de estos autores y de la revisión acuciosa del metraje de Arrival, surgen más preguntas que respuestas.
La pregunta número uno, y quizá la más importante cuando se especula sobre cómo comunicarnos con una especie de otro mundo, es ¿en qué lengua lo hacemos? Esta interrogante no es para nada sencilla y ha sido, generalmente, pasada por alto en la mayoría de las fantasías espaciales pues, en ellas, usualmente la comunicación con seres extraterrestres se ha desarrollado en inglés. En algunos libros o filmes más sofisticados, se piensa en sistemas de traducción como el “Babelfish” de “La Guía del Autoestopista Galáctico”, o la figura de C3PO en “Star Wars”, que es capaz de comunicarse en 6 millones de lenguas espaciales. Sin embargo, lo realmente complejo es pensar cómo se comunicaría el Homo Sapiens con una especie alienígena con la que previamente no se tiene ningún contacto.
De algún modo, es posible decir que toda la modernidad humana descansa sobre una idea que es de algún modo la respuesta a esta pregunta. La primera persona que la enunció de manera clara y distinta fue Galileo Galilei: «Las matemáticas son el lenguaje con el que Dios ha escrito el universo» (“Cartas Copernicanas”, entre otras referencias similares). Según esta idea existe un lenguaje universal, el de las matemáticas, que es la manera como se debe comprender el mundo. Toda la ciencia y la tecnología de los últimos cinco siglos se sostienen sobre dicha idea.
En ese sentido, no sería extraño pensar que otras civilizaciones e inteligencias del universo llegarían a la misma conclusión. Así, en los primeros intentos y especulaciones sobre la comunicación con extraterrestres los autores de libros sobre el tema sostuvieron que era el lenguaje de las matemáticas la única manera como podíamos hacer contacto. Un ejemplo de ello es el volumen “Lingua Cosmica” de Hans Freudenthal.
Una botella lanzada al mar del espacio
A tanto llegó esa idea del sistema perfecto de comunicación extraterreste que, el 16 de noviembre de 1974, desde el radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico, se envió desde la Tierra hacia el cúmulo globular M13 un mensaje constituido por dos señales alternantes repetidas en 1679 bits. La idea de un mensaje en 1679 bits se le había ocurrido al astrónomo Frank Drake, que sostenía que, como 1679 es divisible solo por 23 y 73 (dos números primos), las especies que recibieran en sus propios radiotelescopios este mensaje serían lo suficientemente como para hacer con él un dibujo cuadriculado de 23 x 73 casillas y en él observarían un dibujo en el que mostrábamos -la humanidad- quiénes éramos (el dibujo del mensaje acompaña a este texto, hay que indicar que está en colores solo para visualizarse mejor y el mensaje original solo tendría dos colores, correspondientes a los unos y los ceros).
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Drake mismo cuenta en el libro Murmullos de la Tierra, editado entre otros por el mismo Carl Sagan, que cuando se le ocurrió este sistema de comunicación, envió a unos amigos (los miembros de la llamada “Orden del Delfín”) en 1969 un mensaje más simple de 551 caracteres (unos y ceros, divisible solo por los primos 19 y 29) en el que la imagen mostraba a un humano y varias cuestiones matemáticas. Pero que de todos los miembros de la Orden solo recibió una respuesta, la de Barney Oliver, que le respondía con un mensaje análogo que al volverse una grilla cuadriculada mostraba una copa de Martini con una aceituna al medio.
El propio Sagan siguió con esta idea de la “comunicación matemática” en un libro inspirado en su gran amiga Jill Tarter, Contacto, donde Jodie Foster recibe un mensaje similar, esta vez desde el espacio, y logra decodificarlo.
Las matemáticas fallan
La idea de que las matemáticas eran el lenguaje universal, sin embargo, sufrió un duro traspié cuando en 2000 los cientistas cognitivos George Lakoff y Rafael Núñez (este último, chileno), escribieron el libro De dónde vienen las matamáticas en que explicaban con detalle que las matemáticas de la Tierra dependen del hecho de que somos humanos y que las nociones de número natural, número fraccionario, número real y número complejo descansan sobre metáforas conceptuales que solo entendemos por el hecho de ser seres humanos y disponer de una cognición y sistemas de percepción correspondientes (los números naturales son metáforas de las colecciones de cosas, como las ovejas de un pastor; los números fraccionarios descansan sobre metáforas como la partición de una torta y así).
De este modo, pensar que nuestras matemáticas resultan universales obvía, de acuerdo con Lakoff & Núñez (2000), la importancia de que ellas se sostienen en nuestros sistemas cognitivos que dependen del entorno y de nuestra biología.
De este modo se llega a Arrival (2016). En esta película sobre contacto y comunicación extraterrestre se despacha rápidamente la idea de la “lingua cosmica mathematica” y no es el científico matemático y físico (interpretado por Jeremy Renner), sino la lingüista (interpretada por Amy Adams), quien da con la clave para la comunicación y no se hace en el “lenguaje universal de las matemáticas” con que soñaba Galileo.
El tiempo del lenguaje
Esta solución, tan diferente de la de otras películas como “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, atiende a los hallazgos de Lakoff y Núñez. Y del mismo modo se atiende en especial al tema de la conceptualización del tiempo entre las dos especies (la humana y los heptápodos). Curiosamente, la idea que muestra la película de que la conceptualización del tiempo depende de la lengua que hablemos, es asimismo una idea de Rafael Núñez.
Núñez en un paper que no tiene desperdicio y que escribió con Eve Sweester en 2006 llamado “With the Future Behind Them: Convergent Evidence From Aymara Language and Gesture in the Crosslinguistic Comparison of Spatial Construals of Time”, sostiene que dependiendo de la lengua que hablemos habrá diferentes maneras de conceptualizar el tiempo, algo que está en sintonía con la Tesis Sapir-Whorf, que se menciona varias veces en la película. Y que mientras quienes hablan lenguas occidentales europeas piensan que el tiempo se mueve en una línea y tienen el “futuro por delante y el pasado por detrás”, en otras lenguas como el aymara, se piensa justo al revés: “el pasado por delante, el futuro por detrás”, porque el pasado se ve y el futuro no.
De este modo, aunque Arrival es una película hecha para el “gran público”, sus ideas de base, respecto de las formas de comunicación y las formas que tienen los diferentes seres de entender el universo y, por tanto de configurar sus mecanismos de comunicación, resultan sumamente provocadoras y tienen -en secreto- a un chileno como uno de sus principales inspiradores.
Comentarios
¡Excelente artículo!. Por
Excelente, gracias por esta
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