Un viejo dicho de la Guerra Fría era que si en Moscú se estornudaba, los comunistas del mundo se resfriaban.
Algo similar puede suceder a partir de este domingo en Sudamérica. La elección presidencial en Brasil promete contagiar al resto de la región, para bien o para mal. Por eso, las distintas corrientes políticas de los países de la región están siguiendo de cerca estos comicios.
Un triunfo del diputado y ex capitán de Ejército Jair Bolsonaro sería un fuerte empujón para las fuerzas ultraderechistas de la región que están tratando de imitar la trayectoria de Donald Trump. En cambio, una victoria de Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores y de su líder Lula da Silva quien cumple una condena de 12 años de cárcel por corrupción, daría un cierto respiro a la izquierda sudamericana que ha sufrido fuertes derrotas electorales en los últimos años. En tanto, un buen desempeño del centro-izquierdista Ciro Gomes, quien fue ministro tanto en el gobierno de Itamar Franco como en el de Lula, también significaría una tregua para ese sector.
Este aparente frente unido en contra del candidato de la derecha extrema no significa que no pueda ganar. Después de todo, Trump enfrentaba un escenario parecido.
Este domingo, casi 150 millones de brasileños estarán convocados para decidir quién será el próximo presidente del país más populoso y de mayor poderío económico en América Latina (en términos de Producto Interno Bruto, la economía brasileña es más de siete veces más grande que la de Chile). Todos los sondeos indican que ningún candidato obtendrá el 50% de los votos para ingresar este domingo al Palacio de Planalto, por lo que habrá un balotaje entre los dos más votados el próximo 28 de octubre.
El sondeo del 4 de octubre de DataFolha, la encuestadora del diario Folha de Sao Paulo, arroja que Bolsonaro lidera con un 35% de los votos, seguido de Haddad con 22% y Gomes con 11%. Con vistas a una segunda vuelta, el camino estaría casi bloqueado para el ex militar, ya que tiene un nivel de rechazo de 46%, mientras que las demás fuerzas políticas aseguran que se unirán en contra de él en el balotaje. Incluso la revista británica The Economist, que nunca fue muy favorable al PT y Lula, tituló en su edición impresa del 20 de septiembre “Jair Bolsonaro, la última amenaza en América Latina”.
Sin embargo, este aparente frente unido en contra del candidato de la derecha extrema no significa que no pueda ganar. Después de todo, Trump enfrentaba un escenario parecido y logró conquistar la Casa Blanca en noviembre de 2016.
Bolsonaro, Kast y Uribe
Aunque este ex militar lleva casi un cuarto de siglo en el Congreso, su meteórico ascenso se produjo recién en los últimos años. Bolsonaro no oculta su admiración por la dictadura brasileña (1964-1985), es un ferviente partidario de aplicar mano dura al crimen al armar a la población civil, y favorece políticas que abran más la economía brasileña al mundo de las finanzas e inversiones globales. Por esto último es uno de los favoritos del “mercado” brasileño.
Para las fuerzas de izquierda y centro-izquierda de la región, un buen desempeño de Haddad este domingo sería un bálsamo para sus recientes heridas electorales.
En ello se parece en algo al ex presidente colombiano Álvaro Uribe y a su delfín y actual mandatario Iván Duque. En Chile su símil es José Antonio Kast. De hecho, el ex diputado de la UDI se iba a reunir con Bolsonaro, pero el atentado a cuchillo que el brasileño sufrió a inicios de septiembre postergó el encuentro. A ambos los une también saber aprovechar el llamado “voto evangélico” más conservador y ser los regalones del mercado bursátil.
Sin embargo, no todos en la derecha sudamericana están cómodos con la figura del candidato que lleva la delantera. Incluso Jacqueline van Rysselberghe, la timonel de la UDI, trató de poner distancia. "No me comparen con Bolsonaro por favor, es un exceso”, afirmó. “Es un personaje peculiar, bastante extremo en sus posiciones. Nosotros en la UDI somos frontales, no extremos".
Haddad (y sus amigos)
Para las fuerzas de izquierda y centro-izquierda de la región, un buen desempeño de Haddad este domingo sería un bálsamo para sus recientes heridas electorales.
Sin embargo, la relación de estas fuerzas con los anteriores gobiernos del Partido de los Trabajadores ha sido más bien tibia. Tanto Lula como Dilma Rousseff mantuvieron una cierta distancia, tanto de los gobiernos bolivarianos como de la socialdemocracia tradicional.
En el caso de Chile, por ejemplo, el “petismo” se mostraba más cercano a caras nuevas, como la de Marco Enríquez-Ominami en su momento, que de las viejas figuras de la Concertación. Después de todo, estas, en especial Ricardo Lagos y su séquito, eran más cercanas al ex presidente Fernando Henrique Cardoso que a Lula da Silva.
"Seguramente José Antonio Kast estaría muy feliz con el triunfo de Bolsonaro, pero espero que no sea así”, dice Guillermo Teillier.
Con todo, la vieja guardia concertacionista apoyó en masa la candidatura de Lula pese a estar en prisión. En julio pasado, más de 40 dirigentes, entre ellos la ex presidenta Bachelet y también unos pocos miembros del Frente Amplio, respaldaron en una carta que Lula se presentara a los comicios.
Sin claridad sobre qué rumbo de apoyos internacionales podría tomar el PT bajo la figura de Haddad, los apoyos a su candidatura nacen más bien del rechazo rotundo a Bolsonaro.
“Me gustaría que saliera electo un demócrata”, afirma Heraldo Muñoz, ex canciller y presidente del Partido por la Democracia (PPD). “No un ultraderechista que niega los derechos humanos, que discrimina, como Bolsonaro. Cualquier menos el señor Bolsonaro”.
“Creemos que dentro del escenario actual, Fernando Haddad es la mejor opción”, asegura Tomás Hirsch, diputado del Partido Humanista que pertenece al Frente Amplio. “Si gana Bolsonaro, sería tremendamente peligroso y un retroceso importante para todo el continente”.
“El candidato que más me gusta es Haddad, que lleva a una candidata a la vicepresidencia que es del Partido Comunista brasileño (Manuela D’Avila)”, dice el diputado y jefe del Partido Comunista, Guillermo Teillier. “Lo único que espero es que no salga Bolsonaro. Seguramente José Antonio Kast estaría muy feliz con el triunfo de Bolsonaro, pero espero que no sea así”.
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