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Viernes, 19 de Abril de 2024
IU abre la puerta

España: PSOE afianza posibilidad de gobierno en solitario, en medio de la crisis

Pedro P. Ramírez Hernández

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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, líderes del PSOE y Unidas Podemos. Crédito: EFE
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, líderes del PSOE y Unidas Podemos. Crédito: EFE

Fracasaron las negociaciones entre los socialistas y Unidas Podemos, lo que terminó por evitar la investidura de Pedro Sánchez como jefe de gobierno, pero Izquierda Unida -movimiento que acompañó a Podemos en la elección- emplazó a sus aliados a firmar un acuerdo programático legislativo de modo que el PSOE pueda gobernar en solitario, a cambio de evitar la vuelta de la derecha al poder.

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“¡Con Rivera no!¡Con Rivera no!”, gritaban eufóricos de algarabía los militantes del Partidos Socialista Obrero Español (PSOE) a las puertas de su sede en Madrid la noche del 28 de abril cuando el partido conquistó la primera mayoría del Congreso con 123 diputados. Primera victoria electoral para el partido del clavel rojo después de 11 años, pero necesitaban todavía conquistar 53 votos parlamentarios para investir a Pedro Sánchez como presidente.

Los caminos para los socialistas eran dos: pactar hacia la derecha, con Albert Rivera, líder Ciudadanos o con Unidas Podemos (UP), confederación que reúne a la mayor parte de las izquierdas españolas, siendo sus principales fuerzas, Podemos e Izquierda Unida (IU), movimiento liderado por el Partido Comunista Español. 

“¡Con Rivera No! ¡Con Rivera No!” continuaron desde la calle y Sánchez sonrió. “Creo que ha quedado bastante claro, ¿no?", contestó el líder socialista. 

Esa misma noche, Pablo Iglesias, líder de Podemos y candidato de Izquierda Unida, llamó a Sánchez para felicitarlo y tanto en privado como en público le planteó la idea de armar un gobierno de coalición, administrado de forma proporcional a la victoria, bajo un acuerdo programático que integraba una serie de medidas en medio ambiente y trabajo del programa de UP.  

La ecuación era simple, UP había estado lejos de los 13 diputados que lo habían separado del PSOE en 2016, cuando estuvo a punto de dar el zarpazo al interior de la centroizquierda y, si bien la tienda había descendido de 71 a 41 diputados, podía ir a descansar de forma tranquila, no había sido víctima de la debacle que auguraban las encuestas y podía negociar. El PSOE los necesitaba.

Gran parte de España creyó que que luego de tres elecciones en cuatro años la centroizquierda se haría del gobierno, pero la semana que pasó todo se cayó, porque el PSOE no se convence en dar la capacidad ejecutiva que pide Podemos -dirigiendo un barco que no sea de un solo color, según sus críticos, o haciendo un gobierno políticamente consistente, según ha dicho Sánchez- y porque Podemos no confía en un acuerdo programático sin la garantía de dirigir por su cuenta la ejecución de varias políticas públicas de su interés, especialmente en materia laboral. 

Las derecha, en bloque, se ha volcado sobre la centroizquierda, criticando su incapacidad de formar gobierno. Unidas Podemos no le dio los votos a Sánchez en las dos votaciones de investidura que hubo martes y miércoles pasados, y ahora la izquierda española tiene para negociar hasta el 23 de septiembre y presentar una nueva propuesta. De lo contrario el Rey debe disolver las cámaras y llamar a nuevas elecciones. 

Pero...

EL PSOE APUESTA POR EL TODO Y QUIEBRA A UP

Es ahora, contra el tiempo, cuando Sánchez se juega sus últimas cartas estirando al máximo “el todos contra la derecha”, pues el PSOE, desde abril a la fecha, nunca dio señales reales de querer compartir competencias con Unidas Podemos. Es más, las negociaciones partieron tan solo ocho días antes de la votación para la investidura, cuando Sánchez vetó por la prensa a Pablo Iglesias en una vicepresidencia para un futuro gobierno de coalición.

“Cuando [Iglesias] habla de presos políticos ¿Qué está diciendo? ¿Qué en España se está persiguiendo a personas que tienen ideas distintas y que están en la cárcel precisamente por esas ideas? […] Yo necesito un gobierno con un vicepresidente que defienda la democracia española, que diga que este país tiene un estado social y democrático de derecho, que el Poder Judicial es independiente del Poder Ejecutivo y que aquí no se persigue a nadie por sus ideas y que no están encarcelados por sus ideas”, disparó Sánchez en contra del líder de UP.

Ante el veto, Unidas Podemos accedió a bajar las pretensiones de Iglesias. Al PSOE no le quedaba nada más que sentarse a negociar. El tiempo corría y comenzaron los dimes y diretes, Carmen Calvo, vicepresidenta del gobierno, por el lado del PSOE y Pablo Echenique desde la vereda de Unidas Podemos. 

Las negociaciones partieron ásperas y terminaron por enterrar la idea de un gobierno de coalición, de acuerdo a las declaraciones de Calvo en la previa del fin de semana tras la frustrada investidura. Los puntos en conflicto fue la repartición del gobierno y el conflicto catalán. 

El lunes, Iglesias dio claves de la negociación con el PSOE: "Ustedes asumían Interior, Defensa, Exteriores, Economía y cuando les planteamos que, para desarrollar el programa que podemos pactar, queríamos alguna competencia de Hacienda, Trabajo, Igualdad, Transición Ecológica, de Ciencia... Nos dijeron: 'Ni hablar'". 

En la misma línea, el líder de Podemos aseguró que el propio Sánchez le dijo que en "ningún ministerio que encabece alguien del PSOE habrá una persona de Unidas Podemos", tras la petición de Unidas Podemos de que les gustaría un “modelo como el valenciano, donde todos los equipos son mixtos". 

El PSOE acusó que las exigencias de Podemos eran excesivas. "No podemos entregar los tributos, la política de ingresos y gastos. ¿Qué le quedaría al PSOE?", declaró Calvo sobre las competencias que exigía Unidas Podemos. Ese mismo día, ad portas de la votación, distintos medios de España aseguraron que desde la vicepresidencia socialistas habían filtrado el documento con las solicitudes de Podemos. 

Desde UP cuestionaron a su contraparte indicando que no habían recibido una oferta que garantizara las políticas que estaban planteando desarrollar, como subir el salario mínimo, acabar con la temporalidad laboral, bajar la factura de la luz y medidas para combatir la emergencia climática. 

“Nos han llegado a decir que no podemos tener la cartera de Trabajo porque "somos incómodos para la CEOE [Confederación Española de Organizaciones Empresariales]", cuestionaron para el diario.es fuentes de Unidas Podemos, en una declaración que sentó pésimo al interior del PSOE.

Tras el quiebre, la incertidumbre se ha instalado en España y el tiempo corre para una cuarta elección en menos de cuatro años, un mal escenario para efectos de la estabilidad política.

En conversación con INTERFERENCIA, Luis Arroyo, analista español, comenta que ahora el PSOE es quien retoma el poder de negociación, pues las encuestas favorecen a los socialistas por sobre Podemos y presionan para un acuerdo que le cierre las puertas a la derecha.

"Sánchez descarta una coalición con Podemos y está trabajando lograr un gobierno en solitario, con acuerdo y apoyo de la izquierda, al estilo portugués, como es el modelo que ha habido en España cuando ha habido gobiernos del PSOE. Izquierda Unida ya dicho que esta es su opción, la otra que queda es que el PP o ciudadanos se absutiveran por razones de estado, pero no parece ser la más probable", analiza Arroyo. 

"Existe un riesgo que la centroizquierda no quiere correr, y es que la derecha puede ganar el poder si se repiten las elecciones. Frente a esta cuestión, la ventaja la tienen los socialistas. Esta es la discusión que se va a comer el verano", especifica el analista.

En efecto, desde el PSOE ya se anotaron un punto y quebraron la barrera de Unidos Podemos, ya que este viernes, Izquierda Unida a través de un comunicado informó su voluntad de lograr un acuerdo programático con los socialistas que les permita formar un gobierno en solitario y emplazó a Podemos a "evitar que se repitan las elecciones". 

"Es en los momentos más convulsos cuando hay que mantener firmemente como única guía los intereses de las familias trabajadoras", recalcaron desde la tienda que lidera Alberto Garzón. 

En tanto, en Podemos aún no se pronuncian y las heridas continúan abiertas tras las negociaciones fallidas. Al mismo tiempo, han declarado públicamente su falta de confianza frente al PSOE, recalcando que sin competencias decisivas, es decir, perteneciendo al Consejo de Ministros, es difícil confiar en un acuerdo programático, pues en gobiernos anteriores los socialistas pasaron a llevar los acuerdos con IU.

Aún así, la balanza parece inclinarse en favor de los socialistas. En abril, Podemos sacaba cuentas defendiendo que habían logrado dos objetivos: frenar a la derecha y formar parte del gobierno. Parece ya no haber vuelta atrás en la posibilidad de integrar el ejecutivo, pero los riesgos que conlleva una nueva contienda pueden pesar más a la hora de votar, más aún cuando despertó junto a Vox, la más extrema de las derechas españolas.



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