Desde ya se anticipa una estrecha votación en la Cámara. Algo inédito para Chile, país que más tratados de libre comercio (TLC) ha firmado en el mundo, y en los que este tipo de acuerdos pasaban colados sin que siquiera la prensa se hubiese molestado en dar a conocer sus detalles.

Pero las cosas parecen estar cambiando. Expresión de esto es que, contra todo pronóstico, este martes 19 de marzo el TPP 11 fue rechazado por las comisiones de Agricultura por 7 votos contra 4, y 2 abstenciones; y por la de Trabajo y Seguridad Social, 6 contra 6, y 1 abstención. Algo que es histórico, pues nunca un TLC había sido rechazado en alguna de las comisiones parlamentarias.

Esto es una señal de alerta para el Gobierno de Sebastián Piñera, el que ya había decidió postergar el escrutinio en sala y enviarlo a dichas comisiones, con el propósito de ganar tiempo para obtener los votos necesarios. 

Tanto el canciller Roberto Ampuero (quien este miércoles estará en el Congreso), como el ministro de la Presidencia, Gonzalo Blumel, pretendieron que este acuerdo -cuyo texto y anexos contienen más de 6 mil páginas- fuese aprobado en Agricultura y Trabajo tras solo dos horas de discusión en cada una de ellas, pero no fue así. 

Las cosas se fueron discutiendo. Por ejemplo, en Agricultura, donde habitualmente pesa mucho el voto conservador, fue decisiva la argumentación del economista Hassan Akram, quien anticipó a los parlamentarios que Soprole (propiedad de transnacional lechera neozelandesa) podría demandar a Chile, a través del sistema internacional de solución de controversias, en caso de que hiciera algo para apoyar a los productores lecheros locales.

Lo más insólito es que la prisa por votar aceleradamente este tratado (el ejecutivo le puso suma urgencia a su tramitación el15 de enero) le está jugando en contra al gobierno. Como dato sintomático, el jefe negociador del TPP 11 y representante de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería (Direcon), Felipe Lopehandía, ayer pidió intervenir para refutar los dichos de Akram. Sin embargo, su petición fue denegada dado que, como el proyecto tiene suma urgencia, los diputados tenían que votarlo rápido. 

Fueron por lana y salieron trasquilados, en dos votaciones de comisiones, lo que siembra la incertidumbre en Cancillería y La Moneda, por lo que pueda suceder hoy 20 de marzo, que es cuando se votará en sala.

De aprobarse este miércoles 20 el TPP 11, deberá pasar al Senado para su discusión. Pero si se rechaza en la Cámara será altamente improbable que pueda ser resucitado.

Crece la oposición al TPP 11

Este proyecto había sido aprobado en las comisiones de Relaciones Exteriores (16 de enero) por 10 votos, contra dos y una abstención. Para ese entonces sólo los parlamentarios del Frente Amplio (Pablo Vidal y Vlado Mirosevic) lo rechazaban. La diputada comunista (PC) Carmen Hertz se abstuvo; mientras que los socialistas (Jaime Tohá y Jaime Naranjo), el radical Carlos Jarpa y el DC Manuel Matta dieron el sí. Toda la derecha hizo lo propio.

Pero las cosas comenzaron a cambiar este 5 de marzo, cuando tocó votarlo en la Comisión de Hacienda. A los votos del Frente Amplio (Giorgio Jackson) se sumó el del PC (Daniel Núñez); y los socialistas se abstuvieron (Marcelo Schilling y Manuel Monsalve). Los demás siguieron votándolo a favor. 

En este declive en los apoyos del TPP 11 han influido notablemente dos hechos. El primero es la puesta en marcha de la web Lista Negra Parlamentaria -organizada por la ONG Equidad Chile- que incita a la ciudadanía a comunicarse con sus parlamentarios para notificarlos que están mirando con atención su votación en esta materia.

Lo segundo, es la indignación ciudadana originada luego de saberse (tras la publicación el 1 de marzo de reportaje de CIPER) que el Congreso aprobó en enero de 2018 una ley que permite a la empresa Enel cambiar los tradicionales medidores de electricidad de los hogares, por otros supuestamente “inteligentes” que deberán ser costeados por los usuarios, pese a que su propiedad será de la empresa distribuidora. Fruto de esto, todos los ojos de la ciudadanía organizada parecen estar sobre las relaciones de sus diputados y senadores con las empresas extranjeras… y estos parecen sentir esa presión.