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Sábado, 20 de Abril de 2024
Serie Caso Luksic (Parte 4)

Caso Lucchetti: Luksic y sus amigos de la Concertación

Maximiliano Alarcón G. (Desde Lima)

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Andrónico Luksic Craig y Ricardo Lagos Escobar
Andrónico Luksic Craig y Ricardo Lagos Escobar

La situación judicial de Andrónico Luksic en Perú fue un tema de Estado para el ex presidente Ricardo Lagos. Aquí detalles desconocidos u olvidados de la férrea defensa del gobierno de Chile a los intereses particulares del empresario.

Admision UDEC

“¿Tan rápido nos van a cobrar de vuelta la solidaridad nuestros amigos de Chile?”, se quejó ante sus asesores el Presidente de Perú, Alejandro Toledo, a inicios de su mandato en agosto de 2001.

Unas horas antes, el flamante mandatario había recibido de manera informal en el piso 20 del edificio de PetroPerú a una delegación de chilenos que iba en representación del gobierno del Presidente Ricardo Lagos Escobar. Uno de los temas en el que los chilenos insistieron, fue conversar sobre la situación de la empresa Lucchetti en Perú -perteneciente al conglomerado encabezado por la familia Luksic- la cual se encontraba en un momento crítico en ese país.

Tres años antes de la reunión, el empresario chileno Andrónico Luksic Craig había conseguido construir una fábrica de Lucchetti en una reserva natural ubicada en Lima, gracias a la ayuda ilegal de Vladimiro Montesinos, principal asesor del entonces presidente Alberto Fujimori. Pero en 2001, poco antes de que Toledo asumiera el poder, se habían conocido los Vladivideos que evidenciaban que Luksic Craig y el ejecutivo chileno Gonzalo Menéndez habían pedido favores fuera de la legalidad al fujimorismo.

La trama judicial y personal de Luksic en torno al caso Lucchetti -cuya construcción había sido paralizada a fines de los años 90 para, después de un intenso lobby, recibir luz verde- se convirtió en un asunto de Estado para el entonces gobierno de la Concertación. “En esos momentos claro que pensamos que se trataba de un tema de Estado y no sólo de un conflicto entre un empresario chileno con las autoridades locales de Perú”, recuerda un importante personero de la Concertación que participó, en parte, en las gestiones a favor de Luksic. “Sentíamos que gran parte del rechazo a la entrada de Luksic se debía a los sentimientos anti chilenos que subsistían en ese país, además de ser utilizado para fines políticos locales”.

El gobierno de Ricardo Lagos y las elites de la Concertación se convirtieron a inicios de la década de los 2000 en los principales aliados políticos del empresario de origen croata en su conflicto por la planta de Lucchetti en Lima.

Toledo acorralado

Tras la emisión del primer Vladivideo el 14 de septiembre de 2000 -que mostraba cómo el jefe de la inteligencia peruana sobornaba y era sobornado por dirigentes empresariales, judiciales, políticas y de prensa- el régimen de Alberto Fujimori se derrumbó en cosa de semanas. Tras esto, el 3 de junio de 2001 se realizaron elecciones en Perú, las cuales ganó Alejandro Toledo, personaje hoy detenido en Estados Unidos acusado de haber recibido coimas por 20 millones de dólares de parte de la constructora brasileña Odebrecht.

Pero a principios de aquella década Toledo era más bien sinónimo de democracia, el encargado de la transición peruana después de la estela de muerte y corrupción que dejó el fujimorismo. En este contexto, el hoy procesado ex presidente tenía clara su posición respecto del caso Lucchetti, al menos mientras estaba en campaña.

Mientras hacía campaña, Toledo fue uno de los que adhirió al boicot de no comprar pastas de la marca chilena, Lucchetti, acción impulsada por Alberto Andrade, alcalde de Lima quien desde 1997 era el principal enemigo político de la empresa, ordenando la paralización de la construcción de la fábrica.

Pero Toledo no contaba con que el gobierno de Ricardo Lagos llevaría adelante un fuerte lobby político para favorecer la situación de Luksic Craig. Tras conquistar la presidencia en abril de 2001, derrotando al ex presidente Alan García, quien se suicidó este año, el mandatario tenía sentimientos encontrados. Según testimonios dados a INTERFERENCIA por ex personeros de la Concertación y asesores de Toledo de aquella época, el otrora mandatario de Perú se sentía acorralado frente a sus pares políticos de Chile, puesto que durante su campaña presidencial varios de ellos desempeñaron un papel importante en su campaña presidencial.

Toledo visitó Chile a fines de 2000 cuando recién aspiraba a la presidencia y fue recibido por personajes como Ricardo Lagos, Patricio Aylwin y Hortensia Bussi, citas organizadas principalmente por Enrique Soler (PPD) y Esteban Silva (ex PS). En estas reuniones la Concertación entregó su respaldo y experiencia obtenida durante la dictadura contra Augusto Pinochet. De estas reuniones con los chilenos, Toledo habría sacado la idea de realizar en julio de ese año la “Marcha de los cuatro suyos”, la que congregó desde movimientos sociales de izquierda hasta la derecha anti fujimorista, protestando por el supuesto fraude en las últimas elecciones que Fujimori había ganado en 2000.

Por esto cuando los representantes políticos chilenos comenzaron a abogar a favor de Luksic, Toledo tuvo que bajar la intensidad de su postura respecto de Lucchetti y dejar de llamar al boicot.

Un ejército chileno en Lima

Durante su conflicto en Perú, Andrónico Luksic Craig y Lucchetti -empresa adquirida por su padre en 1968- recibieron un fuerte apoyo político desde Chile. El actual senador de Andrés Allamand (RN), como también el ex diputado Edmundo Eluchans (UDI), formaban parte de su equipo de asesores. Allamand era el nexo con el primer ministro de Toledo, Roberto Dañino, a quien había conocido compartiendo estudios en Estados Unidos. Mientras que el segundo, ejercía como abogado del empresario chileno.

Los cancilleres del gobierno de Lagos, Soledad Alvear e Ignacio Walker (ambos DC), realizaron varias declaraciones públicas a favor de la empresa cuando les tocó ocupar el cargo de Relaciones Exteriores. “Por el caso Lucchetti los inversionistas chilenos pierden la confianza en Perú”, afirmó en diciembre de 2002 Alvear, según lo que consignó el diario peruano La República. Eran los tiempos en los que Chile se creía el jaguar de Sudamérica. Unos años después, en julio de 2005, su sucesor Ignacio Walker afirmó a La Tercera: “Pensamos que así como hemos tenido la voluntad para avanzar en otros temas, también se pueda avanzar en este. Esperemos que el caso Lucchetti no se interponga en este camino y creo que hay vías de solución que se pueden explorar”.

El primero en visitar a Toledo en Lima cuando ya era presidente fue el publicista chileno y experto en campañas políticas Juan Forch, uno de los ideólogos de la famosa “Campaña del No” en Chile en 1988. Fue una visita algo incómoda. Y es que Forch había sido el principal asesor comunicacional de la campaña de Toledo, utilizando incluso la misma música de la campaña presidencial de Patricio Aylwin en 1989, según un reportaje de la extinta revista Qué Pasa. Pero nada más conquistar la presidencia, Forch se alejó de Toledo y aceptó un contrato laboral con el Grupo Luksic durante al menos 18 meses.

El entonces presidente peruano venía sintiendo, incluso desde antes de ganar las elecciones, que el conflicto empresarial con Lucchetti marcaría su relación con Chile. El 1 de abril de 2001, días antes de la primera vuelta presidencial en Perú, llegó a Perú una delegación de congresistas chilenos de la Concertación, encabezada por Sergio Bitar (PPD), quien iba acompañado de sus compañeros de partido Guido Girardi y Víctor Manuel Rebolledo, además del socialista Camilo Escalona.

En un reportaje publicado por revista Qué Pasa en agosto de 2001, el cual está dedicado al rol del entonces senador de Arica, Sergio Bitar, a la hora de manejar la crisis de Luksic, se relata que los chilenos se reunieron con Toledo para hablar sobre la situación de Lucchetti para posteriormente ir –sin el entonces candidato peruano– a visitar la fábrica de pastas en Lima.

Luksic y Bitar se conocían por las políticas públicas que este último venía impulsando en el norte de Chile, y con las cuales el empresario había colaborado. El hombre del PPD era útil para los fines de Lucchetti, puesto que tenía nexos con figuras que entrarían en el gobierno de Toledo a quienes había conocido durante su exilio en Estados Unidos, como el primer ministro, Roberto Dañino, y el entonces ministro de Economía de Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, quien fue electo presidente en 2016 pero que renunció en 2018 por sus vínculos con la red de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht. Actualmente se encuentra con arresto domiciliario mientras avanza la investigación en su contra.

Pero la visita de Sergio Bitar a Perú no era un aspecto más de la defensa política a los intereses empresariales chilenos en ese país. Según artículos de prensa de la época, tanto chilenos como peruanos, Bitar iba como una suerte de emisario informal del Presidente Lagos. “Quiero que vayas y me digas qué está pasando en Perú de verdad”, le habría instruido el mandatario.

De esta forma, el entonces senador se convirtió en una especie de embajador del gobierno chileno en el caso Lucchetti en Perú, participando de varias reuniones reservadas. Una de estas fue la que se realizó en el piso 20 de PetroPerú, el que en 2001 funcionaba como palacio de gobierno provisorio mientras las nuevas autoridades retiraban la gran cantidad de micrófonos que había instalado Fujimori en la Casa de Pizarro. En dicha ocasión, según contaron a INTERFERENCIA fuentes que trabajaron de cerca con Toledo en aquel período, Bitar sacó una carta que el patriarca Andrónico Luksic Abaroa le habría entregado al presidente Lagos y la leyó en voz alta sin dejarle una copia a Toledo. En la misiva, el fundador del grupo Luksic, fallecido en agosto de 2005,  expresaba su preocupación por la situación de la empresa en Perú, asegurando que no habían hecho nada ilegal, sino que sólo existía el error de haber instalado la fábrica en un lugar complicado.

Pero las visitas de los chilenos no dieron mucho resultado. Aunque habrían dado a entender entre líneas que querían que el nuevo mandatario peruano tuviera alguna consideración especial por el caso Lucchetti, lo cierto es que Toledo o no entendió los mensajes, o decidió hacer oídos sordos. Todo indica que fue más bien lo segundo. De ahí la queja que el nuevo mandatario le hizo saber a sus asesores: “¿Tan rápido nos van a cobrar de vuelta la solidaridad nuestros amigos de Chile?”.

El amigo Lagos

Mirando atrás, queda claro que uno de los máximos voceros de Luksic fue el propio Presidente Ricardo Lagos, quien no escatimó esfuerzos por defender la posición del empresario chileno. Cuando en 2005 la justicia peruana emitió una orden de captura internacional en contra de Luksic, Lagos declaró que el caso le recordaba cuando él estuvo preso. “Insólito, Ricardo Lagos compara la orden de captura contra Andrónico Luksic por el caso Lucchetti con su arbitraria detención durante la dictadura de Pinochet”, se afirmó en un artículo del diario La República.

Dos años antes, en 2003, Lagos también apoyó la demanda que interpuso Luksic en contra de Perú ante Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) por el cierre de la fábrica de Lucchetti en enero de ese año. En la demanda, el empresario exigía 150 millones de dólares de indemnización por parte del Estado peruano. “Queremos normas internacionales claras donde nuestro comercio e inversiones estén protegidos”, señaló Lagos en la ocasión, según lo consignó la revista peruano Caretas.

Finalmente este lobby tampoco dio resultados, puesto que el Ciadi rechazó la avanzada chilena, argumentando que las normas bilaterales de estos países regían desde 2001, mientras que el conflicto de Lucchetti tenía su origen en 1997.

Una anécdota que demuestra el interés personal de Lagos en la situación de Luksic sucedió en julio de 2002. Desoyendo los consejos del gobierno y de sus propios asesores, Andrónico Luksic decidió acudir en persona a declarar ante los tribunales peruanos que lo habían citado debido a sospechas de tráfico de influencias y cohecho, tras conocerse -al menos en el ámbito judicial- sus reuniones secretas con Vladimiro Montesinos.

Luksic habría viajado en su avión privado a Lima. Pero tanto en La Moneda como en la embajada chilena en Perú las alarmas no paraban de sonar. Y es que se corría el serio riesgo de que la justicia peruana dejara detenido preventivamente al magnate chileno. Según varias fuentes consultadas por nuestro medio, Lagos llamó personalmente al embajador chileno, Juan Pablo Lira, y le dijo: “Luksic va para allá, pero lo tengo invitado a cenar a mi casa hoy en la noche. Asegúrese de que llegue a tiempo”.



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