Michael Kast Shindele llegó a Chile en diciembre de 1950, a los 26 años de edad. Venía buscando mejores horizontes tras la Segunda Guerra Mundial donde había sido parte del Ejército alemán y combatido en Francia, en el frente ruso, en la península de Crimea, y luego -desde 1944- en Italia, hasta la invasión de los aliados y el armisticio que lo sorprendió en Trento.
Michael había ascendido de simple soldado a teniente y debió entregarse a los estadounidenses. Algunos días después, en abril de 1945, saltó desde el segundo piso de una escuela, donde estaba prisionero, y escapó. Caminó 30 kilómetros cada noche, escondiéndose en el día, y logró cruzar los Alpes y llegar a su pueblo. Cuando retornaba a su casa en Oberstaufen, en el sureste de Alemania, pasó al hogar de un camarada suyo que había muerto en la guerra. Allí conoció a Olga Rist Hagspiel, de quien se enamoró a primera vista. Se casaron en 1945 y tuvieron dos hijos: Miguel y Bárbara.
La post guerra era dura y más aún para la derrotada Alemania. Michael temía un nuevo conflicto bélico y decidió emigrar al sur de América. Viajó sólo hacia Argentina y poco después decidió trasladarse a Chile donde adquirió una parcela en la comuna de Paine -hoy Provincia del Maipo- y se puso a trabajar la tierra. Sembró diversos cultivos pero no le fue bien y optó por criar pollos y dedicarse a vender huevos. Llegó a tener unas ocho mil gallinas ponedoras. El negocio iba bien y resolvió traer de Alemania a su esposa y sus dos hijos pequeños. Arregló lo mejor que pudo su casa de adobes y recibió a su familia.
Estaban nuevamente juntos y el futuro parecía sonreírles, pero una sorpresiva gripe aviar diezmó su plantel de pollos. Ya casi en la ruina, muy cerca de la navidad, vio en el centro de Santiago que se vendían pollitos de colores. Se le ocurrió entonces pintar las gallinas que le quedaban con diversos colores y ofrecerlas como un regalo de pascua. Su idea fue un éxito y logró reunir un pequeño capital para dedicarse al rubro de las cecinas. A fines de los años 50 puso en marcha una fábrica de embutidos y pronto llegó a faenar unos 20 cerdos a la semana.
En 1962 Michael y Olga abrieron el primer Bavaria en el kilómetro 42 del camino al sur, al lado de la ermita de Fátima. Era un local pequeño, de unos 20 metros cuadrados, donde vendían cecinas y sándwiches de lomito preparados por ella. A las pocas semanas ya vendían unos 500 lomitos a la semana y se transformaron en una parada obligada de camioneros, vendedores viajeros y paseantes. Al año agrandaron el negocio, abrieron nuevos locales en Talagante, Rengo y San Francisco de Mostazal y otro más amplió al frente del primero.
Ya habían nacido sus diez hijos, consolidaban su empresa, hacían nuevos amigos y los esfuerzos daban sus frutos. Michael y Olga eran muy religiosos, fervientes devotos de la virgen María -algo muy común en la Bavaria alemana- y cercanos al movimiento apostólico de Schoenstatt, fundado en Alemania por el sacerdote José Kentenich.
Estas creencias influyeron de manera determinante en sus hijos y en las familias de éstos, dando forma a un verdadero clan integrado por un centenar de personas, incluyendo más de 50 nietos y unos 25 bisnietos.
El periodista Javier Rebolledo, en su libro A la sombra de los cuervos, afirma -en tanto- que Michael Kast fue nazi, que se fugó hacia Chile; que su hijo Christian participó en interrogatorios en Paine después del golpe militar de 1973 y que otro de sus hijos Miguel, asesoro a la DINA mientras estaba en Odeplan.
El hijo ministro
El mayor de los hijos de Michael Kast, nacido en Alemania el 18 de diciembre de 1948, fue Miguel Kast Rist, quien ya en Chile estudió en el Liceo Alemán y luego en el Colegio Alemán donde conoció al sacerdote Carlos Pfeiffer, quien le contó un supuesto secreto: le dijo que si uno rezaba mil avemarías podía pedirle a la virgen un deseo o un regalo, hábito que Miguel seguiría durante el resto de su vida. A sus padres no les gustaba el carácter mixto del Colegio Alemán y optaron por cambiarlo al Hispanoamericano, a cargo de sacerdotes españoles.
Ya en las humanidades, Miguel se hizo muy bueno para los negocios. A los 14 años compró su primera trilladora y poco después una segunda con un préstamo que le hizo su vecino Enrique Tocornal. A los 17 años ya tenía seis trilladores que arrendaba para las cosechas en diversas provincias del país.
Quería ser empresario y cuando terminó el colegio entró a estudiar Administración de Empresas en la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC). Allí tuvo como profesores a Sergio de Castro, Pablo Baraona, Ernesto Fontaine y Patricio Guzmán, entre otros. En 1964, al aproximarse las elecciones presidenciales y existir la posibilidad de que Salvador Allende las ganara, decidió trabajar por la democracia cristiana y la candidatura de Eduardo Frei Montalva.
Desde pequeño sus padres –traumatizado por la invasión soviética a Alemania- le habían contado lo terrible que era el comunismo y los problemas que acarreaba cuando llegaba a un país. Miguel trabajó en estrecho contacto con el senador Rafael Agustín Gumucio y Andrés Aylwin, diputado democratacristiano por la zona de Buin y Paine. Participó también en la Marcha de la Patria Joven, oportunidad en que caminó desde Paine hasta el entonces Parque Cousiño.
Miguel se distancio del Partido Demócrata Cristiano (PDC) cuando percibió que la Reforma Agraria emprendida por Frei permitía expropiar los fundos y que -en vez de premiar a un buen agricultor por sus esfuerzos, dándole la posibilidad de comprar más tierra, según él creía- prohibía tener más de un cierto límite de ella.
En la UC hizo amistad con Jaime Guzmán Errázuriz y tras la toma de la Casa Central de la universidad en 1968, decidió trabajar por el gremialismo que empezaba a crecer en las aulas pontificias y fue elegido presidente del centro de alumnos de la Escuela de Economía y luego secretario general de la Federación de Estudiantes de la UC, la FEUC.
Egresó de la Escuela de Economía cuando Salvador Allende acababa de ser elegido presidente de la República. Entró a formar parte de un grupo de los Schoenstatt y se hizo muy amigo del asesor juvenil del movimiento, el sacerdote Francisco José Cox.
Noviazgo y matrimonio
En 1969, durante los trabajos de invierno que organizaba la FEUC, en Punitaqui, Miguel conoció a Cecilia Sommerhoff, estudiante de Educación de Párvulos, de 18 años. Tras volver a Santiago aún le quedaba una semana de vacaciones y con un grupo de amigos de Miguel -Ernesto Silva, Martín Costabal y Carlos Honorato- decididieron subir a Farellones. Coincidió que Cecilia y su hermana subían al mismo refugio, que era de la UC. Semanas después empezaron a pololear.
Cecilia pertenecía a una familia anglicana, pero se había convertido al catolicismo. También era gremialista y con Miguel hablaban mucho de Dios y de los Schoenstatt. Durante el pololeo rezaban juntos. Pensaban que Dios los había reunido. Se casaron el 28 de mayo de 1971.
En septiembre de 1971, Miguel ganó una beca de la Fundación Ford para estudiar un postgrado en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago con la cual la UC tenía un convenio. Antes habían estado allí Sergio de Castro, Ernesto Fontaine y Pablo Baraona, entre otros. Con Miguel estudiaban también los chilenos Juan Carlos Méndez, Juan Ignacio Varas, Martín Costabal, Ernesto Silva, Eliodoro Matte, Juan Villarzú, Juan Ariztía y Francisco Frei Ruiz-Tagle.
El 28 de julio de 1972 nació Miguel Kast Sommerhoff, quien tuvo un problema a la vista muy delicado. El padre recurrió al rezo de las mil avemarías para pedir a la virgen su curación. Coincidencia o no, el niño sanó al poco tiempo.
Pese a las largas horas que debía dedicar a sus estudios, la profunda vida religiosa de Miguel no decayó. Todos los días, a las cinco y media de la tarde, se juntaban con Cecilia para asistir a misa en la iglesia de Saint Thomas, a pocas cuadras de la universidad. Además, en ocasiones partía los domingos a Milwaukee, a dos horas de Chicago, acompañado por Cecilia y a veces por algún otro estudiante, a visitar el santuario de Schoenstatt ubicado en dicha ciudad.
En 1973 los chilenos se aprontaron a volver al país. Al producirse el golpe del 11 de septiembre Miguel ya había aceptado un trabajo muy bien remunerado en México, pero Ernesto Silva Bafalluy lo llamó desde la Oficina de Panificación Nacional, Odeplan, contándole que casi todos sus amigos estaban también allí; que Sergio de Castro y Pablo Baraona empezaban a aplicar el nuevo programa económico; y que todos laboraban bajo las órdenes de Roberto Kelly, un ex oficial de la Armada puesto allí por el almirante José Toribio Merino.
De nuevo en Chile
Kast decidió regresar a Chile y empezó a trabajar en el departamento de estudios de Odeplan, cuyo jefe era el economista Sergio Undurraga y lo integraban Ernesto Silva, Juan Carlos Méndez, Arsenio Molina, María Teresa Infante y otros economistas, casi todos formados en la UC.
En 1978 Miguel fue designado ministro director de Odeplan, donde formó a varias generaciones de nuevos profesionales, distribuyéndolos en las diversas estructuras de la dictadura militar y de la empresa privada. Ellos fueron los que a la larga impusieron el modelo económico neoliberal y tras el retorno de la democracia se incorporaron a los grupos económicos más poderosos.
En diciembre de 1980 fue nombrado ministro del Trabajo, en reemplazo de José Piñera. Mientras cumplía sus responsabilidades en el gobierno, empezó a hacer inversiones en el rubro forestal, comprando tierras y plantando pinos gracias a la bonificación que empezó a entregar el gobierno con ese propósito, iniciativa diseñada y aplicada por Julio Ponce Lerou -en ese tiempo yerno del general Augusto Pinochet- desde la Conaf.
Por esos días, a los 31 años de edad murió su amigo Pedro Pablo Díaz Bafalluy, hermano de Ernesto y Pablo, con lo que Miguel comenzó a cambiar rápidamente. Bajó la intensidad del trabajó y se ensimismó cada vez más. En noviembre de 1981 pidió a todos sus colaboradores más inmediatos, cerca de diez profesionales, que rezaran juntos diariamente el Mes de María, lo que hacían a las 11 en la parroquia El Sagrario, al lado de la catedral.
El 23 de abril de 1982, Miguel Kast fue designado presidente del Banco Central. Era un momento económico muy difícil, en plena recesión, con crecientes reclamos del sector gremial y empresarial, que Augusto Pinochet decidió enfrentar con un cambio de equipo. Sergio de Castro, ministro de Hacienda durante seis años, fue sacado del gabinete.
A mediado de 1982, Miguel Kast renunció al Banco Central. Sentía que sus ideas no eran escuchadas y que se hacía todo lo contrario, llevando al país hacia una crisis económica incontrolable. Una de sus últimas sugerencias al general Pinochet fue que incorporara al gobierno a un joven profesional: Hernán Büchi.
Poco después empezó a sentirse mal, cada vez más débil y con dolores en diversas partes del cuerpo. A fines de enero de 1983 le diagnosticaron cáncer generalizado y lo llevaron a un hospital en Washington. Postrado en cama hizo una bitácora que Joaquín Lavín recogió en el libro La pasión de vivir, que hizo sobre la vida de Miguel Kast.
Miguel escribió en un día de su bitácora:
- “Hablamos largo con Cecilia. Rezamos el rosario del matrimonio. Le conté que me gustaría morirme tomado de la mano de alguno de mis seres queridos, rezando el rosario, quedarme como dormido y aparecer tomado de la mano de la Bárbara y la Mónica, una de cada lado y que ellas me lleven a presentarme a la Virgen. Luego, que la Virgen me abrace y que me lleve a presentarme a Cristo. Finalmente, conocido Jesús y copuchado amorosamente con él, me lleve a presentarme a Dios Padre, para luego entender el misterio del Espíritu Santo. Pienso en etapas, porque cuando ya me acerco a nivel de Cristo y de ahí para arriba, la cosa se me pone más abstracta y lo entiendo menos, salvo por el hecho de ver la imagen de mi papá. Como él reacciona con tanto amor, seguramente Dios Padre también debe ser igual de cariñoso”.
Fue trasladado a Chile donde le siguieron haciendo exámenes. Se desconocía el origen de su cáncer. Finalmente lo llevaron a su casa durante meses todos los días acudían decenas de personas de diversas procedencias a rezar con el rosario junto a Miguel en su dormitorio. Murió el domingo 18 de septiembre de 1983.
A comienzos de 1983, postrado en cama luego de saber que padecía de una enfermedad que más temprano que tarde le acarrearía la muerte, Miguel Kast decidió empezar la grabación de un cassette contando su vida a sus cinco hijos, el menor de los cuales, Bárbara, cumplía en ese entonces dos años. El relato quedó inconcluso y sólo alcanzó a abarcar su niñez y los años del colegio. Se iniciaba así:
- “Queridos niños: el papito tiene una enfermedad grave y puede ser que en un período corto ya no esté con ustedes, se haya ido donde la Virgencita y el niñito Jesús. Desde allá los voy a estar vigilando y cuidando todo lo que pueda. Pero, de todas maneras, como ustedes son chicos y es muy posible que ya después de poco tiempo no se acuerden de mi voz, ni de cómo era el papá, quiero empezar a grabar unas cintas en las que les voy a contar toda mi vida. Las penas y alegrías que he tenido en la casa, después en el colegio, cuando me casé con su mamá, en Chicago, cómo fueron naciendo cada uno de ustedes, lo que he pensado y soñado para ustedes".
-“Quiero dejarles este regalo para que cada uno de ustedes sepa de dónde vino y qué tipo de papá tuvo. Aunque tú, Barbarita, especialmente, y tú Tomás, y también tú, Felipe, ya no se acuerden mucho. Pablo y Miguel son más grandes, pero también se van a olvidar de muchas cosas”.
Mañana: Segunda Parte. Los otros hijos.
Comentarios
Quisiera leer el articulo
Lectura interesante
La lectura y la información
Excelente, pero Miguel Kast
Ahhh::::o sea la sangre Nazi
Buena lavada de imagen al
Que es esto?
Muy acertado y veridico
Interesante saber como surgió
El Clan Kast, tan esforzado,
Hay harto de ficción en el
Fui compañero de juegos con
Acaso pelear en la como
Que carajo es eso.... nada
Yo quería saber quien era
Nunca comento acá, pero me
Parece que son los mismos
Los comunistas por los que
Me formaré una opinión cuando
y esto es todo? hay un link
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