Con la mejor de las intenciones el diputado Jorge Alessandri realizó una cena en su casa el pasado jueves con el fin de aunar fuerzas entre las dos listas que se disputan la presidencia de la UDI. La idea era hacer un gesto de unidad ante su fracturada militancia. No resultó.
La vieja guardia del partido se negó a ceder liderazgo a las nuevas generaciones de dirigentes y simplemente reafirmó la idea de que el ex ministro Víctor Pérez fuese su candidato a la presidencia en reemplazo de Pablo Longueira. Y como compañera de fórmula la actual timonel Jacqueline Van Rysselberghe en vez de la diputada María José ‘Pepa’ Hoffmann, como se propuso en señal de unidad.
Uno de los presentes en la reunión afirma que el aire se cortaba con tijera. Luego de la cita, Hoffmann entendió que esto se trataba de una pugna mayor, lo conversó con sus cercanos y determinó dar un paso al costado en la presidencia de su lista para dejar el puesto a Javier Macaya. Este representa hace ya algunos años a la generación de recambio de la UDI, los diputados y líderes sociales, alcaldes, concejales y presidentes de juntas vecinales que quieren tener más voz en el partido gremialista.
“Para generar una evidente simpatía de quienes hoy no comulgan con estas viejas glorias del partido, que han tenido un rol relevante en la creación y desarrollo de la UDI pero que hoy poseen liderazgos que no van a tono con los cambios que la sociedad nos exige, debemos ciertamente dar un golpe de timón”, cuenta esta alta fuente. El rechazo de la lista de Víctor Pérez a concitar un liderazgo unitario hizo al sector disidente replantearse la estrategia de candidatura y optar por el liderazgo de Macaya, quien hace dos años perdió la interna anterior ante Van Rysselberghe.
Hoffmann envió una carta a los partidarios de la UDI señalando que “he querido cristalizar esta propuesta de unidad y de equipo en un gesto concreto: le he pedido a Javier Macaya que conduzca este nuevo proceso”. Durante la inscripción de la lista, realizada este viernes, Macaya dijo que “de repente hay que hacer gestos, gestos que hablan del futuro con mayor armonía ya que nuestro partido ha tenido algunos fraccionamientos en los últimos años”. Además, comentó que “a los apoyos que conseguimos hace dos años se suman importantes apoyos y un trabajo tremendo que hemos realizado el último tiempo”.
Ese mismo día y sólo minutos antes, Víctor Pérez también había inscrito su lista. El ex ministro del Interior formalizó su postulación acompañado de algunos de los integrantes de su lista, además de Pablo Longueira. En la ocasión, Pérez señalo que “la UDI debe tener un rol trascendente”, encumbrándose como el candidato idóneo para generar ese cambio.
“Si bien es cierto que Javier Macaya en el pasado se enfrentó a Jacqueline Van Rysselberghe sin éxito, esta vez hablamos de otra UDI y de otro Chile, hoy Javier tiene más respaldo y Jacqueline más disidencia”, agrega esta fuente, dejando en evidencia que la crisis interna ha sido bastante bullada y no sólo se remite a frases ofensivas y mensajes en los medios de la presidenta del partido y de senadores como Iván Moreira; sino que esta vez definitivamente y tras el quiebre provocado por el debate interno tras la aprobación del primer retiro del 10% de las AFP en la que los diputados y senadores de la colectividad tuvieron un rol trascendente.
El peso político de Silva
En el último tiempo, han sido cada vez más los puntos de vista enfrentados entre estas dos formas de visibilizar la UDI. Por una parte están los tradicionales liderazgos de figuras como Van Rysselberghe, Víctor Pérez y Pablo Longueira, y por el otro el ala disidente con Pepa Hoffmann, Javier Macaya y Jaime Bellolio, seguidos de cerca en cada paso por un líder clásico y poderoso dentro del gremialismo: Ernesto Silva.
El ex presidente de la UDI y actual secretario ha sido duramente crítico con el liderazgo disociador impuesto por Van Rysselberghe en este segundo período. “Jacqueline tiene un liderazgo personalista, similar al que tenía Longueira y que no es la firma en la que personas como Silva ven al partido ni mucho menos la realidad que se vive hoy en Chile. No se trata de ver todo en blanco y negro”, señala un parlamentario del gremialismo.
Es más, en los meses pasados, en plena crisis entre UDI y RN por la incomodidad que provocaba en la líder del gremialismo la creciente popularidad de Mario Desbordes, la senadora tuvo momentos de mucha tensión con el gobierno, ya que consideraba que no se valoraba al gremialismo como sí se hacía con Evópoli y Renovación Nacional, y dentro del partido.
Ese contexto revive la figura de Macaya como un apoyo más moderado al liderazgo de Jacqueline VR. Sim embargo, el quiebre de mirada entre ambos ha sido comentario frecuente en círculos sociales del gremialismo. Un quiebre que hoy se manifiesta en el apoyo de Silva a la lista encabezada por Macaya.
Hoy la UDI enfrenta un futuro incierto en el cual sus propios líderes han señalado que podría materializarse una fisura como la que existe en el PS desde fines de los años 80, donde varias tendencias internas se disputan duramente el poder. Esto porque la disidencia gremialista ha pensado y ha dialogado acerca de una refundación de sus ideas si no tienen éxito en la elección interna. Algo deja ver el senador David Sandoval quien señala que “es el momento de decidir si miramos el futuro por el parabrisas o por el retrovisor. La UDI se ha mostrado lejana a la realidad del país y eso debe cambiar, estamos en un proceso histórico y debemos ser capaces de empatizar con las personas como fue desde nuestros inicios, mirar los temas importantes pensando en el país: la pobreza, el desempleo, la inseguridad”.
El senador, uno de los defensores de una nueva UDI fundada en liderazgos jóvenes, agrega que “es tiempo de darle paso a las nuevas generaciones de líderes que han estado siempre en el segundo plano. Creo que Jacqueline lo ha hecho bien, pero no puedo negar que me parece que en su segundo período perdimos un poco la brújula, con amenazas internas de las penas del infierno por aprobar el 10% de entrega de las AFP. Hemos tenido momentos de des-sintonía con las personas que nos pueden pasar la cuenta y convertirnos en un partido sin trascendencia si no damos un giro potente”.
Palabras que la senadora y presidenta de la UDI rebate con una firme convicción: “Yo gané dos veces, mi liderazgo no puede ser cuestionado tan livianamente”.
Pero Sandoval es enfático en su análisis: “los custodios del santo grial deben dar un paso al costado, ya no tienen la misma representatividad y si bien es cierto que les agradecemos todo lo que hicieron por preservar los valores del partido, deben entender también que sus prácticas y formas de ver el partido ya están obsoletas”.
Ciertamente, las palabras de Sandoval reflejan la trascendencia de esta pugna en la cual sólo un punto hay en común entre ambas visiones del gremialismo. “El daño que nos hizo defender incluso yendo contra nuestros propios valores este gobierno sin rumbo es evidente”, argumenta uno de los miembros de la directiva del partido.
Sandoval es aún más enfático: “Nos ha hecho mucho daño defender instancias que no compartimos. Fue inapropiado y fuimos dañados como partido”.
En el intertanto las viejas glorias de la UDI se dedican a observar, reconociendo que el poder de liderazgo que tienen en el gremialismo, tanto Van Rysselberghe como Silva, puede perfectamente fracturar a la colectividad si no se sigue con atención los disparos de ambos frentes y la legitimidad del proceso eleccionario interno.
Es por ello que Coloma, los Chadwick, De la Maza y otro líderes históricos, han tomado palco en esta discusión a la espera de ver cómo se zanja la elección interna del partido. “Es complejo tomar parte por una de las listas de manera sesgada, podría generar una crisis aún mayor de la que ya vivimos. Es mejor actuar con prudencia”, señala uno de ellos.
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