A las nueve de la mañana de este martes 18 de septiembre llegan a la terraza de uno de los edificios de la Plaza de Armas cuatro carabineros del Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE). Faltan aún más de dos horas para que el mandatario Sebastián Piñera llegue a este lugar para asistir al tradicional Te Deum de la Iglesia Católica que conmemora la independencia de Chile. La catedral de Santiago está en su mira. Pero los típicos vendedores ambulantes, pastores evangélicos, músicos, artistas callejeros y ajedrecistas que suelen poblar la plaza no están hoy. Un estricto cordón de seguridad no les permite entrar al kilómetro cero de Chile.
Estos cuatro hombres son parte del primer anillo de seguridad. Su misión es velar por el bienestar del Presidente de la República. Dos son francotiradores profesionales, y los otros dos son aspirantes a formar parte del GOPE. Se trata de una de las ramas más especializadas de la institución. “Somos los mejores”, afirma con orgullo uno de ellos.
Tienen entrenamientos exigentes: practican buceo, paracaidismo, allanamientos, rescates en la montaña, desactivan bombas y muchas veces, al salir del trabajo, se van al gimnasio para seguir perfeccionando su estado físico.
Pero este martes no hay mucha acción. En la “zona crítica” -denominación policial para el lugar en que se realiza la actividad a resguardar- apenas hay personas. De hecho, por primera vez en la historia no será el arzobispo de Santiago quien oficie el Te Deum. Monseñor Ricardo Ezzati se restó de la actividad tras ser apuntado por la fiscalía como encubridor de abusos sexuales por parte de miembros del clero. Tal vez por ello, en este día la Plaza de Armas se ve tan desierta. Así, la mayor amenaza que enfrentan los francotiradores es el frío y la lluvia.
Aquí no hay un policía con su ojo en la mira telescópica apuntando a alguien. El artefacto queda instalado en el suelo, pero se levanta sólo en caso de urgencia.
La misión durante este Te Deum es vigilar con sus binoculares que todo esté bien, dando aviso de cualquier conducta sospechosa a los Carabineros que coordinan la seguridad en tierra. “El año pasado estaba lleno de gente a los costados”, señala uno de los policías, mirando el panorama que hay 40 metros más abajo. En toda la plaza céntrica de Santiago no hay más de 50 personas en las escalinatas de la Catedral. A un costado, y detrás de vallas papales, está un pequeño grupo de periodistas. Y en las escalinatas al frente de la iglesia una tropa de marinos en impecable formación.
A medida que el operativo de seguridad avanza, se restringe el acceso de los ciudadanos al templo católico en las esquinas más inmediatas a la Catedral. En el Paseo Ahumada se juntan algunos curiosos. Y a lo lejos se escuchan los gritos de algunos evangélicos en contra de Piñera.
En las más de cuatro horas que el equipo del GOPE está en la terraza no hay incidente alguno.
Combatir el aburrimiento
Pasan los minutos y los carabineros capean la baja temperatura con el café que trajeron en su propio termo. Mientras esperan que sean las 11:20, hora en que Piñera saldría de La Moneda, sacan sus tupperware con colación. Un francotirador come arroz con leche y el otro pollo deshuesado.
En el piso descansan dos estuches, cada uno con un rifle en su interior. Estos permanecen cerrados, no es necesario sacar las armas. Una imagen muy alejada de la que proyectan las películas. Aquí no hay un policía con su ojo en la mira telescópica apuntando a alguien. El artefacto queda instalado en el suelo, pero se levanta sólo en caso de urgencia. “Desde la época del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que un francotirador no dispara a una persona”, asegura uno de ellos.
Pasada las doce del día se ve un pequeño inconveniente en la entrada de la Catedral. Detienen a dos dirigentas de Andha Chile. Los francotiradores se levantan, miran por los binoculares cómo suben las mujeres al furgón policial, y luego vuelven a sentarse.
Al consultarles, acceden a mostrar el equipo que portan. Son dos fusiles: uno “Steyr” y el otro un “Sig Sauer”. De este último uno de los francotiradores muestra además la munición. “Es de 13 milímetros y su venta está prohibida para un ciudadano común. La bala tiene mejor calidad de pólvora, lo que hace que viaje a 800 metros por segundo”, dice el carabinero y agrega: “La bala va más rápido que el sonido, por eso dicen que primero caes y después escuchas el cuetazo”.
No cualquiera puede ocupar un arma de este tipo. Los efectivos del GOPE que llegan a manejarlas reciben un entrenamiento del Ejército de Estados Unidos. Uno de los policías relata que no les toma más de un par de meses completar el curso, puesto que en Carabineros tendrían buena base en la práctica de tiro. “Cuando vinieron de Estados Unidos pensaron que ya éramos francotiradores”, dice.
Pasada las doce del día se ve un pequeño inconveniente en la entrada de la Catedral. Detienen a dos dirigentas de Andha Chile por entrar protestando al acto. Una de ellas es la ex candidata presidencial Roxana Miranda. Los francotiradores se levantan, miran por los binoculares cómo suben las mujeres al furgón policial, y luego vuelven a sentarse.
“Esto siempre es tranquilo, los cordones de seguridad son estrictos”, afirma uno de ellos. “Durante los días anteriores estamos revisando rincones que ni te imaginas”.
¿Y cuál es el trabajo más emocionante que les toca realizar? “Los allanamientos, no sabes con qué te vas a encontrar adentro, a veces tienen perros pitbull preparados para morderte, la adrenalina es otra cosa”, cuenta animado uno de ellos. Le replico que tampoco imagino la posibilidad de que un grupo pueda ejecutar algún ataque de consideración. “No tengo nada contra los comunistas, pero muchos son comunachos de Facebook”, afirma el mismo policía. “Tengo amigos que opinan harto, pero son de teclado no más”.
Los mapuche, José Antonio Kast y una selfie
Es usual ver a estas unidades del GOPE en otras funciones, como en avisos de bomba, allanamientos relacionados al narcotráfico o en el conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche. Este último punto parece ser el que más les preocupa.
“¿Por qué crees que José Antonio Kast sacó la mayoría de votos en esa zona? Es porque la gente allá sufre con los ataques, en algunos lugares te cobran peaje”, dice uno de ellos. La Araucanía fue, efectivamente, la región donde Kast obtuvo más votos. Pero su poco más de 12% está muy lejos de ser “la mayoría de los votos”. Prefiero no profundizar en esa conversación. Mi visión personal del tema es otra, así que planteo que es un tema que los políticos no quieren solucionar y todos coinciden.
“No tengo nada contra los comunistas, pero muchos son comunachos de Facebook”, afirma uno de ellos. “Tengo amigos que opinan harto, pero son de teclado no más”.
Mientras en la Catedral está a punto de terminar el Te Deum, uno de los policías se toma una selfie para enviarla a su polola. Le pregunto si está casado. “No, llevo 20 años pololeando, tengo una hija, sólo que no he firmado un papel”, responde. ¿Y por qué no le pide matrimonio? ¿O cree que eso sería ir muy rápido con las cosas?, insisto en forma de broma. Todos estallan en una gran risa.
El presidente Piñera ya se ha retirado de la Plaza de Armas y empieza nuevamente a caer una suave llovizna sobre el centro de Santiago. Cierran los estuches de los fusiles para evitar que se mojen.
Es la 1.30 de la tarde y sus labores han concluido. El resto de este martes 18 de septiembre lo tienen libre. Nos despedimos de manera afectuosa con fuertes apretones de mano. Al irse, uno de ellos comenta que ahora va a un asado familiar. De seguro será algo más animado que esta jornada de francotiradores sin acción.
Nota de la Redacción: El autor se identificó desde el primer momento ante los efectivos policiales como periodista de INTERFERENCIA.
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