La politóloga alemana Noelle Neumann asegura que el temor al aislamiento impulsa a las personas a sumarse a la opinión aparentemente mayoritaria, incluso ocultando sus auténticas posiciones. El fenómeno se denomina espiral del silencio porque acalla a quienes tienen posturas disonantes de la corriente mayoritaria; pero ese mutismo se expresa en los espacios públicos, no en la cámara secreta de la urna.
En abril y mayo de este año, las personas de la contracultura del Rechazo en el plebiscito guardaban silencio en las ferias y plazas cuando los candidatos a convencionales constituyentes distribuían su propaganda. Los simpatizantes de la ultraderecha sabían que su opinión se limitaba apenas al 20% de los chilenos y, en su incomodidad de minoría, preferían mantenerse al margen de la conversación pública e incluso abstenerse de contestar encuestas.
En abril y mayo de este año, las personas de la contracultura del Rechazo en el plebiscito guardaban silencio en las ferias y plazas cuando los candidatos a convencionales constituyentes distribuían su propaganda. Los simpatizantes de la ultraderecha sabían que su opinión se limitaba apenas al 20% de los chilenos y, en su incomodidad de minoría, preferían mantenerse al margen de la conversación pública e incluso abstenerse de contestar encuestas
A la inversa, en la campaña que recién terminó los simpatizantes de José Antonio Kast (JAK) increpaban a voz alzada a los brigadistas de los otros candidatos, porque se sentían miembros de la corriente dominante. Se inscribieron masivamente en los paneles online de las encuestas, respondieron en masa a esos sondeos y también hablaron con desenfado a cuanto notero de TV les pusiera micrófono en las calle.
¿Qué sucedió entre medio? Simplemente que el desplome de uno de los candidatos de derecha, Sebastián Sichel, quien marcaba en torno a 20% en agosto, drenó preferencias conservadoras hacia el otro candidato del sector, concentrando dos fuentes distintas de adhesión: la centro derecha clásica y el rechazo recalcitrante. Esa simple suma, bien aprovechada por encuestadoras partisanas, permitió que JAK experimentara un alza abrupta y navegara en la corriente principal, mientras la espiral del silencio escondía la deliberación de ciudadanos de centro y de centroizquierda.
Y como la ventaja en las encuestas siempre reditúa en los medios de comunicación, la agenda mediática se encantó con este fenómeno outsider, cuyo discurso nacional populista sintonizaba muy bien con el temario noticioso de octubre recién pasado: violencia en el aniversario del 18/O, crisis migratoria y recrudecimiento de la delincuencia.
El miedo al caos, la delincuencia y la ingobernabilidad que azuza Kast es aún más populista que el manejo comunicacional que hizo Jiles de los retiros del 10% de ahorro previsional. Y la caída del republicano en el foro presidencial de Anatel fue tan sonora como la tosca campaña de Jiles por “el abuelo gobernador”.
Es el mismo patrón de conducta que tuvieron los medios y las encuestadoras algunos meses antes, cuando Pamela Jiles figuraba como líder indiscutida. La diputada tuvo la astucia de apropiarse de la bandera del retiro del 10%, articular un ejército de “nietites” y, en pocas semanas se hizo imbatible. El 9 de abril la encuesta CEP la catapultó como figura mejor evaluada con 54% de aprobación y durante el mismo mes la inefable Cadem la mantuvo varias semanas en el primer lugar de las preferencias presidenciales. Se sucedieron varias conductas vulgares y pintorescas, después de las cuales la pareja de la diputada, Pablo Maltés, perdió la elección de gobernador. Jiles también cayó en desgracia y tanto las encuestas como los medios la echaron al olvido.
Kast es el Pamela Jiles de la derecha y no precisamente por el cabello rubio o los ojos azules, sino por coincidir en el estilo populistas y compartir un tratamiento similar departe de las encuestas y los medios de comunicación. Aunque vale precisar que la diputada cree en la democracia, en cambio el republicano la desprecia.
El miedo al caos, la delincuencia y la ingobernabilidad que azuza Kast es aún más populista que el manejo comunicacional que hizo Jiles de los retiros del 10% de ahorro previsional. Y la caída del republicano en el foro presidencial de Anatel fue tan sonora como la tosca campaña de Jiles por “el abuelo gobernador”.
Cuando los liderazgos son demasiado fútiles el encantamiento se esfuma con rapidez. La derecha dura cree que su autoritarismo pinochetista podría cautivar a un pueblo golpeado por la incertidumbre. Lo que no comprende es que el miedo más profundo no es al cambio, sino a la vulnerabilidad que ocasionan las deudas, las enfermedades, la vejez y la segregación. No son las transformaciones las que desestabilizan la democracia sino la exclusión y la desigualdad.
Comentarios
Felicitaciones, Yasna,
¡ Mal diagnóstico !...muy
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