Claudio Orrego es probablemente quien tiene más razones para celebrar en la noche del 29 de noviembre de 2020, pues ganó la primaria de Unidad Constituyente (ex Concertación) para la Gobernación de la Región Metropolitana, la más grande del país, dejando atrás a los ex ministros de Salud Álvaro Erazo (PS) y Helia Molina (PPD).
Además, su partido, la Democracia Cristiana (DC), fue el más votado en estas elecciones, obteniendo un 44% al interior del pacto, lo que le significó ganar las primarias en cinco regiones, además de la Metropolitana: Arica y Parinacota, Coquimbo, Maule, Bío Bío y Los Lagos. Esto, considerando que la ex Concertación compitió en todas las regiones.
El problema es que esta victoria se logró con tan solo 103.466 electores a nivel nacional, lo que prácticamente equivale a la cantidad de militantes que registra en el Servicio Electoral (Servel): 106.228.
Volviendo a Orrego, obtuvo 44.879 votos, lo que equivale al 0,8% del padrón de la Región Metropolitana.
La situación de los otros partidos no es mejor. El Partido Socialista obtuvo 57.084 votos a nivel nacional, y el PPD 37.175. Juntos no suman los votos de la DC.
Estas votaciones están más cerca del Frente Amplio (FA), conglomerado que obtuvo 67.990 votos. Al interior del pacto quienes más contentos deben estar es Comunes, el partido más refractario a las alianzas, pues obtuvo un mayor porcentaje dentro del FA: 24,6%, superando al Partido Liberal (18,6%) y a Revolución Democrática (17,8%). Un duro golpe para este último partido, el que históricamente ha sido el articulador del pacto.
Pero, la mayor votación al interior del FA no fue para un partido, sino para un solo candidato independiente: Rodrigo Mundaca, líder de Modatima, quien en Valparaíso logró 18.147 votos, lo que equivale al 26,7% de todos los votos del conglomerado, lo que supera a todos los candidatos de Comunes juntos.
El FA tuvo primarias de gobernadores en cuatro regiones. Esto incluye la Metropolitana, donde Karina Oliva de Comunes venció a María José Cumplido (PL) y Sebastián Depolo (RD), este último el favorito de Giorgio Jackson.
Un dato complementario está en que en Unidad Constituyente ganaron cinco candidatos que concursaron como independientes, de ocho en competencia.
En la derecha se repite una situación similar. Habiendo primarias de Chile Vamos en solo siete regiones, el conglomerado obtuvo 42.377 votos, de los cuales casi la mitad fueron a Renovación Nacional (RN). Sin embargo, las primarias en este sector tienen menos brillo, pues no hubo competencia en las regiones más pobladas: la Metropolitana, la de Valparaíso y Bío Bío, donde los candidatos serán designados vía acuerdos de las cúpulas.
Tal vez lo más interesante de Chile Vamos sea las primarias de las llamadas "tres comunas" donde ganó el Rechazo. En Lo Barnechea, "barrió" el actual alcalde UDI Juan Cristóbal Lira, con el 80,7% de los votos, pero sumando apenas 7.333 preferencias. En Vitacura la sorpresa la dio Camila Merino (Evópoli), quien con 5.522 votos logró la primera mayoría, desplazando las cartas de la UDI; Pablo Zalaquett (quien fue apoyado por Joaquín Lavín) y Maximiliano del Real (RN). En Las Condes, la tercera comuna, no hubo primarias.
La única región en que hubo competencia simultánea de estos tres sectores fue en Tarapacá. Ahí Unidad Constituyente obtuvo 4.827 votos, Chile Vamos 3.270 y el Frente Amplio 3.237. La suma de las tres coaliciones equivale al 4,4% del padrón regional.
Bajo la sombra del Plebiscito
Esta elección es inédita, lo que la hace poco comparable con la última primaria municipal de 2016, en la que votaron 181.044 personas en la Nueva Mayoría en 53 comunas, y 86.537 personas por Chile Vamos, para 43 comunas, o con el reciente Plebiscito nacional, donde ganó el Apruebo y la Convención Constitucional por cifras en torno al 80% y una amplia participación electoral.
Sin embargo, la cercanía de poco más de un mes con el Plebiscito, el ambiente politizado que implica el proceso constituyente, y la novedad de la elección de gobernadores, suponían un desafío (u oportunidad) mayor para los partidos, los cuales tenían que dirimir sus candidaturas por la vía electoral.
La principal incógnita está por el lado de la significación del casi 80% logrado por la opción Convención Constituyente, que implica que la nueva Constitución debe ser redactada por miembros íntegramente electos y no por la mitad de parlamentarios en ejercicio, como planteaba la opción Convención Mixta.
Para muchos analistas, esta opción implicó un repudio a los partidos expresados en el actual Congreso, y la esperanza de que la Convención se abra a la ciudadanía independiente, a la paridad de género y a la representación adecuada de los pueblos indígenas.
De tal modo, esta primaria operó simbólicamente como una prueba para los partidos para ver si con sus candidatos habían interpretado el clima político de renovación y cambio.
Los partidos sumaron 418.685 votos sin hacer grandes apuestas de renovación. Una cifra que equivale a menos de la mitad del registro de militantes (889.219), en un proceso que está abierto a la ciudadanía independiente.
¿Mucho o poco?
El proceso constituyente dirá.
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Debe ser el unico medio que
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