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Jueves, 18 de Abril de 2024
Entrevista

Socióloga Alenda: “El desafío de los candidatos de Chile Vamos es construir una narrativa que se desligue de Piñera”

Camilo Solís

Stéphanie Alenda -investigadora franco-chilena experta en la derecha chilena- plantea que ese sector político no se encuentra en condiciones de atrincherarse en una postura dura. Asegura que la derrota del sector se debe a los cambios sociales en el votante de derecha, y piensa que sus posibilidades electorales están necesariamente relacionadas con un viraje al centro político.

Admision UDEC

A una semana de la gran derrota de Chile Vamos en las elecciones a gobernadores, en la cual el pacto de derecha consiguió tan sólo una gobernación -correspondiente a la Región de la Araucanía- hoy vuelve a ocurrir un hito relevante en ese conglomerado político: las elecciones en Renovación Nacional que decidirán si Mario Desbordes o Francisco Chahuán presidirán esa tienda política. 

Las consecutivas derrotas en el sector político han dado lugar a distintos diagnósticos sobre la derrota. Varios actores políticos se preguntan: “¿Perdimos por no avanzar a una derecha más al centro, o por dejar atrás las convicciones más tradicionales de la derecha dura?”

INTERFERENCIA conversó con Stéphanie Alenda, socióloga francochilena de la Universidad de Lille y Directora de Investigación de la facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, quien se ha dedicado a realizar investigación precisamente sobre la derecha chilena. Fruto de ese trabajo, en 2020 publicó el libro Anatomía de la derecha chilena: Estado, mercado y valores en tiempos de cambio, con apoyo del Fondo de Cultura Económica.

Señala que aún faltan datos contundentes sobre la votación en las últimas elecciones, dado que el Servel aún no los ha publicado, de manera que más que un análisis completo se pueden exponer algunas hipótesis.

- ¿Qué diagnóstico hace luego de tres fuertes derrotas electorales de la derecha chilena en los últimos meses?

- Respecto a ese desplome electoral, se mencionaron dos hipótesis: que el votante de derecha no fue a sufragar, o que prefirió votar por otras opciones. En eso, es muy probable que el manejo del actual gobierno de las diferentes crisis por las que atraviesa Chile haya tenido un fuerte impacto en los resultados. 

Si uno mira la trayectoria electoral de los partidos de derecha en democracia, se observa, al contrario, una importante capacidad de ampliar su presencia en distritos y comunas populares urbanas, además de crecer hacia los sectores medios. Por algo la derecha ha logrado llegar dos veces al poder, la segunda vez holgadamente, y además ha obtenido una alta votación en comunas populares a lo largo del período.

"Me parece relevante el trabajo que hicimos con un equipo de investigación en 2016. Aplicamos una encuesta a dirigentes de Chile Vamos, y nos dimos cuenta de que había un tercio de ellos que estaban de acuerdo con aumentar la carga tributaria personal para financiar políticas en el ámbito de la previsión social".

Esto se debió en parte a las redes locales construidas al alero del régimen militar, pero que se fueron expandiendo en democracia tanto para la UDI como para Renovación Nacional. 

De ahí surge una cuarta hipótesis: la de una desconexión de la derecha con los territorios que revelaría la reciente megaelección, cuando no podemos afirmar a ciencia cierta que ese desplome no se deba principalmente a un voto de castigo al gobierno de Sebastián Piñera debido a las ayudas que no llegaron oportunamente y las expectativas de Tiempos Mejores que no se cumplieron, todo eso agudizado por los efectos de la pandemia.

Otra tesis es que la derecha ha sufrido estas derrotas porque se ha distanciado de un ideario más tradicional y conservador, a raíz de lo cual se habría desperfilado. De nuevo merecen ser examinados con cuidado los resultados de la megalección, en la que la derecha más dura representada por el partido de José Antonio Kast, no ha logrado resultados electorales relevantes, más allá del posicionamiento de algunas figuras, como Teresa Marinovic, o algunos referentes de una derecha más “pura” en la UDI, como Marcela Cubillos. 

La hipótesis que más me atrae y podría contribuir a explicar esas fluctuaciones es una hipótesis sociológica: los propios electores de derecha, al igual que el resto de la sociedad, sufrieron cambios culturales importantes, los mismos que acompañaron el proceso de modernización económica desde la transición. Estos cambios socioculturales intensos no recibieron una respuesta adecuada debido a un andamiaje institucional demasiado rígido, lo que provocó la crisis. 

Varias encuestas y estudios han revelado que los electores en general comparten posturas cada vez más liberales en el ámbito moral, demandas por una presencia mayor del Estado en la economía, lo que se aplica también a muchos de quienes dieron su voto a la derecha.

Ahí me parece relevante el trabajo que hicimos con un equipo de investigación en 2016. Aplicamos una encuesta a dirigentes de Chile Vamos, y nos dimos cuenta de que había un tercio de ellos que estaban de acuerdo con aumentar la carga tributaria personal para financiar políticas en el ámbito de la previsión social, por ejemplo. Al mismo tiempo estaban de acuerdo en focalizar el gasto público y en políticas públicas más solidarias. Esto nos llamó la atención, porque este tercio cumplía con un perfil "socialdemócrata", afín a ciertas ideas defendidas por la centro-izquierda.

Una encuesta en particular, la Cadem, mostró que la mayoría de los votantes de derecha se identificaba como centro-derecha y no derecha, otro indicio de moderación. Además, que una mayoría se distribuía también entre sectores medios y bajos, lo que rompe con la imagen de una derecha asociada exclusivamente con los sectores socio-económicos altos. También se encontraban de acuerdo con políticas como la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo. 

Podemos entonces suponer que el votante de derecha no ha sido inmune a estos cambios generales en la sociedad. Además un porcentaje importante, entre el 30% y el 50% de esos electores votó por el Apruebo en el plebiscito constitucional, lo que parece mostrar que una parte importante de ellos comparten varias demandas de la sociedad por un modelo de Estado más solidario y con mayores libertades personales. 

- Se ve un debate en la derecha sobre el diagnóstico respecto de "por qué perdimos". Mario Desbordes dijo alguna vez que la culpa de la derrota era por los sectores que frenaron los cambios, apostando por una especie de renovación y mirada al centro para salir adelante. Por el contrario. otros sectores más tradicionales plantean que la derrota se debió a que se alejaron de esa derecha más dura. ¿Cuál de estos dos caminos es el que debería seguir la derecha si quiere sobrevivir?

- Creo que la derecha ya tomó una opción por un camino de renovación. Los precandidatos de la derecha plantean propuestas con distintos matices, pero todas moderadas. En ese sentido la derecha parece haber tomado conciencia de que para construir una mayoría electoral, pero también social y cultural, debe avanzar hacia el centro, sin necesariamente renunciar a ciertos principios fundamentales.

"El estallido social vuelve ineludible la construcción de un proyecto de centroderecha que sea crítico en relación a lo que fue la ortodoxia subsidiaria, y que sea capaz de repensar el rol del Estado y la sociedad".

Eso no significa que no exista un sector más duro, personificado en el Partido Republicano y algunos dirigentes de la UDI y Renovación Nacional, que tienden a defender una derecha más químicamente pura. Por cierto que ese sector existe, pero esa mirada difícilmente podrá conservar su carácter hegemónico dada la necesidad de responder a los anhelos de la ciudadanía en general. 

En este sentido, el estallido social vuelve ineludible la construcción de un proyecto de centroderecha que sea crítico en relación a lo que fue la ortodoxia subsidiaria, y que sea capaz de repensar el rol del Estado y la sociedad.

Ahora bien, no es la primera vez que la idea de renovación surge en el sector. Durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, hubo un debate de ideas importante en el sector, donde Piñera planteó cierta renovación y el surgimiento de una “nueva derecha”. Se amplió el abanico de temas a los derechos humanos y políticas sociales, entre otras cosas. Pero ese ímpetu renovador no prosperó, y en el segundo gobierno de Piñera, se optó más bien por una estrategia más defensiva, tendiendo a fortalecer y reforzar cuestiones ortodoxas y economicistas.

Actualmente, ante la necesidad imperiosa de construir un proyecto distinto para que la derecha pueda tener una proyección, lo que se observa es, por un lado, una derecha que se identifica con una antropología cristiana, y tiende a mirar hacia la derecha europea; y, por otro lado, una derecha más liberal, que busca replantearse ese capitalismo y mercantilismo de los años 80 y 90, es decir, el neoliberal.

Esto está comenzando a aparecer de la mano del discurso de candidatos como Ignacio Briones por ejemplo. Estas evoluciones están en mayor sintonía con lo que reclama la ciudadanía, y todo indica que esto lo entendieron la mayoría de los candidatos a la primaria de la derecha. Tal vez menos Sebastián Sichel, que fuera de su trayectoria política centrista, parece ser el candidato más cercano a los intereses de la derecha más tradicional. Pero eso no lo vuelve un Chicago-gremialista

- Da la sensación de que la derecha sintió el golpe y por lo mismo hay confusión y muchas contradicciones. Mañana hay elecciones en Renovación Nacional, donde se van a medir Mario Desbordes contra Francisco Chahuán por la presidencia del partido. Chahuán está más ligado a sectores más tradicionales y derechistas en RN, y enfrente tiene a Desbordes que ha buscado mostrarse como un cambio de RN hacia el centro. ¿Es esa la dicotomía que está en juego?

- Es curioso si se plantea de esa forma, porque si uno mira la trayectoria de Chahuán, ésta no muestra tanto la oposición entre dos proyectos irreconciliables. Hay que recordar también que él alguna vez intentó generar un referente de centro con la Federación Social Cristiana, cuando buscó establecer puentes con la Democracia Cristiana. Hace poco incluso llamó a la unión de la derecha con la ex Concertación. 

Entonces ahí uno observa una sensibilidad que no es diametralmente opuesta a la de Mario Desbordes. Pero hay claramente intereses divergentes y una pugna por el control del partido. 

- Joaquín Lavín ha dado muchas muestras de acercarse al centro a través de varias comunicaciones. Hace poco planteó incluso un salario mínimo de 500 mil pesos, lo que hubiera sido súper refutado por varios Chicago Boys y derechistas técnicos. Sin embargo, él mismo está en el origen mismo del actual modelo ¿Se observa esa contradicción en la figura de él?

- El caso de Lavín es bien particular, y no tan contradictorio. Lavín adoptó tempranamente, desde la elección que perdió frente a Ricardo Lagos, una estrategia de moderación programática, y eso tuvo diversas expresiones. Abogó por la superación del eje izquierda-derecha, se declaró "bacheletista-aliancista", y por esos años surgió la idea de la "UDI Popular" que tomó como referente al Partido Popular español. A partir de esa estrategia, la UDI tuvo un despegue electoral inédito para la derecha desde la transición a la democracia. En ese tiempo consiguió ser el partido más grande de Chile con apoyo de electores centristas.

Desde esa época se observa un tránsito hacia una opción de moderación programática, lo cual por cierto que es un proceso estratégico y político de competir por el centro. Por supuesto que la detención de Augusto Pinochet dio un impulso a ese proyecto, porque dio a la UDI la posibilidad de desmarcarse de este pasado autoritario. Y si seguimos el hilo de esa moderación, uno puede encontrar continuidad en ciertos planteamientos del primer gobierno de Sebastián Piñera que recién mencionábamos.

Esto sigue después en la propuesta de Evópoli, aunque la moderación se exprese principalmente en el eje sociocultural, en la defensa de un progresismo valórico, para lo cual Evópoli se inspiró en otras experiencias de renovación de la derecha en el mundo. Cuando en el mundo la derecha se quiso moderar, tendió a hacerlo en ese eje, en materias como el matrimonio igualitario y otras cuestiones valóricas. 

- Sin embargo Evópoli, en materias económicas y políticas ha estado bastante a la derecha en el último gobierno. Se cuadraron con las políticas más duras de Sebastián Piñera incluso cuando surgieron voces críticas y más moderadas en la UDI y RN. Ahí está la figura de Ignacio Briones...

- Claro, esa contradicción podría observarse si comparamos el rol que jugó Briones cuando era ministro de Hacienda, y su posicionamiento actual como precandidato. Si uno compara las políticas adoptadas, sobre todo al inicio de la pandemia del coronavirus, costó tomar decisiones oportunas que permitieran entregar mayores ayudas a la población. Esto entra en contradicción con propuestas actuales de un sueldo mínimo de 400 mil pesos, por ejemplo. Pero esas contradicciones revelan también una capacidad de aprendizaje en el ejercicio del poder. 

Evópoli se planteó desde el inicio como un partido liberal en lo económico y en lo valórico. En el liberalismo valórico ha sido bastante consistente, salvo en el tema del aborto libre que aparece en nuestra encuesta como la piedra de tope para la coalición en su conjunto. Ha sido también coherente en la defensa de un liberalismo económico, con capacidad de corregirse en función de cierto contexto que probablemente no fue percibido en toda su magnitud y gravedad al inicio de la crisis. 

Por ahora la centro-derecha ocupa un lugar que podría convertirse en una alternativa competitiva frente a un candidato como Daniel Jadue. Esto a pesar de que el programa de Jadue no sea radical en relación a los fantasmas de expropiaciones y estatizaciones asociados al PC

Además, hay que considerar que Chile tiene una tradición de políticas públicas focalizadas, principalmente con el fin de dar soluciones a la pobreza, pero no se ha pensado lo suficientemente cómo abordar las diferentes vulnerabilidades de las clases medias, que tras salir de una situación de pobreza pueden volver a caer en ella ante cualquier shock, como la pérdida del empleo o una enfermedad grave. 

En todo caso, relevaría principalmente esa capacidad de aprendizaje bajo presión y de una cultura arraigada entre las élites gobernantes que ha caracterizado la política económica chilena desde los gobiernos de la Concertación hasta la fecha, sin haber sido solo propia de las élites de derecha.

- Pero en materias políticas. En pleno estallido social asumió Gonzalo Blumel como ministro de Interior, y mantuvo una política en materia policial y de orden público bastante fuerte y autoritaria. Uno podría haber esperado que Blumel, que venía de Evópoli, hubiera tenido más tacto que Andrés Chadwick y sin embargo se cometieron incluso más atropellos a los derechos humanos cuando asumió. 

- Sobre este punto hubo mucho debate sobre quién manda a Carabineros. Me parece importante recordar la invitación del Sebastián Piñera a que vinieran observadores de la ONU y Human Rights Watch, lo que volvió a conectar este gobierno con la defensa de los derechos humanos Pero sin duda este paso importante fue opacado por las masivas violaciones que ocurrieron e hicieron de Chile el país donde el Estado ejerce la mayor violencia en contexto de crisis social y eso es lamentable. 

- La victoria de Claudio Orrego en la elección de gobernadores pareció contentar a ciertos sectores derechistas. Uno podría pensar que la derecha en la medida que va hacia el centro se parece más a la ex Concertación, y en ese caso, ¿cuál sería el rol de la derecha si ese espacio es ocupado por la ex Concertación? ¿Qué opina de que ambos sectores confluyan de esa manera?

- Coincido con el análisis de esa confluencia. La elección de gobernadores dio un nuevo aire a la ex Concertación, que carece por el momento de un candidato o una candidata competitiva de centro-izquierda. Esto podría cambiar dependiendo de la opción que tome Yasna Provoste. Por ahora la centro-derecha ocupa un lugar que podría convertirse en una alternativa competitiva frente a un candidato como Daniel Jadue. Esto a pesar de que el programa de Jadue no sea radical en relación a los fantasmas de expropiaciones y estatizaciones asociados al PC. 

Pero dado que es un candidato que ha seguido la línea programática del Partido Comunista, aparece como una opción más radical que Joaquín Lavín, que podría representar una carta competitiva para ciertos electores de la ex Concertación. Lavín sí ha buscado desmarcarse de la UDI, pero Jadue no lo ha hecho respecto del PC. Desde ese punto de vista, Lavín podría tener mejores posibilidades de llenar ese centro que no tiene aún un candidato o candidata competitivo proveniente de la centro-izquierda. 

Lo que se observa es que la disputa de las diferentes fuerzas políticas es por el centro, lo que refleja también la primaria de la derecha, donde cada uno de los precandidatos, a su manera, defiende un proyecto moderado.

Ahora, uno podría decir: ¿cuál es la diferencia entre la centroderecha y la centroizquierda? Lo que muestran ciertos fenómenos en el mundo, como el de Emmanuel Macron en Francia, es la superación efectiva del clivaje izquierda-derecha e incluso en el caso de Macron la capacidad de absorber la centro-derecha francesa.

Este clivaje, si bien se ve reforzado a través de la consolidación en Chile de una izquierda con ciertas expresiones radicales, se ha diluido en otros aspectos, lo que permite que la derecha pueda incluso navegar en aguas socialdemócratas, con propuestas que generan consenso en el sector sobre las grandes transformaciones que necesita Chile. Los puntos de divergencia tienen más que ver con el cuánto. Cuánto estamos dispuestos a transformar, cuánto cuesta el programa, cuánto es el gasto. Los números. 

Quien tenga mejores posibilidades de ganar la elección podría ser el que logre ofrecer una propuesta viable, y también moderada, si consideramos que la polarización se observa principalmente a nivel de las élites. Y por cierto que también deben ser propuestas transformadoras, el desafío está en reencantar al electorado propio y conquistar o aparecer como la mejor opción para el ajeno. 

No creo que la derecha esté en condiciones de atrincherarse. Para que haya un quiebre el sector más radical de la derecha debe tener una posibilidad política de conservar una influencia que le haga sentido al sector". 

En otras experiencias de derechas del mundo, se observa una capacidad de adoptar las ideas de la oposición. Es el caso del Partido Conservador británico durante el mandato de Cameron que incorporó ideas como la de justicia social pero poniendo el foco en la comunidad y sociedad civil más que en el Estado. Por ende no dejan de ser de derecha. Esto implicó una adaptación del programa a la nueva realidad del país, pero no un estatismo que podría conspirar contra la identidad de derecha.

- ¿Cuál cree que sea el rol o las probabilidades de la derecha en la Convención Constitucional, considerando que no alcanzaron el tercio y que algunas figuras de este sector están bastante a la derecha, como Teresa Marinovic, o Marcela Cubillos?

- Al no haber logrado el anhelado tercio, la obligación será de negociar y abrirse a posiciones más renovadas y centristas. Sobre ciertos temas como por ejemplo con el derecho al agua, en la Convención no habrá dos opiniones, por lo que se debería llegar fácilmente a un acuerdo. 

Para la derecha más dura, esto va a implicar la necesidad de tener la capacidad de procesar lo que la ciudadanía está demandando..

- O eventualmente podría producirse un quiebre...

-No creo que la derecha esté en condiciones de atrincherarse. Para que exista tal quiebre, el sector más radical de la derecha debe tener una posibilidad política de conservar una influencia que le haga sentido al sector; para que de esa forma la derecha pueda, en primer lugar, sobrevivir, y en segundo lugar seguir teniendo la opción de volver a gobernar,

En los hechos, sobre el eje Estado-mercado, hay bastante consenso al interior del sector. Obviamente con matices, algunos más liberales y otros más comunitaristas. Pero las posiciones son en general a favor de un Estado más solidario. En lo valórico hay aún diferencias de fondo. Aún hay un núcleo conservador fuerte, pero que tiene poca influencia a estas alturas pues parece ir a contracorriente de las demandas de la ciudadanía. 

- Antes usted dijo que seguramente hubo un voto de castigo a la derecha a propósito del gobierno de Sebastián Piñera. El periodista Daniel Matamala, en un programa de televisión, preguntó a representantes de los precandidatos presidenciales de Chile Vamos quién se siente continuador de Piñera y hubo un silencio bastante incómodo. Da la impresión de que nadie quiere estar cerca de lo que hizo Piñera. ¿Cómo van a poder estos candidatos quitarse esa figura?

- Si, lo vi en televisión. Probablemente el gran desafío para pensar en ganar la próxima presidencial consista en tener la capacidad de construir una narrativa que se desligue del gobierno de Sebastián Piñera. Lo que no deja de ser todo un desafío, porque la mayor parte de los candidatos fueron ministros de Piñera. 

Lavín no lo ha sido, probablemente eso juegue a su favor, pero sin lugar a dudas es uno de los principales desafíos. Porque volvemos al comienzo, quizás en realidad no se trata de que la derecha se haya alejado de los territorios, sino de la desafección de quienes votaron por la derecha respecto a un gobierno en particular, lo que podría ser un factor explicativo clave de esta debacle electoral.



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