Protestas, barricadas, marchas y enfrentamientos con la policía, han sido la tónica durante esta última semana en Ecuador, tras el anuncio del presidente Lenín Moreno de un paquete económico con diversas medidas, acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La medida más impopular y catalizador de estas manifestaciones ha sido la de la eliminación del subsidio a los combustibles, lo que implica un aumento de estos productos del 120%, además de el alza consecutiva del costo de la vida en general.
El viernes pasado el gobierno de Moreno había aplicado el estado de excepción en el país, lo que le ha permitido desplegar efectivos militares en las calles de sus principales ciudades. Pero las manifestaciones no amainaron. El lunes, el presidente tomó la decisión de trasladar la sede de gobierno desde Quito a Guayaquil, en medio del avance de los grupos indígenas, que comenzaron a entrar a la capital.
El movimiento indígena llegó con fuerza a Quito este martes: cerró calles, autopistas y rodeó el edificio de la Asamblea Nacional, junto a otros manifestantes.Durante una hora, pudieron tomar el edificio del parlamento. Sus protestas continuaron todo el día de ayer, cuando se contabilizaban decenas de detenidos y dos muertos en las manifestaciones. Por su parte, Moreno hizo efectivo el toque de queda nocturno, para proteger zonas estratégicas y edificios públicos.
Con los militares, policías y manifestantes en las calles de Quito, la incertidumbre sobre el futuro de las medidas económicas continúa creciendo, frente a movimientos sociales liderados por transportistas e indígenas, quienes toman cada vez mayor protagonismo. Un liderazgo que en la historia de Ecuador ya los ha llevado a derrocar gobiernos, como los de Abadalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.
INTERFERENCIA conversó con Alberto Acosta Espinosa, economista ecuatoriano, académico, ex-ministro de Energía y Minas, ex-presidente de la Asamblea Constituyente y ex-candidato a la Presidencia en Ecuador.
Él analiza la situación actual de su país y augura que será clave en las próximas elecciones presidenciales, en 2021.
- Sabemos que las protestas nacen tras un acuerdo con el FMI y el anuncio del paquete económico. Ese acuerdo ¿Era necesario para Ecuador? ¿Había otras opciones para salir de la crisis económica?
La situación de estancamiento de la economía empezó el año 2015. En ese sentido, también la herencia de Rafael Correa fue negativa Pero se agudizó con Lenín Moreno, en la medida en que profundizó el neoliberalismo. Es decir, con medidas de austeridad y restricción de la inversión pública. El manejo económico de Moreno agravó la crisis.
Yo creo que había y hay alternativas, pero no hubo ni hay predisposición para aplicarlas. Ni siquiera para discutirlas con seriedad. El gobierno y los medios han logrado imponer una disyuntiva- falaz, por lo demás- entre Correísmo y fondomonetarismo o neoliberalismo. Pero, en este momento, el paquetazo de medidas económicas anunciadas por Moreno provocó el estallido social.
- ¿Cree que este estallido social va a ir en aumento? ¿O va a bajar en los próximos días?
- Es difícil saber cuál será el desenlace de estas protestas. Ecuador es un país impredecible y en esta coyuntura hay muchos intereses en juego. Mucha gente sabe, sobre todo en la organizaciones y movimientos sociales, que si no se detiene este paquetazo de medidas neoliberales, este país tendrá neoliberalismo para rato. Esa experiencia de neoliberalismo está fresca en la memoria y fue nefasta.
El problema surge porque detrás de las protestas hay gente interesada en pescar a río revuelto, en ganar con estos temas, los correístas por cierto. Además, hay grupos decididos a romper la resistencia social e imponer el neoliberalismo.
El gobierno de Moreno, débil en esencia, trató de hacer el juego a los segundos, luego de haber surgido de las entrañas del correísmo. La pregunta comienza rondar por el lado de los militares: ¿Hasta qué punto están dispuestos a jugarse la carta de la represión?
- ¿Se cree que pueden tomar medidas más represivas aún? ¿Hay posibilidades de un golpe de estado?
- La represión ya está en marcha, la pregunta es cuánto más se va a seguir reprimiendo. Yo no creo que se llegue a un golpe de estado. Lo que está claro es que, tras estas protestas, se ha cambiado -o al menos se ha afectado- el terreno electoral para el 2021.
- ¿Crees usted que fue acertado la movida de Lenin Moreno de trasladarse con su gabinete a Guayaquil desde Quito?
- ¡El miedo es libre! Él está en busca de respaldos políticos en Guayaquil. De todas formas, es una decisión compleja: por un lado quedará la imagen de que la sierra, que es Quito, estará en manos de quienes se oponen al neoliberalismo, y en Guayaquil habrá más acogida para este tipo de políticas económicas, lo que no es necesariamente así.
En la costa hay posiciones que no son uniformes: Guillermo Lasso, el banquero, que fue candidato a la Presidencia dos veces, quien está más cerca de Lenín Moreno y Jaime Nebot, también dos veces candidato presidencial, y por muchos años alcalde de Guayaquil, quien tiene posiciones críticas al gobierno.
- ¿Y es posible que el movimiento indígena juegue un rol importante en evitar las medidas neoliberales? ¿O ya no es el mismo movimiento indígena de hace años?
El movimiento indígena no es el mismo de antes, fue duramente golpeado por el gobierno de Rafael Correa. Pero con esta movilización demuestra que está en proceso de reorganización y fortalecimiento, lo que es bueno para la democracia en Ecuador.
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