El pasado 27 de enero el cuerpo de Reportajes de El Mercurio publicó el artículo “Habla por primera vez la mujer que denunció por abusos al sacerdote Renato Poblete”, una entrevista de dos páginas completas a Marcela Aranda, una mujer hasta entonces desconocida para el público, pero que a comienzos de ese mes había denunciado años de abusos sexuales ante las autoridades de la Compañía de Jesús, congregación de la cual formaba parte Poblete.
La entrevista de María Soledad Vial, una de las periodistas más cercanas al clan Edwards –propietarios del matutino–, no sólo significó la aparición mediática de la mujer que inició el destape de los delitos sexuales y abusos de poder de uno de los sacerdotes chilenos más icónicos durante la transición chilena, sino que también marcó el alejamiento de El Mercurio con Poblete, uno de sus clérigos favoritos, que estuvo presente en uno de los momentos más dramáticos para la familia Edwards.
Según varias fuentes consultadas por nuestro medio, Cristián Edwards se tomó de manera personal la decisión de publicar la denuncia. “Ni siquiera su madre Malú se atrevió a cuestionar la decisión”, afirma una persona que conoce de cerca al clan Edwards.
El 9 de septiembre de 1991 Cristián Edwards del Río –actual vicepresidente ejecutivo de la empresa El Mercurio y bisnieto de Agustín Edwards McClure, fundador del diario en Santiago en junio de 1900–, fue secuestrado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el que lo mantuvo cautivo durante 145 días. Durante la negociación entre la familia y el grupo armado para liberar al heredero de El Mercurio, no hubo contacto directo entre las partes. El intermediario fue el sacerdote Renato Poblete.
Poblete conocía a Agustín Edwards desde los años 60, cuando el religioso se vinculó fuertemente con la elite empresarial y académica a través del centro de pensamiento Roberto Bellarmino y de las clases que impartía en la Facultad de Sociología de la Universidad Católica. Sin embargo, su vínculo más estrecho se debe a dos amigos que ambos tenían en común.
Uno era Ralph Dungan, asesor de asuntos latinoamericanos del presidente John F. Kennedy, quien coordinó todo el apoyo- oficial y clandestino- de Estados Unidos a la campaña de Eduardo Frei Montalva en 1964. Durante el mandato de Frei, fue embajador de su país en Chile, donde estrechó lazos con los Edwards. Renato Poblete incluso bautizó a una de sus hijas mientras vivió en Chile, y ambos se juntaron en varias ocasiones en la casa del embajador a cenar con Agustín Edwards.
El segundo era Hernán Cubillos, ex canciller de la dictadura entre 1978 y 1980, asesor y amigo de Agustín Edwards, y padre de la actual ministra de educación Marcela Cubillos.
En el libro publicado en 2005, y titulado “Renato Poblete Barth s.j. Un Puente Entre Dos Mundos”, de la periodista Blanca Etcheberry, hay un capítulo dedicado al rol del jesuita en el rescate de Cristián Edwards. “El padre Renato tenía buena opinión del dueño de El Mercurio, lo consideraba una persona muy moderna como empresario”, cuenta el libro de Etcheberry.
Incluso, Poblete le bendijo uno de los primeros veleros a Edwards, en Reñaca. Al poco tiempo, navegando, se rompió el mástil de la embarcación y casi se hundió. Poblete recibió bromas al respecto, pero él respondía siempre diciendo que era gracias a Dios que no se había hundido.
Años después, debido en parte a esa amistad, el “comité” que formó Agustín Edwards para negociar el rescate de su hijo Cristian, - secuestrado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) en 1991-, propuso al sacerdote Renato Poblete para mediar con los secuestradores. Según contó en un reportaje Ciper Chile, ese comité asesor estaba integrado por el director responsable de El Mercurio, Juan Pablo Illanes; el abogado Enrique Montero Marx, el empresario Jacobo Ergas y el ex agente de la inteligencia británica, Hugh Bicheno. Jonny Kulka, gerente de El Mercurio en ese tiempo, afirmó a Etcheberry que pensaron en Poblete por ser “una persona práctica. Pensamos que usaría su persuasión si es que se contactaban con él. Sabría usar su investidura, y cuando fuera necesario, su capacidad psicológica”, comentó Kulka a la autora.
Renato Poblete fue el interlocutor directo con los miembros del FPMR en todas las negociaciones por la liberación del heredero de los Edwards. Era el único que recibía los llamados telefónicos de los secuestradores y quien tenía que ir a buscar los mensajes escritos en pequeños papeles, escondidos en baños de cafés y bombas de bencina. Lo llamaban a la oficina, le indicaban un teléfono público al cual dirigirse y desde ahí le daban instrucciones o exigían condiciones para el rescate.
Poblete también era el encargado de recibir los llamados de los secuestradores cuando negociaban la oferta de rescate, a través de mensajes anónimos que se publicaban en los avisos económicos de El Mercurio.
En medio de esos cinco meses de negociación, Poblete tuvo encuentros con el entonces ministro del Interior, Enrique Krauss, con el General Director de Carabineros Rodolfo Stange y con funcionarios de la PDI.
El día de la entrega del dinero de Agustín Edwards a los secuestradores, fue Poblete quien entregó el dinero en una bolsa, en un punto acordado en Santiago. Según contó después, habría puesto un mensaje en la bolsa que decía que había muchos pobres que necesitaban el dinero y que dejaran “algo” para el Hogar de Cristo, fundación de la cual fue capellán entre 1982 y el 2000. Al día siguiente, en la noche del 1 de febrero de 1992, Cristian Edwards fue liberado en el paradero 10 de Vicuña Mackenna.
“Nunca conocí a los secuestradores ni supe quien era el que me llamaba”, explicó Poblete en el libro.
En el libro de Etcheberry, el sacerdote aclaró que no tuvo ninguna compensación económica por parte de los dueños de El Mercurio por su intermediación en el caso. Sin embargo, a fines de los años 90, Agustín Edwards se hizo un activo socio de la fundación, siendo consejero del Hogar de Cristo y apadrinando a niños acogidos por la institución.
REGALÓN DE LA ELITE
En septiembre de 2009 la entonces presidenta Michelle Bachelet entregó el Premio Bicentenario a Poblete por su “dedicación a los pobres”. Pero según varias personas que lo conocieron y que conversaron con nuestro medio, el sacerdote siempre tuvo una inclinación al poder y el dinero, por lo que gustaba de estar cerca de personas que gozaran de estos privilegios.
Según estas fuentes, el religioso no era partidario de que la Iglesia Católica se involucrara profundamente con la oposición a la dictadura de Augusto Pinochet, a diferencia de Raúl Silva Henríquez, quien fuera su cardenal entre 1961 y 1983 y que promovió la protección de los Derechos Humanos y de los perseguidos de izquierda en Chile.
Una muestra de esto la relató a INTERFERENCIA Reinaldo Sapag, economista, ex secretario de Finanzas de la Academia de Humanismo Cristiano (AHC) y uno de los mejores amigos de Raúl Silva Henríquez. El testimonio de Sapag cuenta que en 1977, cuando junto al periodista Juan Pablo Cárdenas consiguieron que Silva Henríquez y “la Academia” patrocinaran una revista periodística que no siguiera las pautas de la dictadura, Poblete fue uno de los principales operadores en contra de la idea. En diciembre de aquel año se publicó la primera edición de revista Academia, pero el hoy cuestionado religioso se opuso a que el trabajo llevara el nombre de la casa de estudios. De esta forma, sin una primera edición, nació la emblemática revista Análisis.
poblete_cena1.jpg
Durante su carrera eclesial Poblete demostró muchas veces su afinidad con el poder. Fue capellán de la Unión de Empresarios Cristianos (USEC) en los años 70. Sin embargo, el vínculo con los principales empresarios chilenos no lo perdió. En variadas ocasiones eran ellos los protagonistas de las cenas “Pan y Vino”, que nacieron en 1983, organizadas por un grupo de voluntarias del Hogar de Cristo. La primera de ellas se hizo en el restaurante La Estancia y la animó Jorge Rencoret y cantaron los Huasos Quincheros.
Durante la dictadura, Poblete era parte de las cenas de “El Club”, un grupo de empresarios y políticos de la época, ligados fuertemente a la elite y al mundo empresarial. En estas comidas participaban Felipe Larraín, actual ministro de Hacienda; Cristian Zegers, ex director de El Mercurio; y Arturo Fontaine, entre otros.
El sacerdote también convenció a muchos de estos empresarios a ser parte del directorio del Hogar de Cristo en la década de los 80. Por ahí pasaron nombres como el de Juan Villarzú, Patricia Matte, Jorge Carey y Sebastián Piñera.
Incluso, según el libro de Etcheberry, fue el socio de Sebastián Piñera en Bancard, José Manuel Ureta, quien convenció a Renato Poblete de captar adeptos para el Hogar de Cristo a través del pago con tarjeta de crédito. Años después, a Poblete se le ocurrió una idea: que las personas donaran el vuelto de sus compras en supermercados. Lo puso en práctica con los supermercados Líder –antiguamente perteneciente a Nicolás Ibáñez y hoy a la estadounidense Walmart– recaudando millones de pesos para la fundación de caridad.
Comentarios
Añadir nuevo comentario