En Estados Unidos el debate acerca de qué hacer con la policía continúa, luego del asesinato de George Floyd en manos de un oficial de la policía de Minnesota y la ola de protestas subsecuentes.
A grandes rasgos son tres los ejes de la discusión: la militarización de las fuerzas policiales; ciertas dosis de impunidad para los oficiales de policía envueltos en actos de brutalidad policíaca y el racismo de la policía y de la sociedad estadounidense.
Respecto del primer punto -la militarización- son varios los medios que han recordado este artículo de The New York Times: Implementos de guerra fluyen hacia los departamentos de policía. El artículo data de 2014 y concitó cierta polémica, pero no impidió que en los años posteriores las distintas policías recibieran material militar en grandes cantidades. Según The New Yorker, desde los 90 entre el Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado se han realizado adquisiciones estimadas en 39.000 millones de dólares destinadas a militarizar las distintas policías del país. Una cifra superior al presupuesto de defensa de Alemania, informa el semanario en su artículo: 'Do not resist' [No te resistas] y la crisis de la militarización de la policía. La nota parte desde Do not resist, un documental premiado en el Festival de Tribeca en 2016 del realizador Craig Atkinson y acá se puede ver el trailer.
A propósito de esto, varios observadores del debate han notado cómo la militarización policial ha sido un elemento crucial en la escalada de la violencia. Es el punto de este artículo de The Washington Post: Cuando la policía trata a quienes protestan como insurgentes, enviar tropas parece algo lógico. En la misma línea va este artículo de The Marshall Project: Por qué tantos policías manejan mal las protestas, el cual aboga por estrategias de desescalamiento del conflicto y no al revés, dado que el accionar policial muchas veces vuelve violentas protestas que no lo eran hasta ese entonces.
En el caso del artículo del Post se trata de una respuesta directa al ensayo publicado por The New York Times; Tom Cotton: envíen las tropas de este senador republicano por Arkansas, quien invocó en su escrito The Insurrection Act como justificación para una intervención militar en las protestas. Algo que sintonizaba con el llamado del presidente Donald Trump a las policías a "no ser amables" frente a actos de violencia civil.
Por cierto, la publicación del Times trajo la controversia, dado que muchos juzgaron -incluidos varios de sus empleados, varios de ellos afroamericanos- que el periódico no debió publicar dicha columna, idea que terminó imperando en la redacción, por lo cual se publicó una declaración de arrepentimiento en el artículo mismo de Cotton.
El Post -además del artículo antes referido- luego publicó una dura columna de opinión del crítico de medios Erik Wempe: Una crisis de convicción en The New York Times, en la cual criticó directamente el trabajo del editor de opinión James Bennet, tanto porque el artículo en cuestión no pasó los estándares de calidad del Times (hay varias afirmaciones con información dudosa o incorrecta), como por mantener una actitud zigzagueante en episodios anteriores que afectan las páginas de opinión del diario neoyorquino.
[Finalmente Bennet tuvo que renunciar a su cargo, algo que sucedió después del envío de este artículo]
En cuanto a la impunidad, varios son los medios que han advertido la importancia de la doctrina de la Corte Suprema de Estados Unidos llamada Inmunidad Calificada, la que protege a los policías de ser demandados a menos que sus acciones violen de manera "claramente establecida" las leyes federales o los derechos constitucionales.
Revisar esta doctrina es la recomendación directa de Axios en su artículo Las políticas que podrían ayudar a arreglar la policía.The Atlantic, por su parte, hace lo mismo en su artículo: Cómo realmente arreglar la policía, donde sugiere intervenciones en los niveles federal, estadual y local. Asimismo lo hace The Economist con Cómo arreglar la policía de Estados Unidos, publicación que nota que son muy pocos los policías que finalmente asumen consecuencias por sus actos: 48 oficiales convictos para 7.633 asesinatos en manos de policías entre 2013 y 2019.
En una línea más tangencial, pero interesante, MIT Technology Review se pregunta Por qué filmar a la policía no hace nada por detenerla. La respuesta corre a cuenta de Derek Chauvin, el oficial de policía que asesinó a Floyd, quien pese a saber estar siendo filmado continuó con su acción criminal, dado que -según interpreta este medio- los policías cuentan con una fuerte protección legal.
Consecuentemente, son varios quienes se están planteando que hay que cortar o reducir el financiamiento público de los departamentos de policía. Así lo da cuenta CityLab, un medio dedicado a la vida urbana de Bloomberg, el cual publicó Cómo las ciudades deben descargarse del peso de la brutalidad policial, en el cual destaca que son los impuestos a nivel de ciudad los que suelen financiar las defensas legales de policías envueltos en episodios de brutalidad. Algo que la misma publicación identificó para el caso de Los Ángeles y otras ciudades: El movimiento detrás de la decisión de Los Ángeles de cortar el presupuesto de la policía.
En cuanto al racismo, en el número anterior de este newsletter -titulado entonces El asesinato de George Floyd y el dilema de qué hacer con la policía- publicamos reseñas de varios artículos en esa línea.
Pero el debate no se ha estacionado ahí.
The Washington Post ofrece un artículo respecto de las dificultades que enfrentan líderes policiales afro-americanos: Jefes policiales negros expresan enojo y consternación mientras intentan cambiar sus departamentos. desde dentro.
MIT Technology Review, por su parte, publicó: Por supuesto que la tecnología perpetúa el racismo. Está diseñada de esa manera, en el cual menciona cómo la tecnología de reconocimiento facial en seguridad -por ejemplo- tiene a los afro-americanos como principal blanco.
En la misma línea, The Intercept publicó Amazon muestra sus solidaridad contra el racismo policial mientras vende tecnología racista a la policía, atendiendo a su producto Rekognition, el que según un reporte de 2018 es un software que tiene sesgos claros contra los afro-americanos.
Para comprender la profundidad de este problema conviene leer esta entrevista del MIT Technology Review a Hamid Khan: El activista que desmantela los algoritmos policiales racistas.
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