
La nueva versión fílmica de una de las mayores novelas antibélicas, situada en la I Guerra Mundial, mantiene el espíritu de denunciar el absurdo y la brutalidad de la guerra. Pero peca al excluir dos escenas clave que otorgaban humanidad y, al mismo tiempo, una mayor crueldad al libro de 1928 y su clásica versión de cine de 1930.