
Desde junio de 2018, el salar se mantiene cerrado al público para conservar su biodiversidad. Los resultados son alentadores, puesto que han aumentado las poblaciones de aves y mamíferos. La comunidad indígena Lickanantay, que tiene a cargo la coadministración del sitio, teme que los avances en conservación retrocedan si es que se concretan las intenciones de Sorcia Minerals de extraer litio del salar.