Aucán Huilcamán y el Consejo de Todas las Tierras
Aucán Huilcamán Paillama es (en 1999) el dirigente no oficial de la organización estructuralista mapuche Aukiñ Wallmapu Ngulan, Consejo de Todas las Tierras. Oficialmente se le conoce como Werkén Internacional de esa entidad, nacida públicamente en octubre de 1990, aparentemente como escisión de la organización As Mapu.
Oriundo de Lumaco, en la provincia de Malleco, es hijo de José Luis Huilcamán, lonko de una de esas comunidades y figura prócer de los antiguos Centros Culturales Mapuches. Además, uno de los más preclaros conservadores de la memoria histórica del pueblo mapuche. Aucán Huilcamán tenía 32 años de edad en 1999.
En los años 80’, Huilcamán perteneció al Partido Socialista de Dirección Colectiva (conocido como de los Comandantes o “comanches”) y a la organización Ad Mapu, vinculada al Partido Comunista. Es posible que su alejamiento preciso de ambos grupos se haya producido en 1990 con la creación de la Comisión Especial de Pueblos Indígenas, CEPI, entidad en la que nunca confió a pesar de sus vínculos de amistad con José Bengoa, su primer director.
Desde 1992 estudió Derecho en la Universidad Autónoma del Sur, en Temuco, carrera que terminó congelando.
En su condición de Werkén Internacional del Consejo de Todas las Tierras, Huilcamán comenzó a tener tribuna, desde 1992, en distintos foros de la Organización de las Naciones Unidas y a vincularse con organismos indigenistas europeos. En la estimación de otros líderes mapuches, la opción internacional de Huilcamán habría marcado el comienzo de su eclipse. En palabras de Víctor Ancalaf, vocero de las comunidades en conflicto de Collipulli, “la pelea debemos darla en nuestra tierra, no en los foros internacionales”.
En realidad, no está muy claro si el ascendiente del werkén está eclipsado. Se debe recordar que en 1992 dirigió la mayor movilización indígena que se haya visto en Temuco, que puso en serios aprietos al intendente de entonces de la Novena Región, Fernando Chuecas, quien dispuso una represión policial extemporánea y perfectamente inconducente.
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En 1997, Huilcamán se casó con una holandesa con la que vivía hasta hace poco en Guatemala. En torno a este tema, tanto él como los demás voceros del Consejo de Todas las Tierras guardan una extraña reserva.
Tampoco hay total claridad en torno al origen de esa organización. Hay quienes indican que fue inspirada (y financiada en un comienzo) por un descendiente de Aurelie Antoine I, autoproclamado en 1861 Rey de La Araucanía y la Patagonia.
No tenemos antecedentes concretos que nos permitan pronunciarnos en torno a esa versión. Lo que sí parece claro es que el discurso del Consejo de Todas las Tierras –expresado desde 1997 en el libro El Pueblo Mapuche, su Territorio y sus Derechos-, citando frecuentemente en el presente trabajo, presenta claras analogías con la lógica que animaba a Aurelie Antoine I, que no era exactamente un loco ni un simple aventurero como se ha sostenido.
En abril de 1999, Aucán Huilcamán entregó una propuesta de negociación entre el mundo mapuche y las empresas forestales. Esa propuesta incluye la petición de la entrega a las comunidades mapuches de un 30 por ciento de los bosques hoy controlados por las empresas forestales.
Se piensa también que el Consejo de Todas las Tierras es heredero de la Federación Araucana, organización que nació en 1916 bajo el liderazgo de Manuel Aburto Manquilef, y que se caracterizó por sus avanzadas propuestas políticas tendientes a conseguir un mejor trato para los mapuches por parte del Estado chileno. A fines de 1931, la Federación Araucana levantó la propuesta de una República Mapuche Independiente, lo que causó revuelo entre los propios mapuches, la clase política chilena y la Iglesia católica. Aburto fue encarcelado varias veces.
En el tiempo inmediato, el Consejo de Todas las Tierras remite en su origen a los Centros Culturales Mapuches, posiblemente el más sólido esfuerzo de síntesis axiológica que ha producido el mundo mapuche en el siglo XX. En 1990, la Comisión “500 años de Resistencia”, hija de los Centros Culturales, fue el trampolín para el nacimiento del fogoso Consejo de Todas las Tierras.
Audaces propuestas
En abril de 1999, Aucán Huilcamán entregó una propuesta de negociación entre el mundo mapuche y las empresas forestales, tanto al vicepresidente de la Corporación de la Madera, Juan Enrique Correa, como al ministro de Planificación, Germán Quintana.
Esa propuesta incluye la petición de la entrega a las comunidades mapuches de un 30 por ciento de los bosques hoy controlados por las empresas forestales. “las comunidades tendríamos que aceptar que las forestales han invertido en la región. Las empresas tienen que reconocer que muchos de los bosques están sobre tierras que han pertenecido –y legalmente pertenecen- a las comunidades mapuches”, afirmó el werkén.
En enero del mismo año, Huilcamán presentó a la entonces ministra de Bienes Nacionales, Adriana Delpiano, un proyecto que consulta el establecimiento de áreas indígenas protegidas, tal como ya se ha hecho en Venezuela, Colombia y Brasil. “En todos los estados de América hay políticas de áreas protegidas donde los gobiernos y los indígenas han llegado a acuerdo. Las áreas protegidas son hoy día un tema de interés mundial que favorece las expectativas de los pueblos originarios”, manifestó después Huilcamán.
Es que desde el jueves 22 de abril de 1999, 800 hectáreas ubicadas en la Reserva Nacional Villarrica fueron ocupadas por las comunidades mapuches de Pocura (provincia de Valdivia), y Manuel Quintonahuel, Manuel Marillanca y Maite (provincia de Cautín). Se trató de un total de 250 familias indígenas. El 24 de abril, terrenos de la empresa forestal Oregón, en las proximidades del lago Villarrica, fueron tomados por las comunidades mapuches de Llafenco y Guampoe (provincia de Cautín). Todas estas acciones, reivindicadas por el Consejo de Todas las Tierras, fueron las primeras desarrolladas por esa organización estructuralista luego de los precedentes de ese tipo sentados por la Coordinadora de Comunidades en Conflicto en Lumaco, Traiguén, Collipulli y Arauco.
El ministro de Bienes Nacionales, Jorge Heine, reconoció el viernes 23 de abril estar en conocimiento de las conversaciones sostenidas por Aucán Huilcamán con su predecesora y reiteró el anuncio de formar una mesa de diálogo a nivel de las regiones Novena y Décima, con participación de Conadi, Conaf, el Ministerio de Bienes Nacionales, las respectivas intendencias y las comunidades indígenas.
Introducción a un conflicto
El 15 de marzo de 1999, el autor de este libro entrevistó a Aucán Huilcamán:
-¿Qué especificidad tienen las situaciones conflictivas de Traiguén y Lleu-Lleu?
-Bueno, lo que sucedió y sucede en Temulemu, Santa Rosa de Colpi, es una explosión de una situación similar que viven varias comunidades de esta región. Yo no lo tomaría con demasiada atención porque esto es un proceso largo, pero ascendente que se va a ir generando en la región. Y se va a ir regenerando debido a que la relación de tenencia de tierras es tan desmedida entre los mapuches y las empresas forestales.
Hay una extensión de más o menos 100 mil hectáreas de tierras que fueron traspasadas de manera automática a las empresas forestales. No solamente era entrega de tierras, sino que estaba acompañada de medidas económicas.
Para esto hay que explicar, entonces, cómo se convirtieron en actores económicos los empresarios extranjeros en el territorio mapuche. Es básico, por ejemplo, tener en cuenta el Decreto 701 de la dictadura que, sin llamarse Decreto Ley contra la Reforma Agraria, en la práctica se convirtió en algo contra la Reforma Agraria que venían impulsando los gobiernos de Frei Montalva y Salvador Allende.
Si no se tiene en cuenta ese decreto, sencillamente aquí se está hablando de los hechos, de las consecuencias, pero no se está hablando sobre cómo se facilitó la presencia de las compañías forestales transnacionales, bajo qué contexto político. El Decreto 701 se llama de Incentivos Forestales. Y esa fue la forma concreta en que el gobierno hizo posible tanto legalmente como políticamente la presencia de estas compañías.
Por ejemplo, hay una extensión de más o menos 100 mil hectáreas de tierras que fueron traspasadas de manera automática a estas empresas forestales. Hay muchas hectáreas que fueron adquiridas con escasos recursos y, por otro lado, con incentivos forestales. ¿En qué consistían? No solamente era entrega de tierras a los empresarios forestales, sino a la vez la entrega estaba acompañada de medidas económicas.
Por ejemplo, hay casos en que se subvencionó hasta el 90 por ciento de la forestación de las tierras. ¿Y de dónde se obtuvo la subvención? Se obtuvo del presupuesto del Estado. Y aquí hay cosas que no se dicen y, lamentablemente, los periodistas y todos los medios de comunicación, sin excepción, incluso los políticos y los parlamentarios que han apoyado a los mapuches, no manejan esta información.
En el libro que estamos haciendo –El Pueblo Mapuche, su Territorio y sus Derechos- estamos estableciendo quiénes son los dueños del dinero, cómo operan en otros países cómo están constituidos como consorcios a nivel internacional y a nivel local en Chile. Ahora nosotros estamos haciendo una investigación sobre cuánto fue el dinero que dio la dictadura militar para que las empresas forestales realizaran sus actividades de forestación, y es una información seria la que vamos a obtener.
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¿Cómo explica uno que las compañías forestales hayan sido subvencionadas si se trataba de sus actividades empresariales? Sencillamente, el gobierno de ese entonces tenía que mostrar seguridad y para eso tenía que poner un porcentaje para hacer posible que se formara una especie de asociación entre él y las empresas forestales.
-¿Cómo operó el Decreto 701?
-Hubo dos procedimientos. La Corporación de la Reforma Agraria, Cora, que era el organismo que tenía que ver con los pagos de la Reforma Agraria, y el Instituto de Desarrollo Indígena, IDI, fueron los organismos que proporcionaron la información al gobierno para que tuviera una estadística de las tierras disponibles para vender. Y eso nadie lo dice: que aquí hay dos organismos comprometidos. El IDI, con Allende, era un organismo pro indígena, pero después, con Pinochet, pasó a ser todo lo contrario, ya que hubo modificaciones inmediatas en la orientación de sus políticas.
Hubo procedimientos, por ejemplo, mediante postulaciones de cartas en buzones, donde no hubo un concurso abierto. Por lo tanto, las adjudicaciones eran en silencio y solamente aparecía realizándose la compraventa en una notaría u haciéndose la escritura de la tierra transferida. Nosotros hicimos estudios de casos que son tremendamente importantes para comprender lo que pasó con nuestras comunidades.
Por ejemplo, la comunidad de Collinque, en Lumaco, había recuperado 360 hectáreas de tierra. El 73’, después del golpe, los dirigentes fueron encarcelados. Las tierras permanecieron ahí, estaban en un proceso de pago para los dueños legales y en un proceso de transferencia legal para las comunidades. La comunidad había forestado 60 hectáreas de bosques a través de un convenio con la Conaf. El 78’, la Forestal Guanaco, de origen suizo, compró las tierras a la familia Chávez, que ya había recibido el 50 por ciento del pago de la Cora durante la Reforma Agraria. Cuando esta forestal hizo la escritura, desconoció las 60 hectáreas de bosques y prácticamente adquirió estas tierras desconociendo cualquier derecho de la comunidad mapuche. Hoy día, en 1999, la comunidad está reclamando lo que le corresponde: esas 60 hectáreas que no aparecen en la escritura.
Entonces, las forestales operaron de esa manera adquiriendo las tierras; de esa y de otras formas que ahora son muy difíciles de conocer. Una vez adquiridas las tierras, en convenios con Conaf, que les certificaba aptitud para la forestación, ellos postulaban a la asignación del Estado, y el Estado les daba el 30, el 40, el 50, hasta el 90 por ciento, dependiendo de la situación específica.
La tierra era una garantía para luego recibir la subvención. Las empresas sólo pusieron como presupuesto la compra de tierras, a escaso valor. Todo lo que fue mantención de bosques por un largo período fue costeado por el gobierno militar. El caso de Temulemu y Santa Rosa de Copi se repite más de cien veces en nuestra región. Solamente Forestal Mininco tiene 80 conflictos con los mapuches. To no tengo una visión de cómo va a actuar el gobierno cuando estos conflictos se desarrollen y eso es inevitable.
Lo inevitable
-¿En qué momento se presentará lo inevitable?
-Va a ser inevitable cuando comience la extracción de la madera. Estamos hablando de 21 compañías forestales; es algo que la gente no conoce y tampoco se conocen los países que están en esto. Nosotros lo sabemos y eso nos ha permitido como Consejo de Todas las Tierras tener una propia ronde de conversaciones. Nosotros estamos negociando algunas tierras con ellos afuera.
En Temulemu y Santa Rosa de Colpi hay una serie de situaciones no bien tratadas; creo que en ese sentido, el gobernador de Malleco, Roberto Parant, encontró una fórmula más adecuada. Yo lo dije en su tiempo: el hombre que puede encontrar una fórmula es Roberto Parant…
-¿Cuál es esa fórmula?
-Él se dio cuenta de que había allí 58 hectáreas que se podían negociar en favor de la comunidad; ésa es una cosa concreta que se puede negociar, porque es factible desde todo punto de vista. En lo que se refiere a la presencia de extranjeros.
Chile es el único país de Sudamérica que no tiene reconocimiento constitucional sobre los pueblos indígenas. Éste es el Estado más retrógrado, podría decir, de América.
Ahora hay muchas cosas de las que siempre se nos acusa: la cosa internacional. Yo creo que personas de origen extranjero van a seguir viniendo porque hoy día en el mundo hay una sensibilidad a favor de los indígenas. Hoy día hay un proceso creciente en que muchos organismos, ONGs, están apoyando al movimiento indígena de manera increíble. Hay una conciencia permanente a favor de los indígenas. En la medida en que el pueblo mapuche vaya luchando, va a encontrar simpatizantes en el mundo, es una cosa inevitable.
-Pero, ¿qué esperan de ese apoyo internacional?
-¿Qué papel juegan ellos? Eso es relativo. Puede ser más o menos decisivo. Por ejemplo, difundir en el extranjero la situación que viven los mapuches en Chile no es algo malo, porque el Estado chileno no reconoce la existencia de otro pueblo, solamente la de los chilenos. Es muy positivo que haya organismos que pongan de relieve situaciones escondidas, como es el caso de los mapuches y de los pueblos indígenas en general.
Chile es el único país de Sudamérica que no tiene reconocimiento constitucional sobre los pueblos indígenas. Éste es el Estado más retrógrado, podría decir, de América. Es el Estado más anti indígena. Todos los otros estados, por más crueles que hayan sido con los indígenas, han respetado los derechos colectivos. Entonces, creo que la solidaridad internacional va a seguir creciendo en favor de los mapuches, y es una situación que nosotros tenemos que saber utilizar de una manera adecuada; y será bienvenido cualquier apoyo que se dé.
El terrorismo
-Pero está el riesgo de que los asocien con terroristas. Se ha hablado, por ejemplo, de la colaboración de la ETA.
-Yo rechazo ese argumento por algo que es solo de sentido común. La ETA es un organismo que actúa en un medio totalmente diferente al nuestro. Yo no sé si en Santa Rosa de Colpi tendrían cabida esos seres humanos, comparando como actúan en Madrid o en Bilbao. La gente del IRA no tiene nada que ver con indígenas. Ahora, no cabe duda de que podrían venir ellos y otras personas a conocer esta situación, porque también es inevitable. Nosotros no somos los que controlamos el ingreso o egreso de personas en el país. No tenemos un catastro para decir éste es bueno; éste es malo.
Pero no veo esas posibilidades porque las comunidades mapuches no necesitan de esas prácticas; tenemos los argumentos suficientes para que nos den fuerza y legitimidad para reclamar nuestros derechos sin recurrir a la fuerza innecesaria que, en este caso, es además una fuerza incoherente con los derechos mapuches y con la práctica nuestra. Además, yo no tengo mucho tiempo para andar demostrando que somos de lo más sanos. Yo pienso que mientras no estemos comprometidos en esas cosas, especulaciones siempre habrá.
-¿Por qué tanta especulación? Pareciera que a ustedes se les mitifica.
-Lo que pasa es que a nosotros se nos ve con una óptica colonial. Se nos ve como personas que no somos capaces de pensar, que no somos capaces de analizar ni de proyectar nuestra situación. Ésa es una mentalidad muy opresora que todavía persiste en la sociedad chilena y a todo nivel. Por ejemplo, aquí hay un sentido de culpa que subyace en la mente de casi todos los chilenos. Esa culpa subyacente se manifiesta a distinto nivel, en los hechos conflictivos que hay con los mapuches.
Por ejemplo, el señor Walter Riesco, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, hace unos días, dijo: Mire: los mapuches no tienen ningún derecho en este país. ¿Cómo una persona de su estatus puede decir esa barbaridad? Pero lo dice. Y eso me demuestra que los acontecimientos pueden ir para cualquier lado. Eso demuestra que no ha habido ninguna evolución, ninguna convivencia; que el señor Riesco nunca ha tenido trato con los mapuches.
Hace algunos días, el subsecretario del Interior, Guillermo Pickering, dijo que los carabineros no habían disparado un solo tiro en Temulemu o en Santa Rosa de Colpi. O sea, él mide las cosas en términos de si hay o no disparos. Yo creo que, desde el sitio en que él se desempeña, es el lenguaje menos apropiado para medir los hechos. Pero también los servicios de seguridad de Carabineros. Cuando yo fui a la comunidad de Santa Rosa de Golpi estaban filmando y tomando fotos, tal como si hubieran estado en la Alameda de Santiago. Yo me digo entonces que nadie sabe que está tratando con otra gente, con otra cultura, que tiene otros comportamientos, que tiene otras formas de medir las cosas; y prácticamente todos, al final, actúan a su manera, y su manera es la menos apropiada para un trato con los indígenas.
-¿Qué tiene que ver eso con el sentido de culpa que usted denuncia?
-Es que el sentido de culpabilidad histórica es lo que lleva a actuar frente al mapuche de cualquier manera. Y, en definitiva, no hay ningún avance para tratar algunas temáticas que podrían ser provechosas para todos, porque cada cual tiene su propia versión sobre los mapuches.
El Consejo en 1999
-¿Qué grado de relevancia tiene hoy, en 1999, el Consejo de Todas las Tierras en la creación de conciencia para el mundo mapuche?
-Yo podría decir que enorme, porque el 90’ y 91’ abrimos las puertas para esto. Porque no hay que olvidar que el 91’ y el 92’ el gobierno nos demandó a cada uno de nosotros. Yo estuve en la cárcel en esos días.
Entonces, hoy día, en cambio, el gobierno no ha tomado detenido a ningún mapuche, aparte de algunas detenciones temporales, pero en definitiva no hay las mismas medidas del Ministerio del Interior, como la vez pasada, que fueron tan duras. No sé si usted sabe que nosotros tenemos demandado al Estado chileno en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Y si esto no prospera en los 45 días que le dimos desde el 3 de marzo de 1999, el caso pasa a la Corte Interamericana. Por lo tanto, allí estamos sentando un precedente y allí no es un acuerdo de ONGs, estamos frente a un tribunal internacional que tiene máxima jurisdicción en el continente para los estados que ratificaron la Convención de Derechos Humanos de la OEA.
-¿Han contribuido ustedes a la formación de otros grupos?
-No nos sentimos responsables de la creación de nuevos grupos. Por el contrario, hay muchas asociaciones comunales que han surgido alrededor de la Ley Indígena. Y esas asociaciones comunales, como figura jurídica, no cuentan con nuestro apoyo, aunque debemos reconocer que, en la medida en que estén defendiendo cosas concretas, lo están haciendo bien. Pero ese juego de crear comunidades al interior de la propia comunidad, con 15 personas, es muy dañino en este momento, y lamentablemente nuestra gente no está consciente de eso. La Ley Indígena permite la creación de personerías jurídicas al interior de nuestras comunidades, y eso es serio para el futuro.
Habría que medir si se compensa la reclamación de tierras que están haciendo con el daño cultural que están provocando estas asociaciones comunales en muchos de los casos. Una comunidad mapuche es una unidad lingüística, es una unidad cultural, es una unidad familiar, es una unidad de conciencia histórica de pertenencia de los habitantes de ese lugar. El Consejo de Todas las Tierras no se hace responsable de esa práctica porque es anti indígena. Y nosotros tenemos que hacer prevalecer los principios indígenas, los principios de la cultura mapuche, y no únicamente adaptarme a las circunstancias que me ofrece el Estado para poder funcionar.
El Consejo de Todas las Tierras ha dado muestras suficientes de que es posible desarrollarse organizativamente, recuperar tierras y actuar en el concierto político sin ser un órgano legal. El objetivo del gobierno era hacernos desaparecer declarándonos asociación ilícita, ilegal. Pero, paradojalmente, cuando nos necesitan, nos llaman. Yo he estado negociando con la Cancillería en Washington; yo soy uno de los voceros de un organismo ilegal en Chile, pero he estado negociando con los estados afuera y se me reconoce en lo que soy: yo soy el presidente del Comité Indígena Interamericano.
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Por lo tanto, he dado muestras de otras formas de hacer política, de reivindicar nuestros derechos. El Consejo de Todas las Tierras tiene una enorme influencia porque logró romper las barreras más fuertes que nos habían impuesto.
Pero tampoco el Consejo de Todas las Tierras podría atribuirse responsabilidad única porque también hay una experiencia previa de otras organizaciones. Yo no puedo desconocer, por ejemplo, que en la época de Ad Mapu, cuando estábamos bajo la dictadura militar, también se recuperaban tierras y era un momento muy difícil, tremendamente difícil; y Ad Mapu jugó un papel importantísimo.
Entonces, no nos atribuimos la condición de salvadores del pueblo mapuche. ¡No, señor! Yo creo que hay que ser más respetuoso con las generaciones anteriores que hicieron su aporte.
Marcha a Santiago
El 10 de mayo de 1999, Aucán Huilcamán anunció la realización de una multitudinaria marcha hacia la capital, que partiría desde Temuco el 17 de mayo y que estaría llegando a Santiago a mediados de junio. “Se trata de poner en conocimiento de la comunidad chilena y de sus autoridades el estado de opresión en que vivimos los mapuches; y, al mismo tiempo, presentar una propuesta al gobierno”, dijo el werkén.
El lunes 17 de mayo, Huilcamán interrumpió abruptamente una reunión entre el ministro de Planificación, Germán Quintana, y alcaldes de la Asociación Regional de Municipalidades, que se realizaba en el municipio temuquense. El werkén exigió ser recibido de inmediato por el secretario de Estado, pero se vio interceptado por un fuerte contingente de carabineros y por funcionarios municipales. No obstante, logró increpar brevemente a Quintana.
Al retirarse explicó que rechazaba absolutamente la exclusión de los mapuches de la comisión gubernamental que integraba el ministro de Planificación, a la vez que demandó la formación de una mesa de diálogo formada por los ministerios de Hacienda, Bienes Nacionales y Planificación, a la que tendrían que tener acceso representantes de todas las comunidades mapuches en proceso de recuperación de tierras.
Asimismo, criticó ácidamente la incorporación de las municipalidades al proceso pues estaría desviando las demandas mapuches hacia el tópico del desarrollo. “El punto principal aquí es la recuperación de las tierras usurpadas –afirmó.; la pobreza es un aspecto complementario”. Recordó también que especialmente los alcaldes de derecha tienen malas relaciones con los mapuches.
No obstante, el dirigente del Consejo de Todas las Tierras demandó a los alcaldes la iniciación de un ciclo de consultas con las comunidades indígenas para conocer sus necesidades y propuestas.
En la misma oportunidad, el ministro Germán Quintana valoró el gesto de Huilcamán, pues “significa acercarse al diálogo” y agregó que espera análogo gesto de la Coordinadora de Comunidades Mapuches en Conflicto. “Es el momento para que esta organización demuestre si realmente está por el diálogo o si opta por estar permanentemente creando fricciones, más que con el gobierno, con el Estado”, manifestó.
* Revisa aquí la tercera entrega de la Serie.
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