“Somos un colectivo lleno de esperanza, cuya fuerza se basa en la vulnerabilidad misma. Somos vulnerables y porque nos presentamos así, podemos ser muy fuertes”, afirma Verónica Estay, de 39 años, a través de una videollamada desde París, Francia.
Verónica es una de las integrantes de Historias Desobedientes - Chile, colectivo que reúne a hijas, hijos y familiares de criminales de la dictadura, que reconocen los crímenes de sus familiares y colaboran por la búsqueda de la verdad y la justicia. Con historias muy diversas, se conformaron oficialmente en marzo de 2019 y ya han reunido a cerca de una decena de “desobedientes”, como se autodefinen.
La agrupación se inspira en la experiencia de su homónima argentina, creada en 2017, que incluso ha colaborado con testimonios en juicios contra militares agentes de centros de tortura y exterminio. Esta semana, Pablo Verna, hijo del médico torturador Julio Verna, declaró en un juicio que busca esclarecer la desaparición de decenas de montoneros. En un hecho inédito en ese país, entregó detalles que cómo su padre anestesiaba a las víctimas, que eran lanzadas vivas, desde helicópteros, al mar.
Estay, junto a Pepe Rovano, participaron en un libro con los testimonios de estos hijos en Argentina. Ella es hija de víctimas de la dictadura, pero a la vez, sobrina de un torturador, mientras que él es hijo de un carabinero condenado por el asesinato de seis militantes comunistas. En ese momento eran los únicos chilenos en la agrupación trasandina. Sin embargo, tras la publicación del libro, los contactaron otras personas en Chile, lo que permitió que se creara el colectivo en Santiago.
INTERFERENCIA conversó con Verónica Estay y Vittoria Enatto, ambas actuales voceras del colectivo, sobre la experiencia de los hijos e hijas “desobedientes” y su interés por colaborar en procesos judiciales que puedan ayudar a esclarecer algunos crímenes, aún impunes, cometidos durante dictadura. Por razones personales, ambas entrevistadas declinaron de contar las historias personales de sus familiares envueltos en crímenes de lesa humanidad.
- ¿Cómo ha sido este proceso de organizarse para enfrentar crímenes de familiares? ¿Qué dificultades han tenido para conformarse?
- Estay: yo situaría las dificultades en varios planos. Uno es el plano personal, porque el desgarro que atraviesa a los desobedientes en general, es uno de los más terribles que uno puede imaginar, es oponerse al padre, al tío, al abuelo, tomar conciencia del crimen que éste cometió, lidiando con los afectos que uno puede tener o no por esa persona. Y esa dificultad le da un alcance simbólico muy grande a este movimiento.
También, está el plano histórico, ya que nunca se había visto un movimiento de este tipo. Por ejemplo, hay hijos de criminales nazis que se expresaron contra sus padres, pero siempre de manera individual y nunca en la historia de los crímenes masivos se ha visto un movimiento que surja como actor político, entorno a la particularidad de ser hijo de un torturador.
Se suma, que hay un problema desde el plano político, ya que no es fácil pararse frente a las víctimas, y tomar posición para sumarse a sus demandas. Hay una toma de posición difícil, en el contexto actual en América Latina, donde hay una ola de negacionismo, que hace aún más difícil la toma de conciencia. Pero si yo tuviera que darle una explicación a este fenómeno, en gran parte se debe al enorme trabajo que han hecho las asociaciones de víctimas y familiares de víctimas de delitos de derechos humanos. Es gracias a ellos que esta conciencia es generalizada. Nosotros nos situamos en la continuidad de este trabajo. Nuestra rol político tiene que ver con el proceso de trabajo de memoria, que han hecho otros antes que nosotros.
- ¿Y qué los hace pensar que pueden tener éxito conformándose en Chile?
- Enatto: yo conozco muchas personas que no han podido resolver este problema, el “cómo salgo”, “cómo me voy a ir en contra de mis familiares”. Y hay un soporte legal que sustenta esto, en Argentina no puedes declarar en contra de tu padre. Y en Chile, en un testimonio legal, tampoco se puede. Eso queda en el inconsciente, de que los crímenes que ocurren en la familia quedan ahí, no se juzgan. Yo conozco una persona que en la tumba de su abuelo encontró tres cráneos más y que pensaba que eran de detenidos desaparecidos, que no podía dormir tranquila. Pero no se atreven a dar más pasos. Yo creo que hay muchos más, pero estamos callados, ya que de alguna manera el mandato de obediencia ciega que tiene el cuerpo militar nos traspasa. Mal que mal, nosotros crecimos con ese mandato en familias de uniformados. Conciliar esta obediencia con la parte ética toma un tiempo largo.
- Entiendo que tú cambiaste tu nombre, ¿Es parte de tu proceso?
- Enatto: claro, Vittoria Enatto significa la “victoria ha nacido”. Rescaté de mi familia las raíces italianas, por eso está en italiano, pero no rescato de ellos nada más. No ocupo el nombre que me pusieron, sólo para términos legales, porque aún no me cambio el nombre legalmente. Y también es un acto simbólico, una forma de decir que no soy parte de ellos.
- En su carta de principios, ustedes hablan de ciertas condiciones para ser desobedientes ¿Cuáles son los principios más importantes para identificarte como desobediente?
- Estay: el primer punto es ser hijo, hija o familiar de una persona condenada o de la cual se sospecha que cometió crímenes de lesa humanidad, crímenes políticos. Segundo, que tengan una mirada crítica respecto al crimen cometido por su familiar, lo que es muy importante, independiente del vínculo afectivo que tengan con esa persona. Tercero, que estén dispuestos a defender los derechos humanos y la justicia.
No son tantas condiciones, pero son difíciles. Lo importante es condenar los crímenes de lesa humanidad.
- ¿Por qué ustedes destacan en sus principios que no creen en la reconciliación? ¿Es un punto importante para ustedes?
- Estay: porque para que haya reconciliación tiene que haber justicia, castigo a los culpables y reparación a las víctimas. Y en la medida en que ese proceso no haya concluido, no puede hablarse de reconciliación. También, lo destacamos para que no haya ninguna duda respecto a nuestra imposición, que no se piense que estamos por una impunidad pacífica. No queremos una especie de pacificación forzada.
- Enatto: y reconciliar es un concepto hasta religioso, significa volver a pasar por el corazón, volver a ver los hechos del pasado con una mirada amorosa, y esos son procesos personales. Creo que el concepto fue usado en los noventas para poner paños fríos a los temas de delitos de lesa humanidad. De hecho, es una forma perversa de poner paños fríos. La palabra reconciliación no va con nosotros.
- ¿Cómo los han recibido en las organizaciones de víctimas y familiares de víctimas de delitos de derechos humanos? ¿Han recibido comentarios de ellos?
- Enatto: cuando yo estaba sola, trabajando mi historia, me costó mucho, me veían como el enemigo. Les costaba harto, pero con el tiempo, cuando me vieron participando en mi trabajo con Adriana Goñi, se fue abriendo el espacio. A la vez, me acogieron como víctima, ya que tengo la doble cualidad de ser hija y víctima de este familiar, cosa que no es tan común.
Ahora último yo veo que las víctimas dan las gracias. Los victimarios no van a hablar, no van a pedir perdón. Pero el gesto de que uno como hija o hijo de este genocida haga un reconocimiento de ese crimen, es tremendamente sanador para esa víctima. Por ejemplo, cuando presentamos el libro, la gente nos abrazaba, nos daban las gracias.
Que nos organicemos como hijas y familiares de genocidas amplía la mirada, amplía el espectro de lo que pasó, y hay una comprensión cabal de los actores, de los ejes que se cruzaron en la historia.
- Estay: en general, la reacción al principio fue de sorpresa, de estupor. Pero también de mucho respeto y de generosidad, ha sido una recepción cálida, lo que para nosotros fue inesperado. Y yo creo que eso se debe, creo, a que nosotros, independiente de nuestras historias de vida, no nos planteamos colectivamente como víctimas. Nosotros simplemente estamos aquí para apoyar a las víctimas de delitos de lesa humanidad. En el ámbito político, nosotros como actores políticos.
- Hay muchos mitos alrededor de las familias de victimarios. Se cree por ejemplo que o ellos eran también torturados en sus casas o eran cómplices de los crímenes ¿Quedan como mitos o los corroboraron?
- Estay: este movimiento vino a romper con muchos de los mitos. Para empezar, el mito de la transmisión de la culpa, que no es tal. Yo creo que también vinimos a romper con el mito de que los hijos de torturador son víctimas, o son torturadores también. No somos las víctimas políticas, y tampoco somos criminales. Rompemos con esos esquemas.
- Esta semana en Argentina, por primera vez el hijo de un torturador dio testimonio que culpabiliza a su padre, aunque el padre no estaba imputado en ese juicio ¿Creen que eso podría ocurrir en un proceso judicial en Chile?
- Enatto: para mí fue fantástico, él -Pablo Verna- es del colectivo de desobedientes en Argentina. Es un desobediente más que está haciendo lo que tenemos que hacer, que es ayudar a esclarecer los crímenes, lo que no han hecho nuestros familiares. Para mi es el cauce natural de lo que tiene que ocurrir con nosotros. Aportar un pequeño grano de arena dentro de lo que vivimos y conocemos. Contribuir a la construcción de la memoria y la reparación
- Estay: en el colectivo hay grados de conocimiento de lo que nuestros familiares hicieron. El que tiene información, se compromete como desobediente a entregar esa información. Pero hay quienes tiene sospechas o no saben mucho, pero se comprometen de otra manera, en el plano de la reflexión, de difusión, de busqueda. Las historias de los desobedientes son todas diferentes, hay algunos que a veces no pueden aportar en juicios, pero se comprometen con su presencia, con buscar la verdad.
- ¿Qué les pasa a ustedes con los otros hijos de victimarios, los que siguieron la carrera militar, que defienden a sus padres, como el hijo de Manuel Contreras o la hija de Raúl Iturriaga Neumann? ¿Qué sensaciones les dejan esos relatos?
- Enatto: en lo personal, pienso que es tan fuerte el proceso interno, que es como un duelo. Y hay un momento en que tú pasas por todas las etapas del duelo. Porque en la primera etapa hay un tema de negación. Pero, a la vez, hay una decisión política de ellos, como hijos e hijas de genocidas, ya que son adultos, no niños. Han optado o decidido avalar a sus padres. No creo que vayan a cambiar, son adultos que definieron en dónde estaban.
- Estay : no se le puede pedir a nadie que sea un desobediente, es un proceso personal. Pero lo que no tiene justificación, es que haya quien vaya en contra de los derechos humanos y que trate de defender lo indefendible. No necesitan repudiar públicamente a sus padres, que es lo hacen los desobedientes, no les pediríamos eso. Pero, no pueden justificar crímenes de lesa humanidad, ni defenderlos. El negacionismo, en mi opinion, debiese considerarse un delito. Yo creo que en ese ámbito hay que ajustarse a las normas éticas de la sociedad y de las organizaciones de derechos humanos, el trabajo de ellos nos da un marco.
Nosotros somos incómodos porque tocamos lo que Primo Levi llama las zonas grises de la memoria: casos de víctimas que apoyaron a victimarios, casos de familiares que se enfrentan en bandos distintos, etc. Nosotros lidiamos en esa zona gris, pero creo que los derechos humanos tienen que primar al enfrentarse a estas situaciones.
- Ustedes en su mayoría son mujeres ¿Hay un tema también con el género al enfrentar a familiares criminales? ¿O creen que es una casualidad?
- Enatto: mi percepción es que sí, hay un tema con lo femenino. Hay una sensibilidad diferente, pero por lo mismo, es más desgarradora la ruptura, casi freudiana la relación con el padre. En Chile y Argentina, la mayoría somos mujeres desobedientes. Yo creo que también tiene que ver con enfrentar lo patriarcal, enfrentar la violencia contra la mujer.
Estay: yo también me lo he preguntado mucho, y no tengo respuesta. Quizás tiene que ver con el cuestionamiento de la función paterna, no necesariamente encarnada en un hombre de sexo masculino, lo paterno como el estado y la patria.
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