Más de 20 millones de jóvenes latinoamericanos no trabajan ni estudian. Es el llamado grupo de los "ni-nis". Y también es la llamada generación millenial.
Cada generación dice sentirse incomprendida por la anterior y es difícil adentrarse en el contexto que los lleva a tomar ciertas decisiones o a seguir ciertos caminos. Lo que sí está claro, es que los actuales millenials viven una época de transformación como, tal vez, no se ha vivido desde la revolución industrial y científica de inicios del siglo 19. Su futuro inmediato está marcado por cambios tecnológicos acelerados, un mercado laboral cambiante y la aparición de profesiones nuevas que no existían hace una década -o la desaparición de muchas otras que existieron durante décadas.
Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el centro de estudios chileno Espacio Público y el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo-Canadá (IDRC), trata de identificar las aspiraciones y expectativas de esta generación de jóvenes de América Latina. El libro “Millenials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?” recoge las voces de más de 15 mil jóvenes de entre 15 y 24 años, provenientes de nueve países de la región (Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Paraguay, Perú y Uruguay).
Pese al sostenido crecimiento económico en toda la región en los últimos 20 años, el cual ha implicado una reducción importante de la pobreza, todavía existe mucha desigualdad y una brecha de productividad con países desarrollados que no disminuye. “Invertir en los jóvenes debe ser una prioridad para la política pública (…) Las altas tasas de desempleo e informalidad entre los jóvenes juegan un rol en la incidencia de conductas de riesgo, como el embarazo en adolescentes, las pandillas juveniles y los actos de violencia. Para que la región alcance un desarrollo sostenible, se requiere de economías más inclusivas y de un esfuerzo decidido por elevar el capital humano. Para ello, brindar oportunidades a los jóvenes no es sólo bueno para sus propias perspectivas. También lo es para el desarrollo económico, la cohesión social y el bienestar general”, se afirma en el libro que se lanzará oficialmente el jueves en Chile.
Educación
Las oportunidades y expectativas tanto educativas como laborales de los jóvenes son distintas de un país y otro. Por ejemplo, en Paraguay, un 33% de los jóvenes solo estudia o se capacita y un 25% solo trabaja; en cambio, en Haití un 68% solo estudia, mientras que un 5% solo trabaja.
Pese a que ha habido un importante aumento en la cobertura educativa en la región, siguen existiendo diferencias en la cantidad de años de estudio que alcanzan los jóvenes de los nueve países citadas de América Latina y el Caribe.
En términos educativos, pese a que ha habido un importante aumento de la cobertura educativa en la región, siguen existiendo diferencias en la cantidad de años que alcanzan los jóvenes de los nueve países que forman parte de este estudio. En Brasil, en promedio, los jóvenes encuestados completaron menos de diez años de enseñanza. En cambio, en Chile y Colombia, fueron más de 11 años.
El contexto de cada país influye en la toma de decisiones respecto al futuro que persigue la juventud. Según el estudio, hay casos relevantes como el de El Salvador y Haití, donde las oportunidades para los jóvenes están limitadas por los desastres naturales que han azotado al país, pero también por el fenómeno de la migración masiva.
En general, los jóvenes latinoamericanos toman sus decisiones en medio de un contexto considerablemente diferente al de las generaciones pasadas. Es decir, esperan un nuevo mercado laboral que no exija calificaciones para un trabajo de por vida, sino una mayor flexibilidad, que se adapte al escenario cambiante de la actualidad.
El caso chileno
Pese a ser uno de los países de América Latina con mejor desempeño económico en las últimas décadas, en los últimos años nuestro país ha presentado una reducción en su crecimiento y productividad. Esto ha frenado los cupos de empleo en empresas.
Chile enfrenta importantes diferencias en la calidad de la educación según el nivel socioeconómico, aumentando la desigualdad en el país. Es por eso que la tasa de desocupación para la población de entre 15 y 24 años triplica la de la población entre 25 y 65 años.
En cuanto a educación, según expone el libro, Chile enfrenta importantes diferencias en la calidad de la educación según el nivel socioeconómico, aumentando la desigualdad en el país. Es por eso que la tasa de desocupación para la población de entre 15 y 24 años triplica la de la población entre 25 y 65 años. A pesar del esfuerzo de algunas políticas para facilitar la inserción laboral, no ha habido mejoras notorias.
“La política pública aún enfrenta retos importantes. Por ejemplo, remediar las desigualdades en la calidad de la educación, que todavía están muy influenciadas por el origen socio-económico. De hecho, el Estado debe reforzar los programas que apoyan la adquisición temprana de experiencia laboral como forma de reducir el alto desempleo juvenil. Por otra parte, la tasa de embarazos en adolescentes, si bien se ha reducido, sigue siendo alta comparada con la de los países de la OCDE”, se afirma en el libro.
Ninis y cambios en políticas futuras
Más de un 20% de los jovenes de México, El Salvador y Brasil son "ni-nis". En Chile, esa cifra llega a 14%.
Si bien el concepto nini suena a ociosos y flojos, la realidad presentada en este estudio es completamente diferente. No serían jóvenes que carecen de obligaciones, sino más bien que realizan otras actividades productivas o simplemente no tienen acceso a las oportunidades laborales y educacionales.
Según las cifras expuestas, el 31% de los jóvenes que pertenece a este grupo está buscando trabajo (sobre todo hombres), un 64%, se dedica a labores de cuidado de familiares (principalmente mujeres), y casi todos realizan labores domésticas o prestan ayuda en los negocios de sus familias.
El estudio insta a enfocar las nuevas políticas en relación a tres aspectos. En primer lugar, está el acceso al desarrollo de habilidades; es decir, promover políticas que reduzcan las limitantes para la formación de los jóvenes. En segundo lugar, está la calidad del desarrollo de estas habilidades, y finalmente, una mayor orientación e información.
“Considerando la incertidumbre que caracteriza la transición de la escuela al trabajo y los niveles de desinformación laboral que muestran los jóvenes en la región, es clave fortalecer los sistemas de orientación e información laboral”, concluye el estudio.
Para conocer más conclusiones y datos del estudio, el lanzamiento del libro será este jueves 6 de diciembre a las 8:45 horas en la Casa Base Pública, en Santiago.
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