Valparaíso y Viña del Mar ya han pasado más de tres meses confinados. Desde el 12 de junio que la autoridad decretó la medida, y su impacto sanitario es -al menos- dudoso.
Por otro lado, el impacto económico y social de las cuarentenas sí debe ser muy alto, ya que en estas ciudades se concentran buena parte de las antiguas ‘poblaciones callampa’, hoy eufemísticamente llamadas, ‘campamentos’. Después de todo, según el catastro del Ministerio de Vivienda, en Valparaíso hay 65 de los 805 campamentos del país, con 2.632 viviendas y 5.795 personas; en tanto Viña cuenta con 73 campamentos, compuestos por 7.007 hogares, que albergan a 16.791 personas.
Se trata, además, de ciudades de una región que comenzó el confinamiento con una cesantía de 12,4% (marzo a mayo 2020).
Por ello, resulta necesario evaluar el efecto sanitario que ha tenido el confinamiento y otras medidas de restricción, como el cordón sanitario de Avenida España, de tan mal comienzo, cuando el propio secretario regional de Salud, Francisco Álvarez, fue parte de un significativo brote de Covid-19 entre autoridades y funcionarios, al inaugurarlo.
El siguiente gráfico muestra la evolución de la epidemia en ambas ciudades. Se utiliza la incidencia (casos por población, en este caso, cada 100.000 habitantes) para normalizar las diferencias de población de ambas ciudades.
Hemos marcado con un cambio de color el período en que estas ciudades han estado confinadas, a partir de la semana 25 del año 2020 (18 al 24 de junio).
Como se puede observar, Valparaíso ya venía comenzando a bajar su incidencia semanal. Viña del Mar, en tanto, empezaba a bajar esa misma semana. Pero, el efecto no es atribuible a las cuarentenas. Incluso los mayores defensores de los confinamientos hacen ver que se requiere de algunas semanas para evidenciar que estén en funcionamiento.
El caso de Valparaíso es dramático, pues parece que la cuarentena resultó contraproducente: La incidencia baja rápidamente hasta el momento en que típicamente se debiera empezar a notar el efecto positivo del confinamiento. Todo lo contrario, en ese momento, se frena la baja y la curva adopta una larga meseta, incluso con algunos picos.
Viña del Mar continúa bajando por unas semanas cuando ya debiera comenzar a hacer efecto el confinamiento. Sin embargo, posteriormente, sube a niveles semejantes a Valparaíso.
A la luz de estos datos del mismo Ministerio de Salud (Minsal), resulta evidente que el prolongado confinamiento no puede asociarse a una garantía de disminución de la velocidad de transmisión.
¿Y Santiago?
Dado que hablamos de confinamiento, es interesante también mirar la experiencia de Santiago, pues esta comuna estuvo confinada por un récord de 20 semanas (143 días en total).
El siguiente gráfico nos muestra su comportamiento antes, durante y después del confinamiento.
Esta comuna inició y terminó su confinamiento con incidencias semanales de 29 por 100.000 habitantes. Sin embargo, en esas 20 semanas experimentó un brote de grandes proporciones, llegando a una incidencia semanal de 370 casos por cada 100.000 habitantes; más del doble que la peor semana de Valparaíso (173 por cada 100.000 habitantes).
Actualmente, Santiago registra una incidencia acumulada para el período de marzo hasta ahora de 3.181 por 100.000 habitantes (Valparaíso = 2.182, Viña del Mar = 1.814). La gran mayoría de esos casos se produjeron durante ese larguísimo confinamiento.
De hecho, la curva tiene una aceleración importante dos semanas después del confinamiento; momento en que se supone que recién podríamos ver sus efectos benéficos.
Se puede contraargumentar que, si no se hubieran tomado esas medidas, la situación de Santiago podría haber sido aún peor.
Para ello, es interesante superponer ambos gráficos.
Lo que se observa en Santiago es que a pesar de partir el confinamiento con una incidencia mucho menor (29 versus 160 en Valparaíso y 128 en Viña del Mar), la comuna capitalina experimenta un peak muy superior a ambas comunas costeras. Esto, siete semanas después de iniciado el confinamiento, por lo que podemos suponer que este no tuvo ningún efecto benéfico claro.
A la luz de estos datos, cuesta defender que los confinamientos hayan podido tener alguna utilidad, si Valparaíso y Viña del Mar, que comenzaron con incidencias más altas, no hicieron los peaks que podrían esperarse al ver Santiago. Por el contrario, las incidencias en esas ciudades comenzaron a bajar espontáneamente o sin una razón aparente.
Estos datos simples, obtenidos de la página web del Minsal, muestran que, en estas comunas tan relevantes y pobladas, no hay ningún dato que justifique haber aplicado los largos y gravosos confinamientos utilizados.
El experimento colectivo chileno de centrarse en la restricción masiva de movimientos y libertades ha enseñado mucho al mundo. Por desgracia, a nuestra costa.
Comentarios
Me parece muy malo el
TODA LA RAZON, NO PUEDO ESTAR
Estimados deberían contrastar
Las cuarentenas han sido un
BASTA DE CUARENTENA, ES
Interesante análisis, pero se
Si así podemos bajar en
Felicitaciones !!! Se
Recuerdo que la cuarentena de
Demasiados expertos, sólo se
El problema mayor es el
apenas el confinamiento se
Lamentablemente aquí todo
En conferencia de prensa del
Es claro que el gobierno
Para la gente que esta de
Restingir movimiento de los
No funcionan, porque quienes
Muy bueno el artículo. Ya es
Evidentemente, si el
Gracias por el artículo.
Gracias por el artículo.
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