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Miércoles, 17 de Abril de 2024
Perfil del líder opositor

¿Quién es, realmente, Juan Guaidó?

Nicolás Massai D.
Pedro P. Ramírez Hernández

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Foto: Wikipedia Commons
Foto: Wikipedia Commons

Más afianzado fuera de su país que dentro de Venezuela -las instituciones han ignorado su supuesta función presidencial, en especial las fuerzas armadas- el rápido ascenso del diputado de 35 años se debe a una serie de hechos fortuitos, pero también al liderazgo político de Leopoldo López, mentor político de Guaidó, y sus redes en Washington. Con todo, es la amenaza más seria que ha enfrentado el chavismo desde el intento de golpe de Estado en 2002.

Admision UDEC

Algunos pueden pensar que Juan Guaidó es yeta: vuelve a Venezuela y justo en esos días se produce el mayor apagón eléctrico en la historia reciente de ese país.

Sin embargo, el severo corte energético, que en algunas localidades se ha prolongado por varios días, resultó una buena excusa para el autoproclamado presidente interino a la hora de tratar de reenergizar a la oposición al gobierno de Nicolás Maduro. Sobre todo después del intento fracasado de ingresar a la fuerza ayuda humanitaria a su país desde Cúcuta, ciudad fronteriza en Colombia, el pasado 23 de febrero. Ese evento, probablemente pensado y diseñado para generar un cambio de ánimo al interior del madurismo, fue, con la perspectiva de las semanas pasadas, un completo fracaso y dejó en evidencia que las instituciones venezolanas todavía son fieles al actual mandatario.

Muchos otros pueden pensar que Guaidó –el joven diputado electo como legislador en 2015 con unos 97.000 votos en la circunscripción N.º 1 del Estado Vargas– tiene un “toque especial” que lo hace permanecer como la única carta para producir un cambio en Venezuela, a pesar de los altos y bajos que ha sorteado en estos dos meses y medio desde su autoproclamación.

No sólo amplio sectores opositores al madurismo creen en la estrategia de desestabilización que timonea Guaidó. Así también lo sostienen desde la comunidad internacional, particularmente en Estados Unidos, que ha vertido recursos y una fuerte retórica en apuntalar al congresista.

El vínculo entre este país y Guaidó le provee al oficialismo un insumo para desactivar constantemente su discurso, llegando a ser tachado como “títere del imperio” por parte del propio Nicolás Maduro. Pero más allá del apoyo de Donald Trump, este político tiene una historia que le entrega aires distintos al de los otros líderes de la oposición venezolana que, desde la asunción misma del chavismo en 1999, han sido derrotada en la mayoría de las elecciones.

La derrota de Chávez

En diciembre de 1999, la lluvia no dejaba de caer sobre el estado de Vargas, en Venezuela. Las precipitaciones se habían acentuado desde el comienzo del mes, y el día 15, ocurrió un deslizamiento de tierra desde los cerros hacia los sectores urbanos, que desató derrumbes que acabaron con la vida de miles de personas –las cifras van desde 10.000 a 30.000 víctimas– y trajeron consecuencias para gran parte de la población colindante, con familias completas que quedaron sin casa.

Dentro de los afectados, que residían en el sector y sobrevivieron a la catástrofe, se encontraba Juan Guaidó, que para ese entonces era un joven de 16 años, oriundo de La Guaira, la ciudad-puerto que es la capital del estado de Vargas.

“Perdí a varios amigos y mi escuela quedó sepultada bajo el lodo. Desde entonces quedó grabado en mi espíritu el significado de la palabra resiliencia”, escribió Guaidó en una especie de manifiesto publicado en The New York Times en enero.

En ese año, la actual carta de la oposición venezolana no tenía militancia política, y todavía le faltaba poco menos de una década para participar en la movilización estudiantil de 2007. Precisamente, durante su tiempo como estudiante de ingeniería industrial de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) –plantel ubicado en Caracas, privado y controlado por los jesuitas, donde estudiaron también otras figuras opositoras como Henrique Capriles, María Corina Machado o Lilian Tintori– fue que configuró su postura anti-chavista, un perfil que se continuó profundizando con antecedentes como el de su padre, Wilmer Guaidó, descrito por medios internacionales como un ex piloto de aviones, actual taxista residente en la isla Tenerife, que abandonó Venezuela en 2003 recriminando el proceso bolivariano.

El grupo de estudiantes movilizados en el que se encontraba Guaidó colaboró para rechazar el referéndum constitucional propuesto por Chávez en 2007. Esa postura venció, y se transformó en una de las dos derrotas a nivel electoral –de 25 en total– que sufrió el chavismo en su historia desde su llegada al poder.

Fue, como actor político, la primera celebración de Guaidó, para luego en 2009 co-fundar junto a otros dirigentes de oposición el movimiento Voluntad Popular, que se constituyó como partido en 2011 y cuyo rostro principal era, y quizás continúa siendo, Leopoldo López, quien ha contado con la colaboración de Estados Unidos para hacerle frente al ahora madurismo. Una colaboración que se proyecta sobre la imagen de Guaidó.

Leopoldo López, el estratega de Guaidó

En algunos sectores del oficialismo sostienen que Juan Guaidó fue escogido a dedo porque es alguien que supuestamente proyecta una imagen parecida a la de Barack Obama. Además, el hecho de que haya nacido el mismo día de Chávez, un 28 de julio, es una con coincidencia feliz para su figura.

En la oposición descartan esta tesis propagandística, y resaltan a Guaidó como el joven proveniente de La Guaira, de clase media, de 35 años, casado con la periodista Fabiana Rosales y padre de una hija, que empezó en política con el movimiento estudiantil de 2007. 

Posteriormente, en 2010 fue electo diputado, como suplente de Berardo Guerra y en 2015 participó de una huelga de hambre para exigir que se fijara la fecha de los comicios parlamentarios, en los que fue finalmente elegido con poco menos de 100 mil votos en su estado natal.

El vertoginoso ascenso de una figura como Guaidó, sin suficiente experiencia como para hacerle frente a un proceso político que lleva 20 años en el poder, no puede entenderse sin revisar el rol que proyecta Leopoldo López en el diseño de su despliegue político.

El principal estratega de la oposición –López– ha consolidado su capacidad de conducción gracias a las redes que logró tejer en Washington. López y su partido de derecha Voluntad Popular, al que pertenece Guaidó, ha contado con un fuerte apoyo del senador republicano de origen cubano, Marco Rubio, quien se convirtió en un virtual secretario de Estado para América Latina, impulsando y articulando desde el Senado la línea de la actual administración.

Obligado a mantenerse en un segundo plano, López trabajó en el liderazgo de Guaidó como la principal figura pública del partido y la oposición, desde que fue condenado a prisión en 2014, por incitar y participar de las guarimbas –como se les reconoce a los grupos de choque de la oposición venezolana– que agitaron el país durante ese año dejando al menos 43 muertos y más de 800 heridos.

Tras la condena, de su mentor, Guaidó se mantuvo en el círculo cercano de López y ofició como uno de sus puentes hacia el exterior. “El 2015 fui a Venezuela y fuimos a ver a Leopoldo López que estaba preso en la cárcel de Ramo Verde. En el auto iban el padre, la madre, su mujer, Lilian Tintori y su mano derecha o principal colaborador, Juan Guaidó”, relató en entrevista con La Tercera el presidente Sebastián Piñera. 

Quienes conocen el proceso que terminó con Guaidó liderando a la oposición, indican que su posicionamiento como hombre fuerte del anti-madurismo se dio casi de casualidad. Líderes más conocidos, como Freddy Guevara, también militante de Voluntad Popular y ex líder estudiantil durante las revueltas de 2007, lleva más de un año asilado en la embajada de Chile en Caracas.

En cuanto a la pena de López, en 2017 la justicia venezolana se la conmutó, por lo que actualmente cumple arresto domiciliario total. Desde allí, él y su esposa coordinan con el senador Rubio y el gobierno de Trump una verdadera red de apoyo al accionar de Guaidó al interior de Washington, que incluye asesoría y campañas propagandísticas como la del pasado 23 de febrero.

Antes de que le revocaran su pasaporte, en febrero de 2017, Lilian Tintori viajó hasta Washington donde se reunió con el senador del estado de Florida, quien organizó una cena con Trump en la Casa Blanca. Horas más tarde, el presidente estadounidense tuiteó una foto suya con Tintori, Rubio y el vicepresidente Mike Pence, exigiendo la "inmediata" liberación de López.

Consultada por la prensa después del encuentro, la esposa de López aseguró que había obtenido mejores resultados que en 2015, cuando visitó al gobierno de Obama y se entrevistó con el vicepresidente Joe Biden. 

Una vez que Tintori no pudo salir más de Venezuela, el entramado que tejió junto al senador Rubio comenzó a operar para respaldar la autoproclamación de Guaidó, donde fueron piezas claves los hombres de Voluntad Popular que se han radicado en Estados Unidos durante los últimos años.

Entre estos destacan David Smolansky, egresado también de la Universidad Católica Andrés Bello y ex alcalde por El Hatillo, que huyó del país disfrazado a fines de 2017, cuando se emitió una orden de arresto en su contra. Otro es Carlos Vecchio, amigo de López, que también se graduó en la Universidad de Harvard y tras la autoproclamación de Guaidó fue designado como su embajador en Estados Unidos.

Junto a otros miembros de Voluntad Popular contactaron a las 175 embajadas que aloja la capital estadounidense y entablaron conversaciones con diplomáticos de todo el mundo, especialmente los de América Latina. Y es que con el ascenso de Jair Bolsonaro se completó un eje de derecha en Sudamérica: Brasil, Colombia (Iván Duque), Chile (Sebastián Piñera), Argentina (Mauricio Macri), Perú (Martín Vizcarra) y, aunque nominalmente no de derecham Ecuador (Lenin Moreno).

"Comenzamos a trabajar no sólo para que Maduro fuera declarado ilegítimo, sino para que se reconociera al líder de la Asamblea Nacional como presidente interino de Venezuela, constitucionalmente legítimo", explicó Vecchio a la prensa.

El senador Rubio fue más allá y  declaró que la caída de Maduro era "solo cuestión de tiempo. Lo único que no sabemos es cuánto tiempo tomará, y si será pacífico o sangriento".

Y Juan Guaidó parece estar cumpliendo su parte de este guión, al elevar cada día más su apuesta por derrocar al gobierno.



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