El 15 de marzo de 2008 una operación conjunta de la policía mexicana y la agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, permitió encontrar US$205 millones en billetes ocultos en la casa de Zhenli Ye Gon, un empresario chino nacionalizado mexicano, considerado como uno de los principales importadores de efedrina ilegal al país azteca. Esa fortuna en efectivo, la mayor que se le ha confiscado al crimen organizado en el mundo, según la DEA, es sólo una migaja de las ganancias por ventas de materia prima para elaborar y vender metanfetaminas – la segunda droga más usada en la actualidad por los estadounidenses, sólo superada por el alcohol.
Zhenli Ye Gon, traficante asiático en México
El informe "Evaluación de la Amenaza Nacional de las Drogas 2007", publicado recientemente por la DEA, indica que 11,7 millones de estadounidenses consumen metanfetaminas. El mismo reporte indica que el narcotráfico entre México y Estados Unidos mueve alrededor de US$22.000 millones, y la mayor parte proviene de drogas sintéticas.
La creciente producción de metanfetaminas es consecuencia del deficiente control en la importación ilegal de efedrina y pseudoefedrina, que se produce en China y la India. La DEA creó un proyecto llamado “Prisma” en marzo de 2004 para intentar controlar el tráfico de precursores químicos para fabricar estas drogas de diseño. En esa iniciativa participan otras tres organizaciones internacionales y los gobiernos de 95 países, con un centro de operaciones en Hong Kong.
Ese proyecto ha permitido la confiscación de numerosos cargamentos de efedrina y pseudoefedrina provenientes de la industria china y etiquetados como antigripales, que son la base para la elaboración de drogas sintéticas en los laboratorios de los cárteles mexicanos.
Desde el año 2005 las agencias antidrogas han venido afinando sistemas de cooperación a fin de construir un consenso para intercambiar información sobre preparaciones farmacéuticas que contengan efedrina y pseudoefedrina, lo mismo que otros precursores como los anabólicos.
En diciembre de 2005 las autoridades mexicanas confiscaron en el puerto de Manzanillo un cargamento de 3,2 toneladas de pseudoefedrina (5.1 millones de tabletas). La sustancia estaba oculta en mil 260 cajas que supuestamente contenían ventiladores eléctricos procedentes de China.
La Oficina de Política Nacional para el Control de las Drogas de la Casa Blanca, que dirige John Walters, estimaba en ese tiempo que cada año los estadounidenses gastaban US$ 65 mil millones de dólares en la compra de drogas ilícitas. Y desde 2003 preferían las metanfetaminas por sobre la cocaína, la heroína, el crack y la marihuana.
La DEA ha sostenido que las rutas favoritas de los traficantes chinos de precursores químicos incluyen los puertos de Long Beach, California, y de Hawai. A este último paradero los precursores llegan a bordo de naves mercantes que generalmente no están sujetas a inspección en los puntos de carga y desembarque.
La pseudoefedrina tiene una conversión de uno a uno; es decir, para producir un kilo de metanfetaminas se necesita un kilo de pseudoefedrina, pero como las tabletas contienen otros ingredientes, se tienen que extraer éstos de cada tableta, lo que indica que los cargamentos traficados son muy cuantiosos.
El elixir de los espíritus
La primera utilización masiva de anfetaminas fue en la Guerra Civil Española. Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países beligerantes recurrió a sus efectos. Tanto entre las tropas alemanas como en las británicas y japonesas, el consumo de anfetaminas se generalizó, destacando su empleo por los pilotos de guerra para mantenerse alertas en incursiones riesgosas o de largo recorrido. Para las tropas japonesas, la metanfetamina era el “senroyu zoko zai”, algo así como el “elixir de los espíritus de la lucha”.
Extasis español
También se distribuyó la droga entre los trabajadores de la industria de armamentos con el propósito de aumentar su productividad. Aunque no se entregaron oficialmente anfetaminas a las tropas estadounidenses, se calcula que más de un millón y medio de combatientes tomaron la droga con regularidad, obtenidas de los militares británicos. Entre las fuerzas británicas se dispensaron cerca de 72 millones de comprimidos de Benzedrina. Este uso masivo que permitió a los hombres de la Real Air Force (RAF) vencer a los pilotos de la Lufwafe. También significó que al término de la guerra hubiese cientos de adictos y psicópatas.
El consumo extendido de anfetaminas entre los soldados norteamericanos ocurrió durante la guerra de Corea, entre 1950 y 1953. Se calcula que las tropas consumieron más anfetaminas que todas las fuerzas británicas y estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde el término de ese conflicto en 1945 y hasta principios del año 1958, el acceso de la población a productos que contenían anfetaminas fue relativamente sencillo. Al consumo elitista de cocaína, circunscrito a las vanguardias artísticas y culturales, se le sumó la experiencia con anfetaminas de los veteranos de la guerra. A ello se sumó la aprobación médica de su prescripción como píldoras antifatigas y los cambios de algunos valores de la sociedad de la postguerra, cuando se extendió el énfasis del individualismo y de la realización personal, además de un gran impulso a la eficiencia y productividad laboral.
Los primeros problemas serios se detectaron cuando los que se inyectaban morfina o heroína descubrieron la posibilidad de inyectarse el polvo contenido en los inhaladores nasales. A finales de los 50’, la anfetamina pasó a sustituir a la cocaína en la famosa combinación “speed ball”, de rápido efecto. Las anfetaminas eran más baratas y fáciles de conseguir que la cocaína y sus efectos resultaban mucho más prolongados. Con el aumento de la disponibilidad, el consumo abusivo de anfetaminas pasó de la vanguardia cultural a las clases medias y a sectores marginales vinculados a la delincuencia. La transición hacia el consumo por vía intravenosa fue uno de los principales desencadenantes de la aparición de problemas adictivos con la anfetamina.
La enorme cantidad de anfetaminas con que la población se vio inundada durante la postguerra tuvo serias consecuencias en el Japón, donde fue acompañada de propaganda destinada a levantar el ánimo de la población desmoralizada por la derrota y los bombardeos nucleares. De esta manera se explica la verdadera epidemia de consumo de metanfetamina por vía intravenosa que tuvo lugar en ese país oriental entre fines de la Segunda Guerra Mundial y 1955. El producto más demandado eran las ampollas que contenían tres miligramos de metanfetamina (el Philipon), cuyo contenido se inyectaba a la vena, llegándose a consumir cantidades medias al día de unos 90 miligramos.
El consumo se inició en los grandes conglomerados urbanos de Tokio, Osaka, Kobe y Yokohama. Los primeros grupos de población más afectados fueron las minorías chinas y coreanas. En 1948 se calculó que entre el 5 y el 10% de los japoneses de entre 16 y 25 años tenían una dependencia anfetamínica. En 1949 la metanfetamina se clasificó como sustancia peligrosa y su uso se restringió por ley. El momento crítico de la epidemia se registró en 1954, cuando en una población cercana a los 89 millones, entre 500 mil y dos millones de personas eran consumidoras de metanfetamina; de ellos, la mitad eran consideradas adictas.
El salto cuantitativo
El consumo abusivo de psicoestimulantes en Escandinavia empezó y se extendió fundamentalmente en Suecia. Las anfetaminas se introdujeron en este país en 1938. Entre 1942 y 1943 se estimaba que consumían anfetaminas unas 200 mil personas.
El salto cuantitativo del consumo se produjo tras la introducción en 1955 de la fenmetrazina (Preludín), un análogo de la anfetamina comercializado como medicamento supresor del apetito. La fenmetrazina fue descubierta en los laboratorios Boehringer Ingelheim.
La producción farmacéutica de anfetaminas no dejó de crecer durante los años 60’. En Estados Unidos, de 3,5 millones de dosis en 1958 se pasó a más de 20 millones en 1970. En 1966, el 50 % de la producción estadounidense era desviada a mercados ilícitos y el 90 % del tráfico ilegal, unas 25 toneladas de anfetaminas, se realizaba principalmente en el entorno de las paradas de camiones, en gasolineras y restaurantes carreteros.
A partir de los años 70’ destacó la aparición de variantes de anfetamina, algunas provistas de propiedades alucinógenas: derivados metoxilados, como la PMA, las DMA y las TMA (metoxi, dometoxi o trimetoxi anfetaminas); metilenodioxi anfetaminas, como la MDA, MDMA y MDR; y otros análogos como la alucinógena DOM o STP (dimetoxi-metanfetamina).
Durante los 70’, el consumo de variantes de anfetaminas quedó circunscrito al entorno hippie, mientras crecía la invasión de cocaína sudamericana. No obstante, las restricciones aplicadas a las anfetaminas supusieron la aparición de laboratorios clandestinos que siempre mantuvieron abastecido el mercado. En 1982 se decomisaron en Estados Unidos unos 200 laboratorios clandestinos, en 1986 unos 500 y en 1989 más de 800. En 1987 el número de laboratorios decomisados en Alemania se dobló y a fines de los 80’ ya existían laboratorios clandestinos en muchas partes del mundo, desde Canadá a Australia, pasando por México y Tailandia.
Paralelamente, las variantes metileno y metoxiladas de las anfetaminas cobraron un nuevo interés. Si bien el consumo no médico del MDMA se afianzó en determinados grupos minoritarios, por ejemplo entre los espiritualistas new agers, desde finales de los 80’ la misma sustancia se volvió a poner de moda pero asociada a juergas o fiestas en grandes discotecas, donde predominaba la música tecno.
Esta droga, considerada un estupefaciente anfetamínico, fue sintetizada en Estados Unidos en 1980 para apoyar algunas terapias de la demencia. Su primer nombre fue “XTC”, de allí “Ecstasy” y luego “Extasis”, en español. De efectos alucinógenos parecidos a los provocados por la marihuana, fue declarada ilegal por la ONU en 1986. En 1989 se difundió en España y en Italia como afrodisiaco, cualidad que detenta tanto como el cuerno de rinoceronte, las uñas de gato negro o la cresta de un gallo capón… En Ibiza y en Mallorca se le conoció con varios nombres, entre ellos “E”, “Droga para las fiestas”, “The love pil”, “Acid house”, “Polvo de estrellas”, “Paraíso”, “Paloma” y “Esencia de Adán”.
La moda se extendió en los campos universitarios de Estados Unidos y de Europa. Un estudio realizado en Londres detectó un aumento de las intoxicaciones agudas relacionadas con anfetaminas raras a partir del año 1991, año en que murieron seis adolescentes por consumo excesivo de Extasis.
“Católicas” y “Tilines”
En Chile, las drogas sintéticas recibían por aquellos años diferentes nombres, se comercializaban en envases variados y, en la mayoría de los casos, los consumidores ignoraban el contenido químico de los comprimidos. Era usual que junto a las pastillas se bebiera algún tipo de alcohol. Las más conocidas eran las “blancas”, comprimidos de Escancil, una metanfetamina que inhibe el apetito, de color blanco y tamaño pequeño; las “católicas”, cápsula de anfetamina de colores blanco y celeste, semejantes a los usados por el club de fútbol Universidad Católica; las “tilines”, gragea de color rojo, que los consumidores lavaban para sacarles el colorante y evitar que en los controles policiales se reconociera su ingestión; las “verde con blanco”, un tipo de anfetamina; las “tonaril”, droga usada para tratar el mal de Parkinson y que produce cierto tipo de alucinaciones; y, la “rubia de ojos celestes”, denominación que se le daba al estimulante Desbutal.
En los años 90’ los Países Bajos se transformaron en el principal productor de anfetaminas en Europa. Los laboratorios estaban en el sur del país y parcialmente en el norte de Bélgica. La elaboración de los estupefacientes era dirigida por organizaciones criminales, grupos pequeños e incluso individuos que mantenían los laboratorios con producciones muy diferentes.
Expertos holandeses calcularon en 1995 que el número de laboratorios ilegales era de entre 100 y 150. Ese año se incautaron 15 centros de producción de anfetaminas y sus derivados. El laboratorio más grande hasta ese momento contaba con una dirección israelí y tenía una capacidad de producción de 1,5 millones de comprimidos de éxtasis al día. Por medio de una empresa de fachada se compraban los precursores químicos necesarios a empresas holandesas. La producción era enviada a mercados de Europa y Estados Unidos.
También con respecto a la producción de LSD, los Países Bajos desempeñaban un papel clave. En 1997 la droga pura se fabricaba en Estados Unidos y luego se transportaba a los Países Bajos para ser transformada en comprimidos o cápsulas en los laboratorios ilegales.
Un informe de las Naciones Unidas de 1994 señala que un 80% de las anfetaminas decomisadas en Europa provenía de los Países Bajos. Las cantidades incautadas demostraban que las drogas eran enviadas a casi la totalidad de los países europeos, en especial a Gran Bretaña, Alemania, Escandinavia, Francia, España e Italia. Anfetaminas producidas en Holanda también salía hacia Europa oriental, Sudamérica, Australia, Nueva Zelandia y Sudáfrica.
El tráfico de éxtasis reportaba ingresos crecientes. La droga se compraba en los Países Bajos a un valor que oscilaba entre tres y seis dólares el comprimido para luego ser vendida, por ejemplo, en el mercado ruso en 40 o 60 dólares la pastilla.
En 1998 los expertos internacionales coincidían en que el alto nivel de corrupción, la falta o la ausencia total de controles en el ámbito del tráfico de insumos, la privatización de empresas estatales, así como el gran número de expertos sin empleo o mal pagados en la industria química y farmacéutica, constituían las condiciones idóneas para la creación de centros ilegales de producción de drogas sintéticas en Europa central y oriental, una situación por la cual los narcotraficantes holandeses estaban optando cada vez más por producir o encargar producción de drogas sintéticas en aquellos países, cooperando con los grupos delictivos de esa región.
El hoy desaparecido Observatorio Geopolítico de las Drogas (OGD) se atrevía incluso a vaticinar que “ante el auge actual (en 2008) de las drogas sintéticas cabe temer que los narcotraficantes establezcan vínculos con otros productores ilícitos de América Central y de Asia, lo que podría redundar en la creación de un comercio global de estupefacientes sintéticos, comparable con el tráfico de heroína y de cocaína”.
Remedio para el asma
El desarrollo de la química farmacéutica permite que hoy se puedan sintetizar en el laboratorio casi todas las sustancias psicotrópicas o estupefacientes que se pueden obtener de productos naturales. Sin embargo reciben el nombre de drogas de diseño o drogas sintéticas aquellas sustancias cuyo origen no está derivado de un producto vegetal, sino que proceden de la síntesis química y/o modificaciones diseñadas teóricamente y producidas en laboratorios.
Una de las primeras, la anfetamina, irrumpió en la vida moderna tras esfuerzos científicos para encontrar un tratamiento eficaz destinado a controlar el asma bronquial. En los albores del siglo XX los médicos sólo disponían de las inyecciones de adrenalina como un rápido broncodilatador para reducir las crisis de los asmáticos. La adrenalina, hormona segregada por las glándulas suprarrenales, sólo es efectiva mediante inyección, ya que se destruye cuando se administra por vía oral.
El farmacólogo K.K. Chen descubrió que en las antiguas clasificaciones chinas de sustancias medicinales se recomendaban infusiones de la planta mahuang para el tratamiento del asma. El mahuang, nombre chino que recibía la planta efedra (Ephedra vularis), era conocida por sus propiedades estimulantes y broncodilatadoras desde hacía más de cinco mil años. En 1923, Chen y sus colaboradores lograron aislar el ingrediente activo de la planta, la efedrina, en los laboratorios Lilly de Indianápolis, en Estados Unidos.
Efedra floreciendo
La efedrina obtenida del extracto de la planta se introdujo con éxito en terapéutica, ya que era una sustancia eficaz por vía oral. Sin embargo, la escasez de la planta hacía inviable su aprovechamiento comercial a gran escala. Por ello se consideró que, a mediano plazo, debía encontrarse un sustituto sintético de la efedrina.
La estructura química de la feniletilamina era similar a las mostradas por la adrenalina y la efedrina. Partiendo de esa base en corto tiempo se sintetizaron y caracterizaron unos dos mil análogos, de los cuales cerca de 30 fueron probados en seres humanos. De todos ellos, el producto estrella fue la anfetamina, una sustancia que fue sintetizada en 1927 por el químico Gordon Alles.
Otras versiones científicas señalan que ya en 1910, la compañía E. Merck había sintetizado derivados de la anfetamina, buscando potenciar sus efectos para quitar el hambre y como retardados o inhibidor del sueño.
Muy pronto la anfetamina mostró características muy distintas a la efedrina, actuando principalmente sobre la psiquis y no sobre el aparato respiratorio, como lo hacía la sustancia de origen natural. No obstante, dado que podía inhalarse, muy luego se hizo célebre como astringente nasal, surgiendo en 1932 en Estados Unidos un producto denominado Benzedrona, una marca de inhalador de anfetamina que se hizo famosa en todo occidente. Comercializada sin receta, no pasó mucho tiempo antes de que algunas personas decidieran probar los efectos que ocasionaba al ingerir directamente su contenido.
La síntesis de anfetamina fue seguida del desarrollo de otros análogos con el fin de disponer de productos más selectivos, desprovistos de efectos no deseados. Entre estos análogos desarrollados en aquellos años destacan las nuevas moléculas con diversas sustituciones químicas en la estructura de la anfetamina, que hoy están tan de moda y reciben el nombre de drogas de diseño.
Mañana: Las plantas de los dioses.
Comentarios
Añadir nuevo comentario