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Sábado, 20 de Abril de 2024
Cuna de la anti-globalización

Del Grunge a George Floyd: Seattle, la ciudad antisistema de EE.UU.

Lissette Fossa
Ricardo Martínez

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Foto: The Seattle Times
Foto: The Seattle Times

A inicios de los años 90 muchas bandas saltaron a la fama desde esta ciudad, registrando el pesimismo de esos años. En 2000 se convirtió en el epicentro de las protestas contra la globalización. Hoy lleva la delantera en las manifestaciones anti-raciales, teniendo un barrio ‘libre de policías’.

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Desde la semana pasada, Seattle ha sido uno de los focos de las protestas contra el racismo, tras el asesinato de George Floyd por parte de un grupo de policías en Minneapolis. Las protestas se activaron en más de 50 ciudades en todo Estados Unidos, pero solo en Seattle, desde el lunes 8 de junio, hay una zona catalogada por los manifestantes como “Zona liberada de policías”, la “Free Capitol Hill”, por la zona conocida como Capitol Hill del área urbana de la ciudad.

Tras manifestaciones, enfrentamientos con la policía y tapizar la comisaría de Capitol Hill con tablas de madera, los manifestantes lograron que la policía simplemente se retirara. Alrededor de la comisaría vacía, se han instalado con una zona “libre”, con música, teatro, películas y comida gratis. Y sin policías.

Lo cierto es que Seattle ha sido una de las ciudad con más manifestaciones, a pesar no haber sido el foco inicial de las protestas. Su actividad cultural y su historia, han sido factores importantes para que se hayan sumado a una manifestación que ha colmado las principales ciudades de Estados Unidos. Y también su historia política: es una de las ciudades donde el partido demócrata gana habitualmente las elecciones presidenciales.

Seattle es una ciudad puerto de más de tres millones de habitantes, al noroeste de Estados Unidos, muy cerca de límite con Canadá. Fue una zona marcada por la gran depresión de 1929, lo que provocó que muchas personas quedaran literalmente viviendo en las calles. Sin embargo, tras la posguerra las cosas empezaron a ir mejor. El puerto se volvió una zona de creciente comercio y la empresa Boeing se instaló en la ciudad. Todo esta prosperidad fue la base para que años después su industria cultural creciera de manera inusual.

A esto se suma que Seattle es considerada una de las ciudades más alfabetizadas de Estados Unidos y según un estudio elaborado en 2003 por la Oficina del Censo de los Estados Unidos, es la ciudad con más formación de sus ciudadanos de las grandes ciudades estadounidenses, ya que un 51,6% de los habitantes de 25 años o más poseían títulos de bachillerato. Esto ha generado que sea una ciudad con un alto consumo cultural.

Tras un shock neoliberal que generó que en la década de los ochenta muchas industrias, como la maderera, bajaran su producción en Seattle, esta década dio paso a nuevos movimientos musicales. Muchos creen que se conjugaron varios factores: una ciudad fría y lluviosa, que obliga a los jóvenes a disfrutar de eventos bajo techo; la poca conectividad con otras grandes urbes de Estados Unidos, que eran foco de nuevas tendencias, como Nueva York o Los ángeles, generó que una subcultura creciera de manera local y retroalimentándose constantemente; además de su historia de boom de otras tendencias en décadas anteriores, como el jazz en Seattle (Ray Charles, Quincy Jones y Ernestine Anderson tuvieron gran éxito en esta zona). Todo esto conjugó para crear una escena cultural y artística especial a fines de los ochenta y hasta los noventa.

Seattle fue la cuna del estilo musical conocido como Grunge. El grunge nació como un subgénero del rock alternativo influido por el punk, el hardcore punk, el noise rock, el heavy metal y con estructuras cercanas al rock clásico. Seattle fue la ciudad que albergó a este género musical, de la mano del sello discográfico Sub Pop, fundado en 1986 por Bruce Pavitt y Jonathan Poneman. Sus creadores básicamente tuvieron la habilidad de lanzar discos de bandas que estaban sonando ya en bares de la ciudad. De ahí salieron grupos como Nirvana, Green River, Soundgarden y Alice in Chains, entre otros. Bandas con sonidos pesados, letras críticas con la sociedad de consumo, llenas de apatía, que hablaban de una ciudad olvidada por las grandes políticas del país. En sus inicios, muchas de estas canciones estaban influenciadas por el sludge metal y el punk.

“Era una escena musical muy pequeña; todo era indie, había punk, punk alternativo y post punk. Y lo que pasó es que toda esa escena se convirtió en algo como ‘puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando no sea muy ostentoso, que sea diferente a lo que se oye en la radio todos los días’. La escena de Seattle adoptó eso mucho más que otras ciudades. También había mucha diversidad, más de lo que la gente creía porque desde afuera solo se enfocaban en un puñado de bandas, pero para la época en que Soundgarden empezó en 1984, había más bandas de las que afuera imaginaban, y queríamos hacer parte de ese tipo de expresión”, reflexionaba Chris Cornell en 2011, en la revista Rolling Stone, sobre la escena artística del Seattle de los noventa. 

Con el avance de la década de los noventa, el grunge explotó en ventas, sobre todo por el éxito de bandas como Nirvana y Pearl Jam. Sus ganancias por sus videos, conciertos y discos influyó en que Seattle se transformara en el foco de la música rock en Estados Unidos. Sin embargo, este mismo ascenso rápido golpeó a los principales exponentes del  grunge, que nunca se sintieron muy a gusto con la fama. El reflejo más patente de la caída del grunge fue el suicidio de Kurt Cobain, en 1994. A principios de los dos mil ya el boom del grunge había desaparecido y así también el éxodo de artistas y fans a la ciudad de Seattle.

A fines de los ochentas, el movimiento artístico de Seattle tuvo también un boom del indie pop, principalmente en Olympia, una ciudad vecina a Seattle, en el mismo estado de Washington. Según Nitsuh Abebe, autor de The Story of the Indie Pop, es en esa zona donde se formaría “una noción diferente de indie: de niños que graban pop primitivo y lo liberan en casete”. Allí nacen bandas como Beat Happening,  Modest Mouse y Bratmobile, entre otras, muchas de ellas que comienzan como iniciativas que pasan de mano en mano, como cassette o aparecen en discos enviados a través de suscripciones, por correo.  K Records fue uno de los sellos destacados en la música indie, establecido en Olympia. El mismo Kurt Cobain se tatuó el logo del sello en su brazo, durante su incursión en bandas indie de Seattle durante su adolescencia.

“En contraste con la masculinidad del punk, estas cosas sonaban como un desafío absoluto, como un llamado a las armas. La cultura del punk, después de todo, se parecía mucho a la cultura en general: su sentido del frío tenía que ver con la dureza, la invulnerabilidad y la habilidad, con la renuncia a la inocencia y la ingenuidad infantil”, explica Abebe, quien destaca la fuerte presencia de las mujeres en la música indie. El estilo realza, por una parte, la melancolía y la debilidad, más que la rabia y la energía del punk, del metal y el grunge.

En 1991, Olympia fue el centro de la música indie cuando organizó la International Pop Underground Convention (o IPU), un festival de música rock punk y alternativa. La convención de seis días se centró en una serie de actuaciones en el Teatro Capitol, donde participaron bandas como L7, -banda grunge de mujeres-, Melvins, Fugazi y Beat Happening, y congregó a miles de asistentes.

El grunge y el indie dio paso a una variada escena artística actualmente en Seattle, algo que hoy se refleja en su vida cultural y en medios oriundos de la ciudad, como la radio online KEXP, una de las más grandes y escuchadas del país. 

Movimiento feminista y cuna de las empresas digitales

La presencia de las mujeres en la cultura de Seattle también se relaciona con su historia: el movimiento sufragista en Seattle fue muy potente en las primeras décadas del siglo XX en la ciudad, fundando publicaciones y revistas como el Working Woman y The Woman Today. En 1968, el movimiento feminista de la Universidad de Washington, creó el Movimiento de Liberación de Mujeres de Seattle, generando textos de reflexión para las mujeres de todo Estados Unidos.

Tras el boom del grunge y de la música indie, Seattle vivió otro tipo de auge, pero esta vez empresarial. En la ciudad se comenzaron a instalar grandes firmas relacionadas con el mundo de internet: Microsoft y Amazon han sido las más destacadas. Con ello, miles de empleados de estas firmas se trasladaron a vivir a la ciudad. Se calcula se esto sumó cerca de 14 mil nuevos ciudadanos que se instalaron cada año en la ciudad. Esto generó un auge inmobiliario, que ha tenido como efecto indeseado un alza exponencial de las viviendas y los arriendos. El paisaje del centro de la ciudad se ha transformado de un típico puerto norteamericano a una metrópolis con altos rascacielos e imponentes estructuras.

Seattle es también la cuna del movimiento anti-globalización. En la ciudad, comenzaron las primeras protestas de este tipo, durante la cumbre de la Organización Mundial de Comercio en 1999 en dicha ciudad. Las manifestaciones, ocurridas entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre de 1999, contó con más de 40 mil asistentes y dio pié a que en cada reunión de esta organización se generen masivas protestas.

Las protestas de 1999 estuvieron fuertemente influenciadas por grupos anarquistas, comunistas y sindicatos, éstos últimos organizaciones reconocidas en la ciudad. En ese sentido, Seattle ha sido históricamente una zona de izquierda en Estados Unidos y donde los demócratas han tenido una larga presencia. Su actual alcaldesa, Jenny Durkan, se ha negado a reprimir a los manifestantes y a la aplicación de gases lacrimógenos para dispersar las protestas, lo que Donald Trump considera como una afrenta de “izquierdas radicales”.

Esta mezcla entre consumo cultural y una historia de movimientos sociales se ha reflejado protestas raciales: cientos de personas se han manifestado con música alrededor de las comisarías y la zona libre de policías en Seattle, en Capitol Hill, está llena de murales, pinturas y “tocatas” al aire libre. En medio de las manifestaciones, la cultura y la crítica social que ha marcado la historia de Seattle parecen confluir. 

En la zona, también llamada “No-cop, No-op” (Sin policías, coopera), todo es gratis. Los manifestantes han instalados lugares para comer de manera gratuita, así como también pequeños escenarios con libertad para dar discursos, obras de teatro y conciertos gratuitos. Por ahora, no saben la permanencia de esta libertad ni de las actividades culturales que la rodean, sin embargo, ya generó la furia de Donald Trump, que ha solicitado a la gobernación de la ciudad que retire a esas personas de la zona, a los que cataloga de “terroristas”. 

En tanto, el consejo de la ciudad ya está discutiendo disminuir el financiamiento a la policía local, mientras en otras ciudad se ve como ejemplo la zona liberada de Seattle, una ciudad que vuelve a estar en la primera línea del movimiento cultural de Estados Unidos. 



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