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Sábado, 20 de Abril de 2024
Análisis

Todas las señales que Mañalich tuvo a la vista para decretar antes la cuarentena total del Gran Santiago (y que no atendió)

Andrés Almeida
Camilo Solís

El viernes 15 de mayo entrará en vigor el confinamiento de la ciudad frente a un alza galopante de los casos Covid-19 y la consecutiva estrechez de infraestructura crítica. Una medida que el gobierno eludió de manera sistemática y que hoy se ve obligado a aceptar frente a un escenario altamente probable de colapso de las redes asistenciales capitalinas.

Admision UDEC

Pasaron 71 días entre que se conoció el primer caso de Covid-19 en Chile y el momento en que la autoridad sanitaria decidió la cuarentena completa para la ciudad del Gran Santiago, la más grande del país, y también la más afectada por la pandemia, tanto por número total de casos, como por las tasas de incidencia de la enfermedad cada 100 mil habitantes..

El momento llega cuando existe una tasa de ocupación camas UCI de 90% en la Región Metropolitana, según datos de Sochimi al 12 de mayo; junto con 21.264 pacientes declarados y una tasa de incidencia [contagiados por cada 100.000 habitantes] del 261,7. Por lejos las cifras más preocupantes de un territorio que estuvo expuesto a una estrategia de cuarentenas flexibles, en la que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, ha ido poniendo y sacando comunas en cuarentena semanalmente conforme criterios epidemiológicos que no han sido transparentados, como tampoco la información de base para tomar dichas decisiones.

¿Es el fin de las cuarentenas flexibles? 

Nadie puede saber a ciencia cierta qué pasará cuando pase el clímax de la ola pandémica en la capital -el que, todo indica, se producirá en los próximos días- pero en ese momento habrá que revisar las decisiones de Mañalich y volver sobre los elementos que desoyó en su afán de no paralizar Santiago.

A continuación aquellos hitos:

Miércoles 18 de marzo: El Colmed exige cuarentena total al llegar a 238 casos

El Colegio Médico (Colmed) fue probablemente la primera organización a nivel nacional que puso acento sobre la gravedad de la pandemia que a esas alturas ya se encontraba cobrando vidas por centenares en Europa. 

Desde el anuncio del primer caso oficial con coronavirus en Chile, el 3 de marzo, ya habían ocurrido ciertos hitos que informaban sobre la gravedad de la pandemia. En Chile, la denominada fase 3 del virus fue anunciada por el presidente Sebastián Piñera el 14 de marzo. Esta fase implica que “no tenemos suficiente seguridad de que [los nuevos casos de Covid-19] puedan ser trazables directamente a un caso en el extranjero”, según declaraciones del propio Mañalich. El número total de contagiados llegaba a la suma de 61 casos ese día. 

Tan solo dos días después, el 16 de marzo, Piñera tenía que realizar el mismo punto de prensa, pero esta vez anunciando que Chile ya se encontraba en la fase 4, lo cual según la información proporcionada por el sitio del Minsal significa que “existe circulación viral y dispersión comunitaria de la enfermedad”. Los contagiados en territorio nacional ya sumaban 156 casos.

En Chile ya llevábamos 15 días desde la llegada del primer caso oficial cuando el 18 de marzo, el Colmed, liderado por la doctora Izkia Siches, ponía énfasis en la necesidad de tomar medidas drásticas para frenar el avance del coronavirus desde un principio. Por esos días, Italia ya superaba a China en la cantidad de muertes, contando más de 3.400 decesos causados por el Covid-19. España, por su parte, ya contaba a esa altura con más de 800.

En paralelo, países como Argentina y Perú, apostaban por cuarentenas nacionales.

“Hemos presentado los antecedentes que tenemos como Colmed para transmitir la relevancia de tomar medida en torno al diagnóstico, a informar a la ciudadanía y en poder avanzar en un cierre progresivo de las ciudades, especialmente conociendo la realidad de los países europeos”, señaló en esa ocasión Siches.

Solo dos días después, luego de conversaciones con el Minsal, Siches acusaba que el Ministerio actuaba con “total falta de transparencia respecto de los datos asociados al coronavirus”, además de señalar que existía inconsistencia en los datos proveídos. Siches exigió que la información fuera transparentada para que “los expertos jueguen un papel relevante”, además de que se decrete el “cierre de toda la Región Metropolitana, permitiendo solo los servicios básicos de abastecimiento”.

Las palabras de Siches tuvieron gran repercusión en la opinión pública, concitando mucho apoyo ante la opacidad de Mañalich en torno a los datos. Esta mirada fue compartida por gran parte del estamento académico y profesional que sentía que podía ser un aporte en la lucha contra la pandemia. 

Viernes 20 de Marzo: Alcaldes de Chile presionan a Mañalich 

El 20 de marzo, Chile ya contaba con 434 casos. Menos de una semana atrás, el 14 de marzo, contábamos con 61 casos, es decir 373 casos de diferencia. El mismo día que Siches pedía al gobierno más transparencia y una cuarentena total, un grupo de 56 alcaldes de distintas comunas del territorio nacional enviaron una carta al ministro Mañalich deñalando “no esperemos más, necesitamos una cuarentena obligatoria nacional ahora”. 

Esta misiva fue firmada por alcaldes de todo el espectro político. Fue muy difundida por el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp (CS), y también por Daniel Jadue (PC); ambos reconocidos ediles de la oposición política. En especial Jadue, quien criticó por largo tiempo que no se decretara una cuarentena en su comuna, Recoleta, la cual según datos publicados por INTERFERENCIA, es una de las que aglomeran más casos de contagios por Covid-19 hoy.

Sin embargo, entre las firmas se encuentran numerosos alcaldes del oficialismo. Entre ellos, el alcalde de Ñuñoa, ligado a Renovación Nacional (RN), Andrés Zarhi. Otro de ellos, es el alcalde de Temuco, una de las ciudades que posteriormente sería más golpeada por la pandemia, Miguel Becker, también de RN. Pero probablemente el nombre que más llama la atención entre las firmas que figuran en dicha carta es la del alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, también RN.

“La experiencia de los países que han tenido más éxito en el control de la pandemia del Covid-19, así como la opinión de numerosas científicas y científicos, establecen que la medida más relevante para contener el contagio, y con ella la presión desbordante sobre los sistemas de salud, es la cuarentena”, señalaban en ese entonces estos alcaldes. 

Esta presión se suma a la que los alcaldes de la Democracia Cristiana realizaron por su propia cuenta. El mismo 20 de marzo, Fuad Chahín, presidente de dicho partido, anunció la publicación de un comunicado suscrito por la directiva del partido, además de sus alcaldes. En ese comunicado se dice “necesitamos la implementación de una cuarentena nacional total ya; lo cual implica reducir a casi la totalidad el traslado de personas en sus ciudades”.

Estas cartas se suman a la presión que ejercieron numerosos otros alcaldes a partir del cierre de comercios en sus respectivas comunas, varios de ellos del sector oficialista, como Rodolfo Carter de La Florida, o Evelyn Matthei, la cual actuó por cuenta propia al cerrar el comercio en Providencia e incluso el Costanera Center.

Recién el lunes 4 de mayo, el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga, tuvo su debut como enlace entre el Minsal y los distintos municipios. 1 mes y medio después de la presión ejercida por los alcaldes, y considerando que esta función es parte de la descripción de su cargo.

Esta situación no deja de ser relevante, pues son los municipios los que administran los Centros de Salud Familiar (Cesfam), los cuales prestan atención primaria en las distintas comunas, y que podrían haber sido un espacio interesante en los que implementar distintas políticas de salud pública para combatir al Covid-19. Una mirada atenta a estos, pudo haber apresurado la cuarentena. 

Jueves 9 de abril: Los ventiladores fantasma que nunca llegaron a reforzar la red asistencial

Ese día Mañalich reconoció que dio por perdida la compra de 14.000 ventiladores mecánicos por parte de Chile, cuyo trámite de adquisición se realizó a mediados de marzo, y no en enero como afirmó falsamente el presidente Sebastián Piñera.

Sin esa partida, la red asistencial quedaba en un estado de mayor vulnerabilidad (al igual que la credibilidad presidencial) -lo que hacía más aconsejable plantear cuarentenas más estrictas- pero todavía había confianza en una supuesta donación china de 500 ventiladores como para sostener una capacidad incrementada de atención hospitalaria.

Sin embargo, la fábula de los ventiladores chinos salvadores duraría solo 10 días, hasta que el embajador de China en Chile, Xu Bu, desmintiera la existencia de esa donación

A partir de entonces, lo único que quedó en pie para sumar nuevos ventiladores y ampliar el margen fue la carta de la Cámara de la Producción y el Comercio (CPC), la que se comprometió a traer algo más de 400 ventiladores desde China, los que han ido llegando por goteo. 

Sin embargo, tampoco los ventiladores son la panacea como para dotar a los servicios asistenciales de infraestructura suficiente como para que no se desborde. Según el experto en la materia, Sergio Teke, antes que los ventiladores se requieren camas UTI, UCI y personal entrenado.

Algo que es justamente lo que está comenzando a faltar en Santiago, cuando conforme los últimos datos de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva la ocupación de las camas UCI llega a 90% en la Región Metropolitana.

Jueves 16 de abril: The Economist revela a nivel internacional que los muertos deben ser muchos más

Buena parte de las autofelicitaciones de Mañalich tienen que ver con la relativamente baja cantidad de fallecimientos por causa del virus (las cifras oficiales andan por los 300).

Sin embargo, la publicación británica The Economist, reveló que la mortalidad por Covid-19 y por efectos laterales de la pandemia, es siempre muy superior a las cifras oficiales en varios países del mundo, pues hay problemas con el registro de los fallecimientos y la determinación de las causas de muerte. Razón por la cual lo adecuado es observar las variaciones estadísticas de la mortalidad de este periódo pandémico con periodos similares de años anteriores.

Esto coincidió con un hilo en Twitter de Alejandra Matus, en el que aseguró que este efecto pasaba en Chile, a propósito de los datos de mortalidad de marzo del Registro Civil.

Domingo 19 de abril: La curva de contagios que nunca se aplanó

Aunque parezca paradójico, los datos que Piñera usó para dirigirse al país en cadena nacional por TV y anunciar triunfante el aplastamiento de la curva de contagios y una nueva normalidad, debió ser una señal de alerta para Mañalich. 

No había nada particular en lo que había hecho el país como para explicar un frenazo del coronavirus prácticamente en seco, con una estrategia que promovía restricciones más bien moderadas -con cuarentenas pretendidamente quirúrgicas y normas de distanciamiento social- en aras de mantener las ciudades en movimiento.

Así se lo advirtieron varios expertos, quienes señalaron que el nivel y estrategia de testeos no eran los adecuados como para pretender describir lo que estaba ocurriendo en la realidad de la expansión de la pandemia. Al menos así se lo representaron dos artículos escritos por expertos, uno de Ciper y otro de INTERFERENCIA. Además, había evidencia internacional, como lo muestra un artículo de The Atlantic para el caso de Estados Unidos, que indagaba también en la misma línea.

Sin embargo Mañalich se conformó con el dato de que Chile es el primer país de América Latina en cantidad per cápita de test PCR de detección del coronavirus, obviando que un país como Alemania -también intensivo en datos para combatir la pandemia- mide más de tres veces que Chile, en términos per cápita. Esto sin contar con los sesgos socioeconómicos en la medición chilena, que sobrerrepresenta los sectores altos al fijar un precio al test PCR, tal como había advertido antes el epidemiólogo Aníbal Vivaceta en INTERFERENCIA.

Finalmente, sobre estas bases las autoridades empezaron a hablar de la teoría de la meseta a la que había llegado la pandemia, estando entonces a la espera de que baje, y permitiéndoles declarar una nueva normalidad y un plan de retorno seguro a ella. 

Esto creó una falsa sensación de seguridad, que relajó los cuidados de la población y quitó piso a quienes creían que Santiago debía entrar en cuarentena, pues estaba detrás el supuesto de que las cuarentenas flexibles habían sido eficientes en el conocimiento y control de la expansión de la epidemia.

Martes 28 de abril: Empiezan las señales de desborde de la red asistencial metropolitana

Las primeras señales de desborde en la red de recintos hospitalarios en la Región Metropolitana comenzaron el 28 de abril. Es decir, ocurrió de manera paralela a los dichos de la subsecretaria Paula Daza, cuadno mencionó que Chile se encontraba en una “meseta de nuevos casos”, y tan solo a 7 días de que la misma subsecretaria ejemplificara la nueva normalidad, con la imagen de irse a “tomar café” con un amigo guardando “dos metros de distancia”.

Ese 28 de abril, nuestro medio conoció por diversas fuentes que la capacidad de camas UCI del Hospital del Salvador se encontraba copada. INTERFERENCIA se comunicó en esa ocasión con el área de comunicaciones de ese hospital, desde donde se nos comunicó una respuesta más bien ambigüa: “la ocupación de esas camas es dinámica (...) en la mañana habían ocho disponibles, pero tras la llegada de pacientes al Servicio de Emergencia pueden haber sido ocupadas en poco tiempo durante el día”. 

Fuentes en el interior del hospital señalaron a nuestro medio durante ese 28 de abril, que la UCI se encontraba “a capacidad completa”, y que se encontraban hospitalizados “10 pacientes con Covid-19 diagnosticados” en esa unidad. También se nos dio a conocer que numerosos pacientes de los que ocupaban el resto de camas UCI se encontraban con síntomas respiratorios, y neumonías, pero sin un diagnóstico que pudiera asegurar que padecían el Covid-19. 

Posteriormente, tal como publicó INTERFERENCIA, accedimos a información de que el fin de semana largo correspondiente al Día del Trabajador, la zona norte de la ciudad de Santiago se vio en complicaciones para aguantar el flujo de pacientes críticos que llegaba a esas unidades.

En particular, recibimos la información de que el domingo 3 de mayo, la Clínica Dávila se encontraba copada en su capacidad de camas UCI, y que, por lo mismo, se vieron en la obligación de realizar ventilación mecánica con equipos de pabellón a dos pacientes críticos. 

INTERFERENCIA se comunicó con ese recinto hospitalario, y nos confirmaron que habían tenido un fin de semana muy exigente aunque no admitieron un colapso de su UCI. Confirmaron -eso sí- que habían tenido que ventilar en pabellón a un paciente y que incluso habían derivado a dos pacientes críticos a otros centros asistenciales. 

Además, por esa fecha, el Hospital San José, ubicado en la comuna de Independencia, ya se encontraba dando muestras de copamiento. Nuestro medio informó que la Urgencia de ese hospital había tenido que funcionar durante esa semana en algunos turnos sin urgenciólogos debido a problemas con la falta de especialistas. Además de eso, conocimos del copamiento de la Urgencia con casos de Covid positivo y también de sospechosos de Covid en los distintos espacios que dispone la Urgencia de ese hospital.

Posteriormente, el 9 de mayo, la periodista Alejandra Matus publicó en su twitter un hilo en que confirmó la situación de falta de especialistas en los turnos, señalando que se trataba de un problema con el pago que la administración del Hospital debía realizar a distintos profesionales que debían suplir puestos vacíos debido a las cuarentenas que debían guardar otros funcionarios. 

Después de eso, funcionarios de ese hospital de la zona norte de Santiago, denunciaron que un paciente de 36 años había fallecido por falta de ventilador mecánico que lo asistiera. La denuncia tuvo que ser desmentida por el propio subsecretario de Redes Asistenciales, el cual señaló que en todo el país hay más de 600 ventiladores disponibles aún, y que la persona que había muerto en el San José había llegado en una situación muy crítica al hospital.

A esto se suma el caso del Hospital Sótero del Río, ubicado en la comuna de Puente Alto El diario La Segunda publicó el 5 de mayo pasado que funcionarios de ese recinto hospitalario ya se encontraba en una situación límite. Señalaron que “el miércoles de la semana pasada [29 de abril] nos faltaron camas . Teníamos dos camas UCI pero no teníamos personal para ellas. Al final las armamos, buscamos gente y logramos quedarnos con todos los pacientes”. Señalaron que el fin de semana esa situación mejoró, pero que “de nuevo estamos en una situación similar”.

Estas señales han aumentado en distintos hospitales del país, sin embargo, Jaime Mañalich, el Minsal y el gobierno, no daban luces de ceder, por fin, a una cuarentena más estricta.

Miércoles 29 de abril: El derrumbe de la nueva normalidad epidemiológica

En rigor, el semblante triunfalista de Mañalich registró una merma un día antes, cuando el ministro decidió borrar su cuenta de Twitter personal el martes 28 de mayo, desde la cual había administrado su mejor momento comunicacional cuando convenció al país que tenía bajo control el Covid-19. 

Pero no fue sino hasta el día siguiente cuando debió comunicar que los casos ya no andaban en una meseta de en torno a los 500 nuevos casos diarios, pues la suma de ese día era de 777. Al día siguiente los casos fueron 888, luego 985, para superar los mil diarios el 2 de mayo, con 1.492.

En esa misma semana, además, apareció información internacional que pone en cuestión las cuarentenas dinámicas, como si la enfermedad respetara las divisiones políticas del territorio. “Es como tener una sección para orinar en una piscina”, argumentó la publicación estadounidense Stat.

Finalmente, el domingo 3 de mayo Mañalich reportó 1.228 nuevos casos, junto con anunciar que el 81% de ellos provenía de la Región Metropolitana, por lo que el país debería enfrentar algo que llamó “la Batalla de Santiago”, lo que no cobró realidad en una cuarentena total sino hasta más de diez días después.

A eso INTERFERENCIA llamó la semana más negra de Mañalich, pero era solo hasta ese entonces…

… hasta esta semana que inició con la revelación de INTERFERENCIA de los mapas de contagio de varias comunas de Santiago y otras ciudades de Chile, que están en poder del Minsal, pero que se mantenían bajo siete llaves.

Estos mapas muestran áreas críticas de contagio en la capital, lo que llama a alarma para la acción territorial de alcaldes y otras autoridades locales, pero que también muestra un nivel de propagación de la enfermedad en la capital lejano a estar bajo control.

Además, plantea la duda de qué está haciendo la autoridad sanitaria con estos datos.

El sector aledaño a La Vega es uno de los que más contagios acumula, y sin embargo, no se decretó una cuarentena para esa comuna hasta el 5 de mayo. Poco más de una semana atrás. 

Finalmente ayer 13 de mayo, se registró un alza exponencial de 2.606 nuevos casos, prácticamente doblando al ritmo de los días anteriores. De estos nuevos casos 85% está en la Región Metropolitana. La última gota que rebasó el vaso.



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