“Brasil, chegou a vez de ouvir as Marias, Mahins, Marielles, Malês", se siente en el sambódromo. La explanada estalla y los colores se mueven, tintinean, verdes, cafés, morenos, negros. Es la Escuela de Samba Mangueira, que este miércoles, en la previa del 8 de marzo, encendió la calle y conquistó su vigésima corona del carnaval de Río, homenajeando a las líderes feministas víctimas de la resistencia negra.
“Brasil, llegó el momento, de oír a las Marías, las Mahins, las Marielles, las Malês. Brasil, déjame contarte la historia que no cuentan”, se oye para confrontar a Jair Bolsonaro, el presidente brasileño. En la calle, en el carnaval y en el Congreso, las mujeres lo incomodan.
Y este 8 de marzo, todas las masivas marchas en Brasil tuvieron como leimotiv defender a las mujeres del peligro que representa Bolsonaro.
Las mujeres ya habían sido las primeras en enfrentarlo seriamente, cuando el 29 de septiembre se movilizaron en cientos de miles para intentar evitar su triunfo en la segunda vuelta, bajo el lema #EleÑao (Èl no).
No lo lograron.
Pero, a un poco más de dos meses de su asunción, los comentarios misóginos del presidente comienzan a ponerlo en problemas ya que Bolsonaro tiene dos flancos abiertos que amenazan su imagen pública y la viabilidad política de la reforma al sistema de pensiones que presentó el pasado miércoles 20 de febrero.
Y todas emergieron con fuerza en el 8M.
El asesinato de Marielle Franco escala hasta los Bolsonaro
El primer gran escándalo que sacudió al presidente de Brasil tuvo lugar el 20 de enero, cuando el periódico O’ Globo publicó que su hijo y senador, Flavio Bolsonaro, tuvo contratadas hasta noviembre de 2018 a la madre y a la mujer del principal sospechoso del asesinato de la socióloga feminista Marielle Franco; el capitán de policía Adriano Magalhaes de la Nóbrega.
Según la información de O' Globo, la madre de Magalhaes, Raimunda Veras Magalhaes, y su esposa, Danielle Mendonça da Costa da Nóbrega, ocuparon cargos en el gabinete de Flavio Bolsonaro por un sueldo mensual de 6.490 reales cada una (un poco más de un millón de pesos chilenos).
De acuerdo a la investigación que lleva a cabo la Fiscalía brasileña, Magalhaes es uno de los hombres fuertes de la Oficina del Crimen, la organización sospechosa del asesinato de Franco, quien al momento de su muerte era una concejala reconocida por ser nacida en las favelas de Río de Janeiro, lesbiana, afro y activista. Cayó baleada por la policía en Río el 14 de marzo de 2018.
Tras la orden de detención que levantó el organismo persecutor en su contra, Magalhaes -un ex capitán del BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales, la política de elite contra el crimen y el narcotráfico)- se encuentra prófugo.
Pero este no es el único hilo que une a Flavio Bolsonaro con los posibles autores del crimen de Franco.
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A fines de enero, un comandante y un teniente del BOPE fueron detenidos en el marco de la investigación. De acuerdo con O’Globo, uno de ellos, Ronald Paulo Alves Pereira, fue homenajeado en 2004 por el actual senador Bolsonaro cuando era diputado.
Luego de que explotó el escándalo, el diputado homosexual y activista de la causa por los derechos de la población LGTBI, Jean Wyllys, miembro del Partido del Partido Socialismo y Libertad -el mismo en el que militaba Marielle Franco- renunció al Congreso y decidió irse a vivir al extranjero. Dijo que lo hacía tras recibir amenazas de muerte en su contra.
"El nivel de violencia ha aumentado tras la elección de Bolsonaro. Cuando ejecutaron a Marielle, tuve una noción de la gravedad. Las amenazas de muerte vienen de grupos de sicarios, de asesinos de alquiler vinculados a la milicia, y también existe la posibilidad de que atenten contra mi vida fanáticos que han comenzado una difamación sistemática en contra mía”, denunció Wyllys.
"Me asusta saber que el hijo del presidente contrató en su gabinete a la esposa y madre del sicario. El presidente que siempre me difamó, que siempre me insultó de manera abierta, que siempre usó la homofobia contra mí. Este ambiente no es seguro para mí", agregó el ex congresista.
“Brasil, chegou a vez... de ouvir as Marias, Mahins, Marielles, Malês” rugieron las mujeres este 8 de marzo. En Río, Sao Paulo, Recife, Belo Horizonte, las feministas salieron en masa con la imagen de Franco como la gran protagonista.
La violencia en contra de las mujeres ha estado en el plano principal brasileño. Solo en enero se produjeron 119 femicidios. Las cifras de ONU Mujeres indican que el país concentra el 40% de estos crímenes en América Latina con un promedio de 13 asesinadas al día.
Según los datos entregados por el Foro Brasileño de Seguridad Pública y Datafolha, en el país más grande de la región más de 16 millones de mujeres mayores de 16 años sufrieron algún tipo de violencia durante el último año. En 2018, 4.254 brasileñas fueron asesinadas, pero Bolsonaro está decidido a combatir "la ideología de género".
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En sus primeros meses en el gobierno, en una de sus medidas más polémicas, Bolsonaro excluyó a la población de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT) como beneficiaria de las políticas y programas destinados a la promoción de los derechos humanos que impulsa el Ministerio de la Mujer, de la Familia y de los Derechos Humanos.
Si bien este 8 de marzo la participación feminista no alcanzó la misma convocatoria que en septiembre, con la campaña de "Él No", la movilización fue masiva y tan solo en Río de Janeiro marcharon más de 200 mil personas, con una fuerte presencia del mundo sindical y de movimientos sociales ligados a la luchas por el territorio indígena.
Las feministas apuntan a la reforma del sistema de pensiones
El otro gran tema que marcó la jornada del 8 de marzo en Brasil, fue la oposición de las mujeres en la calle a la reforma del sistema de pensiones que presentó el gobierno y que tiene por objetivo generar un ahorro durante la próxima década de 1,2 mil millones de reales (unos 208 mil millones de pesos chilenos). .
La reforma está en aprietos debido al escenario hiper fragmentado de partidos políticos que presenta el Congreso brasileño.
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Uno de los puntos más conflictivos de la propuesta es el aumento en la edad de jubilación de las mujeres. Este tema hasta el último minuto estuvo en suspenso, debido a que fueron públicas las diferencias que sostuvo Bolsonaro, con su ministro de Hacienda, Paulo Guedes, debido a la impopularidad de la medida. Cuestión que ya está siendo fuertemente confrontada por el mundo feminista.
Con las normas actuales, las mujeres pueden jubilarse con 30 años de cotización y los hombres con 35, así que es común que hayan personas que paren de trabajar a los 50 años de edad. La reforma del gobierno, finalmente plantea una edad mínima jubilatoria de 65 años para hombres y 62 para mujeres.
El futuro no está fácil para Bolsonaro, y en parte es por las mujeres que lo confrontan.
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