
Los niveles obscenos de concentración de la propiedad de los medios en Chile, en tan pocas manos, –en 2020 el 81% de la lectoría de diarios y casi el 88% de su avisaje correspondía a medios de El Mercurio y Copesa–, no son cuestión baladí. Los medios tradicionales aún marcan la agenda del país y es necesario pensar sobre el poder de éstos de aquí al futuro.