El jueves pasado, la académica de derecho en Georgetown, Rosa Brooks, publicó un artículo en The Washington Post titulado “¿Qué es lo peor que podría pasar?” (En su versión original de inglés “What’s the worst that could happen?”) donde aborda un potencial escenario de caos, violencia y crisis institucional si se dieran ciertos factores en el proceso eleccionario que vivirá Estados Unidos en noviembre.
Brooks, quien también es cofundadora del Transition Integrity Project — ente formado en 2019 que agrupa a más de 100 líderes gubernamentales y de campaña, académicos, periodistas, expertos en encuestas y ex funcionarios del gobierno federal y estatal, agrupados debido a la preocupación por las posibles interrupciones en comicios para elegir un nuevo mandatario estadounidense en 2020— se preguntó “¿Qué es lo peor que le puede pasar a nuestro país durante las elecciones presidenciales?”
Así, la abogada plantea que “el presidente Trump ha roto innumerables normas e ignoró innumerables leyes durante su mandato, y aunque mis colegas y yo en el Transition Integrity Project no queríamos quedarnos despiertos por la noche contemplando las formas en que el experimento estadounidense podría fallar, nos dimos cuenta de que identificar los riesgos más graves para nuestra democracia podrían ser la mejor manera de evitar un desastre en noviembre”.
A partir de ello, Brooks afirma que junto a su equipo “creamos una serie de juegos de guerra, buscamos a algunos de los republicanos, demócratas, funcionarios públicos, expertos en medios, encuestadores y estrategas más destacados de la zona, y les pedimos que imaginaran lo que harían en una variedad de escenarios electorales y de transición”.
Según la académica, una victoria aplastante para Joe Biden en las urnas resultaría en un cambio de mando relativamente ordenado, pero todos los demás escenarios analizados involucraban violencia callejera y crisis política.
De este modo, plantearon un relato a modo de ejemplo en el que se imaginaban una serie de hechos que se sucedían de la siguiente forma:
“En la mañana del día de las elecciones, aparecen historias falsas en línea que afirman que Biden ha sido hospitalizado con un ataque cardíaco potencialmente mortal y que las elecciones se han retrasado. Todas las organizaciones de noticias principales informan que los rumores son infundados, pero muchos partidarios de Biden, confundidos por las afirmaciones falsas, se quedan en casa.
Aún así, a altas horas de la noche, la mayoría de las principales cadenas han convocado la elección de Biden: el ex vicepresidente ha ganado estados clave y tiene una pequeña ventaja en el voto popular nacional, y los expertos en encuestas predicen que su ventaja crecerá sustancialmente a medida que los estados occidentales cuenten. Un número inusualmente alto de boletas por correo. El colegio electoral también parece seguro para Biden.
Pero Trump se niega a ceder, alegando en Twitter que "MILLONES de EXTRANJEROS ilegales y PERSONAS MUERTAS" han votado en grandes cantidades y que las papeletas no contadas son todas "¡VOTOS FALSOS!" Las redes sociales se llenan de publicaciones de partidarios de Trump que alegan que las elecciones han sido "robadas" en un "golpe de estado profundo", y los expertos favorables a Trump en Fox News y OAN hacen eco del mensaje”.
El cuadro descrito continúa con el caos institucional desatado y episodios de violencia se empiezan a suceder en distintos puntos del país.
“Pronto, el fiscal general William P. Barr abre una investigación sobre acusaciones infundadas de fraude masivo de voto por correo y vínculos entre funcionarios demócratas y antifa. En Michigan y Wisconsin, donde Biden ganó el voto oficial y los gobernadores demócratas han certificado listas de electores pro-Biden, la campaña de Trump persuade a las legislaturas controladas por los republicanos para que envíen listas rivales pro-Trump al Congreso para la votación del colegio electoral.
La próxima semana es caótica: una lista de los electores de Michigan y Wisconsin para Biden circula en las redes sociales de derecha, incluidas fotos, domicilios y afirmaciones falsas de que muchos de ellos están a sueldo del multimillonario George Soros o han sido vinculados al tráfico sexual infantil.
Comienzan protestas callejeras masivas a favor de Biden, exigiendo que Trump ceda. El presidente tuiteó que "LOS PATRIOTAS DE VERDAD DEBEN MOSTRAR A ESTOS TERRORISTAS ANTIFA QUE LOS CIUDADANOS QUE AMAN LA 2DA ENMIENDA NUNCA LOS DEJARÁN ROBAR ESTA ELECCIÓN". En todo el país, estallan violentos enfrentamientos. Varias personas resultan heridas y mueren en múltiples incidentes, aunque los informes tienen conflictos sobre sus identidades y quién inició la violencia.
Mientras tanto, Trump declara que "A MENOS QUE ESTA CARNICERÍA TERMINE AHORA", invocará la Ley de Insurrección y enviará "Nuestros MILITARES INCREÍBLEMENTE PODEROSOS y sus ARMAS OMINOSAS" a las calles para "Enseñar una LECCIÓN a estos TERRORISTAS ANTIAMERICANOS". En el Pentágono, el Estado Mayor Conjunto convocó una reunión apresurada para discutir la crisis”.
A continuación, la simulación de las reacciones demócratas y republicanas para los cuatro escenarios políticos más probables según expertos.
El juego de los cuatro escenarios
El proyecto exploró los cuatro escenarios que los expertos definieron como los más probables: un triunfo estrecho de Biden; uno amplio por parte de Biden; un triunfo de Trump por la vía del Colegio Electoral pero perdiendo el voto popular — como el año 2016 — y, también, un periodo de incertidumbre, donde, a causa de un resultado muy estrecho y la imposibilidad para el sistema democrático estadounidense de tener resultados precisos en poco tiempo, no se sabría el ganador durante algún tiempo.
Para esto, Transition Integrity Project reunió a expertos de ambos partidos. Por el lado republicano, participaron Michael Steele, ex director del Comité Nacional Republicano; Bill Kristol, reconocido analista político conservador; y el ex secretario de estado por Kentucky, Trey Greyson. De la vereda demócrata, hicieron lo propio John Podesta, ex jefe de gabinete de Hillary Clinton durante su campaña presidencial del 2016 y asesor de confianza de los ex presidentes Bill Clinton y Barack Obama; Donna Brazile, ex jefa de gabinete para la campaña de Al Gore el año 2000; y Jennifer Granholm, quien fue gobernadora de Michigan. Además de los seis representantes, el proyecto contó con la participación de estrategas políticos, periodistas, expertos en encuestas, expertos en tecnología y redes sociales, además de oficiales provenientes de la comunidad de inteligencia, el departamento de Justicia, las fuerzas armadas y el departamento de Seguridad Nacional.
Las predicciones resultaron alarmantes: todos los casos, salvo el triunfo amplio de Biden, terminan en serios problemas para la estabilidad democrática del país. Incluso, para los casos del ‘triunfo de Trump’ y el ‘periodo de incertidumbre’, Transition Integrity Project — a través de los expertos contactados — anticipa que no existiría un ganador seguro por un periodo de tiempo que incluso se extendería por sobre el “Día de Inauguración”, momento en que se realiza el cambio de mando. Dicho día será el 20 de enero de 2021, por lo que según las predicciones, en dos de los cuatro casos Estados Unidos estaría sin la certeza de quién será su próximo presidente por al menos dos meses y medio.
En el escenario de un ‘triunfo estrecho de Biden’, según publica el Washington Post, Trump se rehusaría a dejar su cargo, siendo finalmente escoltado fuera de la Casa Blanca por el Servicio Secreto. El artículo agrega que, en este caso, Trump además “se perdonaría a sí mismo y a su familia, quemando también cualquier documento que lo incrimine en algún delito”.
En todos los escenarios, el Equipo de Trump —conformado por los expertos cercanos al partido republicano— fue a la ofensiva sin compasión, mientras que el Equipo de Biden presentó respuestas más bien reaccionarias.
En uno de los casos, el Equipo de Trump, a través de su ya insinuada acusación de fraude electoral a través de los votos por correo — algo que ha hecho sin presentar prueba alguna —, sacó a las tropas de la Guardia Nacional con la orden de destruir miles de cartillas de votación ubicadas en lugares de predominancia demócrata.
Desde la oposición, el Equipo Biden llamó una y otra vez a la calma durante el ejercicio de suposiciones, solicitando unidad nacional y un conteo de votos justo. El Equipo de Trump, según describe el Washington Post “emitió llamados a la violencia y a la intimidación contra oficiales contadores de votos y electores de Biden que apenas disimularon”.
En todos los ejercicios de Transition Integrity Project, ambos equipos buscaron movilizar a sus seguidores y llevarlos a las calles. Mientras que el Equipo de Trump alentaba a sus manifestantes a incitar la violencia para así utilizar el caos resultante para activar tropas militares para “restaurar el orden”, el Equipo de Biden llamó a protestar de manera pacífica.
En cuanto a resquicios legales que pudieran entregar la Casa Blanca a un candidato u otro, el Equipo de Trump recurrió en repetidas ocasiones al marco legal y sus ambigüedades. En contraste, los expertos demócratas descansaron sus argumentos en la Casa de Representantes de Estados Unidos, quienes son la institución — de acuerdo con ellos — encargada de dirimir en caso de existir dudas respecto a las elecciones.
Mientras que ambos equipos propusieron la vía judicial para solucionar posibles conflictos, los expertos legales consultados aseguraron que el sistema de justicia probablemente evite decidir sobre estas materias, dado que las cortes ven este tipo de casos como fundamentalmente políticos y no judiciales. Otros expertos contactados por el proyecto aseguraron que, dado lo politizada que se encuentra la Corte Suprema de EE. UU., no existía ninguna garantía de que la decisión de este poder judicial fuera a ser respetada por el candidato perdedor.
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