Al igual que decenas de aerolíneas en todo el mundo, la firma alemana Lufthansa enfrenta una quiebra eminente. Más de 90% de sus vuelos están cancelados. En medio de la temporada de verano en el hemisferio norte, la mayoría de las naves está en tierra.
Según algunos cálculos, ello significa que la empresa pierde 1 millón de dólares por hora.
El gobierno federal de Alemania, encabezado por la canciller Ángela Merkel, ha buscado soluciones para evitar la quiebra de la emblemática línea aérea alemana, que también es la más grande de Europa. Ayer, según informó el semanario alemán Der Spiegel, el gobierno de Alemania habría ofrecido a la empresa el siguiente acuerdo: adquirir el 25% de su propiedad, a cambio de colocar a dos miembros en el directorio de la empresa.
Si bien la clase política alemana concuerda en rescatar a Lufthansa, ha tenido diferencias en cómo hacerlo. Mientras el ala más derechista del gobierno está de acuerdo con que el Estado adquiera un 25% de la propiedad de la aerolínea, proponen que esa inversión estatal no venga con derechos para que los representantes del Estado intervengan en los asuntos empresariales de la compañía.
El sector de centro-izquierda, en cambio, propuso que el Estado debería tener al menos dos representantes en el directorio, y con derecho a veto en temas como la reducción de personal.
Según Der Spiegel, el gobierno de Merkel finalmente aceptó esa postura y la propuso ayer a la compañía y su Junta de Accionistas.
Ayer en la tarde, la canciller Merkel afirmó que “el gobierno está en intensas conversaciones con la compañía”. Y acto seguido aseguró: “En breve se anunciará una decisión”.
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Alemanes comunistas, como se
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