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Jueves, 18 de Abril de 2024
George Floyd

¿Disturbios o Resistencia? Cómo los medios encuadren las protestas de Minneapolis afectará la opinión pública de la manifestación

Danielle K. Kilgo
The Conversation

Minneapolis. Foto: AP Photo/John Minchillo

Minneapolis. Foto: AP Photo/John Minchillo
Minneapolis. Foto: AP Photo/John Minchillo

En el siguiente artículo, el medio norteamericano The Conversation analiza cómo los medios encuadran y moldean las coberturas de distintas protestas para así manipular la opinión pública, aterrizando las técnicas a la actualidad de las protestas en Estados Unidos a raíz de la violencia policial.

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Un adolescente logró grabar con apenas la estabilidad necesaria los momentos finales de George Perry Floyd mientras era sofocado bajo el peso de la rodilla de un policía de Minneapolis en su cuello. El video se viralizó.

Lo que pasó después se ha repetido a través de la historia de Estados Unidos en distintas ciudades, luego de la ocurrencia de casos emblemáticos de violencia policial.

Vigilias y protestas fueron organizadas tanto en Minneapolis como alrededor de Estados Unidos para exigir responsabilidad de la policía en el suceso. Pero, a pesar de que oficiales e investigadores han pedido paciencia para el caso, el descontento se desató. Al poco tiempo de ocurridos los hechos, surgieron reportes noticieros mostrando imágenes de destrucción de la propiedad y a la policía en su uniforme antidisturbios.

La opinión pública sobre las protestas y el movimiento social detrás de éstas está formada en gran parte por lo que lee y ve en los medios. Esto les entrega a los periodistas un gran poder cuando se trata de manejar la narrativa de una manifestación.

Pueden enfatizar en el desorden que genera la protesta o hacer eco de los políticos que llaman a los manifestantes “delincuentes”. Pero también pueden recordar al público que en el corazón de la protesta se encuentra otro asesinato injusto de una persona negra. Esto quitaría el énfasis de la destrucción generada en las protestas y apuntaría a los problemas relacionados a la impunidad policial y los efectos del racismo en las muchas formas que se desarrolla.

El rol de los periodistas juega un rol indispensable a la hora de que los movimientos sociales ganen legitimidad y progresen. Y eso, a su vez, es una gran presión para que los periodistas hagan las cosas bien.

Mis estudios han encontrado que algunas protestas sociales tienen mayores dificultades que otras para ser legitimadas. Junto a mi coautora, Summer Harlow, hemos estudiado como los periódicos locales y metropolitanos cubren las protestas. Encontramos que las narrativas contadas respecto a las marchas de mujeres y las anti-Trump dan voz a los manifestantes e incluso exploran significativamente sus quejas. Por otro lado, las protestas sobre derechos indígenas y racismo contra la comunidad negra reciben una cobertura menos legitimadora, mostrándolos de forma más amenazadora y violenta.

Creando la narrativa

Décadas atrás, los universitarios James Hertog y Douglas McLeod identificaron cómo la cobertura de los medios contribuye a la mantención del status quo, un fenómeno al que se refieren como “el paradigma de la protesta”.

Así es cómo funciona hoy en día:

Los periodistas prestan poca atención a las protestas que son poco convencionales o que no son dramáticas.

Sabiendo esto, los manifestantes encuentras formas de capturar la atención pública y mediática. Ocupan sombreros rosados o se arrodillan durante el himno nacional. Incluso recurren a la violencia y al desorden público. Ahora los manifestantes tienen la atención mediática, pero lo que ésta cubre es a menudo superficial o deslegitimizadora; concentrándose en las tácticas empleadas y el desorden causado, excluyendo la discusión sobre lo que motiva al movimiento social.

Queríamos corroborar si esta teoría clásica aplicaba a la cobertura realizada durante el 2017 – un año de protestas a gran escala que acompañaron el primer año de Donald Trump como presidente.

Para hacerlo, analizamos el marco del reporteo de protestas de diarios de Tejas. Tanto su tamaño como diversidad hicieron de este estado un buen ejemplo para el país a gran escala.  

Dentro de todo, identificamos 777 artículos buscando a partir de términos como “protesta”, “manifestante”, “Black Lives Matter” y “Marcha de Mujeres”. Esto incluyó reportes escritos por periodistas de 20 redacciones tejanas diferentes. Incluyendo El Paso Times y el Houston Chronicle, además de artículos sindicados de fuentes como la Associated Press.

Nos enfocamos en cómo los artículos enmarcaban las protestas en el titular, la primera oración y la estructura del textio; clasificando el reporte usando cuatro categorías ya reconocidas de encuadre para las protestas:

Alboroto: Enfatizando en el desorden y el uso o la amenaza de violencia.

Confrontación: Describiendo las protestas como combativas, poniendo el foco en los arrestos o los “enfrentamientos” con la policía.

Espectáculo: El foco está en las vestimentas, los símbolos o el comportamiento dramático o emocional de los manifestantes.

Debate: Menciona sustancialmente las demandas, la agenda, los objetivos y las quejas de los manifestantes.

También pusimos atención en los patrones de abastecimiento para los artículos, cosa de poder identificar desbalances que usualmente dan más credibilidad a las autoridades que a los manifestantes y simpatizantes.

En promedio, las coberturas tendieron a trivializar las protestas al concentrarse más a menudo en la acción dramática. Pero en algunas protestas se sufrió más que en otras.

El reporteo se concentraba más en el espectáculo en torno a la protesta que en su génesis. Mucho se hablaba de lo que los manifestantes vestían, el tamaño de las multitudes – pequeña o grande -, la participación de celebridades y actitudes deslumbrantes que llamaran la atención.

La génesis de algunas protestas tuvo mayor protagonismo que otras en cuanto a la cobertura periodística. Cerca de la mitad de los artículos sobre protestas anti-Trump, manifestaciones de inmigración, demostraciones públicas sobre derechos de la mujer y acciones medioambientales incluyeron información sustancial acerca de las quejas y demandas de los manifestantes.

En contraste, las protestas contra el racismo y contrarias a la construcción de las tuberías de Dakota obtuvieron una cobertura legitimadora en menos del 25% de las oportunidades, siendo más probable que las describieran como confrontacionales y generadoras de desorden.

Durante la cobertura de las protestas en St. Louis a raíz de la absolución de un policía que mató a un hombre negro, violencia, arresto, agitación y disrupción fueron los principales descriptores, mientras que la preocupación por la brutalidad policial y la injusticia racial fueron reducidos a unas pocas menciones. Enterrado 10 párrafos más abajo en la noticia, recién se puede encontrar un contexto más amplio: “Las protestas recientes en St. Louis siguen un patrón desde el asesinato en agosto de 2014 de Michael Brown en las inmediaciones de Ferguson: la mayoría de los manifestantes, aunque están furiosos, respetan las leyes”.

Como consecuencia de las variaciones entre coberturas, los lectores de diarios en Tejas pueden formar la percepción de que algunos manifestantes son más legítimos que otros. Esto contribuye a lo que llamamos una “jerarquía de lucha social”, en la cual las voces de algunos defensores de los movimientos son elevadas por sobre otras.

Sesgo al acecho

Los periodistas contribuyen a esta jerarquía al adherir a las normas de la industria que operan contra movimientos sociales menos establecidos. Además, con límites de entrega apretados, los reporteros pueden inclinarse más hacia fuentes oficiales para obtener comunicados y datos. Esto le entrega mayor control del encuadre narrativo a las autoridades. Esta práctica es especialmente un problema para movimientos como Black Lives Matter, las cuales contradicen las afirmaciones de la policía y otros oficiales.

El sesgo implícito también acecha a los reporteros. La falta de diversidad ha sido una plaga durante mucho tiempo en las oficinas de redacción.

El 2017, la proporción de periodistas blancos en el Dallas Morning News y el Houston Chronicle era más del doble que la proporción de personas blancas en la ciudad.

Las protestas identifican quejas legitimas en la sociedad y a menudo enfrentan problemas que afectan a personas que no tienen el poder suficiente para taclearlas de otra forma. Es por esto que resulta imperativo que los periodistas no recurran a técnicas de encuadre narrativo poco profundas que nieguen un espacio consistente y significativo a las preocupaciones de los afligidos mientras que también muestran el muy cómodo estatus quo.

 

Danielle K. Kilgo es profesora asistente de periodismo de la Universidad de Indiana.

 

Leer el artículo original de The Conversation en inglés

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