Menos de un mes le queda al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para formar gobierno, de lo contrario, tras un segundo intento frustrado, el rey tendría que disolver el Parlamento y convocar nuevamente a elecciones generales, las cuartas en menos de cuatro años. Evidencia suficiente para hablar de un escenario político fragmentado e inestable que comienza a desgastar los ánimos de la sociedad española y a alimentar sus conflictos internos.
El tiempo se agota y los socialistas lo saben. Tras alcanzar la primera mayoría en las elecciones generales celebradas el 25 de abril, el PSOE no ha logrado conseguir los apoyos necesarios para sellar su investidura a la cabeza del ejecutivo, pero la semana que pasó dio señales claras de querer llevar todo al límite con la intención de encabezar un gobierno unipartidista.
Fue así, al punto en que este sábado El País publicó una entrevista exclusiva con el líder socialista Pedro Sánchez, en la que planteó que su opción es un programa común progresista acordado con Podemos que evite ir a nuevas elecciones y que -a la vez- implique un gobierno unipartidista del PSOE.
Ese mismo sábado, horas antes de que Sánchez saliera en El País con esas declaraciones, Iglesias había disparado por Twitter:
“Sánchez no nos ha contactado en todo agosto y no tiene previsto que nos veamos hasta el día 10. Si la investidura sólo puede ser entre el 17 y el 20, una de dos: a) Quiere elecciones y no busca acuerdos o b) Pretende negociarlo todo en el último minuto ¿Es esto responsable”.
Las palabras de de Sánchez disiparon cualquier duda y sirvieron de respuesta a Iglesias, aunque la entrevista fue grabada el viernes en el Palacio de la Moncloa, donde reside Sánchez, pues es el actual jefe de gobierno, y donde recibió a la directora del diario El País y se sentó frente a la cámara a transparentar sus intenciones.
“Cuál es esa opción que permitiría evitar el bloqueo?”, le consultaron a Sánchez. “Entre unas elecciones y un gobierno de coalición hay una alternativa, que es un gobierno con un programa común progresista. La próxima semana presentaremos ese programa al conjunto de la sociedad civil y singularmente al grupo parlamentario de Unidas Podemos para poder encontrar ese apoyo necesario para que la legislatura eche a andar y tengamos ese gobierno progresista que votaron los españoles”, respondió Sánchez.
De esta forma el panorama es estrecho, sin margen a contratiempos. De momento, los socialistas dan a entender que jugarán con la desesperación de Unidas Podemos, al igual que en la primera votación, dilatando las negociaciones hasta último momento, apelando al temor y su conciencia antifascista.
Por el lado de las derechas, Sánchez dice que “no espera nada”, aunque igual se juega las cartas apelando al nacionalismo español, ya que días antes de la votación se conocerá la sentencia en contra de los líderes catalanes que llevaron a cabo el proceso del referéndum independentista celebrado en 2017.
“Yo creo que podemos evitar las elecciones, pero no depende solo y exclusivamente del Partido Socialista, depende de otras tres fuerzas políticas. Depende de Unidas Podemos, del que nosotros hemos dicho que es nuestro socio prioritario. Y depende también de otras dos formaciones políticas: el Partido Popular y Ciudadanos, de si es verdad que quieren que haya un gobierno no dependiente de independentistas”, afirmó Sánchez.
Consultado sobre su responsabilidad en el caso hipotético de que se repitan las elecciones, Sánchez no dejó lugar a dudas y cerró su posición: “yo estoy convencido de que los progresistas de este país van a apostar con mayor contundencia por el PSOE. Porque no solamente van a apostar por un programa progresista, sino que van a querer cuatro años de estabilidad”.
Historia de una negociación
La incertidumbre se instaló el 25 de julio, cuando Unidas Podemos (UP) rechazó la oferta que los socialistas le extendieron con la idea de conformar un gobierno de coalición, pues solicitaban al menos una vicepresidencia. Desde el mundo progresista confiaban en un entendimiento entre el partido de Sánchez y la coalición de izquierda encabezada por Pablo Iglesias. Pero ese día el panorama dio un giro, y el PSOE perdió su primera oportunidad de lograr un acuerdo.
Todo se veía más o menos sencillo, Unidas Podemos estuvo lejos de su mejor marca, cuando en 2016 estuvo a tan solo 13 diputados del PSOE, quedando a un paso de cambiar la correlación de fuerzas al interior de la centroizquierda. Pero este año descendió de 71 a 41 escaños, un ma resultado pero que les permitía respirar y no sufrir la debacle que auguraban las encuestas; tenían suficiente peso como para negociar, pues el PSOE los necesitaba para alcanzar la Presidencia del Gobierno en la votación en el Parlamento.
Para alcanzar la Presidencia, el candidato del partido o coalición que logra el primer lugar en las elecciones generales debe conseguir la mayoría absoluta de los votos del Parlamento, es decir el 50% más 1 de los diputados. En caso de que en una primera instancia no se de esta situación, necesitaría negociar con otras fuerzas para alcanzar una mayoría simple.
Con la ultraderecha encima, ingresando al parlamento con 24 diputados a través de Vox, y un escenario mundial de incertidumbre económica en medio de la guerra comercial, la expectativa era un acuerdo entre la centroizquierda que anulara las posibilidades de un eventual retorno de la derecha, evitando a toda costa las posibilidades de una nueva elección.
Gran parte de España creyó que luego de tres elecciones en cuatro años la estabilidad se lograría, pero el PSOE no se convence en dar la capacidad ejecutiva que pide Podemos, dirigiendo un barco que no sea de un solo color, según sus críticos, o haciendo un gobierno políticamente consistente, según ha dicho Sánchez. Y por su parte Podemos no confía en un acuerdo programático sin la garantía de dirigir por su cuenta la ejecución de varias políticas públicas de su interés, especialmente en materia laboral.Luego de este primer traspié, UP insistió desde un primer minuto en retomar las negociaciones, pero todo se enfrió con las vacaciones de verano hasta la polémica de este sábado.
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