Mañana domingo se celebrarán por tercera vez, en menos de cuatro años, elecciones generales en España, en la cual 36,5 millones de votantes tendrán la responsabilidad de escoger los nuevos 350 parlamentarios, quienes decidirán el próximo presidente de gobierno español.
Esto ocurre luego de la crisis constitucional que obligó al socialista Pedro Sánchez -actual presidente del gobierno español- a convocar a las urnas, tras la falta de apoyos para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Esto se suma al convulsionado ambiente catalán que quedó tras el referéndum independentista al que convocó en 2017 la Generalitat de Cataluña, presidida en ese entonces por Carles Puigdemont, hoy prófugo de la justicia española, acusado por los delitos de rebelión, sedición y malversación, luego de convocar a ese referéndum no contemplado por la legislación española.
Al momento de llamar a las elecciones, Sánchez no cumplía ni un año en el cargo, al que accedió tras aprobarse en el Parlamento una moción de censura que él mismo impulsó en contra del entonces presidente del gobierno, Mariano Rajoy, del derechista Partido Popular (PP). Esto se produjo a raíz de la sentencia del Caso Gürtel, que probó el financiamiento irregular del PP, el cual era liderado por Rajoy desde 2004.
Otro elemento relevante es que -al igual que en el resto de las elecciones que se han celebrado en occidente tras el triunfo de Donald Trump, en Estados Unidos- los comicios españoles también están marcados por el ascenso de la ultraderecha, a través de VOX, un partido creado en 2013 e intrascendente hasta 2018, cuando logró el 11% de los votos de la elección autonómica del parlamento andaluz, con lo que consiguió los primeros 12 escaños de su historia.
Esta irrupción acentúa la fragmentación del electorado español, el que hasta hace poco -producto de las dinámicas de la transición española- estaba acostumbrado a elegir básicamente entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el PP, pero que hoy cuenta con opciones competitivas en Podemos, hacia la izquierda (luego de capitalizar el movimiento de los Indignados de 2011), y Ciudadanos, hacia el centro (el que creció aprovechando los casos de corrupción que afectaron tanto al PSOE como al PP).
Hoy la novedad es VOX, el producto de una escisión del PP, el cual es dirigido por Santiago Abascal, un símil de José Antonio Kast o Jair Bolsonaro, quien recoge apoyos atacando a feministas, independentistas y todo quien, a su juicio. amenace la identidad nacional española.
Las encuestas, la calculadora y la llave andaluza de VOX
De acuerdo a los últimos sondeos realizados por el periódico El País, que realiza un cálculo promedio a partir de las cifras entregadas por las diferentes encuestadoras españolas, el resultado de las elecciones hace impredecible decir quién será el próximo presidente del gobierno español.
Para formar gobierno, los candidatos de los partidos necesitan el apoyo de al menos 176 diputados, y según las estimaciones ninguna agrupación podría lograrlo por sí misma.
Mirando los números, el PSOE, cuyo candidato es Pedro Sánchez, ganaría la primera mayoría con alrededor de 129 diputados; seguido por el PP bajo liderazgo de Pablo Casado con 78. Detrás aparecería Ciudadanos con 46, conducido por Albert Rivera, y luego Unidas Podemos con Pablo Iglesias con 35. Finalmente VOX obtendría 30 parlamentarios. Los 32 parlamentarios restantes, corresponderían a agrupaciones autonómicas.
Sacando la cálculadora, y pensando en las alianzas tácticas más lógicas, la suma de Unidas Podemos y el PSOE no alcanza, ya que juntos obtendrían 164 escaños. Tampoco suman los votos del PSOE y Ciudadanos, aunque se acercan más: 175, pero se ve difícil que se produzca una alianza política entre ambas colectividades. De hecho, ya Ciudadanos conformó gobierno en Andalucía respaldando al PP, y aceptando el apoyo tácito de VOX, en desmedro de un PSOE que para ganar necesitaba tanto apoyos de Podemos como de Ciudadanos.
Miedos: las claves de la elección
Frente a un escenario polarizado, tanto el PSOE como el PP, los partidos ancla del sistema español, han tenido que salir en busca del electorado que se ha filtrado hacia sus bordes. De esta manera, las cuestiones nacionales y los temas valóricos se han vuelto trascendentales.
Sin ir muy lejos, el día de ayer durante el cierre de campaña, Casado sacó toda su artilleria y abrazó el electorado de VOX, endureciendo su discurso en contra del PSOE, acusándolo de hacer gobierno gracias a los independentistas catalanes y vascos que ponen en riesgo la “viabilidad de España”.
En esta línea, frente a unos 10 mil simpatizantes reunidos en Madrid, el presidenciable del PP llamó a las urnas advirtiendo que "son las elecciones más trascendentales de la democracia de España, en las que se juega la propia existencia de la nación".
En la misma línea anterior, Casado enfatizó que son el único partido capaz de asegurar un gobierno sin terroristas ni independentistas, aludiendo a los posibles pactos y acuerdo que pueda alcanzar Sánchez con el líder de la izquierda vasca y ex miembro de ETA, Arnaldo Otegui, como también con el actual presidente de la Generalitat catalana, el independentista Quim Torra.
"No vamos a tolerar que Otegui y Torra manden sobre este gobierno”, subrayó Casado, y agregó: "¿Cómo garantizamos la unidad de España? Uniendo el voto. El voto que no se una en torno al PP, se quedará sin unir. Las demás opciones no lo garantizan. Votar es gratis, pero puede salir carísimo".
De la misma manera y en un símil del Chilezuela de la campaña chilena que llevó a Sebastián Piñera a La Moneda azuzando el miedo hacia la izquierda, la derecha española ha apuntado sus dardos en contra de Podemos y el PSOE, subrayando los vínculos que tuvieron los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón, con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, fundador del pensamiento bolivariano, el que fue clave en el ciclo progresista latinoamericano reciente, pero que hoy está en entredicho dada la crisis política y social de Venezuela.
Por su parte, el PSOE desplegó hacia el final una campaña que también está basada en el miedo: “todos contra las derechas”.
Dado el sistema proporcional corregido, los socialistas salieron fortalecidos luego de ganarle el gallito a la alianza entre el Partido Comunista Español y Podemos en las últimas elecciones generales, cuando el PSOE quedó por sobre la izquierda por tan solo 13 escaños. De tal modo, hoy los socialistas son todavía la primera fuerza al interior de la centroizuierda, y los beneficiarios directos del llamado voto útil, sobre todo en las comunidades pequeñas donde escogen menos escaños. De tal manera, pueden sacar mayores réditos del miedo del electorado progresista, al que se le ha dicho que votar por Podemos puede significar la derrota de la centor-izquierda.
En su última entrevista antes de las elecciones, Pedro Sánchez indicó que existe "un riesgo real de que sume la derecha con la extrema derecha” y enfatizó que ante un posible gobierno encabezado por él, no tendría problemas en incluir a Podemos.
Desde la otra vereda, VOX puede dar la sorpresa. Si bien los sondeos la apuntan como la fuerza minoritaria, el partido de Abascal ha desarrollado una intensa campaña por redes sociales. Siguiendo la fórmula de la posverdad, al puro estilo Piñera, Trump y Bolsonaro, la organización ultraderechista se ha favorecido de bots y mensajes hipersegementados. Incluso, durante la semana pasada, recibieron la visita de Steve Bannon, ex asesor de campaña del presidente estadounidense.
De todas maneras, incluso si VOX queda último en la lista, ya logró un punto a su favor: la elección ha girado en torno suyo y con más o menos críticas, su nivel de conocimiento público se ha disparado y ha logrado correr el discurso de la derecha hacia posiciones más extremas.
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