Especial Elecciones 1970
“¿Se pueden hacer revoluciones con el 36%?” En esta pregunta, formulada con frecuencia a los dirigentes de la Unidad Popular, subyace un reproche: ¿fue imprudente emprender cambios sociales de tal importancia con un apoyo apenas superior a un tercio?
El 24 de octubre de 1970 el Parlamento ratifico el triunfo de Salvador Allende en las elecciones del 4 de septiembre y lo confirmó como nuevo Presidente de Chile. El martes 3 de noviembre el médico socialista, líder de la Unidad Popular, prestó juramento y recibió la banda tricolor que lo envistió como mandatario de la nación hasta 1976.
Un grupo de ricachones, varios fascistas y ultraderechistas, y un ramillete de matones y delincuentes comunes se congregaron para efectuar una operación destinada a impedir la llegada del doctor Salvador Allende a La Moneda. Como siempre, los principales involucrados huyeron del país y evadieron a la justicia. Más tarde fueron perdonados por la dictadura militar de Augusto Pinochet.
La conspiración para secuestrar al comandante en jefe del Ejército, que terminó en su asesinato en octubre de 1970, tuvo un origen remoto casi exactamente un año antes, en la rebelión del regimiento “Tacna”, que encabezó el general Roberto Viaux. En aquella oportunidad la conducta de los militares se disfrazó con el ropaje de un movimiento gremial, pero muy pronto salieron a la luz las verdaderas intenciones de quienes estuvieron detrás de ese levantamiento castrense.
Después que el candidato de la Unidad Popular resultara electo presidente, partidos políticos y grupos de choque de la derecha intentaron boicotear que asumiera. Entre estos se encontraba Patria y Libertad, quienes llevaron a cabo una serie de atentados, uno de los cuales terminó con la vida del entonces comandante en jefe del Ejército, René Schneider.
Este artículo de Clodomiro Almeyda, abogado, profesor y ministro de los presidentes Carlos Ibáñez del Campo y Salvador Allende Gossens, es un extracto del libro Reencuentro con mi vida (Las Ediciones del Ornitorrinco, 1987), en el cual reflexiona sobre el triunfo de la Unidad Popular, así como los temores y desafíos que significaba la victoria.
En este primer artículo, el autor analiza a fondo la intervención del gobierno estadounidense en la política chilena –especialmente a través de la CIA- para intentar impedir que el triunfo de Salvador Allende en las elecciones del 4 de septiembre fuera ratificado por el Congreso Nacional.
Los brasileños enseñaron a empresarios chilenos cómo usar movimientos de mujeres ‘contra los marxistas’, y cómo preparar el terreno para que los militares entraran en acción. “La receta existe y funcionó en Brasil”, les dijo uno de ellos. Esta fórmula incluía: crear caos económico, fomentar el descontento social, actos de sabotaje y atentados explosivos.
El sueño del PS de dirigir la organización que tenía como misión garantizar la seguridad de su Presidente, y que poseía también la mayor cantidad de armas y recursos logísticos, se cumplió hacia 1972.
El ex integrante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Max Marambio, relata la relación de éste colectivo con el presidente, como también detalles de la interna del "Grupo de Amigos Personales", el cual tenía la misión de brindar protección al mandatario.
En este relato, Osvaldo Puccio Giesen, figura cercana y de confianza del ex mandatario, relata cómo se vivieron los momentos posteriores a la noticia de la elección de Salvador Allende en las elecciones presidenciales de 1970.
El 3 de noviembre de 1970 Salvador Allende se terció la banda presidencial y se inició uno de los procesos políticos que mayor esperanza despertaron en el siglo XX. Un periodo lleno de dificultades, pero en el que sobre todo brillan los inmensos logros del Gobierno presidido por Allende y del pueblo chileno: la nacionalización del cobre, la reforma agraria y la erradicación del latifundio, la creación del Área de Propiedad Social y la participación de los trabajadores en la dirección de las industrias nacionalizadas.
Faltando cinco minutos para las 12 de la noche, el general Camilo Valenzuela comunicó personalmente a Salvador Allende, en nombre del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas, que los cómputos oficiales totales le daban la primera mayoría.
Siguiendo con el artículo de ayer, Agustín Edwards viaja a Estados Unidos y se reúne con diversos personeros del gobierno de Richard Nixon para pedir apoyo en la desestabilización de Allende e impedir que el Parlamento ratifique su triunfo en las urnas. Entrega información sobre las fuerzas armadas chilenas y acerca de quiénes son los más capacitados para sacar al médico socialistas del escenario político.
Lo que sigue es una cronología que reconstruye, día a día, cómo transcurrió ese mes de septiembre para Agustín Edwards, El Mercurio y los otros protagonistas de la trama que buscó derrumbar a Salvador Allende aun antes de que asumiera formalmente el poder.
En uno de los momentos más dramáticos y tensos de la historia moderna de Chile, los candidatos clausuraron sus campañas en multitudinarios actos efectuados en los alrededores de la Estación Mapocho y en la Alameda.
En los cuatro meses anteriores a los comicios del 4 de septiembre de 1970, se agudizaron los atentados protagonizados por miembros de los grupos políticos más radicalizados del país. Especialmente en el centro y sur del territorio se registraron bombazos, ataques a los locales de los candidatos presidenciales y destrucción de bienes públicos y privados. INTERFERENCIA entrega a sus lectores una pormenorizada cronología de aquellos hechos.
El autor, basado en los artículos de Luis Hernández Parker, relator político de la revista Ercilla, muy cercana al Partido Demócrata Cristiano, analiza los contenidos de la campaña de Tomic y las relaciones con Eduardo Frei Montalva desde los orígenes de la Falange Nacional.
Los autores analizaron el banco de datos de unas 30 encuestas realizadas entre 1967 y 1970, gran parte de ellas efectuadas por un grupo de sociólogos encabezado por Mario Hamuy. Concluyeron que los principales anhelos de los chilenos eran, entre otras cosas, superar la inflación, más empleo y mejor educación para niños y jóvenes.
Tote le decían sus sobrinos nietos; todos los demás lo llamaban Don Jorge. Al candidato de la derecha no le gustaban las entrevistas, pero en julio de 1970 aceptó un largo cuestionario que le envió la revista Ercilla. Con parte de las respuestas, se redactó una extensa introducción; el resto se publicó en forma textual, tal como INTERFERENCIA las entrega hoy a sus lectores.
La ex diputada desclasifica un conflicto matrimonial que la obligó a pedir ayuda al Partido Comunista, cómo se organizaron las mujeres en la campaña y los enfrentamientos con las brigadas alessandristas por conseguir dominar la propaganda en los muros de las ciudades.
Suplementera, dirigente sindical, regidora, diputada y ministra del Trabajo de Salvador Allende, la militante del Partido Comunista rememora algunos episodios relevantes de los últimos años de la década de 1960, entre ellos la intervención del gobierno de Estados Unidos en Chile a través de la agencia de publicidad Andalién.
Aproximadamente, desde 1920 en adelante, empresas estadounidenses, inglesas, alemanas y de otros países europeos empezaron a copar la propiedad de un número cada vez mayor de industrias chilenas. Entre las décadas de 1950 y 1960 ello se agudizó hasta detentar –a través de diversos mecanismos– un número considerable de las compañías nacionales, haciéndolas depender de equipos, repuestos, patentes y créditos foráneos. Aquí las 88 principales de ellas. En primer lugar, el nombre de la firma; en el primer paréntesis la fecha del inicio de la penetración; en el segundo, la fecha de fundación; y, finalmente, el nombre de la o las sociedades a las cuales obedecían.
El autor afirma que en 1967, del total de patentes extranjeras registradas en Chile, el 53 por ciento correspondió a empresas o particulares estadounidenses. En un segundo lugar, se ubicaban Alemania (9 por ciento) y Suiza (9,5 por ciento).
El autor analiza los diversos ángulos de la desnalización de la industria chilena desde las primeras décadas del siglo XX, proceso que se acelera a partir de los años 50 para consolidarse en los 60 con la expansión de los principales grupos económicos en el país.
Los profesores Garay y Soto, doctores en Historia, analizan en este artículo algunas de las concepciones ideológicas de la administración de Alessandri, el denominado “gobierno de los gerentes”, basado en la supuesta aptitud especial de los ingenieros para encabezar las administración del Estado.
En esta segunda parte de su artículo, el abogado cuestiona otras dos reformas fundamentales del gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva y del PDC. Acusa, también, que las reformas a la política del cobre y a la propiedad de los terrenos agrícolas permitieron el auge de los partidos de izquierda y, en particular, del comunismo.
El abogado, fundador y líder de Patria y Libertad, y destacado profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, cuestiona en este artículo al Partido Demócrata Cristiano y al presidente Eduardo Frei Montalva por –en su opinión- “pavimentar” el camino del comunismo en Chile con la llegada de Salvador Allende y la Unidad Popular al poder.
Respecto de la actualidad, varios nombres se repiten, pero su poder -en términos relativos- ha cambiado. Por ejemplo, el Grupo Edwards, el que hoy está lejos de estar entre los 10 más ricos de Chile, pero que entonces era el más grande tras los Matte, teniendo 30 grandes empresas, en múltiples sectores, más allá de El Mercurio.
Esta segunda parte del artículo del historiador Rolando Álvarez Vallejos, titulado originalmente como La Unidad Popular y las elecciones presidenciales de 1970 en Chile: la batalla electoral como vía revolucionaria, aborda el intento de "construir lo que en ese tiempo se llamó 'el Chile nuevo'”. Además, ahonda en el papel que tuvieron las mujeres y los jóvenes en la campaña de 1970.