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Sábado, 20 de Abril de 2024
Dilemas de la ciencia

Efecto CSI: la criminalística mezcla genética avanzada con Big Data

Ricardo Martínez

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Imagen de la última temporada de CSI
Imagen de la última temporada de CSI

La ciencia forense avanza con rapidez, lo que se expresa en la popular serie de TV estadounidense. Más ahora, cuando la genética se ha convertido en un campo con miles de datos esenciales sobre las personas y su biología. Esto permite resolver crímenes más fácilmente, pero choca con el derecho a la privacidad.

Admision UDEC

En un episodio de la serie CSI, Gil Grissom cuenta la historia de los orígenes de la ciencia forense, relatando una historia como la siguiente:

“El primer documento sobre un caso resuelto por la ciencia forense se remonta al siglo XIII y se encuentra en un manual chino de medicina legal, el cual refiere a un homicidio en el que apareció un campesinpo degollado por una hoz. Se describe que el día después de la muerte, el investigador pidió a todos los campesinos que pusieran sus hoces en el piso. Trazas invisibles de sangre atrajeron moscas a una única hoz. Confrontado con la evidencia el dueño de la hoz confesó su crimen”. 

No es una licencia de la ficción, pues el dato se encuentra registrado por la literatura forense. Hallar trazas o pistas para resolver homicidios o crímenes, desde siempre, entonces ha estado ligado a trucos o tecnologías modernas que permiten recabar y observar la evidencia de modo de dar con indicios que apunten a la solución del acertijo criminal, como en el conocido caso del uso de las huellas dactilares que se remontan a la antigua Babilonia y que incluso tan tempranamente como en 1883 aparecen como clave para resolver un misterio en un cuento de Mark Twain.

Por eso no resulta nada de extraño que, en una época como la actual, en que la ciencia genética ha avanzado enormemente e incluso se ha empezado a hermanar con los procedimientos de Big Data, este último tipo de registros se comience a ocupar más y más para apoyar la ciencia forense.

Un reportaje reciente firmado por Megan Molteni para Wired consigna el caso de un joven de 21 años llamado Jay Cook, cuyo cuerpo fue encontrado en 1987 en el estado de Washington, Estados Unidos, y que no había avanzado absolutamente nada, hasta hace poco, cuando el alguacil Jim Scharf señaló que habían arrestado a un sospechoso, “un hombre calvo de mediana edad que había crecido en el área”.

La clave para avanzar en el caso resultó ser la genealogía genética. Esto es es el uso de ADN en combinación con métodos genealógicos tradicionales para inferir relaciones biológicas entre individuos. Su uso en labores detectivescas está aumentando, toda vez que, siguiendo a Wired, a la fecha “la técnica se ha utilizado para ayudar a identificar a los sospechosos en al menos cincuenta casos, incluso cuando los críticos advierten que podría significar el fin de la privacidad genética”.

Gran parte de estas investigaciones se realizan apoyadas en GEDmatch, una base de datos genómica personal de datos abiertos y un sitio web de genealogía con sede en Lake Worth, Florida. GEDmatch fue fundada en 2010 por un hombre de negocios retirado y por un ingeniero de transporte, con el propósito de ayudar a los genealogistas aficionados, incluyendo personas adoptadas que buscan a sus padres biológicos, de acuerdo con lo que explica Cyrus Farivar para Ars Technica. La iniciativa cobró relevancia pública a partir del año pasado, cuando sus datos empezaron a ser utilizados en diversas indagatorias policiales.

La ética y el Efecto CSI

Uno de los problemas éticos más importantes que levanta este tipo de indagaciones respecta al anonimato genético, dado que el uso de registros de este tipo podría significar un paso más dentro de la larga lista de asedios a la privacidad que significan todo el cúmulo de registros de Big Data que son accesibles para usos más o menos graves e invasivos para las personas. Esto vuelve a poner en el tapete de la discusión el derecho a la privacidad en contextos médicos, legales y policiales.

Del mismo modo, la irrupción de este tipo de recursos puede reforzar una tendencia que justamente se empezó a popularizar con la propia serie CSI a mediados de la primera década del presente siglo: lo que en su día The New Yorker denominó, el Efecto CSI. ¿Qué es el Efecto CSI? Este se basa en la serie de forenses de Las Vegas, así como sus spinoffs de Miami y Nueva York, que trata sobre los dilemas de jurados y jueces, quienes deciden bajo la evidencia que entrega el equipo investigador experto en genética, el que exhuda un “aura de infalibilidad y glamour a los practicantes de dicha disciplina”.

Esto -por cierto- se halla muy lejos de ser totalmente cierto, como se puede comprobar en Chile, con el caso de los estudiantes de Criminalística Forense de la UTEM, una carrera que demostró no tener destino y que cerró dejando a sus estudiantes sin campo laboral (aunque en buena parte eso fue porque la PDI impidió el ingreso de privados en el área).

Megan Molteni sostiene que “más allá de los posibles obstáculos legales, la técnica emergente [de la genealogía genética en apoyo a la forénsica] se enfrenta a nuevos desafíos prácticos. El mes pasado, Curtis Rogers y John Olson [los fundadores de GEDmatch]dejaron que los investigadores de Utah usaran su base de datos para encontrar a un sospechoso en un caso de un asalto, a pesar de que eso representa una violación de los términos del sitio. Esta vez, los usuarios estaban molestos. ¿Qué significa el consentimiento informado [que el sitio asegura respetar para la entrega de información privada]? Si se pueden hacer excepciones en cualquier momento sin su conocimiento, se preguntaron”.

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