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Jueves, 18 de Abril de 2024
Entrevista

Giancarlo Visconti: "El PPD debería quedarse en un nicho electoral de izquierda-elite para no desaparecer"

Maximiliano Alarcón G.

El doctor en ciencia política de la Universidad de Columbia y profesor de la Universidad de Purdue en Indiana, Estados Unidos, plantea que para los electores chilenos sigue siendo importante el eje izquierda-derecha, aunque emerja otro izquierda-élite / izquierda-pueblo. Asimismo, avizora cierto potencial para una nueva derecha más popular, de la mano tal vez de Franco Parisi. 

Admision UDEC

Ya van dos semanas de las elecciones que terminaron por enterrar la lógica electoral que imperó en los últimos 30 años en Chile. El país binominal tuvo una estrepitosa caída y los principales afectados fueron sus partidos tradicionales, como la UDI, Renovación Nacional, la Democracia Cristiana, el PS y el PPD. En contraparte, el Partido Comunista surgió como una de las principales fuerzas en el país, levantando además la moral de un Frente Amplio que venía alicaído en los últimos años.

Pero, quizás lo más relevante fue el surgimiento de los independientes, quienes a través de la Lista del Pueblo así como otras organizaciones creadas para los sufragios, logran copar la Convención que redactará la nueva constitución chilena.

En el marco de estos hechos y también del Estallido Social, uno de los análisis preponderantes en la actualidad es el derrumbe de las instituciones y en esto, el fin del eje izquierda-derecha en la mentalidad de los votantes y con esto el sistema de partidos tradicional en Chile. Pero aún no está todo dicho.

Giancarlo Visconti, doctor en ciencia política de la Universidad de Columbia y profesor de la misma materia en la Universidad de Purdue, en Indiana, Estados Unidos, plantea que si bien hay cambios en la política local, la lógica antigua no se ha ido del todo, sino que se ha transformado.

En su estudio Reevaluando el rol de la ideología en Chile, publicado en la revista Latin American Politics & Society –rescatado también en una columna en Ciper Chile–, postula que los electores chilenos siguen decidiendo ideológicamente bajo el eje izquierda-derecha, salvo que actualmente se pueden identificar el eje izquierda-élite / izquierda-pueblo, donde aparecen como actores en concreto la ex Concertación y la Lista del Pueblo, respectivamente.

En conversación con INTERFERENCIA, el profesional profundiza en esto, y también proyecta el escenario que podría ocurrir en los meses siguientes, principalmente de cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias.

- Más allá de los antecedentes que existían en distintos estudios, me da la sensación que su análisis cobra más fuerza con la reciente elección, porque devela este escenario respecto de este nuevo eje ¿Le parece que el estallido 2.0 del cual se especuló durante 2020 fue lo ocurrido en las urnas?

- Lo veo un poco distinto. Primero, si vemos lo que pasaba desde fines de los 90 y principios de los 2000, claramente Chile estaba transitando hacia un sistema político distinto. El malestar era evidente con los estudios del PNUD a finales de los 90, con la elección parlamentaria de 1997, que tuvo una abstención muy alta, y después en los 2000 con las protestas universitarias de 2011. Claramente algo estaba pasando. En la elección de 2017 vemos que nació un nuevo referente y dejamos de hablar de esta política post transición de Concertación-Alianza por Chile, la Concertación ya tenía otro nombre, nació el Frente Amplio. 

Después en 2019 vino el Estallido Social y esta elección de hace dos domingos es evidencia que el Estallido fue una especie de coyuntura crítica, como un shock que cambió el sistema político. Vamos a ver si este es un cambio de largo plazo, pero fue un shock tan fuerte que generó nuevos ejes, nuevas formas de ordenar el sistema político, probablemente varios partidos irán desapareciendo y otros naciendo. 

Puede que llegue a ser comparable con lo que pasó con el sistema de partidos que había antes del 1973 y que post transición tuvieron un cambio sustantivo, porque entendemos también los 17 años de dictadura como un shock lo suficientemente potente para generar un nuevo reordenamiento. Quizás el Estallido genere algo similar.

- Recientemente el PPD y el PS han lanzado comunicados cambiando su discurso, planteando nuevos lineamientos para acercarse a la izquierda-pueblo, pero resulta difícil creer que resulte esta apuesta por el descrédito que cargan. O sea, en el fondo la gente sabe quiénes son Heraldo Muñoz o Álvaro Elizalde ¿Qué pueden hacer estos partidos ante este escenario?

- Lo más inteligente que podría hacer el PPD es apelar a su público real, que es la izquierda-élite, y transformarse en un partido de nicho que apela a una izquierda de clase media alta, con políticas moderadas pero claramente socialdemócrata, para lograr sobrevivir y mantener un escaño. Si el PPD se desnaturaliza y trata de competir con la Lista de Pueblo, ésta lo va arrasar. Tiene mucho más sentido que compita por un electorado real. 

Carolina Goic [DC] sacó el 10% en la elección presidencial pasada. Esto no es poco. Hay gente que le gusta y se siente cercana a las ideas de una centro izquierda moderada. Probablemente lo mejor es tratar de abrazar ese ideario y quedarse con eso, porque con transformarse y cambiar el PPD va a terminar desapareciendo. 

"Hay evidencia muy buena sobre cómo en los 90 partidos tradicionales de izquierda en América Latina adoptaron ideas neoliberales después del Consenso de Washington y terminaron desapareciendo".

Hay evidencia muy buena sobre cómo en los noventa partidos tradicionales de izquierda en América Latina adoptaron ideas neoliberales después del Consenso de Washington y terminaron desapareciendo. Esto, porque la gente se confunde, la marca del partido se desvanece, tú asocias la marca del partido con un par de ideas y si este partido está moviéndose hacia donde va el viento, esa marca se diluye y la gente empieza a votar por nuevos referentes.

El PPD no va a competir con estos partidos nuevos, el PPD debería apuntar a su nicho electoral y focalizarse ahí, porque si sacan menos de cierto número de escaños en la próxima elección corren el riesgo de desaparecer y eso debería ser su preocupación principal.

- ¿Eso corre también para los otros partidos de la ex Concertación?

- Son partidos distintos. El PS es un partido que tiene bases, que tiene mucha historia. En cambio el PPD es un partido instrumental y que tiene lógicas instrumentales. No me parecería tan loco que termine desapareciendo o representando a un nicho pequeño. 

Pero claramente la ex Concertación está en un momento difícil. Tal como pasa acá en Estados Unidos con el Partido Demócrata, que ahora Joe Biden es mucho más progresista que lo que era Barack Obama, no significa que hay que hacer un partido nuevo y renegar de todo lo que hizo Obama, sino que se va construyendo sobre los cimientos.

Claramente ahí falló la Concertación. Falló en decir “mire, hicimos estas cosas mal, vamos a seguir construyendo sobre estos cimientos”, pero como no lo lograron, nadie quiere asociarse con ellos ahora, les cuesta formar alianzas claras si es que no tienen un líder fuerte como lo fue Michelle Bachelet en 2014.

Están en una situación complicada, pero quién sabe, quizás Yasna Provoste o Paula Narváez logren agarrar un poco de vuelo y eso les permita, con un alto nivel de fragmentación, meterse en una segunda vuelta.

- ¿Cómo es ideológicamente la izquierda-pueblo? Esta es una izquierda que quizás no lea El Capital de Marx, sino que más bien se agarra de algunos eslogan de la izquierda tradicional... 

- Lo de las ideologías es un tema muy interesante, porque son etiquetas y uno le pone el contenido que quiere. Si hace 100 años ser de izquierda significaba representar a los trabajadores y sus ideales, hoy no solo en Estados Unidos, sino que en Europa y también parte de Chile, gran parte de la clase alta vota por la izquierda, porque representa cosas como combatir el cambio climático, por ejemplo, o temas culturales-sociales que son muy importantes, como el matrimonio igualitario o el derecho de interrupción voluntaria del embarazo. Entonces cambió lo que significaba ser de izquierda. 

Hace 100 años los sectores populares votaban por la izquierda en Estados Unidos, pero ahora los sectores populares blancos votan por la derecha. Y no votan por los republicanos porque prometan protección social o estado de bienestar, sino que votan por temas de raza, por temas de inmigración, por temas de seguridad, por las consecuencias de la globalización.

Entonces la etiqueta izquierda-derecha sigue existiendo, solo que el contenido en cierta medida cambió, es algo diferente hoy en día representar valores de izquierda y de derecha, tanto así que los electorados se cambiaron, se invirtieron, la clase alta pasó a votar por los demócratas y la clase baja por los republicanos.

"En Chile claramente el eje izquierda-derecha sigue siendo importante, quizás menos que antes, pero no podemos olvidarnos de esto, porque los políticos también piensan en este eje y así toman decisiones".

Nadie lee diez programas de gobierno, hace una lista de lo bueno y lo malo de cada uno, genera un puntaje y va a votar. La gente vota porque se identifica con una familia ideológica y vota en base a estar cerca de ella. A eso se suman otras cosas, puede ser el género del candidato, la raza, o este eje nuevo, qué tan cerca es del pueblo y qué tan lejos.

La ideología siempre va a estar ahí, probablemente. Hay muy pocos países que nosotros podamos decir que no hay ideología, que la gente no tiene idea de la diferencia entre los candidatos en términos de lo que piensa. En Chile claramente el eje izquierda-derecha sigue siendo importante, quizás menos que antes, pero no podemos olvidarnos de esto, porque los políticos también piensan en este eje y así toman decisiones.

- A propósito de los partidos que nacen y que mueren, como también a propósito de la tesis del desplome, que plantea que ya no existen los líderes que conduzcan a la ciudadanía ¿Qué pasará ahora con personajes como Guido Girardi, Andrés Chadwick o Carlos Larraín, para poder funcionar en este nuevo eje?

- Esa es una de las grandes preguntas que tenemos. Quizás la principal conclusión que sacamos después del Estallido -como escribió Juan Pablo Luna y Sergio del Toro también en Ciper Chile- es la emergencia de un nuevo clivaje, una nueva división en la sociedad chilena que va a tener repercusiones políticas; que es esta idea de pueblo contra la élite. Y la élite serían estos; los Larraín, los Girardi, los Walker. Recordemos que en 2010 había tres Walker parlamentarios y hoy no hay ningún Walker en la Convención Constituyente. 

Claramente esta idea de pueblo contra la élite se está revelando en la política chilena, pero eso perfectamente convive con la lógica de izquierda y derecha, y no sería sorprendente que veamos, por ejemplo, candidatos tipo Franco Parisi que representen a una derecha-pueblo, una derecha anti élite, donde Joaquín Lavín representa probablemente la tradicional derecha élite.

Después, lo mismo por la izquierda, probablemente con Paula Narváez representando a la izquierda-élite. Y ahí la izquierda-pueblo es algo un poco más complejo en el escenario actual, quizás Pamela Jiles podría ser, quizás Daniel Jadue tiene algunos elementos. Pero claramente existe desde los ciudadanos en Chile esta idea de que hay que cambiar los políticos tradicionales, sin embargo la gente no se olvida del eje izquierda-derecha por querer cambiar a los políticos tradicionales. Si uno conversa con mucha gente que votó en la Convención, muchos de quienes votaron por independientes no elegían a cualquier independiente, sino que buscaban a los que fueran medianamente afines a su pensamiento ideológico. O sea, una persona que votó toda su vida por la Concertación no va a votar por Henry Boys en el Distrito 11, u otra que votó toda su vida por Renovación Nacional no va a votar por la Lista del Pueblo.

Vamos a ver esta convivencia entre estos dos ejes y mucha fuerza en el eje pueblo.

"Esta idea de pueblo contra la élite se está revelando en la política chilena, pero eso perfectamente convive con la lógica de izquierda y derecha y no sería sorprendente que veamos, por ejemplo, candidatos tipo Franco Parisi que representen a una derecha-pueblo".

- Me da la sensación que en este nuevo eje la izquierda-élite la tiene mucho más fácil que la derecha, porque si bien hay malas prácticas que los condenan, hay un discurso que se acerca un poco a la izquierda-pueblo, por lo menos desde el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Pero en la derecha, todavía el gobierno de Sebastián Piñera sigue una línea dura.

- La derecha claramente está en una situación incómoda, porque por un lado tiene la presión que viene desde José Antonio Kast, pero busca elegir un candidato centrado, por ejemplo Lavín. Esto les va a abrir un flanco importante por la derecha, puesto que va a haber mucho votante tradicional de derecha que probablemente va a preferir votar por Kast que por alguien que se autodefine como social demócrata.

A ese problema estratégico hay que agregarle Franco Parisi, porque recordemos que él en 2013 sacó 10 puntos y si los sumamos con los de Evelyn Matthei ese año, como que representan bien al voto de derecha tradicional. Parisi no se identificaba de derecha directamente, pero toda estas ideas relacionadas con el emprendimiento, apuntando a ideas muy individualistas, se acerca mucho a las plataformas tradicionales de derecha. Entonces podría la derecha experimentar una situación un poco complicada al fragmentarse.

Nosotros pensábamos que sólo la izquierda se fragmentaba y que iba a presentar muchos candidatos, pero vamos a observar algo parecido en la derecha. A esto se le suma algo un poco más complicado, que toda elección implica cierta evaluación a los presidentes, y en esto Lavín, Sichel, Briones o Desbordes -cualquiera de ellos- va a ser el candidato del continuismo, el que representa a la coalición Chile Vamos, y claramente va a haber un castigo ahí, como pasó en la presidencial de 2017 que hubo un cierto castigo a la gestión de Michelle Bachelet.

"Recordemos que en 2010 había tres Walker parlamentarios y hoy no hay ningún Walker en la Convención Constituyente"

- Sobre estos sectores fragmentados, antes del día de la elección uno podía pensar que la izquierda estaba un poco perdida por ir dividida frente a una derecha unida, pero pasó lo contrario, además se metió La Lista del Pueblo de una manera que muy pocos proyectaban ¿Está algo obsoleto el tema de la fragmentación?

- Cuando uno forma una lista o una coalición y mete a todos dentro, la lógica más tradicional, lo que diría Pepe Auth por ejemplo, es que vamos a recibir un bono. La lista que que salga primero con un sistema proporcional de magnitud alta y distribución D'Hondt va a recibir una bonificación, así que tendría sentido hacer lo que hizo la derecha de meter al Partido Republicano dentro. Pero el tema es que la agregación no es tan sencilla, no es algo automático de 1+1=2, porque pasa que a alguna gente de derecha moderada puede no gustarle que estén los republicanos y puede no votar, puede decir que no quiere que su voto, que va por una persona moderada, termine beneficiando a una lista que tiene gente que no la representa.

La misma discusión probablemente hubo el miércoles pasado en donde el Frente Amplio y el Partido Comunista decían que tener al PPD dentro y al Partido Liberal les convenía estratégicamente, porque sumaban más gente con una coalición más alta, pero también podía tener un castigo, que era que la gente prefiriera votar por la gente de la Lista del Pueblo, porque si voto por alguno de este proyecto grande voy a estar incluyendo a partidos que no me representan y que siento no son el futuro de la política chilena.

Entonces esto de unirse viene con costos y no es un ejercicio automático que uno llega y suma los votos, particularmente en el voto voluntario donde mucha gente decide no participar porque no le gusta el proyecto colectivo. 

Esto no es nuevo, lo que pasa es que la Concertación-Alianza fue una excepción en nuestra historia política, donde habían dos grandes coaliciones que abarcaban una gran parte del espectro ideológico. Eso no es común. Lo que Chile tiende a tener es a muchos partidos, lo que en los 40 y 50 se llamaba partidos callampa, que aparecían y desaparecían. Probablemente vamos a empezar a tener cosas similares, coaliciones que se hacen y se desvanecen, que la Democracia Cristiana se junte con la derecha para evitar que salga el candidato de izquierda, como pasó en los 60, podría volver a pasar.

Creo que esa fluidez es parte natural del sistema de partidos chileno y hay que saber convivir con esa fragmentación, y probablemente con la existencia de la segunda vuelta vamos a ver que van a estar muy divididos al principio pero en la segunda vuelta va a haber cierta coordinación que no necesariamente se transfiere a un gobierno, pero por lo menos a una coalición electoral. 

"La pregunta es si la Lista del Pueblo va a ser capaz de transformarse en un partido. La duda es también porque cuando se convierta en partido probablemente va dejar la Lista de Pueblo y pase a ser parte de los políticos tradicionales".

- ¿Cuáles son las consecuencias para el sistema chileno en general con este nuevo eje?

- Claramente está todo cambiando. Esto como consecuencia del Estallido, como consecuencia de una nueva Constitución. Toda la idea de binominalizar las instituciones va a cambiar, de hecho habría cambiado igual sin todo esto, cuando el Frente Amplio lograra alcanzar 1/3 iba a querer tener 1/3 de los directores de TVN también, iba a querer participar en 1/3 de todas las cosas en que participaba la ex Concertación y la derecha. Esto se agudiza con el Estallido que revuelve todo y aún más con una nueva constitución.

Ahora hay que ver qué pasa con estos nuevos grupos que surgen. La pregunta es si la Lista del Pueblo va a ser capaz de transformarse en un partido. La duda es también porque cuando se convierta en partido probablemente va dejar la Lista de Pueblo y pasará a ser parte de los políticos tradicionales y dejará vacío de nuevo el eje izquierda-pueblo, eso es algo que no sabemos. 

- A mí parecer la Lista del Pueblo continuará teniendo éxito siempre que sea bajo esta lógica asambleísta. Es decir, si pasa a ser un símil de la institucionalidad tan criticada le pasará lo mismo que al Frente Amplio. Esto pese a que los orígenes sean distintos, porque en el FA muchos eran hijos de la Concertación ¿Cómo ve el futuro para la Lista del Pueblo?

- Es muy interesante comparar la Lista del Pueblo con el Frente Amplio, porque probablemente tenga mucho diagnóstico común sobre cómo funcionaba el sistema político; la crítica al duopolio. El tema es que el origen del Frente Amplio, a pesar del diagnóstico común, tiene un origen universitario de élite. Son presidentes de la FEUC, de la FECH, que claramente no representan fenotípicamente al electorado que quieren representar. En cambio la Lista del Pueblo no. Ésta puede tener un diagnóstico similar, pero está representando a chilenos similares, comunes y corrientes, que no necesariamente estudiaron derecho o ingeniería civil en la PUC o en la Universidad de Chile. 

A pesar de que ideológicamente puedan ser muy similares y podamos ver que en la Convención Constituyente trabajen juntos, apunten hacia objetivos similares, representan cosas distintas. Cuando dices que en el FA son los hijos de la Concertación, esto es metafórico y real también. Son gente que viene del riñón directo de lo que era la Concertación, lo natural es que ellos sean el reemplazo de la Concertación.

En un sistema de partidos más o menos decente, donde los partidos tenían conexión real con los ciudadanos uno podría pensar que Giorgio Jackson y Gabriel Boric habrían sido miembros de la Concertación. La renovación de los antiguos, como funciona con el Partido Demócrata en Estados Unidos, con los laboristas en Inglaterra, donde no es que los partidos desaparecen, sino que se van renovando. Eso acá no se dio.

- Ha planteado además el riesgo del surgimiento de candidatos populistas. Yo identifico ahí a Pamela Jiles y José Antonio Kast, aunque en polos distintos, pero sus representantes no han tenido éxito en las últimas elecciones ¿Qué tendría que pasar para que realmente se posicionen?

- El que gane un populista en Chile es posible, poco probable pero posible, principalmente por el diseño institucional de segunda vuelta. Esto es muy parecido con lo que pasó con Alberto Fujimori en Perú a finales de los 80, donde Fujimori compitió en esta plataforma anti partidos, anti élite, en un contexto muy difícil, con guerra civil, altos niveles de inflación. Y dado que había segunda vuelta con un porcentaje bajísimo logró meterse en segunda vuelta.

Algo así puede pasar en Chile, que Pamela Jiles con un 15% se meta a segunda vuelta, esto porque puede ir gran cantidad de candidatos en esta fragmentación, lo que permitiría que un candidato con un porcentaje menor se meta. Ahí es otra elección, si es Pamela Jiles contra Kast no sé quién ganaría.



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Al PPD, el partido de Ricardo Froilán y otros próceres (pillarines), habrá que ponerlo en un nicho de algún cementerio de pueblo pobre , para olvidarlo de una buena vez.

Un académico de elite (sin desmerecer), examina a la elite política chilena........ el PPD desaparecerá ya que no tiene bases sólidas en la ciudadanía (pueblo), solo quedará y en fase de extinción sus cúpulas: viudos y viudas de Lagos, como ellos mismos se definen.

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