Había altas expectativas respecto de lo que podía pasar en televisión durante la jornada de la segunda vuelta de la elección de gobernadores, pues se estarían resolviendo en las urnas varias de las incógnitas políticas que se plantearon después de la anterior elección de mayo de 2021.
Todo hacia presagiar que sería una linda fiesta democrática y que Karina Oliva -apoyada por el Frente Amplio y el Partido Comunista- obtendría la victoria, pero la realidad fue otra. En mi manera de ver, el protagonismo lo tomó la abstención (la participación fue apenas de 19,6%), por lo que la pregunta acuciante durante ese jornada era -y es- acerca de cómo mejorar la lectura de aquellos ciudadanos y ciudadanas que no se motivaron para ir a votar.
Tal vez haya claves en las propias coberturas de los canales. Los noticieros estaban en modo matinal, y desde temprano se veía que el ausentismo sería el protagonista en los centros de votación del país. Por eso, los despachos se trasladaron a las ferias, los mercados persas, caletas, desde donde se armaron notas divertidas, con gente disfrazada, vocales de mesa jugando al fútbol o preparando asados. En suma, cualquier cosa servia para matar el aburrimiento, mientras lo que se veía en las pantallas era gente que parecía más bien ver ese día como una oportunidad de salir sin la necesidad de sacar un permiso, ante la severa cuarentena total de la Región Metropolitana y una buena parte del país.
La cobertura en modo matinal desaprovechó la oportunidad de explicar qué se jugaba en estas elecciones.
Una oportunidad desaprovechada para hacer pedagogía política, por ejemplo de las atribuciones de los gobernadores o de los programas de los candidatos. Algo que tal vez habría entusiasmado más a las personas, si es que entendían mejor qué estaba en juego y cómo les podía afectar.
Sebastián Piñera algo de sabor puso cuando se refirió al estatuto de garantía que Daniel Jadue exigiría en un eventual gobierno suyo al Ejercito y a la Democracia Cristina (DC): “Jadue tiene una muy mala comprensión de la democracia y el Estado de Derecho”. Jadue respondió, primero, en tono de arrepentimiento por sus dichos; “no era necesario pedir garantías a las instituciones" pero luego contraatacó: "El presidente está acusado en la CIDH por no defender ni respetar la democracia. No le voy a contestar”. Por lejos lo más sabroso de la jornada, junto a la disculpa media obligada del ministro Enrique Paris al personal de salud, a quienes ninguneó el día anterior, aunque el titular de Salud insitió en que mal interpretaron sus palabras.
Avanzó el día y la TV arrastró a los espectadores a un espiral de aburrimiento previo al conteo votos. Los noteros seguían haciendo periodismo divertido para rellenar en la fiesta democrática, mientras que la gran mayoría no se sentía invitada.
Llegó el momento del conteo, que siempre es entretenido, aunque no marque tendencias, y en menos de dos horas el Servel ya tenía los resultados de las votaciones. Vendría el trago amargo para los derrotados, y también el golpe de realidad para muchos de ellos, en especial para la derecha que solo consiguió un gobernador de 16.
De todos modos, en términos personales, el drama más intenso estuvo en la disputa por la Región Metropolitana. Karina Oliva empezaba a perder la Región Metropolitana en manos de Claudio Orrego, pese a que el conteo inicial la beneficiaba y, ya con 70 mil votos de distancia la diferencia era irremontable (al final serían 81.000 votos de diferencia) antes de llegar a contar el 100% de las actas.
Debían empezar las explicaciones.
Daniel Matamala en Chilevisión aventuró una explicación parcial para el triunfo de Orrego por los votos de las comunas del Rechazo (Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea), las cuales triplicaron sus votos al candidato DC respecto de la primera vuelta. No es toda la explicación del resultado, pero sí apuntó a lo medular tempranamente.
Por su parte, Alejandra Matus en Pauta Libre de La Red, ensayó también una explicación interesante para la abstención: “La gente tiende a no ir a votar cuando sienten que no se les va la vida”, con lo que contrastó este resultado con la elección de Convención Constitucional, cuya participación anduvo en torno al 40%, es decir el doble que en esta ocasión.
Salvo este par de luces, muy preeliminares, poco y nada ofreció la TV ese día para comprender un resultado histórico, en el que el 80% de los electores se quedó en la casa.
Estado Nacional de TVN por su lado entrevistó al gran ganador individual de la noche; Claudio Orrego, lo que es meritorio hasta cierto punto. Pero el gobernador electo no salió mucho de su guión, y simplemente atribuyó su victoria al reencanto de la gente con su partido y a problemas de la campaña de Oliva, la que -a su juicio- "usó un lenguaje de destrucción” que no fue bien valorado por los electores.
En tanto, Tolerancia Cero, de CNN, también contó con Orrego más tarde, pero ahí se vio mucho mas suelto. Ahí se despacho declaraciones interesantes: “Nunca he votado derecha ni comunista” o “es muy probable que mi candidata sea [Yasna] Provoste [DC]” en desmedro de Paula Narváez (PS), quien ni siquiera fue nombrada por el gobernador electo. Sobre los presos del estallido del 18-O, Orrego se mantuvo en su posición dura: "¿Le han preguntado a los chilenos? Consultemos. Tengo la impresión de que la gente no quiere que le destruyan la ciudad”.
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A pesar de que no sucedió por TV, sucedió en Twitter en su modo paratelevisivo y me tuvo de protagonista inesperado. Se trata de mi discusión con Marta Lagos, encuestadora, fundadora de Latinobarómetro y Mori, el sábado 12 de junio, en la víspera de la jornada histórica, quien cuestionó mi labor como comentarista de la TV por el hecho de trabajar de manera pseudónima.
Me detengo acá porque creo que amerita reflexión.
Para quien no conoce los hechos: Frente a una crítica mía en Twitter respecto de un panel de TVN que no contemplaba representantes de la Lista del Pueblo, Lagos me preguntó en la misma plataforma por mi identidad, ante lo que le respondí "soy Mr. Wolf, la voz de muchas y muchos, la pesadilla de varias y varios y el dolor de cabeza del poder. Mucho gusto señora Marta", con lo que se inició una fuerte reacción de los twitteros en defensa de mi modo de presentarme ante el público y en crítica de Lagos, por no comprender las nuevas dinámicas y posibilidades del mundo digital.
La respuesta no satisfizo a Lagos, quien reclamó: "@InterferenciaCL Hay una persona que trabaja con uds. que se hace llamar Mr. Wolf aquí en Twitter. Se molestó porque le pregunte cómo se llamaba y echó a todos su perros encima. ¿Ese es el periodismo que Uds. promueven, esa persona los representa?", lo que también produjo una fuerte reacción en mi favor.
Rescato y agradezco en particular la consigna "Yo soy Mr. Wolf" que muchos pusieron en sus cuentas, pues habla de las dinámicas horizontales y no elitistas de las redes sociales, donde incluso alguien sin nombre, puede influir -modestamente- en leer la forma en que vemos TV. Aunque los pseudónimos en la prensa son una realidad antigua, pues buscan que algunos podamos hablar con entera libertad, e intentar revelarlos, casi siempre ha sido una práctica autoritaria.
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