Un viejo dicho de la política afirma que una cosa son las promesas de campaña, y otra muy distinta es gobernar.
Es lo que le está pasando a Mauricio Macri, el primer presidente no peronista de Argentina en casi 20 años. INTERFERENCIA revisó las promesas que hizo durante la campaña y las contrastó con la realidad.
En casi todos los frentes, la gestión de la Casa Rosada muestra cifras negativas. La inflación se ha disparado, el peso argentino ha perdido la mitad de su valor en lo que va del año, lo que repercute también en un aumento de la pobreza. Hasta hace poco, organizaciones internacionales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) todavía proyectaban un crecimiento económico de 2% para este año. Sin embargo, los números actuales indican que Argentina ya ha caído en recesión.
Para hacer frente a los graves problemas económicos y sociales, Macri recurrió a mediados de año al Fondo Monetario Internacional (FMI) -una institución que el kirchnerismo tildó de “fondo buitre”- para obtener un préstamo de US$ 50.000 millones. En estos días, funcionarios de gobierno están negociando en Washington los términos del acuerdo.
El fantasma de la crisis de 2001 pesa en Argentina, sobre todo, porque muchos responsabilizan a las políticas del FMI de esa debacle.
De todos modos, en octubre de 2016 el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) cambió la forma de medir la pobreza. Según ese organismo, las cifras entre 2007 y 2015 eran poco confiables.
Así, mientras en los primeros meses de su gobierno más de 60% de la población apoyaba su mandato, ahora es casi ese mismo número quien reprueba su gestión.
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