A comienzos de noviembre de 1971 la dirección de Patria y Libertad instruyó a su Frente de Propaganda para pintar los muros de Santiago con consignas en contra de la anunciada visita de Fidel Castro a Chile prevista para ese mes. Al mismo tiempo, se decidió tomar contacto con las directivas de las diversas organizaciones femeninas opositoras para organizar una manifestación de protesta por la escasez de productos básicos.
Las dirigentes del Poder Femenino de la organización acordaron dividir la guía de teléfonos por páginas y a cada una de sus adherentes destinarle dos o tres de ellas para que llamasen a todas las mujeres que aparecieran en las listas. Así, durante varias semanas se estableció una secreta cadena para coordinar lo que se denominó la marcha de las cacerolas vacías. En cada llamado telefónico las dirigentes les recordaban a las mujeres las dificultades para proveer a sus hijos de comida y de otros productos básicos. Se les insistía en que la Unidad Popular (UP) pretendía destruir a la familia y que oponerse a ello no tenía nada que ver con la política.
El 1 de diciembre, miles de mujeres, principalmente de los estratos medios y altos, se congregaron en la Alameda Bernardo O'Higgins, entre el cerro Santa Lucía y la Plaza Italia portando ollas, sartenes y banderas chilenas. "Allende escucha, las mujeres somos muchas", "no hay carne, huevón ... ; no hay pollo, huevón ... qué mierda es lo que pasa, huevón ... ", "plebiscito, plebiscito, no te hagas el cuchito", "en la olla no hay un hueso y el gobierno se hace el leso" y "la izquierda unida nos tiene sin comida", eran las consignas preferidas.
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Contramanifestantes gubernamentales atacaron la marcha y fueron repelidos por los brigadistas del FNPL, del comando Rolando Matus y de la Juventud Demócrata Cristiana (JDC). El centro de la ciudad se sumió en el caos y los brotes de violencia que continuaron durante toda la noche en diversos barrios de Santiago, obligaron al gobierno a decretar, por primera vez, la zona de emergencia en toda la provincia de Santiago.
El Mercurio celebró al día siguiente el éxito de la manifestación: ''A su paso, miles de transeúntes y habitantes de los edificios se unían a sus gritos y exteriorizaban su adhesión sacando también a relucir las ollas o aplaudiendo. Banderas chilenas fueron izadas rápidamente desde muchas ventanas, mientras desde la terraza de la Escuela de Derecho los estudiantes atrincherados allí desde varias semanas saludaban haciendo flamear banderas y agitando sus brazos. Papel picado lanzado desde los edificios de Plaza Baquedano sembró el suelo y contribuyó a alentar a las mujeres que por primera vez en Chile realizan una manifestación de tal envergadura".
Aumentan los militantes
Los dirigentes de la derecha se sobaron las manos. Olas de jóvenes se apersonaron en las sedes de Patria y Libertad pidiendo ingresar al movimiento. Se formaron nuevos equipos de entrevistadores, secretarias y charlistas, todos voluntarios, que en dos turnos de ocho horas fueron confeccionando las fichas de los enrolados, destinándolos a los diferentes frentes.
Desde el norte se recibieron cartas e invitaciones pidiendo que se crearan filiales. Roberto Thieme, uno de los principales líderes, acompañado por Luciano Morgado y José María Reyes Lyon, voló en su avión Bonanza constituyendo células activas en Arica, Iquique, Antofagasta, Calama, Tocopilla y Vallenar.
De regreso a Santiago, Pablo Rodríguez les mostró la naciente revista mensual Patria y Libertad, que saldría a la venta con un tiraje inicial de cinco mil ejemplares, dirigida por el periodista Marcelo Maturana.
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Para cerrar el año 1971, Rodríguez presentó a la comisión política al joven cientista político, recién graduado en Georgetown, Eduardo Díaz Herrera, hijo del doctor y general de Ejército, Eduardo Díaz Carrasco, quien provenía de las filas de la Democracia Cristiana (DC) y estaba casado con Bárbara del Río Goudie, hija de un destacado dirigente y financista del partido de la falange. Poco después el nuevo militante se transformaría en jefe provincial de Patria y Libertad, en Temuco.
Un factor, sin embargo, preocupaba a los cabecillas de la organización. Los jóvenes brigadistas que con brazaletes, cascos blancos y garrotes habían tratado de proteger a las mujeres en la Marcha de las Cacerolas no poseían el entrenamiento necesario para imponerse sobre los partidarios de la UP y ganar la calle. Se acordó entonces comenzar a impartir cursos de karate y de defensa personal a militantes jóvenes escogidos, para lo cual se arrendaría un gimnasio en la calle Almirante Barroso, a pocas cuadras de La Moneda.
Thieme decidió también volar por primera vez clandestinamente a Mendoza para adquirir una partida de armas destinada a organizar y equipar un cuerpo de guardias de seguridad para las sedes del movimiento.
Thieme compras de armas en Argentina
Thieme despegó el 19 de diciembre en el Bonanza desde el aeródromo de Melipilla, después de entregar un plan de vuelo para Algarrobo. Enfiló hacia el norte y evitando los radares de Santiago Centro y Pudahuel, canceló el plan por radio, informando que había aterrizado en el destino señalado. En la vertical sobre la ciudad de Los Andes alcanzó una altitud de diez mil pies y se internó hasta los 13.500 por el cajón cordillerano que lleva a Portillo, Cristo Redentor y Juncal.
Ya volando en territorio argentino, inició el descenso en Uspallata y cruzó por el norte del aeropuerto El Plumerillo de Mendoza, dirigiéndose hacia la ciudad de San Martín. Después de sobrevolar la finca de los Von der Heyde, a quienes había avisado previamente de su llegada, aterrizó en el aeroclub local. El vuelo había tardado una hora y media.
Fernando Von Der Heyde lo acompañó a Mendoza, donde ya estaban contactados los dueños de una conocida armería. En el túnel de tiro del establecimiento probaron varias armas cortas y largas de fabricación argentina y brasilera. Se decidieron por 30 rifles Marcatti semi automáticos modelo Batan calibre 22 y 20 revólveres Rubi Extra, calibre 38, con cinco mil municiones, pagando mil dólares en efectivo.
Al día siguiente se cargaron las armas desarmadas en el avión y el secretario general de Patria y Libertad despegó con rumbo suroeste para cruzar la cordillera y sobrevolar la ciudad de San Felipe continuando el descenso a la costa chilena, virando hacia Algarrobo, hasta aterrizar en la solitaria pista arcillada del balneario. Familiares de su esposa le ayudaron a trasladar los bultos a un automóvil para llevarlos a Santiago y entregarlos a dos hermanos procedentes de Talagante, quienes los guardarían en un garage en el barrio Bellavista. Desde ese lugar, que serviría de bodega provisoria, las armas se irían repartiendo entre los militantes elegidos para emplearlas.
Al iniciarse enero de 1972, Ernesto Miller y un selecto grupo de jóvenes militantes se instalaron tres semanas en Valdivia. Al dejarla, toda la ciudad estaba pintada con las consignas del FNPL y quedaba una jefatura provincial funcionando. Se trasladaron a Valparaíso en febrero para organizar células mixtas y ejecutar un exitoso plan de pintura de calles y pegado de afiches en todos los sectores del puerto, Viña del Mar, Reñaca, Concón, Quintero, Quilpué y Villa Alemana.
La campaña tuvo un solo tropiezo: Miller y dos acompañantes fueron baleados frente a la subida de Achupallas mientras viajaban en una camioneta. Heridos, lograron escapar a Reñaca hasta la casa de Iván Arteaga, un médico del movimiento que veraneaba con su familia, donde fueron atendidos y permanecieron hasta recuperarse.
En marzo, tras conocerse un embarque clandestino de armas desde Cuba destinado al Dispositivo de Seguridad Presidencial de Allende, más conocido como GAP, Thieme reveló a Pablo Rodríguez -el líder máximo del movimiento- su viaje clandestino a Mendoza para proveerse de pistolas y fusiles. El momento coincidió con la convocatoria a dos importantes marchas, una efectuada por la oposición unida y otra por las mujeres de los trabajadores de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, que se oponían a la estatización de la empresa arguyendo que con ello se ponía en peligro la libertad de expresión.
El FNPL mantenía varios programas en la Radio Agricultura y uno de los periodistas de la emisora hizo un llamado a la juventud de Patria y Libertad para que sus escuadrones se hicieran presentes en las marchas y proteger a los asistentes. El ministro del Interior, Hernán del Canto, reaccionó expresando que "no puede permitirse que un grupo de fascistas actúe impunemente en las calles de Santiago. Seremos inflexibles para impedir cualquier desmán. Por lo tanto no se permitirá ninguna marcha, y si lo intentan se pondrán fuera de la ley y la Constitución".
Junto con ello, el gobierno se querelló contra la organización por infracción a la Ley de Seguridad Interior del Estado y el ministro sumariante, Rubén Galecio, ordenó el allanamiento de las sedes nacionalistas.
Thieme fue detenido por los detectives junto a una decena de militantes luego de allanar la casona de Irene Morales -sede de Patria y Libertad en el corazón de Santiago- donde se encontraron cascos, laques, Iinchacos y tres pistolas. Rodríguez se presentó horas después ante los tribunales de justicia y también fue arrestado. Tras varias horas de rudos interrogatorios fueron llevados incomunicados hasta la Cárcel Pública, donde estuvieron una semana.
El Ministerio del Interior acusó a Patria y Libertad de planificar una conspiración que sería ejecutada entre la noche del 24 al 25 de marzo y que pretendía rescatar de la Penitenciaría al general Roberto Viaux, asaltar La Moneda, asesinar al Presidente Allende e instaurar una dictadura militar.
La vorágine de violencia y acusaciones mutuas entre el gobierno y la oposición aumentaba día a día. El 31 de marzo el senador Pedro lbáñez, del Partido Nacional, denunció que "en Chile se mantienen no menos de seis mil cubanos realizando distintas labores de entrenamiento". "Nosotros sabemos que hay por lo menos veinte mil hombres en el país, pertenecientes a los grupos violentistas de extrema izquierda", agregó.
Aumentaron las diferencias entre Roberto Thieme y Jaime Guzmán sobre el uso de la fuerza. Pablo Rodríguez trataba de mediar entre ambos, argumentando que se debía preparar a la juventud en defensa, pero no en el uso de armas. Casi todos creían que la intervención de las Fuerzas Armadas era inminente, que actuarían unidas y que no habría en Chile una guerra civil.
Las nuevas sedes
En tanto, la afluencia de nuevos militantes era creciente. Entre ellos muchos profesionales, principalmente médicos e ingenieros, muy destacados, con buenos contactos y recursos económicos. En un par de meses se lograron reunir los medios suficientes para habilitar dos nuevas sedes. Se adquirió la casa gimnasio de la calle Almirante Barroso, que se destinó exclusivamente para el Frente Juvenil, y otra propiedad de tres pisos en calle Rafael Cañas 214, en Providencia, que pasó a ser la sede de Jefatura Nacional del Frente. La casona de Irene Morales 21 se reservó para al recién creado Frente Poblacional.
En el Frente Femenino también ingresaron sociólogas, historiadoras, enfermeras y otras profesionales, además de un numeroso contingente de dueñas de casa y estudiantes. En el Frente Juvenil se produjo la incorporación de un grupo de estudiantes universitarios que serían actores claves en el futuro de la organización, y que pasaron a denominarse Grupo Gamma. Entre ellos destacaban Miguel Sessa, Tomás Fontecilla, Alejandro Boetsch, Daniel Prieto, Federico Ringeling, Bernardo Matte, José Eugenio Fabres, Martín Silva, Carlos Vial, Edmundo Searle, Guillermo Ehlers, Rafael Undurraga y Carlos Correa, a cargo de su instructor, el capitán en retiro Guillermo Jara.
A fines de mayo, Pablo Rodríguez terminó de escribir un libro donde analizaba la situación política e histórica de Chile y explicaba en profundidad la estrategia y los planteamientos doctrinarios del FNPL. Lo tituló Entre la Democracia y la Tiranía y la impresión fue financiada en su totalidad por Gonzalo Larraín Minville, tío de Juan Eduardo Hurtado Larraín.
Rodríguez informó a la dirigencia del movimiento que viajaría a los Estados Unidos por un par de semanas y que Thieme le subrogaría como jefe nacional. Luego llevó en su automóvil a Jaime Guzmán hasta el Canal 13 de televisión, donde el líder del gremialismo participaría por primera vez en el programa A esta hora se improvisa”, que conducía el publicista demócrata cristiano Jaime Celedón.
Thieme insistió ante los estudiantes de la Universidad Católica de que era necesario prepararse para el enfrentamiento, que Allende llevaba al país a una dictadura del tipo cubano y que por la vía democrática muy poco se conseguiría. Argumentó que el fin justificaba los medios, tratándose de una causa libertaria como la sostenida por Patria y Libertad. Eduardo Boetsch le pidió que retirara esa última frase, a lo que Thieme se negó desatando una crisis terminal.
En los días siguientes, Jaime Guzmán, Gisela Silva y Boetsch comunicaron que abandonaban el FNPL y con ellos varias decenas de jóvenes gremialistas. El jefe nacional interino pidió ayuda al periodista Manuel Fuentes Wendling para resolver la difícil situación. Juntos organizaron un nuevo consejo político secreto, el que quedó constituido por: Pablo Rodríguez Grez, jefe nacional; Orlando Sáenz, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril; Benjamín Matte, presidente de' la Sociedad Nacional de Agricultura; Jorge Sibisa, ingeniero y alto ejecutivo de Codelco; Iván Arteaga, médico del Hospital Militar; Sergio Caballero, ingeniero; Jorge Rencoret, ingeniero comercial; Saturnino López, presidente de la Asociación de Fabricantes del Papel; Juan Eduardo Hurtado Larrain, ejecutivo del Banco Central, como tesorero; Manuel Fuentes Wendling, jefe de prensa y comunicaciones; y Thieme, como secretario general.
Un par de meses después se incorporaron el ingeniero comercial John Schaeffer, la publicista Helga Thieme y la pedagoga Marisol Navarro.
A nivel nacional las jefaturas de los frentes quedaron a cargo de Nino López, Frente de Hombres; María Olivia Gazmuri, Frente de Mujeres; Ernesto Miller, Frente de la Juventud; y, María Eugenia Zañartu, Frente Universitario.
El Frente de Propaganda hacía imprimir en Santiago los folletos ideológicos, afiches, banderas, insignias y volantes, que sumados a la revista Patria y Libertad, se repartían en las provincias y se vendía en los kioscos de todo el país. Para los dirigentes se confeccionaron unas insignias de bronce esmaltado, numeradas y de diferentes colores según la posición que tenían en la estructura jerárquica. La número uno, en blanco y negro, correspondía al jefe nacional; la número uno en rojo, al secretario general, y así sucesivamente.
Al promediar el mes de julio, la Democracia Cristiana detectó un supuesto plan extremista que contemplaba el asesinato de varios dirigentes de la oposición. A través de Manuel Fuentes, un destacado abogado del partido, solicitó a Thieme la ayuda de Patria y Libertad para impedir que se concretasen los atentados.
Días después, el jefe operativo del FNPL voló nuevamente hacia Argentina. En Mendoza fue invitado a cazar guanacos al sur de Malargüe, cerca de un mineral de manganeso propiedad de Guillermo Von Zedwitz, un argentino-alemán que simpatizaba con los nacionalistas chilenos.
Una escuela de guerrillas en el exterior
Allí, en una gran extensión de pampa seca y agreste, teniendo a la vista manadas de guanacos y grupos de avestruces, sin otra señal alguna de vida humana, empezó a rondar en la mente de Thieme el escenario ideal para su proyectada escuela de guerrillas. De regreso en Mendoza, mientras con otros chilenos degustaba en el Club El Círculo los guanacos cazados, el secretario general de Patria y Libertad urdía los detalles de su nueva estrategia de lucha.
En las semanas siguientes, de nuevo en Chile, y dispuesto a llevar adelante su plan, Thieme decidió deshacerse de su avión Bonanza y empezó a buscar un modelo más discreto, que se confundiera con los aparatos más comunes usados en el país. Optó por un Cessna 172 el que permutó por su antigua nave.
El 9 de octubre de 1972 se inició un paro indefinido de los aproximadamente 12 mil transportistas que presidía León Vilarín, movimiento al que se sumó el día 10 una nueva y masiva marcha opositora de repudio a la gestión de la UP. El gobierno intentó frenar la protesta requiriendo a los máximos dirigentes de los transportistas, pero se encontró con la inmediata respuesta de otros gremios que se plegaron al movimiento. El día 13 paralizaron sus faenas la Confederación del Comercio Detallista, la Federación de Sindicatos de Choferes de Taxis, la Confederación de la Producción y el Comercio y la Confederación Nacional de la Pequeña Industria y Artesanado. La Moneda reaccionó declarando Zona de Emergencia en 13 provincias, anunciando la requisición de camiones, la intervención de empresas y la movilización general de los trabajadores en defensa del gobierno popular.
Mientras, en las sedes de Patria y Libertad la actividad bullía. El consejo político había acordado entregar todo su apoyo a los huelguistas y de inmediato se organizaron grupos de mujeres para recolectar alimentos, carpas y frazadas que llevaban a los lugares donde estaban concentrados los camiones. Los hombres, por su parte, formaron brigadas defensivas para proteger los campamentos y asistir a los gremios en todo lo que fuera posible. Dirigentes de los camioneros pidieron apoyo armado, al igual que algunos industriales y agricultores que temían la ocupación de sus fundos.
El 15 de octubre de 1972 la Jefatura de la Zona de Emergencia de la Provincia de Santiago, impuso una cadena nacional de radioemisoras y se reiteró a la ciudadanía que las manifestaciones públicas estaban prohibidas. Manuel Fuentes mantenía contactos con un técnico electricista de origen estadounidense llamado Michael Townley, e informó a la dirección del FNPL que se había instalado un equipo de transmisión radial en un vehículo, mediante el cual se podía contrarrestar la clausura de las radios de oposición. Comenzaron a difundirse entonces programas diarios que se trasmitían por la emisora móvil, la que fue bautizada como Radio Liberación.
Dos días después se plegaron al paro los ingenieros, los médicos, los trabajadores municipales, los dentistas, los estudiantes universitarios, los secundarios, los marinos mercantes y los gremios de la locomoción colectiva. El gobierno continuaba requiriendo judicialmente a los dirigentes de cada sector y León Vilarín prometía que el movimiento continuaría hasta las últimas consecuencias.
Llegan a la Colonia Dignidad
Ese mismo día Federico Willoughby, de acuerdo a lo convenido en una reunión que se realizó en su oficina de la Sociedad Nacional de Agricultura, llegó muy temprano al aeródromo de Tobalaba con otras dos personas, el general de Ejército (R) Alfredo Macho Canales y el dirigente universitario Francisco Prat Alemparte. El ex oficial, llamado a retiro hacía muy poco por Allende tras haber sido sorprendido preparando un complot militar, viajaba con identidad falsa. Luego de trazar el plan de vuelo, los tres hombres abordaron el avión Cessna de Thieme y despegaron hacia el sur.
Después de pasar sobre el radiofaro de Curicó, volando en medio de la lluvia, aterrizaron en Chillán para reabastecerse de combustible. Un suboficial de la Fuerza Aérea se acercó a la nave para chequear a los pasajeros y tras observar la identidad falsa que le presentó el general Canales, se cuadró sin decir una palabra y se retiró tan silencioso como había llegado.
El vuelo continuó hacia Parral, enfilando hacia la precordillera para aterrizar finalmente en la pista del fundo El Lavadero, perteneciente a la Colonia Dignidad. Allí les esperaba la directiva encabezada por su presidente, Herr Schmidt, y el jefe administrativo, Paul Schäfer, Amablemente, les invitaron a almorzar junto a otros dirigentes gremiales y políticos locales, quienes les propusieron trabajar en conjunto para sacar al gobierno socialista del poder. Algunos de los más entusiastas le solicitaron al general Canales que se pusiera a la cabeza de una nueva organización política que reuniera a los movimientos antimarxistas, nacionalistas, universitarios y a los gremios de oposición, para solicitar la intervención inmediata de las Fuerzas Armadas.
Tras la sobremesa, los visitantes recorrieron parte de las instalaciones del fundo. Thieme se percató que su ubicación precordillerana estaba en las mismas coordenadas de la mina de manganeso en Argentina, que pensaba podía servir como cuartel general de la milicia que deseaba formar.
Contactos con Manuel Contreras
En los días siguientes, el Cessna voló a Osorno piloteado por el secretario general del FNPL, llevando a Helga Thieme y John Schaeffer para una reunión urgente con el comandante del Regimiento Sangra, el coronel Manuel Contreras Sepúlveda.
Convencido de que era imperativo crear un cuerpo paramilitar, Roberto Thieme renunció a la Secretaría General de Patria y Libertad, la que fue aceptada tras acaloradas discusiones. Se le facultó, sin embargo, para organizar un Frente de Operaciones, actuando secretamente con John Schaeffer, designado como el nuevo secretario del movimiento. De inmediato, ambos iniciaron una gira aérea desde Arica a Puerto Montt para presentarlo a los dirigentes y militantes de todo el país.
Durante los vuelos y entre las numerosas reuniones, ambos coincidieron que la base de entrenamiento no podía estar ubicada en territorio chileno, concluyendo que debía instalarse en los territorios que Thieme había conocido en su último viaje a Argentina. Acordaron salir lo antes posible hacia Buenos Aires y Mendoza para retomar contacto con los chilenos autoexiliados.
A fines de noviembre de 1972, una vez más en el Cessna 172, ambos cruzaron la cordillera a la cuadra de Chillán sobrevolando el territorio trasandino elegido para la base de operaciones. Comprobaron que el área estaba desolada y se extendía por varios miles de kilómetros de superficie. Además, se ubicaba a sólo una hora de vuelo del fundo de la Colonia Dignidad. Prosiguieron hacia Buenos Aires donde Schaeffer tenía muchos contactos que Thieme desconocía, principalmente empresarios, industriales, banqueros y profesionales. Organizaron una serie de reuniones donde expusieron la situación política chilena y las proyecciones y alternativas que visualizaban desde su perspectiva nacionalista.
De inmediato, recibieron el apoyo de decenas de chilenos que se mostraron resueltos a trabajar por un cambio de gobierno en La Moneda. Antes de regresar a Santiago, dejaron establecida una directiva local encabezada por Juan Schoenennbeck y Macarena Rivera, que se mantendría en contacto a través del industrial y miembro del Comité de Finanzas del Movimiento, Jorge Lyon Subercaseaux y de su esposa Blanca Echeverría Mac Fadzen, dirigenta del Frente Femenino que, por tener negocios tanto en Santiago como en Buenos Aires, viajaban constantemente entre ambas ciudades. En Mendoza, en tanto, quedó como coordinador Alfredo Délano Concha, empresario gastronómico chileno.
El día 2 de noviembre de 1972 juró un nuevo gabinete del presidente Allende, integrado por tres uniformados. El comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats González, asumió como ministro del Interior; el contraalmirante Ismael Huerta, en Obras Públicas, y el general del Aire, Claudio Sepúlveda, en Minería. Prats declaró enfáticamente que la presencia de las Fuerzas Armadas en el gabinete "no es un compromiso político, sino una colaboración patriótica en aras de la paz".
Horas después, el presidente de la Confederación Nacional del Comercio, Rafael Cumsille, junto a otros dirigentes de los gremios en paro, anunció al país que el conflicto había terminado.
La dirección de Patria y Libertad evaluó que el desenlace del paro significaría un estancamiento de la situación y que el gobierno socialista seguiría aplicando sin variaciones su programa político, económico y social. Lo peor era que desde ahí en adelante, las Fuerzas Armadas aparecían respaldando a Salvador Allende y a la Unidad Popular, arriesgándose un quiebre institucional de impredecibles consecuencias.
Thieme volvió a plantear ante el consejo político de su organización la urgencia de poner en marcha el Frente de Operaciones, que daría cabida a todos los militantes que estaban presionando por un entrenamiento paramilitar, y que en el caso de una guerra civil se convertiría en un contingente preparado para sumarse al sector militar nacionalista como había sucedido en España en 1936.
Pablo Rodríguez no creía en la posibilidad de un quiebre en las Fuerzas Armadas y argumentaba que ellas actuarían unidas más adelante en contra del gobierno marxista. Otros consejeros temían a la nueva Ley del Control de Armas, que había entrado en vigencia el 21 de octubre, y establecía presidio para quienes "organizaren, pertenecieren, financiaren, dotaren, ayudaren, instruyeren, incitaren o indujeren en la creación y funcionamiento de milicias privadas, grupos de combate o partidos militarmente organizados con los elementos [armas] indicados" .
No obstante las aprehensiones, pudo más la oratoria y la audacia de Thieme y se le autorizó a poner en marcha el aparato militar del FNPL.
El día 21 de diciembre de 1972, Pablo Rodríguez, John Schaeffer y Roberto Thieme viajaron a Chillán para reunirse con los distintos estamentos locales de Patria y Libertad. Cerca de las 18:00 horas, mientras el jefe nacional les hablaba a unas cien mujeres reunidas en la sede del movimiento, en un segundo piso de un edificio ubicado en la Plaza de Armas, cientos de partidarios de la Unidad Popular, alertados por la presencia de los dirigentes opositores, atacaron el lugar, produciéndose una gresca que se inició a pedradas, siguió con laques y cadenas y terminó a balazos. En esa batalla por ganar la calle cayó herido de muerte con una bala en el tórax el militante nacionalista Héctor Castillo Fuentealba, integrante del gremio de técnicos agrícolas de INDAP, transformándose en el primer mártir del movimiento. Ese crimen convencería a los dirigentes nacionales que aún vacilaban para entregar su apoyo al proyecto de Thieme.
(*) Extractos editados del libro El rebelde de Patria y Libertad, del periodista Manuel Salazar Salvo, autor de esta serie de artículos.
Mañana: De Colonia Dignidad a la Sierra Alfa
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