Hace muchos años Evo Morales era solamente un dirigente cocalero, respetado, que fue creando vínculos y asociaciones políticas tan fuertes que lo llevaron a ser diputado por Cochabamba en 1997.
En un brutal ascenso llegó a ser candidato a presidente en las elecciones de 2002, perdiendo contra Gonzalo Sánchez de Lozada quien finalmente tuvo que renunciar a la presidencia en 2003 por la llamada guerra del gas. El segundo levantamiento popular que veía Cochabamba y el país en tres años, primero había sido con el agua en el 2000. El gobierno anunció que el agua y luego el gas serían privatizadas. La respuesta de la población fue volcánica, desde los barrios altos bajaban los pobladores y las cholas defendían a sus hijos afirmando que sin agua no habría vida. Tomaron la ciudad durante cuatro días y corrió sangre como cada vez que el pueblo boliviano se levanta y el gobierno protege sus intereses. Lo mismo sucedió en 2003 con el gas, donde hubo 60 muertos y más de 400 heridos.
Son algunos de los miles de ejemplos de cómo se mueve y organiza la gente de Bolivia. Tiene desde siempre una gran formación política, asamblearia dentro del mundo y la cosmovisión indígena. Cuando algo estalla, más allá de las organización previas que tomaron decisiones, se dan en las plazas, ferias y cualquier tinglado, asambleas populares donde la gente toma las decisiones del curso de acción. Para entender Bolivia, es importante entender el funcionamiento de los individuos y sus colectivos. El mundo tiene una imagen, tal vez, negativa del boliviano, como pasiva, de servidumbre, pero cuando se levanta, rompe con todo lo que lo limita.
Sánchez de Lozada tuvo que renunciar a la presidencia y quedó a cargo el ahora famoso y conocido Carlos Mesa, un periodista que parecía más conciliador y así llamó a un referéndum para resolver la problemática del gas. Igual se fue el gobierno de mala forma, con un país en crisis económica y social. La pobreza en Bolivia era 59,6% según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de ese país.
Así en las elecciones presidenciales de ese año, Evo Morales alcanzaría casi el 54% de los votos, convirtiéndose en el primer presidente indígena al asumir el 22 de enero de 2006.
El MAS y el movimiento indígena
Para entender la Bolivia de hoy, definitivamente hay que entender el proceso realizado por el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales. De ser pobres y discriminados los campesinos e indígenas pasaron a ser incluidos por momentos y tener una mejora notable en la calidad de vida. Bolivia se convirtió en el Estado Plurinacional de Bolivia y con el cambio constitucional impulsado por el MAS, se reconocieron constitucionalmente 34 naciones indígenas, al mismo tiempo que se recompusieron derechos y formas de vida pre existentes, como los tribunales indígenas que juzgan determinados delitos sin la necesidad de intromisión del poder judicial.
No es lo que se denomina un país occidental. La mayor parte de la población es indígena y por lo tanto hay otra cosmovisión y otra manera de vivir.
Hay muchos movimientos organizados que tienen asambleas y representantes, cooperativas y demás formas de autodeterminación. La representatividad es muy importante y también el debate. En el mundo indígena, los acuerdos y debate son constantes.
Si bien durante el gobierno de Morales se apoyó al campesinado y se propició el crecimiento de la cultura política, al igual que todos los gobiernos de América Latina, posteriormente comenzaron a debilitar a las personas y organismos más críticos o radicales y a callar el pensamiento crítico. La representatividad política se fue acumulando cada vez en menos manos hasta que Evo quedó como único candidato posible, pero esto fue algo propulsado por ellos, no son víctimas, ya que en Bolivia hay muchísima gente formada políticamente que podría haber recibido apoyo popular para generar una transición sin la perpetuidad del personalismo. Al día de hoy, muchas fuentes indican el malestar de Álvaro García Linera, su vicepresidente, que no estaba de acuerdo con una nueva aventura presidencial, quien ya había dicho algunas veces que quería dejar la política.
Al mismo tiempo que el gobierno generó estos procesos menos democráticos que defraudaron a muchas personas hasta el día de hoy, también generó una innegable distribución de la riqueza.
Con esto también se dió un revivir de la guerra racial de los 80, en una nueva versión más concentrada entre la gente de la ciudad versus el campesinado. Hoy se ve mucho más claro cuando queman las whipalas (la bandera de los pueblos indígenas) y golpean a las cholas de pollera, pero eso nunca dejó de suceder, y cada vez fue peor.
En los 80 cuando uno entraba a una universidad en Santa Cruz de la Sierra, encontraba escritos que decían “Haga patria, mate un colla” y si entrabas a otra en La Paz, encontrabas otro que decía “Haga patria, mate un camba”. Collas se le dice a las personas del altiplano y equivale a aymara, mientras que camba se le dice a la gente del oriente, más exactamente a los cruceños.
El racismo fue creciendo y se volvió a ver cada vez más en las zonas de Cochabama y Santa Cruz con grupos extremistas que salen a pegar y perseguir collas.
Lo que sucede hoy en Bolivia sorprende a todas las personas que justamente no la conocen. Su idiosincrasia para bien o para mal siempre fue combativa y sobrados son los ejemplos, como mencionamos al principio. Los mineros en sus protestas a veces utilizan dinamita y han volado un palacio de justicia. En 2011 luego a la marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), donde marcharon miles de indígenas por todo el país en contra de la construcción de una carretera que pasaba por tierra indígena, el gobierno comenzó a dividir a las organizaciones que la convocaron. Cierto es que que Santa Cruz también tenía interés en que no se haga esta carretera, ya que esa zona tiene el monopolio de transporte hacia Paraguay y Brasil, conformando un gran problema para el gobierno, que comenzó a trabajar cada vez más para debilitar a los organismos sociales e indígenas disidentes y que hasta cometieron atropellos contra ellos.
Entendiendo la forma de protesta y la violencia que se suscita, los últimos años del proceso no ayudaron en nada a la paz social y ayudaron a las subjetividad fascista de los grupos extremistas que suelen tener, además, relaciones con las empresas más pudientes de Santa Cruz y en otros casos ayuda externa de países con intereses en la región.
La guerra racial que hay se debe también a que la gente del oriente, específicamente la cruceña, tiene una ascendencia diferente y ha existido hasta el deseo independentista, por lo que el odio hacia el colla es muy fuerte. Hay que entender el trato histórico hacia el indígena en el continente, hasta el día de hoy, es tratado por amplios segmentos sociales como una cosa y no como una persona. Sin entender esto, cualquier análisis peca de subjetivo.
El problema político
Llegando a los problemas más inmediatos, en Bolivia, por la Constitución, los presidentes pueden presentarse solo dos veces. Lo que sucedió -y que tiene relación con la actual situación- es que en febrero de 2016 se hizo un referéndum o plebiscito para que la gente vote sí quería un cuarto mandato de Evo. Ganó el No. Morales perdió por el 51,3 % contra 48,7 %. Luego Gracias al Tribunal Constitucional y al reconocimiento del Tribunal Supremo Electoral, ambas entidades acusadas en Bolivia de ser funcionales al gobierno,
Morales logró ser candidato una vez más. A pesar de que muchas cosas de los gobiernos de Morales lo colocan tal vez como el mejor presidente de Sudamérica, el conflicto social fue escalando al mismo tiempo que la decepción y el rencor contra el gobierno, y por supuesto, del otro lado apareció Luis Fernando Camacho.
Sobre este famoso personaje -el cual es muy peligroso y para entender su protagonismo- hay que saber que es heredero de un conglomerado familiar que maneja negocios inmobiliarios, avícolas y gasíferos, más específicamente heredero del Grupo Empresarial de Inversiones Nacional Vida S.A. Su familia era dueña de una empresa de gas que fue estatizada por el gobierno de Evo Morales y -al igual que el litio- estos representan intereses muy fuertes no solo para la élite cruceña sino para Estados Unidos.
Su activismo comenzó cuando tenía 23 años como vicepresidente de la organización cívica Unión Juvenil Cruceñista, pero fue calificada por la Federación Internacional por los Derechos Humanos como “una especie de grupo paramilitar” que realiza actos de racismo y discriminación contra habitantes e instituciones indígenas de la zona.
En 2015 ingresó en el Comité Cívico Pro Santa Cruz, donde su padre fue presidente entre 1981 y 1983. Desde febrero de 2019, Camacho preside esta organización que nuclea entidades empresariales, vecinales y laborales de la región donde se reúne la mayor parte de la oposición.
Por otro lado, hay medios locales que lo vinculan con los Panamá Papers como intermediario, a partir de la creación de tres sociedades (Medis Overseas Corp., Navi International Holding y Positive Real Estates) para “coadyuvar a personas y empresas a esconder sus fortunas en entidades offshore [en paraísos fiscales] lavar dinero y establecer esquemas de evasión de impuestos”. Se tata de una persona de ultra derecha, ultra católico, fascista, misógino y racista que terminó imponiéndose como representante de una parte de la sociedad y apabullando al propio Mesa, quién es el segundo candidato más votado de las recientes elecciones, quien hoy, tímido, apoya las acciones del Macho Camacho.
El resto es historia más conocida. Llegó el día de las elecciones y esa noche, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) suspendió -por sorpresa- el conteo rápido con el 83% escrutado y con una tendencia que apuntaba a que iba a haber segunda vuelta entre el mandatario boliviano y el candidato opositor, Mesa. El lunes 21 de octubre, el TSE otorgó el 46,4% de los votos a Morales, contra 37,07% para Mesa, con el 95,63% del conteo realizado. La brecha se acercó a los diez puntos necesarios para ganar en primera ronda. Mesa denunció "fraude". A partir de ahí muchos grupos bolivianos inundaron las calles en protestas por el resultado de las elecciones. El malestar no es para menos, la institucionalidad del Gobierno se veía resquebrajada por dentro y obviamente por fuera. Evo brindó dos conferencias de prensa, se había proclamado ganador y esto no ayudó a los ánimos. Denunció que estaba en marcha un Golpe de Estado y de nuevo la población general de América Latina -desconociendo Bolivia- no lo creyó.
Acá hay errores de todas partes, pero no podemos dejar pasar que siempre quien ocupa un cargo de estado y es funcionario público tiene una gran responsabilidad, y por el otro lado ahí está la derecha más dura y fanática de América Latina. Los comités cívicos llamaron a paro indefinido y Camacho le dió 48 horas a Morales para que renuncie. El infierno estaba desatado.
Llegó la misión de la OEA (Organización de Estados Americanos) que tiene un funcionamiento parcial y acorde a los intereses de Estados Unidos, y por eso mismo tardó solo dos días en llegar a Bolivia, mientras que a Chile llegó recién luego de tres semanas y nada ha pasado. El propio presidente de la OEA es Luis Almagro, ex canciller de quien fue presidente de Uruguay, Pepe Mujica. Luego de que Almagro sin consulta con el partido dió declaraciones que favorecen a la intervención de Estados Unidos a Venezuela, este fue echado del Frente Amplio uruguayo.
Evo a esta altura ya sabía firmemente que habia un levantamiento contra él. Entonces, para apaciguar, determinó que lo que diga la OEA iba a ser vinculante. Un gesto correcto, pero tardío, porque las irregularidades en las elecciones habían sucedido.
Camacho no esperó y agitó a sus facciones para enfrentar al pueblo y llegaron a La Paz. La OEA lanzó un primer informe preliminar donde anunció irregularidades y esto no ayudó. La derecha repitió "fraude" sin parar.
Morales huyó al Chapare. Anunció desde ahí que iba a llamar a nuevas elecciones, por lo cual, como presidente en ejercicio, hizo lo correcto, pero no alcanzó y las Fuerzas Armadas le pidieron su renuncia. Como se sabe, históricamente el Ejército nunca sugiere, siempre ordena. De esa manera, Evo renunció y comenzó su epopeya para llegar a México.
El Golpe se dió por la ambición de una facción de derecha y la persecución se profundizó. Pero hay que entender que en el medio hay mucha gente que se sintió defraudada con Evo, y que todo es más complejo de lo que parece.
Camacho en La Paz entró al palacio de Gobierno, apoyó la Biblia sobre una bandera boliviana y proclamó: “la Biblia ha vuelto al palacio”. Luego arrancaron las banderas de los pueblos originarios y las quemaron en las calles. Mientras que Evo volaba a México, en Bolivia se suscitaron muchos hechos violentos. Y se habla de 18 muertos y los militares, policías y paramilitares persiguen a la gente de El Alto, donde los Ponchos Rojos junto a la población gritan “Ahora sí, guerra civil”.
No hay Estado de derecho para nadie y la gente no quiere ser perseguida ni perder los derechos adquiridos. En un mar de incertidumbre y represión, se convocó a Asamblea Legislativa para el día martes 12 de noviembre. Los diputados y senadores del MÁS no tienen la seguridad garantizada y son necesarios para dar quórum. Sin ellos no se puede aprobar ni la renuncia de Morales ni Linera.
No parece importar y frente a un auditorio vacío Jeanine Añez, del Partido Demócrata, se autoproclamó presidenta constitucional de Bolivia.
El continente se ve envuelto en una crisis que solo tiene precedentes en los tiempos más oscuros. No alcanzan las horas y la información vuela, si te distraes un segundo, alguien queda ciego en Chile o muere en Bolivia.
* Nazareno Roviello es periodista independiente de investigación y activista por los derechos humanos. Se ha especializado en política latinoamérica, cárceles y terrorismo estatal. Trabaja para La Retaguardia y El Furgón de Sudestada, entre otros medios.
Comentarios
Excelente nota de Nazareno,
El primer requisito de
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