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Viernes, 19 de Abril de 2024
Final entre los Rams y los Patriots

Super Bowl: las lógicas políticas y económicas detrás de la final de hoy

Ricardo Martínez

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JJ Hall (Wikimedia Commons)
JJ Hall (Wikimedia Commons)

Los multimillonarios ingresos que obtiene esta liga por transmisiones de TV se dividen en partes iguales entre todos los equipos, por lo que algunos califican su modelo de "socialista". Además, el fútbol americano tiene un índice de desigualdad mucho menor al fútbol tradicional o al tenis. ¿Pero se puede mantener ese modelo?

Admision UDEC

Luego de una temporada regular muy competitiva en el Fútbol Americano, hoy llegan a la instancia final -el Super Bowl- uno de los mejores equipos del año, los Rams de Los Ángeles, y uno de los mejores equipos de la historia de este deporte, los Patriots de Nueva Inglaterra. Acá, INTERFERENCIA propone una lectura de porqué la Liga Nacional De Fútbol (NF)L es tan importante en los Estados Unidos y un reflejo de lo que sucede o no sucede en el deporte global.

Una fórmula socialista

Hace varios años, en 2012, Bill Maher, el comediante y polemista estadounidense, en conjunto con el artista visual británico Fraser Davidson, crearon una obra para YouTube llamada “Irritable Bowl Syndrome”, donde defendían que lo que hacía grande a la NFL era el socialismo. Maher sostenía que “la NFL les quita dinero a los equipos ricos y se lo da a los equipos de los pobres. Green Bay, Wisconsin, cuenta con una población de 100.000 habitantes. Sin embargo, esta pequeña ciudad soñolienta en las orillas de una mierda de río tiene tantas posibilidades de llegar al Super Bowl como los New York Jets”, y añadía que “la NFL literalmente comparte la riqueza. La TV es su principal fuente de ingresos, y se pone todo en una gran olla comunista dividida en 32 pedazos iguales. Porque nadie quiere que nadie se distancie demasiado. Es por eso que el equipo que gana el Super Bowl la siguiente temporada elige (nuevos jugadores) al último. O lo que los republicanos llaman castigar el éxito”.

Esta fórmula es absolutamente anómala en el deporte colectivo de alta competencia, donde, por ejemplo, en el fútbol tradicional un millonario de Rusia o de Oriente Medio compra un equipo y la asigna recursos para conseguir a las mayores estrellas . Dicho sistema crea empresas futbolísticas que rara vez pueden ser superadas en las competencias por equipos menos onerosos, lo que redunda en que el deporte pierda algo de interés al hacer presenciar año tras año que son los mismos equipos millonarios los que ganan las ligas nacionales y continentales.

Una alta competitividad regulada

El resultado de aquella fórmula socialista es que la liga de la NFL resulta altamente competitiva, y ello se observa en que año tras año son diferentes los equipos que logran alzarse con el trofeo del Super Tazón, el Vince Lombardi. Es más, desde hace un par de décadas se ha propuesto un algoritmo para evaluar la competitividad de las ligas deportivas que es, ni más ni menos, el mismo que el índice de Gini con el que se suele calcular la desigualdad económica de los países.

El Gini económico funciona calculando cuánto del ingreso total de un país se lleva cada persona o entidad. Y de este modo se puede tener países con Ginis altos -que se acercan al guarismo “1”-, donde solo un puñado de personas se lo llevan todo, como los países desiguales de África o América Latina, y, por otro lado, países con Ginis más bajos -que se acercan a cero-, donde más o menos todas las personas o entidades logra los mismos ingresos, como los países del Norte de Europa.

En las ligas deportivas, cuando se aplica el índice Gini, se consideran los torneos obtenidos como el equivalente a los ingresos, y los diferentes equipos que participan en la competencia, como el equivalente a las personas o entidades del Gini económico.

Una liga con un Gini alto corresponde a una donde siempre ganan los mismos equipos. El Gini del Fútbol de Chile es 0,708 (según cálculos propios), porque hay un solo equipo que tiende a elevar la copa cada año: Colo-Colo. Sin embargo, hay otras ligas futbolísticas con índices aún más desiguales, como Argentina (0,759) o España (0,807).

El Gini de la NFL

De acuerdo con el sitio SportsPlusNumbers, un Gini deportivo muy saludable estaría en torno a 0,09.

Y ello ocurre porque el Supertazón cambia de propietario año a año, llegando a que en toda su historia, desde fines de los años sesenta, ha sido obtenido por prácticamente una veintena de los equipos de la Liga, de un total de 32 escuadras.

Cualquiera puede esperar ganar un Super Bowl, a diferencia con lo que sucede en la Premier League o en el fútbol chileno, en la Bundesliga alemana o la Liga española.

Evidentemente esta característica hace que la NFL resulte tan popular en los Estados Unidos, porque nunca se sabe bien quién será el próximo Lombardi.

Las dinastías

Esa tendencia del Super Bowl, de cambiar de mano año a año con un componente de sorpresa, y cuya explicación está -en parte- en la fórmula socialista de reparto de ganancias, se restringe un poco por otro fenómeno, complementario, y que le añade condimento y color a la Liga: la existencia de las llamadas “dinastías”.

¿Qué es una dinastía? Una dinastía es el término que se ocupa para referirse a una franquicia deportiva que se vuelve muy dominante en su liga por un periodo de varios años. Equipos que ganan, por ejemplo, dos campeonatos consecutivos o que en un ciclo de cinco años logran tres trofeos.

En el fútbol tradicional estas están claras: el Barcelona, el Real Madrid, Bayern Munich, Boca, River, etc.

Y una dinastía se convierte en el equipo a vencer en cada era.

Y en la NFL ha habido varias dinastías sucesivas desde fines de los años sesenta, cuando se reformó la liga profesional del Fútbol Americano. Primero fueron los Green Bay Packers, que ganaron los dos primeros Super Bowl y cuyo DT, Vince Lombardi, luego fue homenajeado con el nombre del trofeo. Luego vinieron los Miami Dolphins con un par de buenas temporadas a inicios de los setenta, para rematar dicha década con una de las cuatro dinastías más grandes, los Pittsburgh Steelers setenteros, que obtuvieron cuatro Supertazones en 1974, 1975, 1978 y 1979.

En la década de 1980, la dinastía dominante fue la de los San Francisco 49ers, que alzaron el trofeo en 1981, 1984, 1988 y 1989, de la mano del quarterback (Mariscal de Campo) Joe Montana.

Finalmente, en la década de los noventa, la dinastía que impuso sus términos en el rectángulo de césped del Fútbol Americano, resultaron ser los Dallas Cowboys, con tres campeonatos en 1992, 1993 y 1995.

Las dinastías de más largo alcance en la NFL suelen dominar el espacio de su juego por ciclos que raramente alcanzan la extensión de una década. Es el caso de los Steelers o los Cowboys, pero también, por ejemplo, en la la liga de básquetbol NBA, con los Chicago Bulls de los años noventa.

Pero hay una dinastía que ha roto esa ley.

Y son, justamente, los New England Patriots, que hoy llegan por novena vez al Supertazón en esta era: lo hicieron en 2001, 2003, 2004, 2007, 2011, 2014, 2016 2017, 2018 y mañana, en 2019.

La dominancia de los Patriotas apenas ha tenido contendores en casi dos décadas, lo que significa una anomalía mayor.

¿A qué se debe esto?

La primera respuesta tiene que ver con la fórmula socialista. Si se entienden bien las implicancias de que la liga del Fútbol Americano estadounidense reparta los recursos de forma homogénea y castigue el éxito, la única manera para que haya dinastías corresponde a la aparición de agentes excepcionales en un equipo en particular. Uno de esos agentes es, obviamente, el DT. Y ahí están el propio Vince Lombardi (Green Bay) o Don Shula (Dolphins) o Chuck Noll (Steelers) para confirmarlo.

Los New England Patriots cuentan con un DT que les compite un lugar en la historia a aquellos tres: Bill Belichick, que hasta el momento ha ganado 291 juegos, siendo solo antecedido en toda la historia del Fútbol Americano (incluida la era pre-Super Bowl) por el mismo Shula y por George Halas, un legendario DT a cargo del equipo de Chicago desde los treinta hasta los sesenta.

El otro tipo de agente excepcional es el Mariscal de Campo, como Terry Bradshaw (Steelers) o Troy Aikman (Cowboys). Y nuevamente los New England Patriots cuentan con un jugador de esa “liga”: Tom Brady.

Pero, a diferencia de los cariscales de campo históricos, Tom Brady, ha extendido su dominancia por un periodo de años que supera con mucho las tendencias habituales. 

El envejecimiento ganador

Hasta antes de Tom Brady, los promedios de edad de los Mariscales de Campo que llagaban al Supertazón, se empinaban un poco por sobre la treintena.

Brady llega a esta instancia de hoy con 41 años. Y ya llegó al Super Bowl del año pasado con 40 años. Y al antepasado con 39.

La explicación de esto es, quizá, la explicación de por qué los Patriotas han roto con las tendencias históricas del Fútbol Americano: la extensión de las carreras deportivas debidas al perfeccionamiento de condiciones como la preparación física, las prácticas nutricionales, el mantenimiento en forma dentro y fuera de la cancha a lo que colabora la cientifización de la ciencia médica o nutricional deportiva en este siglo.

Eso explica justamente que, por ejemplo, en el tenis, los tres tenistas más importantes de la actualidad (Djokovic, Federer y Nadal) superen ampliamente la treintena, sumando entre ambos tres 52 trofeos de Grand Slam, el último de ellos justamente obtenido por Novak hace un par de días en Australia. Novak, Rafa y Roger son, al mismo tiempo, los tres jugadores con más trofeos de Grand Slam en la historia, superando cada uno de los integrantes del trío, incluso a una leyenda como Pete Sampras.

Y eso que se da en el tenis, se da también en todos los otros deportes como el ciclismo, la natación o el fútbol (en eras anteriores a esta, jugadores como Messi y Cristiano, con más de treinta años a cuesta, ya estarían hace rato en un segundo plano profesional).

El Super Bowl de hoy: ¿el fin de una era?

Dicho todo lo anterior, ¿qué podemos esperar de este Supertazón de hoy? Es simple: o bien la coronación de un ciclo con un triunfo de los Patriotas, o bien el cierre de aquella era nueva, con el triunfo de los Rams.

Y es de esperar que la balanza entre estas dos salidas se incline hacia uno de los dos lados de manera sutil. Ello porque hasta ahora, siempre que los Patriots han llegado a esta instancia, los partidos del Supertazón se han definido por solo un pichintún más de 4 puntos de diferencia. Lo que en la NFL es prácticamente nada.

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