Durante las primeras semanas del estallido social, una de las imágenes que causó mayor sorpresa dentro de la opinión pública fue la de la tregua entre los hinchas de clubes de fútbol de todo Chile para protestar frente al sistema político y económico, y enfrentarse en conjunto a los efectivos policiales que reprimían las movilizaciones.
Pese a que dicho pacto de no agresión nunca fue reconocido ni por Los de Abajo (Universidad de Chile) ni por la Garra Blanca (Colo Colo) -pues miembros de las barras bravas de ambos grupos sostienen que la camaradería sólo fue entre hinchas y grupos autónomos que no representan el sentir de toda la hinchada, ya que todavía hay muchas cuentas pendientes que no se olvidan fácilmente- lo cierto es que se vieron imágenes de muchos manifestantes con camisetas e indumentarias de ambos clubes compartiendo en la denominada primera línea de las movilizaciones, con banderas de sus respectivos equipos en la Plaza de la Dignidad y otros puntos de encuentro.
Además, facciones antifascistas de las dos hinchadas se han mostrado públicamente contrarias a la reanudación del campeonato local, indicando que es momento de seguir con las protestas y no distraerse con la normalidad que significa retomar el fútbol.
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Según fuentes de ambas barras, todo esto se quebró la tarde del pasado viernes 3 de enero, cuando un grupo de barristas colocolinos llegaron hasta el Estadio Nacional, donde algunos hinchas azules realizaban una colecta para ir en ayuda de los damnificados por los incendios en Valparaíso.
En la ocasión, los garreros habrían sustraído el estandarte principal de Los de Abajo, el lienzo oficial que se pone en el centro de la hinchada, lo cual en los códigos de la barra brava es una de las acciones más graves que puede sufrir este tipo de organizaciones.
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A partir de este hecho, la respuesta de la hinchada bullanguera no se hizo esperar, y esa misma noche -según cuentan barristas que solicitaron mantener en reserva su identidad por razones de seguridad personal- el grupo fuerte de la barra azul se apersonó en distintos barrios identificados con el equipo colocolino, en una operación de logística y violencia que terminó con el estandarte principal de la Garra Blanca en manos de Los de Abajo, así como lienzos de otros grupos identificados con la institución alba.
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De esa forma, con cada hinchada con el lienzo principal de la otra en su poder, y diversas publicaciones donde se exhibían las banderas del otro, tanto en las redes sociales propias como en cuentas especializadas dedicadas a la cultura barra brava, la tensión entre ambas subió hasta alcanzar el punto máximo en lo que va del año, registrándose diversos enfrentamientos en distintas poblaciones de Santiago.
Esto hizo pronosticar en los días previos -según relataron a INTERFERENCIA barristas de ambos clubes- un ambiente hostil para la marcha del pasado viernes 10 de enero en Plaza de la Dignidad, ante un potencial encuentro entre las dos barras. A ello se suma que en una eventual final de Copa Chile en las próximas semanas -ambos clubes se encuentran en etapa de semifinales- podría haber un superclásico’ que les diera cita en Temuco, lo cual recrudecería la pugna que comenzó con el robo de banderas, por muy lejos que esté ese partido de Santiago.
El conflicto no llegó a la movilización
A pesar de las predicciones más negativas, lo cierto es que más allá de algunas escaramuzas aisladas en los alrededores, los grupos fuertes de ambas barras no se dieron cita para un encuentro en Plaza de la Dignidad durante este viernes.
El ambiente que se vio en las calles fue el habitual para estas movilizaciones y se pudo apreciar a muchos hinchas con camisetas de ambos clubes a pocos metros de distancia en el sector de Baquedano, y como ya es habitual, a varios con indumentaria de sus respectivos equipos enfrentando a la policía en la primera línea.
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En conversación con uno de los hinchas que llegó con una bandera de Colo Colo hasta la Plaza de la Dignidad respecto a un eventual enfrentamiento entre facciones, el barrista dijo a INTERFERENCIA sentirse ajeno a ello y que él sólo se representaba a sí mismo como colocolino, sin tener mucho que ver con el conflicto con Los de Abajo.
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Lo cierto es que incluso, de haberlo intentado, una pelea a gran escala hubiese sido poco probable, principalmente por la acción policial que reprimió la movilización con un amplio contigente y durante mucho tiempo. Entre la presencia de un gran número de efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros, la alta cifra de bombas lacrimógenas arrojadas y los químicos contenidos en el líquido esparcido por el carro lanzaaguas a los manifestantes, el espacio para una pelea entre particulares se veía poco factible.
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La colecta para Valparaíso ya
La excusa del personaje de
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