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Sábado, 20 de Abril de 2024
Crónica

La mañana en que Bolsonaro y Piñera se juraron amistad en La Moneda

Victoria Viñals
Camila Higuera (desde Quintero-Puchuncaví)

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Camila Higuera para Interferencia
Camila Higuera para Interferencia

En el salón del acto oficial habían unas sillas vacías dejadas por la oposición, las que tal vez llevaron al presidente chileno a excederse en la cortesía hacia su invitado, el presidente brasileño. El resultado: un abrazo fotografiado que puede salir caro. 

Admision UDEC

“Presidente Bolsonaro, sin duda nuestras relaciones atraviesan por un buen momento. Pero quiero decir que eso no es excusa para no esforzarnos para que podamos construir las páginas más luminosas, más inspiradoras en esta larga, hermosa y noble amistad que ha unido siempre a los pueblos de Brasil y Chile. Y por eso, presidente Bolsonaro lo recibimos con todo el aprecio, el cariño y el respeto que usted se merece, por ser usted y por ser el presidente de una gran nación”, fueron algunas de las palabras que empleó Sebastián Piñera para halagar al invitado más prominente de la inauguración del Prosur, Jair Bolsonaro.

No fueron las únicas palabras amables. El presidente chileno insistió durante todo su discurso, en “los lazos históricos de amistad” que unen a ambos países. También hizo hincapié en algunos de los puntos en común de los discursos de la derecha latinoamericana: “Más progreso, menos corrupción y más seguridad".

Con todo, las efusivas palabras de bienvenida pronunciadas por Piñera compensan una realidad más incómoda. En el salón Montt Varas de La Moneda, habían dispuesto 30 sillas para las autoridades chilenas, de las cuales una veintena estaba vacía. En primera fila estaban los ministros Andrés Chadwick de Interior, Roberto Ampuero de la Cancillería, Alberto Espina de Defensa y la vocera Cecilia Pérez. En las filas de atrás, nadie. Cabe recordar que la oposición en pleno se restó de la actividad por la presencia de Bolsonaro, un líder que dijo en algún momento que Augusto Pinochet debió matar más personas.

La situación contrastaba con la cuantiosa delegación brasileña, que ocupó todos sus 30 asientos disponibles.

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Las sillas vacías / Camila Higuera para Interferencia
Las sillas vacías / Camila Higuera para Interferencia

En esta escena, como para compensar, Piñera no perdió oportunidad para tocar la fibra de los vínculos históricos chileno-brasileños de “una amistad sin límites y sin fronteras que se ha extendido a lo largo del tiempo”, señalando -por ejemplo- a Gabriela Mistral “que estaba en Petrópolis cuando supo que había sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura”. Una referencia que causó cierta extrañeza en la delegación brasileña y en el propio Bolsonaro.

“Brasil es el principal socio comercial de Chile en América del Sur. Brasil es el principal destino de las inversiones extranjeras con más de 35 mil millones de dólares”. Con esas cifras, Piñera anunció que durante los próximos días enviará al Congreso el tratado de libre comercio entre ambos países. También dijo que acordaron darle un nuevo impulso al corredor suroceánico “con el cual vamos a unir el Atlántico con el Pacífico”.

“Estoy seguro presidente Bolsonaro que vamos a seguir con esa amistad tan hermosa”, concluyó Piñera.

El carisma ultraderechista de Bolsonaro

Durante los nueve minutos que duró la intervención de Piñera, Bolsonaro se vio inquieto. Jugó con el lápiz, revisó su discurso y miró a la prensa, a la delegación, las sillas vacías y la lámpara de lágrimas de cristal que colgaba del techo.  

Cuando llegó su turno de hablar, hizo gala de un carisma amable y sonriente que contrasta como un escalofrío con sus opiniones políticas, como cuando siendo diputado votó por destituir a la Presidenta Dilma Rousseff y dedicó su voto a Carlos Alberto Brilhante Ustra, el coronel que supervisó el centro de tortura donde había estado presa la mandataria a inicios de los años 70.

O peor, un carisma que busca hacer difícil pensar de buenas a primeras que alguno de los suyos pueda estar metido en un asesinato, como parece estar su hijo, el senador Flavio Bolsonaro, sospechoso de encubrimiento en el crimen de la socióloga feminista Marielle Franco.

En vivo, el carisma de Bolsonaro se asemeja más al de un militar tropical que viene llegando de ganar una guerra. Se ve relajado, tranquilo y confiado. De habla enfática, pero en tono suave, mirando a los presentes a la cara. Amable, como si ignorase completamente que las sillas vacías que dejaron el presidente del Senado y de la Cámara -y prácticamente toda la oposición que repudió su visita- son en rechazo a su discurso es promotor de la misoginia, la homofobia, la lesbofobia, el racismo y la xenofobia, por muy suave que lo pronuncie hoy.

A lo mejor eso no lo intranquilizaba porque tal vez le comentaron que sí estaba presente Eduardo Frei Ruiz Tagle, ex presidente chileno, militante de la opositora Democracia Cristiana, y uno de los familiares de las víctimas mortales de Pinochet, aunque asistió al evento en su calidad de embajador especial de Piñera para el Asia-Pacífico.

“Querido Presidente Piñera, parece que somos amigos ya hace mucho tiempo. Lo conocí en su primer mandato con la situación de los mineros”, comenzó diciendo Bolsonaro en una referencia al mundialmente conocido rescate de la mina San José, ocurrido durante el primer mandato del presidente chileno.

Como ya había anunciado en su arribo a Chile, Bolsonaro no habló de Pinochet. Tampoco en esta oportunidad hizo referencia a Pablo Guedes, su ministro de hacienda quien fue un chicago boy y que actualmente trabaja en el desarrollo de políticas ultraliberales inspiradas en el modelo chileno,

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Camila Higuera para Interferencia
Camila Higuera para Interferencia

Aunque tampoco escatimó en elogios hacia Chile, mantuvo un estilo más distendido que el de Piñera. “Estoy muy feliz por esta visita, confieso que ya estoy con nostalgia. Ayer hubo un momento muy raro, cuando fui a pasear al mall. Fui muy bien recibido por las personas que estaban allá. Parecía que estaba en Brasil”, dijo en relación a un video que él mismo ya hizo viral desde su cuenta Twitter.

En relación a esto y antes de cerrar, bromeó diciendo: “Usted [Piñera] necesitaba que lo ayudara en su campaña aquí”, lo que causó risas en la sala.

Con el fin de los discursos, ambos mandatarios se acercaron a estrechar las manos ante las cámaras de la prensa chilena, brasileña y argentina.

En medio de los aplausos, Bolsonaro se saltó el protocolo y tomó a Piñera con efusividad para darle un abrazo. La sonrisa en la cara de Bolsonaro mostraba cuanto valía para él la foto de intimidad con el presidente chileno, mientras que Piñera se adivinaba incómodo, tratando de matizar el abrazo con un líder repudiado con una sonrisa fría, calculada.

Bolsonaro, de nuevo, lucía como un militar tropical que venía llegando de ganar una guerra.



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