La Batalla de Chile I-II-III es una película documental que fue gestada en las calles de Santiago entre los años 1970 y 1973. Patricio Guzmán, director y guionista de la trilogía, realizó el filme junto a un equipo reducido de colaboradores, que tras el golpe militar debieron salir del país, menos uno, el camarógrafo Jorge Müller, quien fue secuestrado por la DINA en Santiago en 1974 y es hasta hoy es uno de los miles de detenidos desaparecidos que dejó la dictadura militar.
Así de cruel y dura es la historia y debieron pasar más de tres décadas para que el filme pudiera ser exhibido por televisión abierta a todo Chile. Un documental que no paso desapercibido y alcanzó peaks históricos de sintonía en los tres días de estreno, además de ser trending toppic mundial en Twitter gracias a los miles de comentarios dicha red social.
Fueron tantas las menciones y el revuelo que causó el documental que hasta la empresa Carozzi retiró su auspicio del canal, aunque argumentron que ellos no lo habían realizado y culparon a la agencia de medios de la empresa diciendo que la empresa no auspiciaba programas políticos pero no decían que no tenían problema con que su propio presidente, Gonzalo Bofill, financiara la candidatura de la actual convencional de la UDI, Constanza Hube o que hiciera campaña por el Rechazo.
"Asistimos a una clase de historia que nos habían robado durante tres décadas, en la que era inevitable no hacer la comparación con actos antidemocráticos que se repiten exactamente a los de hoy".
Un acto de matonaje propio del empresariado que exhibió La Red en el documental y que presionó en aquellos tiempos la caída del gobierno de Salvador Allende. Conducta despreciable que fue condenada en redes sociales y que tuvo eco en Mesa Central de Canal 13, en donde el panelista Pirincho Navarrete hace una critica en vivo sobre el acto de censura de la empresa pero que es “corregido” de inmediato por el animador periodista Iván Valenzuela, diciendo tajantemente que era un “fake news” a lo cual el hijo del ex presidente de TVN dio pie atrás y hasta pidió disculpas por un hecho que nunca fue falso.
El documental no pasó desapercibido por nadie y siguió sumando comentarios en las redes sociales por su contenido real del Chile de aquellos tiempos, derribando varios mitos sobre el origen del golpe y dejando a varios asombrados de un relato que nos decía claramente cómo la intervención americana fue uno de los culpables para derrocar a Allende, al igual que los movimientos de extrema derecha que contaron con la complicidad del Partido Demócrata Cristiano, a quienes Guzmán culpó como autores intelectuales del porqué nunca se estreno en televisión abierta. La censura estaba clara y el documental era evidencia para demostrar que ellos fueron parte del golpe.
Asistimos a una clase de historia que nos habían robado durante tres décadas, en la que era inevitable no hacer la comparación con actos antidemocráticos que se repiten exactamente a los de hoy, como la desinformación de algunos medios controlados por grandes grupos empresariales, los paros de camioneros, la represión de carabineros a las protestas y políticos que tergiversan la realidad para causar miedo en la población.
Lo distinto en este punto es mirar el último capitulo de la saga llamado “El poder popular” y darse cuenta cómo el golpe de Estado destruyó una generación completa de clase obrera culta e informada de la situación política que vivía el país. Tenían una claridad y compromiso asombroso con la causa, y escuchar los relatos de personas dispuestas a dar la vida por Allende emociona, pero rompe el alma ver cómo industrias, trabajadores y sueños de un mejor país fueron borrados de la conciencia del chileno.
La Batalla de Chile sigue, nuestro proceso Constituyente es prueba de aquello y como dijo el presidente Allende en su último discurso minutos antes del bombardeo a La Moneda: “la historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
Comentarios
Muy bien @Mister_Wolf_0.Gran
Gracias mr Wolf por el
la historia es nuestra y la
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