Desde el domingo 22 de marzo que rige en Chile un toque de queda desde las 22 horas hasta las 5 de la madrugada, medida adoptada por el gobierno con el argumento de evitar contagios por Covid-19. Si la canciller alemana Angela Merkel reflexionó en su minuto sobre la dificultad que se le presentaba a la hora de restringir libertades de la población a raíz de la pandemia, en el país no ha habido debate alguno al respecto. Y ya parece naturalizada la idea de que a cierta hora de la noche, todas las personas deben permanecer en sus casas.
Hace más de 30 años que no había un Día del Trabajador bajo Estado de Emergencia, desde el término de la dictadura. Por lo mismo, el equipo de INTERFERENCIA acudió a las calles de Santiago para registrar lo que ocurre durante la restricción de movimiento aplicada por el gobierno.
Dos horas antes de que comience un nuevo toque de queda, la Plaza Dignidad –también conocida como Plaza Italia– luce la base de la estatua del General Baquedano con una nueva pintura, que tapa los rayados realizados durante las protestas tras el 18 de octubre. A las 20 horas la rodean 12 uniformados de Fuerzas Especiales y dos patrullas de Carabineros. El olor a gas lacrimógeno aún permanece en el ambiente luego de ser usado para reprimir manifestaciones durante el mediodía, en conmemoración del Día del Trabajador.
plaza_dig1.jpeg
A esa misma hora, un equipo de nuestro medio se encuentra en avenida Grecia, cerca de la rotonda que une esta calle con Américo Vespucio. Cerca de las 21 horas, efectivos de Carabineros se llevan detenido a un hombre. Al acercarse a hablar con el teniente de Carabineros que estaba ahí, éste afirma que la detención se produjo por ofensa a la autoridad y amenazas de muerte. Testigos en el lugar cuentan que la persona le había gritado groserías a los uniformados, lo que provocó su captura. El hombre es reducido por a lo menos por cinco policías, y posteriormente es enviado a las 43° Comisaría de Peñalolén.
Otro equipo de periodistas se traslada al sector sur de la comuna de Pudahuel. Ya casi son las 22 horas cuando conversaban con el sargento Bello, quien está patrullando la zona. Cuenta que los delitos que más se están denunciando durante los días de cuarentena están relacionados con violencia intrafamiliar. “Hay al menos 5 llamados al día por ese tema”, dice. También los enfrentamientos entre bandas rivales van en aumento, lo que generó hace unos días la muerte de un joven. Su cuerpo no ha sido entregado por el Servicio Médico Legal a la familia y eso ha provocado velatones y lanzamientos de fuegos artificiales. Una de las velatones se desarrolla durante la noche y madrugada de este 1 de mayo, de manera pacífica. Los vecinos salen de sus casas y pasan en autos.
En la población Lo Hermida, en la comuna de Peñalolén, a esa hora aún se mantiene tranquilo. Los vecinos merodean por las calles, hablan entre ellos. Diez minutos después, el panorama cambia completamente. Se comienzan a escuchar gritos contra Carabineros, a lo lejos, mientras carros lanza aguas y patrullas de Fuerzas Especiales se instalan en calle Caracas, una de las principales vías de la población. La gente les grita desde la oscuridad, pero la cantidad de manifestantes es un grupo muy reducido, que empieza a aumentar a medida que el gas policial se esparce por el cielo.
Media hora después, Carabineros lanza bombas lacrimógenas luego de una redada. Sin mediar provocación alguna y luego de ya haber dispersado a los manifestantes, los efectivos disparan sus carabinas lanza lacrimógenas a un grupo de departamentos en medio de la población. Además de los vehículos móviles, efectivos avanzan agrupados de a diez personas, aunque no se ven manifestantes en el lugar. Por los cielos, un dron policial recorre incesantemente los techos, calles y pasajes de Lo Hermida.
"Me parece un aprovechamiento el toque de queda. Entre diez y cinco de la mañana no tengo más riesgo de contagiarme que en el día", dice Roxana, integrante de la brigada de salud de Lo Hermida. Para ella, el toque de queda es sinónimo de lacrimógenas y enfrentamientos en su barrio. Su molestia emerge cuando el gas entra por el patio de su casa a distintas horas del día.
Pasadas las diez de la noche, un grupo de vecinos se manifiesta con cacerolas en la Villa Olímpica, comuna de Ñuñoa. Carabineros dispersa la manifestación tirando lacrimógenas en la villa. Los gases llegan a los departamentos, mientras otras personas arman una barricada cerca de avenida Grecia. La manifestación se termina unos cuarenta minutos después.
F. está mirando junto al equipo de prensa de INTERFERENCIA cómo pasan los lanzagases en calle Caracas, en Lo Hermida. Tiene 18 años y ha sido parte de la primera línea en las manifestaciones en Plaza Dignidad. Ante la pregunta sobre qué hace falta para que las protestas terminen, responde que “cuando haya educación, cuando mejoren las pensiones para los ancianos, cuando haya salud, cuando mi hija tenga un futuro" dejará de salir a la calle a enfrentarse con Fuerzas Especiales.
"Yo salgo a guerrear por mi abuela, porque se enfermó y en el hospital le cobraron. Porque le dieron unas pastillas y se terminó muriendo. Salgo por ella y por mi hija, para que pueda ser lo que quiera ser: bailarina, futbolista, ingeniera...", agrega F.
A unos metros de calle Caracas, se encuentra Roxana, quien escucha los gritos contra Carabineros desde el patio de su casa. A su lado se ve una lavadora y la ropa tendida. Vive junto a su padre, su pareja y sus dos hijos, todos presentes en la vivienda mientras la nube de lacrimógena pasa cerca. Juegan Carioca mientras siguen explotando las bombas antidisturbios afuera.
“Si antes decíamos que los que salen no tenían nada que perder, ahora sí que es verdad: sin pega, sin salud, sin nada", dice Roxana, cuando se le consulta si es que cree que el estallido social se acabó.
Sebastián, de 26 años y quien va ganando hasta el momento la partida de naipes, dice que él no tiene “mayor necesidad en el coronavirus, pero yo veo la necesidad de una comunidad, que va a perder perder su empleo. La pandemia va a mostrar las reales necesidades de la gente".
Maipú en silencio
Cerca de las siete de la tarde, se escucha un tímido cacerolazo en las cercanías de metro Las Parcelas. Minutos después, un grupo de unas 50 personas se manifiesta haciendo sonar sus ollas. A unos metros de ahí, se ve cómo el Supermercado ALVI ya funciona de manera normal, aunque durante algunos días del toque de queda post 18 de octubre funcionó como centro detención ilegal de militares y eso generó que fuera el foco de protestas en la zona durante noviembre y diciembre del año pasado. El día del Carabinero y del Joven Combatiente también se manifestaron en lugar.
maipu2.jpeg
En plaza de Maipú el silencio es absoluto a solo minutos que comience el toque de queda. Poco antes de las diez de la noche ya no se ven personas transitando. Hay dos patrullas de carabineros en la intersección de calle 5 de Abril. Hay una compañía de bomberos en la esquina de plaza, de ahí sale uno de los efectivos de bomberos, que conversa con los periodistas de INTERFERENCIA.
Christopher Paredes es capitán de la octava compañía de bomberos de Rinconada de Maipú. El hombre afirma que están resguardándose con insumos médicos, mascarillas y cuidando la distancia y que desde la llegada de la pandemia por Covid-19 la plaza ha estado “tranquila”.
“Estos días no hemos tenido tantos llamados. Desde que estamos con el toque de queda está tranquilo. Desde el 18 de octubre la Plaza de Maipú era la plaza Dignidad de Maipú, teníamos muchos llamados antes del Covid-19, eso sí los manifestantes siempre nos respetaron y ayudaban. Ahora con la pandemia cambiamos el sistema de guarda y tenemos un protocolo estricto, para resguardarnos, especialmente para cuidar a nuestras familias”, dice Paredes.
El equipo de INTERFERENCIA recorre la plaza, pero no hay más que silencio.
De vuelta al centro de santiago, Plaza Dignidad sigue con olor a lacrimógenas. Tal como en la tarde, ya no se ven personas pasar por el sector. De los 12 uniformados que resguardaban el lugar, ya pasada la medianoche solo quedan dos de ellos, que observan la plaza a los pies de la estatua de Baquedano. En una esquina, un furgón de Carabineros estacionado prende sus luces. Es el único vehículo en la zona, iluminando la calle.
Esta crónica fue realizada por los periodistas de INTERFERENCIA Lissette Fossa, Paula Huenchumil, Nicolás Massai, Diego Ortíz y Francisco Velásquez.
Comentarios
Añadir nuevo comentario