
El Ministerio de Economía encargó un informe que concluyó que las 4.700 toneladas de salmones muertos arrojados al mar no tuvo incidencia en el desastre que implicó millones de especies muertas y 30 mil pescadores cesantes. Sin embargo, científicos franceses y chilenos concluyeron que esto pudo perfectamente potenciar la catástrofe.