La costumbre chilena indica que, luego de las fiestas de Año Nuevo, viene un segundo paso: arreglar el maltrecho cuerpo, descalabrado por el baile, abrazos y el alcohol.

En el archipiélago de Chiloé, desde muy antiguo, ya encontraron la solución a este mal que aqueja a muchos el primer día del año. He aquí ese secreto, que algo de brujería debe tener:

Primero, hay que proveerse de una porción, equivalente a unas cinco cucharadas soperas, de luche seco, bien remojado (un alga que con seguridad encuentra en el Mercado Central), y unas dos tiras de mariscos secos bien remojados (que también se pueden ubicar en el mismo lugar). Igualmente, se puede reemplazar por mariscos frescos o en lata, aunque no es lo mismo.

Después, freír, en una olla con un poco de aceite, cebolla, ajo, pimienta, un trozo de ají cacho de cabra, orégano, romero y un poco de ají de color. Pimentón si es del gusto de los "heridos". Poner sal.

Una vez que la cebolla y el ajo estén bien cocidos, agregar los mariscos secos y agua caliente o, mejor aún, caldo de cabezas de pescado. Dejar hervir un poco y, luego, agregar el luche. Bajar algo el fuego y dejar reposando. Se añade arroz o papas.

Terminar de cocer bien todo, mientras se destapa una botella de vino blanco bien helado. Servir bien caliente y en plato hondo. En la mesa poner hartas servilletas, porque se transpira.

Por último, es recomendable no seguir bebiendo demasiado y, ojalá, dormir un rato. Cuando despierte ya creerá en los brujos chilotes.