La última modificación al proyecto de ley de Fármacos II quedó registrado en un oficio que el 27 de noviembre de 2019 envió el presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores, al presidente del Senado, Jaime Quintana, para así continuar con su tramitación.
La iniciativa, que en su inicio establecía la prohibición de la integración vertical entre laboratorios y farmacias –indicación que quedó fuera por el momento–, y que se revisará este martes en la Comisión de Salud del Senado, propone, entre otras cosas, una modificación al artículo 101 del Código Sanitario sobre recetas médicas.
Tal como está, la eventual ley indica que el médico tendrá que recetar un medicamento “exclusivamente por su denominación común internacional”; es decir, por el nombre del principio activo conocido a nivel mundial, y no por la marca comercial, lo que fue leído por varios como un golpe en contra de los laboratorios, ya que estos tendrán menor efectividad en su lobby con los doctores para convencerlos de recetar sus productos.
A pesar de que cada vez más actores del mercado reconocen que era necesario intervenir esta relación médico-laboratorio, otros piensan que, tal como está planteada la regulación, se pasará a incentivar la relación entre las grandes cadenas de farmacias con los laboratorios, lo que ha existido históricamente en este mercado y que concluyó en regulaciones como la ley de Fármacos I, que prohibió entregar bonos a los químicos farmacéuticos que vendían cierto tipo de producto (práctica conocida popularmente como ‘canela’).
Por lo mismo, existe preocupación de entregarle mayor poder a empresas como Farmacias Ahumada, Salcobrand o Cruz Verde, que hace pocas semanas fueron condenados en primera instancia por la justicia civil por infringir la ley del consumidor.
Del médico a la farmacia
No hay duda de que la relación entre médicos y laboratorios es algo que sigue siendo un debate en el rubro de la salud. De hecho, la Fiscalía Nacional Económica, en su estudio sobre medicamentos en Chile –publicado en noviembre del año pasado–, detectó que "los laboratorios realizan inversiones superiores a U$ 200 millones al año para promover sus marcas entre los médicos, quienes recetan tales productos a sus pacientes en vez de otras alternativas técnicamente equivalentes y más baratas".
“Existe el desafío como colegio profesional de lograr distanciar la industria farmacéutica con el ejercicio profesional de la medicina. Hay un marketing activo, que intenta incidir en la prescripción médica”, dijo la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, a INTERFERENCIA.
Este vínculo vicioso incentivó a que la ley de Fármacos II, tal como estaba planteada inicialmente, estableciera que la receta incluyera la DCI, el nombre de fantasía, y "en caso de existir, el medicamento genérico bioequivalente que autorizará su sustitución”.
A pesar de que la misma FNE detectó en su estudio que el 80% de los medicamentos en Chile no tienen alternativas bioequivalentes, la modificación propuesta originalmente explicitaba la inclusión de una alternativa; sin embargo, tal como se discutirá el proyecto de ley este martes en la Comisión de Salud del Senado, solo se considera la mención de la denominación común internacional (DCI) en la receta médica.
Marcela Sabaini, presidenta de la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos de Chile (Asilfa), mencionó en entrevista con nuestro medio que prescribir un medicamento solo en base a la DCI, sin darle la posibilidad al doctor o doctora de incluir una marca, podría tener cuestiones adversas. “Qué pasa si en la decisión, el medicamento adquirido genera un efecto no deseado en la salud o no genera el resultado esperado. Viene la consecuencia de a quién hago responsable: ¿a mí como paciente? ¿al doctor que no me dijo? ¿o al químico farmacéutico que me vendió el medicamento?".
A su vez, Sabaini indicó que al existir este único tipo de prescripción, “aumenta el poder de concentración de las farmacias”. “Nosotros apoyamos la prescripción por la DCI, con objeto de transparentar la información al paciente, pero siempre respetando la facultad del médico de sugerir una marca de acuerdo a su experiencia clínica”, agregó.
Por último, la dirigenta dijo que si bien las farmacias tienen exigencias de listas mínimas de productos, no existen reglamento en términos de variedades. “Como la ley no te obliga a tener variedad de una molécula, la pregunta es: ¿quién decidirá lo que la farmacia decida tener para vender?”.
Acorde a otros testimonios del mismo rubro recogidos por INTERFERENCIA, el temor con este tipo de medida en la receta es que, inventada la ley, se produzca un nuevo arreglo entre laboratorios y farmacias como los que ya ocurrieron en el pasado, incentivando a estos últimos a tener más abastecimiento de una línea de productos.
Un ejecutivo de un laboratorio internacional, que pidió reserva de su nombre, dijo que “si va exclusivamente la prescripción por la DCI, faculta a la cadena a tener el control absoluto de qué o cuál medicamento dispensar a los pacientes. Es un traje a la medida de las farmacias”.
“Sin embargo, siempre ha sido un vicio prescribir por marca. Para dejar cautivo a un médico vas con tu representante médico, con las muestras médicas, y aquí gana el que tiene mayor cantidad de representantes de este tipo, y el dinero para invertir en marketing”, indicó, y añadió que, por lo mismo, “el camino a seguir es que exista una fijación de precios, lo que sería bien interesante. Finalmente nadie va a crear la rueda. Ecuador lo hizo, Argentina lo hizo, España lo tiene”.
Mejor sin marca
El hecho de quitarles la posibilidad a los médicos de recetar por marca es un aspecto positivo para otros gremios, como el de las personas involucradas en este mercado.
Ana Victoria Nieto, presidenta del Colegio de Químicos Farmacéuticos –rubro donde cerca de un 70% trabaja en distintos tipos de farmacias, según la dirigenta–, indicó a nuestro medio que no ve el riesgo de un nuevo vicio entre las cadenas de farmacias y los laboratorios, pues al recetar por la DCI, “las personas deben exigir en las farmacias que se les presente las alternativas al principio activo. Que le muestren los precios de todos los medicamentos en base a un principio activo. Esto hoy no ocurre, pues vemos que el médico le prescribe una marca comercial, y la persona llega a la farmacia obligada a comprar la marca prescrita”
“Desde todo punto de vista, para el usuario final es una gran noticia, porque va a poder elegir, y para hacer uso del derecho de elegir, se necesita una campaña informativa, se necesita educación”, agregó Nieto.
El único escenario perverso que podría ocurrir, acorde a la dirigenta, tiene que ver con la indicación que actualmente se encuentra fuera del proyecto de ley de Fármacos II: la integración vertical, es decir, la situación que se produce cuando un actor participa como propietario tanto en un laboratorio como en una farmacia.
“Cuando hay integración vertical, podría existir el hecho de que la farmacia recomiende sus propios productos. Yo podría pensar que se recomiende un producto por sobre otro”, dijo.
Por último, para el senador Guido Girardi (PPD), uno de los creadores de la ley de Fármacos II, que se recete por la DCI es un gran logro; y aseguró a nuestro medio que en los próximos pasos legislativos va a “incorporar la fijación de precios”. “Hoy los laboratorios marginan un 50%, cuando en cualquier negocio un 15% de margen ya es una locura. Las cadenas le compran a los laboratorios y vuelven a marginar un 50%, eso es escandaloso”.
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