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Martes, 16 de Abril de 2024
Artículo en ‘Foreign Affairs’

Fukuyama: las tres clave para combatir la pandemia son la capacidad del Estado, cohesión social y liderazgo político

Diego Ortiz

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Foto: TheNational.ae
Foto: TheNational.ae

El politólogo norteamericano -alabado y criticado por su ensayo El Fin de la Historia publicado hace 30 años- afirma que el éxito en el combate al Coronavirus no se explica por el régimen político, democracia o autoritarismo. Países con “estados poco efectivos, sociedades polarizadas y liderazgos pobres”, sufrirán un mayor impacto.

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En La Pandemia y el Orden Político: Se necesita un Estado, de Francis Fukuyama – doctorado de Harvard en Ciencias Políticas y autor de libros traducidos en más de 20 idiomas –, el autor asegura que la crisis desatada a raíz de la pandemia del coronavirus cambiará la historia. En el artículo, publicado en el prestigioso medio del Consejo de Relaciones Exteriores, Foreign Affairs, el politólogo ahonda en las razones detrás del éxito de algunos países para hacer frente al Covid—19 y, también, en los motivos que llevaron al fracaso de otros.

Se necesita un Estado, asegura Fukuyama en el título de su escrito. En su opinión, el éxito detrás del manejo de la pandemia en ciertos países se debe a tres factores: “un aparato estatal competente, un gobierno al que la ciudadanía escuche y en el que confíe y líderes efectivos”. Por el contrario, los denominadores comunes del fracaso en la respuesta al coronavirus han sido “Estados disfuncionales, sociedades polarizadas y liderazgos pobres”.

Estas características, si bien siempre han sido determinantes para la subsistencia de las distintas naciones en el planeta, ahora resultan aún más importantes. Esto ya que, como explica el politólogo, el virus no se irá en el corto plazo.

Según Fukuyama, el Covid—19 ha llegado para quedarse, al menos por unos años. Su alta contagiabilidad y baja mortalidad hacen del virus una amenaza difícil de superar. Para ilustrar su punto, el politólogo compara el coronavirus con el ébola. El segundo es altamente letal, pero muy difícil de contagiar, matando rápidamente a las víctimas, antes de que puedan propagarlo. El Covid—19 es lo contrario: un virus de baja mortalidad, por lo que la sociedad no lo toma con tanta seriedad, significando la propagación constante por el mundo de una enfermedad altamente contagiosa.

“No habrá un momento en que los países puedan declararle la victoria a esta enfermedad”, asegura Fukuyama. Las economías se van a reabrir lentamente y con altos y bajos, viéndose obligadas a nuevos cierres por rebrotes de contagios. Según el autor, la economía mundial no volverá a su estado pre-coronavirus, al menos no pronto.

Explica que una crisis prolongada traerá consecuencias devastadoras para el retail, el turismo y los malls. Aun así, la pandemia significará una agudización aun mayor de la concentración de la riqueza, ya que serán las empresas con “bolsillos profundos” las únicas que puedan sobrevivir a los embates de una economía funcionando a medias o, incluso, sin andar.

La política también sufrirá consecuencias. Para Fukuyama es claro que las poblaciones alrededor del mundo no serán capaces de sobrevivir la pérdida constante de empleos, una recesión prolongada y cargas por concepto de deuda sin precedentes van a generar un descontento generalizado. Sin embargo, a juicio del autor, aun no está claro contra quién recaerá el enojo y la frustración de la sociedad.

Estados Unidos: lo que no hay que hacer

“La distribución del poder va a seguir desplazándose hacia el este, dado que el este de Asia ha tenido un mejor manejo de la situación que Europa o Estados Unidos”, indica. Si bien China tuvo un comienzo lejos de ser auspicioso, con subreportes de contagios que gatillaron el esparcimiento del virus, la nación asiática va a poder salir airosa de la crisis. Otros países siguieron sus pasos y también cayeron en tapar la dimensión de la crisis, pero Pekín logró retomar el control de la situación, pasando así a reactivar su economía velozmente y de forma sustentable en el contexto.

Para Fukuyama, el contraste es Estados Unidos. Si bien la nación norteamericana cuenta con la primera de las características que el politólogo destaca como clave para el manejo de la pandemia, la capacidad estatal, un líder incompetente y una sociedad altamente polarizada han significado que su Estado vigoroso no funcione de forma adecuada.

“El presidente avivó la división en vez de promover la unidad, politizó la distribución de ayudas, traspasó la responsabilidad a los gobernantes locales por tomar decisiones importantes mientras que al mismo tiempo incentivó protestas en contra de ellos por proteger la salud pública y atacó a las instituciones internacionales en vez de defenderlas”, resume Francis Fukuyama. Todo esto ante los ojos del mundo y con el ejemplo más bien exitoso de China, haciendo inevitables las comparaciones.

Respecto al caso de EE. UU., el autor concluye que, durante los próximos años, los pasos en falso del gigante norteamericano podrían significar un relativo declive, el debilitamiento del orden internacional liberal e, incluso, el resurgimiento del fascismo alrededor del mundo. Ahora bien, el autor reconoce que la crisis actual podría también significar el renacimiento de la democracia liberal.

¿Renacimiento del fascismo o la resiliencia de la democracia?

El desenlace pesimista, para Fukuyama, es el nacionalismo, el aislacionismo, la xenofobia y ataques profundos el orden liberal mundial, todas tendencias que han ido en alza durante los últimos años, pero que con la pandemia podrían ser bruscamente acelerados. Medidas contrarias a la democracia han comenzado a surgir en todo el mundo, defendidas como respuesta al coronavirus. En vez de un trabajo internacional y colaborativo, varias naciones se han cerrado y buscado únicamente el bien individual.

Para el autor, países pobres con ciudades con alta densidad poblacional y sistemas de salud pública débiles van a ser los más afectados. Dificultad para acceder al agua y mantener el distanciamiento social, como también la fragilidad socioeconómica de sus habitantes harán de las decisiones que tomen los gobiernos un tema de vida o muerte.

Fukuyama destaca que las distintas pandemias ocurridas en el pasado han dado lugar a teorías apocalípticas, cultos y nuevas religiones forjadas en un contexto de ansiedad extrema a raíz de las prolongadas dificultades. “El fascismo, de hecho, podría ser visto como uno de esos cultos”, explica Francis Fukuyama, “el cual emerge de la violencia y la dislocación engendradas por la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias”. El autor concluye que el contexto actual probablemente sea uno auspicioso para que líderes populistas y demagogos aprovechen.

Del otro lado está la democracia y el orden liberal, descritos como resilientes por el autor dada su constante sobrevivencia a las múltiples crisis que han golpeado al planeta. “Así como la Gran Depresión gestó al fascismo, también revitalizó la democracia liberal, entonces la pandemia podría ser también causal de resultados positivos”, apunta el politólogo. En su opinión, seguidamente han tenido que ocurrir crisis gigantes para poder así remecer a sistemas políticos que llevaban tiempo estancados, generando cambios estructurales pendientes.

Mientras que un correcto manejo de la pandemia está relacionado al profesionalismo, la incompetencia y la demagogia se relacionan a crisis desatadas. Esto, para Fukuyama, beneficia a políticos y gobiernos que taclean de buena manera la pandemia, afectando negativamente a los demagogos.

Para ilustrarlo cita dos ejemplos de demagogia. Bolsonaro en Brasil, quien constantemente aportilló las instituciones democráticas del país y enfrentó la pandemia mediante engaños, ahora se tambalea con un desastre sanitario. En Rusia, Putin le bajó el perfil a la importancia del coronavirus, luego aseguró tenerlo controlado y ahora tendrá que volver a cambiar su discurso con la pandemia avanzando por el país. Esto, según Fukuyama, terminará por acelerar el creciente debilitamiento del mandatario ruso.

Francis Fukuyama se aventura relacionando la solidaridad con un importante freno al neoliberalismo. La sensación de unidad al estar todos sometidos a la catástrofe sanitaria de la pandemia podría aumentar la solidaridad social y el desarrollo de protecciones sociales, tal como ocurrió con la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, ambos procesos que estimularon la idea de un ‘Estado de Bienestar’ en los años ’20 y ’30. Dicha solidaridad no va de la mano con la ideología de libre mercado y formas extremas de neoliberalismo provenientes de la Universidad de Chicago.

Dada la importancia de un Estado fuerte y robusto para hacer frente a la pandemia, el autor considera complejo seguir viendo al aparato estatal como una entidad a la que hay que debilitar en desmedro del mercado y los privados.

La crisis también podría fomentar la cooperación internacional. Fukuyama asegura que mientras algunos líderes recaen en apuntar culpas, científicos y funcionarios públicos de la salud alrededor del mundo han profundizado sus redes y conexiones. De fallar la cooperación internacional, la era siguiente a la pandemia podría traer un renovado compromiso a trabajar en conjunto para lograr avances en intereses comunes.

Bajar las expectativas

De un lado, están los países con gobiernos legítimos y capaces, los cuales atravesaran la crisis relativamente bien y podrán adoptar reformas que los hagan más fuertes. Del otro, países con una pobre capacidad estatal y/o malos liderazgos estarán en problemas, mirando hacia un futuro inestable y de pobreza. Según Fukuyama, el problema radica en que el segundo grupo es bastante más numeroso que el primero.

Pocos son los que han navegado por la pandemia del coronavirus de forma exitosa. “Para manejar las primeras etapas de la crisis con éxito, los países necesitaban no sólo tener Estados capaces y recursos adecuados, sino también un gran consenso social y lideres competentes que inspiraran confianza”, asegura el norteamericano. Para él, estos criterios fueron alcanzados por Corea del Sur, que delegó el manejo de la pandemia a una burocracia profesional de la salud, y por la canciller alemana Angela Merkel.

Del otro lado de la vereda están los gobiernos que no han tenido éxito, estrategias bastante más comunes que la alemana y la surcoreana. Fukuyama plantea que el resto de la pandemia será igual o similar en cuanto a su dificultad de manejo, por lo que la tendencia a hacerlo de forma deficitaria probablemente se mantendrá.



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Comentarios

Comentarios

Con un Presidente que muy pocos lo pezcan , con uno Políticos que tienen un 3% y lo único que les interesa su puesto y las lucas y con un ex Ministro que lo que menos hizo fue unir a los diferentes actores , está claro el resultado

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